Hace tiempo que quería publicar estos vídeos. Son dos extractos de lo que ocurrió en las Emisiones Cacatúa de Arantxa Martínez y Nilo Gallego, unas emisiones de radio que TVtron retransmitió en julio desde Esta es una plaza, en Lavapiés. Dos interpretaciones en directo del gran tema No tengo miedo de Astrud, versionado por Cris Blanco a la voz, Nilo Gallego a la percusión, Eduard Mont de Palol a la guitarra y yo mismo al casiotone. El primer vídeo lo grabó Laura Bañuelos con su móvil durante la primera emisión. El segundo vídeo es del tercer y último día, no sé de quién es y sólo pilla el final de la canción, pero es la locura, seguramente por la munición que lleva el mensaje que grita Cris hasta desgañitarse. A mí aún se me pone la piel de gallina. Nilo, Cris y yo volvimos a interpretar ese tema, juraría que aún más pasado de vueltas, en el Festival de la Canción, al final del festival In-Presentable. Ese tema de Astrud acabó convirtiéndose en una especie de himno durante esos días. «No tengo miedo al futuro» es un lema bastante potente. Creo que merece la pena recordarlo de nuevo. Y de paso, quien no estuvo allí, podrá hacerse una idea del ambiente que se respiró en esas añoradas Emisiones Cacatúa, mientras esperamos la publicación online del audio de la versión editada de esas sesiones (próximamente en Teatron).
El miércoles 13 de junio quedé por skype con Tanya Beyeler y Pablo Gisbert, componentes de El Conde de Torrefiel, para hacerles una breve entrevista con motivo de la presentación de A todo el que venga a ver esto, se le regalará una Orxata, el sábado 30 de junio en el Sweet #6 de La Porta, en Barcelona.
Rubén Ramos Nogueira: ¿Por qué el básket? El Conde de Torrefiel: el basket es un deporte escénico y romántico o así lo vemos. Crea la atmósfera adecuada, una situación propicia para permitir que se dijeran todas las cosas que queríamos decir con el texto.
RRN: ¿Por qué Haneke? ECDT: Haneke….Haneke es un director constante disciplinado. lo más interesante de Haneke siempre es lo que no se dice o lo que no se ve. además siempre trata las repeticiones. el ritmo, la contundencia de una forma muy persistente y descarnada como la música electrónica, es capaz de jugar con la paciencia y la resistencia. además es todo lo contrario a todo lo que podría ser un director «mediterráneo» en su forma de aproximarse a los temas y la forma de tratarlos. en ningún momento hemos querido imitar a Haneke. Pero nos gustaba que estuviera presente, aunque sólo fuera en la idea. crees que el basket y Haneke pueden ser temas escénicos?
RRN: Por supuesto que no. ¿Por qué Rebecca Praga? ECDT: Rebecca Praga es una chica que conocimos en Madrid cuando Pablo estudiaba en la RESAD. ahora vive en Berlín.
RRN: ¿Por qué Barcelona? ECDT: Barcelona es el último paso antes de salir de España y huir a Europa. Que no sé que es peor. Barcelona está muy bien. Barcelona nunca ha sido una elección.
RRN: ¿Por qué Europa? ECDT: Europa es el último paso antes de huir a Chile.
RRN: ¿Por qué una horchata? ECDT: Tenemos una teoría. Hay piezas que son para el verano y piezas escénicas que son para el invierno. Al igual que hay ropa de invierno y ropa de verano. Al igual que hay comida que sienta mejor en invierno y comida que sienta mejor en verano. Y Orxata (en valenciano) es la bebida veraniega y que le queda muy bien a una presentación de algo el 30 de junio, que hace mucha calor.
RRN: ¿Y luego qué? ECDT: luego …. estamos muy contentos porque España va a cambiar radicalmente y va a ser el mejor país del mundo y todos van a querer vivir aquí y morir aquí. pero para esto le quedan todavía un par de años. tenemos muchos apuntes.
RRN: No tengo más preguntas. ¿Queréis añadir algo?
ECDT: sï. vamos a preguntarte nosotros a tí. tú que has estado al tanto de la pequeña trayectoria de El Conde de Torrefiel….qué te gustaría ver? RRN: Una serie. Como mínimo la primera temporada.
