Master 1×04 – Simón. Los mods.

Entrevista a Simón. Martes 23 de octubre de 2012. Taberna de Atocha. Madrid.
Simón fue a la misma clase que Master durante los cuatro años que estudiaron en el instituto. Montó su primer grupo de música con otros compañeros de clase. Tocaba los teclados y la guitarra. A finales de los ochenta quedaba con Master para improvisar juntos, ver vídeos de conciertos de rock y escuchar discos.

Yo tenía en casa el mismo piano que Master, un Hupfeld vertical, marrón, de fabricación alemana. No es un piano muy bueno, la verdad, el teclado es muy duro. Pero yo tampoco me dedicaba demasiado al piano. Él sí, creo que se dedicaba más a la música que a lo que estudiábamos en el instituto. Nos pasábamos casettes. Yo le grababa lo que a mí me molaba entonces. Pink Floyd, Free, cosas así. Él me pasaba Tchaikovsky, Chopin y ese rollo. Creo que yo le presenté al Mod, que estaba colgado de Quadrophenia, The Who y todo eso. También de las anfetas. Un día el Mod nos invitó a su casa para ver Tommy, la ópera rock. La tenía en VHS. El Mod tenía de todo, era de los que se iba a Barcelona y volvía cargado de discos y de material de todo tipo. Llevaba parka, Martens y camisas de cuadros. La de Química se metía con él, le decía que esos discos eran los que ella escuchaba cuando era joven. Supongo que es como ahora cuando te encuentras a un chaval que se ha hecho heavy. Master vino conmigo y sé que se quedó bastante impresionado con Elton John subido en esos tacones gigantes. Él despreciaba a Elton John porque siempre que alguna chica descubría que Master tocaba el piano salía el tema Elton John. Y claro, estamos hablando de finales de los 80 y Elton John ya no era el mismo que cuando Tommy. Master pensaba que Elton John era muy cursi. Hasta que vio Tommy. Después de eso me llamó un día para ir a ver Quadrophenia a la Filmoteca. Yo no podía. Ir a la Filmo desde Santa Coloma era toda una excursión. Creo que llamó a unos cuantos, nadie podía y se fue solo. Él no iba al cine nunca. Volvió flipando. Siempre le ha tenido mucho cariño a los mods. Aunque entonces teníamos un cacao bastante gordo. Mods, redskins, ska, pogos, lo mezclábamos todo y no nos enterábamos de nada. Me acuerdo de un graffiti que había en una calle del centro por la que pasaba cada día. Ponía MODS ARE BACK. Me costó años entender qué coño decía porque no teníamos ni puta idea de inglés, a nosotros aún nos enseñaban francés en el instituto para no echar al hijo de puta que tenía la plaza ganada, que era un calvo gabacho amargado que no paraba de dar la vara con el puto Mayo del 68. Nos decía que las becas Erasmus se las darían a los hijos de papá y que nosotros no íbamos a llegar a nada en la vida