ECDT: queremos hacer una película. es verdad. hacia dónde crees que van los tiros para una compañía que hace teatro como nosotros? deberíamos poner un nombre a esta década escénica. RRN: No tengo ni idea. Por eso me gusta estar aquí. Porque no tenemos ni idea. ¿Qué será de todos nosotros dentro de 10 años? Me apetece estar por aquí para comprobarlo. Pero la década escénica es muy diversa, ¿no? Hay gente de su padre y de su madre. Seguramente vivimos el momento de mayor diversidad de la historia, si hablamos de creación.
ECDT: Por nuestra parte creemeos que la música tendrá mucho que ver con lo que haremos en los próximos diez años. RRN: Me sorprende que podáis hablar a diez años vista. Pero me alegro.
ECDT: bueno, es un ideal. Nosotro tampoco podemos hablar con seguridad a diez años vista pero nos gustaría. por la inmediatez de la música.
RRN: ¿Lo dejamos aquí? ECDT: ok. vamos a vernos las caras
Por lo visto, no he sido el único a quien se le ha ocurrido hacer una entrevista a El Conde. La Porta acaba de anunciar en su blog en Teatron una entrevista que durará toda la semana. La seguiremos.
Hace cuatro años y medio, en noviembre del 2007, cuando Teatron aún estaba en pañales, publiqué un post como homenaje a La Vuelta, un grupo formado en su núcleo duro por Marta Galán, Mireia Serra, Núria Lloansi, Xavi Bobés y Óscar Albadalejo. En ese post recordaba que asistir a la representación de Desvínculos, la noche de San Juan del año 2000 en el Conservas, fue para mí una experiencia iniciática. Resumiendo mucho, fue como abrir la puerta a un mundo desconocido, precisamente ese mundo que ahora uno encuentra todos los días en Teatron. Para mí La Vuelta fue mi primer contacto, la puerta de acceso a un universo mucho más vasto de lo que podía imaginar entonces. La Vuelta se disolvió hace ya 10 años. Aquel post-homenaje a los buenos momentos que nos hizo pasar acababa con el deseo de que algún día alguien decidiese sacar a la luz todo el material conservado (grabaciones, textos, imágenes) para que los nostálgicos pudiésemos volver a disfrutarlo y los que no tuvieron la oportunidad de conocerlo pudiesen descubrirlo.
Pues bien, Núria Lloansi lo ha hecho, al menos en parte. Hace unos meses que Núria ha estrenado web. En ella ha ido publicando un número considerable de vídeos de sus propios trabajos, sobre todo de los trabajos en los que ha participado como co-creadora o intérprete. Entre ellos están algunos extractos de todos los trabajos de La Vuelta. No está todo, pero uno se puede hacer una idea. Por ejemplo, K.O.S. fer-se el mort, del 2001. Este vídeo se grabó en el Conservas en el 2001. Me acuerdo que llevé allí a algunos amigos modernos, y otros no tan modernos, que tenían en común no soportar el teatro. Todos salieron fascinados. Pero, claro, recomiendo realizar un pequeño viaje personal en el tiempo antes de ver el vídeo. Todos hemos cambiado mucho. Todo ha cambiado bastante.
Los que conocen a Núria saben de su enorme talento. Cuando La Vuelta estaba a punto de disolverse, Núria participó en una peli que a unos cuantos nos fascinó, una peli de autoría colectiva detrás de la cual estaban Néstor Domènech, Alexis Borràs y Sergi Fäustino y una multitud de actores y colaboradores entre los cuales encontramos a la misma Núria Lloansi, que iba a hacer una pequeña intervención y acabó casi protagonizando la peli, Sergi Fäustino (el prota), Ton Muntané, Lidia G. Zoilo, Pau Miró (sí, la actual revelación del teatro de texto catalán), Mario G. Sáez, Santiago Maravilla + Maestro Ramos, por citar a unos pocos, porque la lista es larguísima. Estábamos en los pañales del cine digital. La peli, al menos en Barcelona, fue un poco pionera en este sentido. De hecho, Néstor y Alexis, junto con Montse Martí, acabaron creando el primer festival de cine digital de Barcelona, el DiBa Festival. Pero antes engañaron a un montón de gente joven para hacer un largo sin ningún tipo de presupuesto: «ese». Y no estaba nada mal. La peli, que yo sepa, no está publicada en Internet, excepto la escena en la que tocan Maravilla+Ramos mientras Núria le sirve una copa a Sergi Fäustino y este vídeo que ha publicado Núria donde, a parte de ella, podemos ver a Sergi Fäustino, Pau Miró, Ton Muntané y Judit Farrés, si no me equivoco. Yo tengo una copia de «ese», la voy a tener que poner en el Torrent.
Poco después, a Núria le dio por coger la cámara de vídeo y ponerse a grabar. Y con algunos de sus vídeos se presentó en BTV y se fue a ver a Félix Pérez-Hita y Andrés Hispano, que llevaban el mítico programa Boing Boing Buddha. Ellos se dieron cuenta de que ahí había material y la animaron a que grabara sus cosas y se las fuera llevando. Gracias a su buen olfato, en ese programa, que se emitía los sábados a la medianoche, fuimos viendo cosas de Núria como El gol farol, que se emitió en un programa de septiembre que se titulaba Mis vacaciones, creo recordar.
Recuerdo otros vídeos estupendos de aquella época pero Núria solo ha colgado otro más de ese tipo, Tour de France, con el que me he partido un rato.
Aunque durante un tiempo parecía que el paracaidismo iba a alejar a Núria de los escenarios, la verdad es que a partir de 2003 hemos podido ver a Núria en algunas piezas de Marta Galán, Juan Navarro, en un corto de Juanma Bajo Ulloa realizado con producción del DiBa Festival, y, sobre todo, en muchas de las producciones de Rodrigo García: Jardinería humana, Arrojad mis cenizas sobre Mickey, Versus, C’est comme ça et me faites pas chier o Gólgota picnic. Este es un impresionante monólogo en Versus, de Rodrigo García, junto a Juan Loriente.
La lista de vídeos es bastante larga. Vosotros mismos podéis echarles un vistazo en la web de Núria, donde encontraréis una gran cantidad de material que espero que no deje de aumentar con el tiempo. Pero, para acabar, dejadme que os pinche un último y espectacular vídeo de esa faceta de Núria que siempre me ha dado mucha envidia: Núria volando sobre la Costa Brava.
Este es el vídeo de mi intervención de cinco minutos en el Fòrum Indigestió 2012, el viernes 13 de abril de 2012 en el Convent de Sant Agustí de Barcelona. El vídeo finaliza con la música en directo de Cabo San Roque. Debajo encontraréis el texto de la intervención, coloreado convenientemente para identificar el material de cada uno de los autores que están detrás del código fuente, tal y como lo ha publicado la revista Nativa (muy bien, por cierto).
Me llamo Rubén Ramos Nogueira, como todo el mundo.Yo sólo soy un simple peón ignorante en el triste juego de la vida.Pero aquí todos nos llamamos Antonio. Todos tenemos ese nombre. Antonio. Antonio García Mateo.
Cuando tenía 12 años mi padre entró un día en casa, un miércoles, y le dijo a mi madre: “Prepárate, que el sábado nos vamos a Nueva Zelanda”. Yo, al día siguiente, después de la escuela, me fui a la biblioteca y estuve leyendo todos los libros que encontré sobre Nueva Zelanda. Estuve preparándome toda la semana para el sábado. Cuando llegó el sábado no pasó absolutamente nada. En mi familia no se volvió a hablar de Nueva Zelanda ni ese día ni ningún otro.
A mí me gusta mucho la palabra “creer”. La mayoría de las personas cuando dicen “sé”, en realidad están diciendo “creo”. Yo creo que el arte es la única actividad que permite al ser humano manifestarse como verdadero individuo. Es lo único que nos permite superar el estadio animal. Y eso es así porque el arte es una salida hacia regiones donde ya no dominan ni el tiempo ni el espacio. Vivir es creer, por lo menos eso es lo que yo creo.
Pero antes de continuar me gustaría compartir con vosotros una imagen: Bertín Osborne, desnudo, cabalgando por la playa.
Es un signo de estos tiempos: los artistas se han convertido en profesionales mientras que los aficionados se están convirtiendo en artistas. El piano, como el dinero, solo resulta agradable a quien lo toca. La vida está cambiando. Y la manera como yo estoy intentando cambiar mi vida es liberándome de mis deseos, para dejar de ser sordo y ciego al mundo que me rodea.
Hace muchos años, el que luego sería mi profesor de kárate, mi sensei, era un joven karateka que se lo montó para poder viajar a una pequeña isla del Japón a estudiar Zen con el creador del karate Kyokushinkai, durante tres años, para alcanzar la iluminación. Después de esos tres años, el entonces joven karateka sintió que había fracasado, pensó que no había hecho ningún avance y así se lo dijo a su maestro mientras se despedía. Entonces el maestro le retuvo diciéndole: “Has estado aquí tres años, bien te podrías quedar tres meses más”. El joven karateka aceptó pero no sirvió para nada. Entonces el maestro le dijo: “Bueno, has estado con nosotros tres años y tres meses. ¿Por qué no te quedas tres semanas más?”. El karateka se quedó pero al final de esas semanas volvió a sentirse completamente vacío. Entonces el maestro, ya un poco cabreado, le dijo: “Bien. Has estado aquí tres años, tres meses y tres semanas. Quédate tres días más, y si al final de este tiempo no has alcanzado la iluminación, suicídate”. Hacia el final de la tarde del segundo día, el joven karateka alcanzó la iluminación.
Por favor, apagad todas la luces y vámonos a bailar a un bosque .
Quemad todo vuestro dinero y vámonos a bailar a un bosque.
Romped vuestros contratos y vámonos a fotocopiarnos libros.
Todo era difícil y de repente todo es tan fácil.
Hidrogenesse, John Cage, Erik Satie, El Gran Puzzle Cózmico, Marcel Duchamp, Sam Raimi i el meu amic Arthur. M’agradaria donar les gràcies a tots ells per haver publicat en el seu dia el material que jo avui m’he permès versionar i remixar per a oferir-vos a tots vosaltres aquesta petita intervenció que acabeu d’escoltar. Gràcies a tots ells i als que avui en dia encara fan com ells.
No sé a santo de qué me vino a la cabeza la impresionante canción 1987 de Hidrogenesse, publicada en el álbum Gimnàstica Passiva (2002). Seguramente sería por la historia de John Cage con la que estuve a punto de acabar. La del monje budista que, después de algunos intentos, acaba por alcanzar la iluminación. Seguramente fue por la luz.
«Apaga todas las luces y vámonos
a bailar a un bosque.
Quema todo tu dinero y vámonos
a bailar a un bosque.
Rompe tu contrato y vámonos
a bailar a un bosque.
¿Qué coño está pasando? Vámonos…
Quiero hacer esto contigo.
Todo era tan caro
y de repente todo es barato.
Todo era tan caro
y de repente 1987.
Apaga todas las luces y vámonos
a fotocopiarnos libros.
Quema todo tu dinero y vámonos
a fotocopiarnos libros.
Rompe tu contrato y vámonos
a fotocopiarnos libros.
¿Qué coño está pasando? Vámonos…
Quiero hacer esto contigo.
Todo era difícil
y de repente todo es tan fácil.
Todo era tan difícil
y de repente 1987.
Quiero hacer esto contigo.
Todo era tan… y de repente…
Todo era tan… y de repente 1987…»
Pero también podría ser por ese año de la crisis.
En finanzas, se denomina lunes negro al lunes 19 de octubre de 1987, cuando los mercados de valores de todo el mundo se desplomaron en un espacio de tiempo muy breve. La caída comenzó en Hong Kong, se propagó hacia el oeste a través de los husos horarios internacionales, llegó a Europa y, por último, a Estados Unidos. El índice bursátil Dow Jones bajó 508 puntos, situándose en los 1739 (22,6 %). Hacia finales de octubre, los mercados de valores de Hong Kong ya habían caído un 45,8 %, Australia un 41.8%, España un 31 %, el Reino Unido un 26,4 %, Estados Unidos un 22,68 % y Canadá un 22,5 %. El impacto fue especialmente duro en los mercados de Nueva Zelanda, que cayeron un 60 % desde el máximo de 1987, y del que tardaron varios años en recuperarse. (Lunes negro en la Wikipedia)
Ya ves, Nueva Zelanda. ¿No es a dónde quería ir el padre de John Cage?
A pesar de la tristeza que impregna esta canción hay algo poderosamente subversivo y esperanzador en su letra, ¿no? Todo era difícil y de repente todo es tan fácil. Creo que esa frase condensa lo más importante de lo que me proponía decir. Está bien acabar así.
Duchamp se cruzó en mi camino por casualidad. Estaba leyendo en El País una reseña sobre un libro que acaban de publicar con escritos de Duchamp. En la reseña aparecía un extracto de una entrevista que James Johnson Sweeney le hizo en 1956. Al final de ese extracto, como separado del resto, así, un poco surgiendo de la nada, aparece una disertación sobre la palabra «creer», que me llamó mucho la atención. En ese momento aún estaba buscando ejemplos de conferencias no convencionales pero después de leer eso me di licencia para ampliar el remix a cualquier otra fuente. Total, qué más dará. Simplemente era un punto de partida. No nos pongamos tan estrictos.
M. D. –He aquí una pieza que se remonta a la época Dada, la Gioconda adornada con bigote y perilla. Era por mi parte un gesto iconoclasta y violentamente…
J. J. S. – ¿Sacrílego?
M. D. – Sacrílego, blasfemo, todo lo que usted quiera. Pero, además de éste, me quedan del período Dada otros «gestos» del mismo género. Por ejemplo, este cheque desmesurado. Pagué a mi dentista por medio de este instrumento que yo mismo había dibujado, y que estaba emitido por un banco inexistente. ¡Y lo aceptó! Lo más curioso es que diez o quince años más tarde, volví a ver a mi dentista y le compré mi cheque para mi colección personal.
Mire ahora la martingala que concebí para hacer saltar la banca de la ruleta de Montecarlo. ¡Naturalmente, la banca sigue en pie! Pero yo creía haber encontrado un sistema. De modo que emití acciones que luego vendí a diversas personas a fin de constituir un capital destinado a explotar este sistema.
J. J. S. – ¿Llegó a ganar algo?
M. D. – Jamás… Por otra parte, como ya sabe, lo que me interesa es el lado intelectual de las cosas, aunque no me guste el término de «intelecto» demasiado seco, demasiado desprovisto de expresión.
Me gusta la palabra «creer». En general, cuando alguien dice «sé», no se sabe, se cree. Creo que el arte es la única forma de actividad por la que el hombre como tal se manifiesta como verdadero individuo. Sólo gracias a ella puede superar el estadio animal, porque el arte es una salida hacia regiones donde no dominan ni el tiempo ni el espacio. Vivir es creer; al menos es lo que yo creo.
Yo firmaría las primeras dos frases del último párrafo. Ahora, eso de que el arte es la única forma de actividad por la que el hombre como tal se manifiesta como verdadero individuo… No sé qué decirte, Duchamp. Creo que no estoy de acuerdo contigo. Y mucho menos con eso de que sólo gracias al arte podamos superar el estadio animal. Tiene una indudable fuerza tipo sermón de la montaña que me desconcierta, viniendo de Duchamp. Quizá debería comprarme el libro. Pero quizá se estaba choteando en clave. Ya sé que algunos de los asistentes al Fòrum tuitearon con fuerza esta frase pero dejadme que os diga que, para mi gusto, es bastante sentenciosa, a no ser por la frase que la precede y por la que culmina el párrafo (vivir es creer: al menos es lo que yo creo). Yo creo que Duchamp está jugando con nosotros. Nos está tomando el pelo. Y si no, ¿qué clase de argumento es ese de que el arte es una salida hacia regiones donde no dominan ni el tiempo ni el espacio como demostración de que sólo gracias al arte superamos el estadio animal? Se está riendo de nosotros, pero me encanta. El arte como salida. Regiones donde no dominan ni el tiempo ni el espacio. Podría tirarme una tarde entera analizando esta frase. Da igual si estoy o no de acuerdo. No nos pongamos tan estrictos.
Asistir a una conferencia de John Cage debió de ser en su día una experiencia refrescante. Hace tiempo, cuando Silence aún no se había publicado en castellano, leí un libro que se llamaba Escritos al oído, que recogía muchos de los textos publicados por John Cage. Curiosamente debemos esa publicación, en 1999, al Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Murcia (sí, Murcia), en una edición presentada y traducida por Carmen Pardo. En ella podemos encontrar conferencias de Cage realmente curiosas en las que intercala sin ningún tipo de pudor historias como la siguiente:
Era miércoles. Yo estaba en sexto curso. Escuché que papá le decía mi madre: «Prepárate: el sábado nos vamos a Nueva Zelanda». Me preparé. Leí todo lo que pude encontrar sobre Nueva Zelanda en la biblioteca de la escuela. Llegó el sábado. No ocurrió nada. El proyecto no se volvió a mencionar, ni aquel día ni ningún otro.
Esta historia la podemos encontrar hacia el final de El futuro de la música: credo, originariamente una charla que Cage dio en un encuentro de la sociedad de arte de Seattle en 1937. En esa charla, lanza su profecía sobre el futuro de la música en forma de sermón de la montaña mientras, al mismo tiempo, interrumpe su discurso constantemente para hablar con más detalle de cada idea o referencia que introduce. Y al final, suelta tres historias. La primera es esa de Nueva Zelanda. La tercera, con la que acaba su intervención, es esta otra:
En Japón, un joven se las arregló para poder viajar a una isla lejana a estudiar Zen con cierto maestro, durante un periodo de tres años. Al terminar estos tres años, sintiendo que había fracasado, se presentó al maestro y le anunció su partida. El maestro dijo: “Has estado aquí tres años. ¿Por qué no te quedas tres meses más?”. El estudiante aceptó, pero al final de los tres meses les seguía pareciendo que no había hecho ningún progreso. Entonces le dijo de nuevo al maestro que se iba, y el maestro dijo: “Mira, has estado aquí tres años y tres meses. Quédate otras tres semanas”. El estudiante lo hizo, pero sin éxito. Cuando le dijo al maestro que no había ocurrido absolutamente nada, el maestro le dijo: “Has estado aquí tres años, tres meses y tres semanas. Quédate tres días más, y si al final de este tiempo no has alcanzado la iluminación, suicídate”. Hacia el final del segundo día, el estudiante alcanzó la iluminación.
Pero hay más. Cage escribió una serie de relatos como acompañamiento irrelevante de una pieza de Merce Cunningham, Cómo pasar, patear, caer y correr. El mismo Cage los leía espaciadamente, sentado a un lado del escenario en una mesa con micrófono, cenicero y una botella de vino. Por lo visto los críticos le decían que chupaba cámara. Si no lo he entendido mal, algunos de esos relatos formaron el texto de una conferencia titulada Indeterminacy: New Aspect of Form in Instrumental and Electronic Music, que impartió en la Exposición de Bruselas, en 1958. Alguno de ellos vuelve a estar protagonizado por monjes budistas. El Zen, un tema muy Cage. El final de uno de esos relatos, del que utilizo sólo el principio, es el siguiente:
La vida está cambiando. Una de las maneras en que estoy intentando cambiar la mía es liberándome de mis deseos, para dejar de ser sordo y ciego al mundo que me rodea. Cuando menciono mi interés por las setas, la mayor parte de la gente me pregunta en seguida si he tenido visiones. Tengo que decirles que soy muy anticuado, prácticamente un puritano, que todo lo que hago es fumar como una chimenea –ahora con dos filtros y un cupón en cada paquete- y que bebo café por la mañana, por la tarde y por la noche. También bebería alcohol pero cometí el error de ir al médico que me lo prohibió. Las visiones de las que he oído hablar no me interesan. Dick Higgins dice que comió una muscaria pequeña que le hizo ver algunos conejos. Valentina Wasson comió los hongos sagrados de México y se imaginó que estaba en el Versalles del siglo XVIII escuchando a Mozart. Sin tomar ninguna droga, fuera de la cafeína y la nicotina, estaré mañana en San Francisco, escuchando mi propia música y el domingo, si Dios quiere, despertaré en Hawaii con papayas y piñas tropicales para el desayuno. Habrá flores aromáticas, pájaros de colores brillantes, gente nadando en el oleaje y (me apuesto una moneda) un arcoiris en el cielo en algún momento del día.
En fin. Dado que el Fòrum Indigestió tiene un origen musical con el que yo también me reconozco, me apetecía abusar de autores musicales. Ya van tres. Y aún queda un cuarto. Además me interesaba mucho Cage porque, como ha quedado demostrado, Cage era capaz de subvertir brillantemente el orden establecido de una conferencia haciendo gala, además, de un gran sentido del humor. Lo peor de John Cage son los seguidores de John Cage.
Imperdonablemente, el día D me olvidé de citar el nombre de El Gran Puzzle Cózmico. Imperdonablemente, repito, porque, además de ser el último gran poeta vivo de la Corona de Aragón (que lo inviten ya al Festival de Poesia de Barcelona, por favor), utilicé un excelente material suyo en dos ocasiones.
La primera, nada más arrancar con Satie + Sam Raimi + Arthur, continuando el imparable ascenso que, suponía, iba a provocar la estupefacción del público y, esperaba, también me iba a regalar toda su atención.
Hola, ¿está Antonio? Aquí todos nos llamamos Antonio, todos tenemos ese nombre, Antonio, Antonio García Mateo. Todos nos llamamos Antonio, todos trabajamos en lo mismo. Antonio, Antonio Garcia Mateo. Antonio Garcia Mateo.
¿Qué puedo añadir? Escuchemos ese gran tema musical mientras vemos el videoclip original.
Al Gran Puzzle Cózmico debemos también una de las imágenes más potentes que se han escrito en lengua castellana:
Bertín Osborne, desnudo, cabalgando por la playa.
Esto es lo más parecido a un arma de destrucción masiva. Me pareció idónea para utilizarla hacia la mitad de la intervención. Si alguien comenzaba a dormirse la magia de esta frase le devolvería a una nueva realidad, aunque no podamos estar muy seguros de a qué realidad.
Lo suyo es escuchar al Gran Puzzle Cózmico gritando esto en vivo y en directo. Gracias al FEA Festival yo he vivido esa experiencia religiosa. No voy a repetirme, en su día ya publiqué algunas reflexiones reivindicativas sobre el FEA. Es como en el cine o en las artes escénicas: el drama y la tragedia parecen merecer más nuestra admiración que el humor y la comedia. Bueno, allá cada cual con su conciencia. No soy el único fan del Gran Puzzle Cózmico. Sergi Fäustino lo utilizó en Zombie, que se estrenó en el Teatre Lliure hace unos años.
Rectifico. Sí que voy a repetirme. Algo de todo esto flotaba en mi cabeza mientras preparaba esos cinco minutos de intervención. Todo el material que he utilizado tiene algo en común. No sé muy bien el qué. Pero es algo con lo que siento una gran conexión. Algo que me remueve por dentro. De todos ellos se han reído mucho. Todos ellos utilizan el humor. Todos ellos dicen cosas muy serias con su humor. Todos ellos han sacado pecho alguna vez. Porque no encajan. Porque han sido despreciados. Porque no son serios. Aunque algunos ahora salgan en los libros de Historia del Arte. Así, en mayúsculas.
En fin, volviendo a la Tierra, los que no hayáis tenido la oportunidad de escucharlo en directo siempre os quedará el disco. El tema se titula Bertín Osborne cabalgando desnudo por la playa y lo podéis escuchar en el último disco del Gran Puzzle Cózmico, El bien y el mar.
Siguiendo con el orden cronólogico que utilicé en mi intervención, el siguiente en aparecer es Sam Raimi. O quizás mi amigo Arthur, no sé. La verdad es que ahora que veo la foto de Sam diría que los dos se parecen un poco.
Sam Raimi está aquí por una frase que presuntamente aparece en una película suya:
Yo sólo soy un simple peón ignorante en el triste juego de la vida.
Me imagino que esta frase aparece en su película The Evil Dead, de 1981. Una película que dirigió y escribió él. Pero la verdad es que yo aún no he visto esa película. Esta es una de sus secuencias (creo, todo comienza a ser muy confuso):
La historia es que esa frase me acompaña desde que tenía 18 años, más o menos. Siempre me ha parecido brillante. Me la aprendí de memoria y la utilizo de vez en cuando, como si fuese un refrán. Pero en realidad yo se la escuché por primera vez a mi amigo Arthur, de quien, me vais a perdonar, no voy a desvelar su verdadero nombre, entre otras razones, porque el que fue mi amigo Arthur, un tipo que dibujaba cómics y escuchaba música heavy, ahora es un respetable mosso d’esquadra, casado con otra mossa d’esquadra. Y yo no quiero problemas con la policía.
Una noche crucé con Arthur y sus amigos toda Barcelona para ir a casa de unos australianos que vivían en L’Hospitalet. Los australianos jugaban a rugby con Arthur y sus amigos. Era verano y, aprovechando que sus padres estarían de viaje, habían organizado una partida de no sé qué juego de rol. Arthur era muy aficionado al tema hasta el punto que pintaba figuritas de rol. Juraría que ha acabado diseñándolas. A mí no me interesaba nada el tema. Pero a parte de jugar, se bebía y se veían películas. Una de las pelis que vimos fue El ejército de las tinieblas (Evil Dead III: Army of darkness), de Sam Raimi. Arthur insistía en que la peli era buenísima. Yo no daba un duro a priori por el gusto fílmico de mi amigo Arthur. A ver si me entendéis, a mí me llamaban el Pianista, tocaba Bach y Mozart, me debatía en una tensión infinita entre la alta y la baja cultura. Pero tengo que decir que caí rendido a los pies de Sam Raimi: esa peli es un peliculón. Me encantó.
Esa noche el Arthur debió soltar la frase. Y yo he creído toda la vida que pertenecía a esa película. Pero hace poco busqué la peli, la volví a ver y descubrí que la frase no aparece en ningún momento de la peli. Así que supongo que será de la primera parte de la trilogía, o de la segunda. Pero como no estoy seguro, por si acaso, he metido al Arthur en todo esto.
Después de una frase tan bestia como la de Satie me pareció que esta otra del Arthur (pobre Sam Raimi) continuaba por la misma línea sin dar tregua y, con un cierto aire entre socrático y socarrón (muy Satie las dos cosas, por cierto), llenaría la sala de una serie de connotaciones barriobajeras y elevadas al mismo tiempo. Algo que me gusta bastante, lo confieso. Alta y baja cultura.
El título de la intervención es mi versión del original Me llamo Erik Satie, como todo el mundo.
En el Fòrum se nos pedía que hablasemos sobre lo común en la cultura. Se me pidió un título provisional para utilizarlo en la difusión del acto. Creo que lo primero que pensé fue en hacer una acción que hablase por sí misma, sin necesidad de demasiadas explicaciones. Pensé en gente que me gusta que había intentado hacer las cosas de otra manera. No pretendía ser original en ese sentido, por supuesto.
Pensé en conferencias y entonces me acordé de Erik Satie, que también daba conferencias muy raras. Leí a Satie hace muchos años. Para muchos de los que tenemos una formación musical clásica supongo que Satie nos sacó del hoyo en algún momento. Al descubrir a Satie descubres que hubo gente rarita en todas las épocas. Y luego descubres que Cage también descubrió a Satie. Tuve una época de descubrimiento asociada a la música de Satie. Un día me compré toda su obra para piano. Hay un libro que recoge algunos de sus textos: Memorias de un amnésico y otros escritos, publicado por Ediciones Árdora, Madrid 1998. Está prologado por Llorenç Barber. Cuando lo leí aún no sabía quién era Barber. Más tarde, supongo que por la época en la que Barber hizo uno de sus impresionantes conciertos de campanas en Barcelona, leí un libro en el que le entrevistaban (no sé dónde lo tengo). Ahí descubrí quién era Llorenç, sus anécdotas con John Cage, como la de que Cage se fue un día de un concierto de Barber diciéndole en voz baja al de al lado «esto es Wagner» y cómo Llorenç no le guarda rencor por eso, más bien lo disculpaba diciendo que era normal, que cómo un neoyorkino iba a entenderse a la primera con unos valencianos como ellos. Un día me presentaron a Llorenç Barber en el Festival Escena Contemporánea de Madrid y no pude resistir preguntarle si él había conocido a Cage, aunque ya sabía que sí, sólo para oír la anécdota de su boca. En fin, no pretendo liarla más. Simplemente quiero poner encima de la mesa cómo empiezas a pensar en algo y la cabeza se te va a otra cosa que te lleva a otra cosa y así todo. Supongo que así llegué hasta Enrique Vila-Matas, que utilizaba esa frase de Erik Satie en una conferencia que escuché en el MUSAC de León hace unos años. Me pareció que podía apropiarme de lo que habían dicho otros antes que yo para hablar de lo común en la cultura, del remix, de las versiones. Pensé, entre otros, en Vila-Matas, que lo hace muy bien, pero también en Txalo Toloza-Fernández, sobre quien había escrito hace casi tres años cuando presentó su pieza «Todos los grandes tiene problemas de piel» en (tachán!) el Convent de Sant Agustí, precisamente donde estaba convocado el Fòrum Indigestió 2012. Justo el mes pasado Txalo la volvió a presentar en La Pedrera y eso me hizo recordarlo.
Esa frase de Erik Satie iba muy bien para todo esto. Dice muchas cosas aunque es un poco críptica. Sólo tenía que cambiarle el nombre y de un plumazo decía ya mucho de lo que yo quería decir.
Esa frase la encontraréis en Razonamientos de un testarudo. Y también esta:
Signo de estos tiempos: los artistas se han convertido en profesionales del gremio; los aficionados se han convertido en artistas.
Estamos hablando de principios del siglo XX. Pero parece de ayer, ¿a que sí?
En la contraportada del mismo libro leí que Satie también había dicho:
el piano, como el dinero, solo resulta agradable a quien lo toca.
Eso no sé dónde lo dice, quizá en el prólogo de Llorenç Barber (por eso os he hablado de él, pero no me lo hagáis buscar porque el prólogo es muy largo y, en el fondo, da igual dónde lo diga). Pero también lo robé porque mola.
Alguien me dijo que después de la intervención en el Fòrum le entraron ganas de ver Entr’acte, una peli de René Clair con música de Satie, donde aparece el propio Satie junto a Marcel Duchamp, Picabia, Man Ray. Para el que tenga curiosidad aquí la tenéis. Para los que tengan prisa, el bueno de Satie sale sobre el minuto 1. Es el del sombrero.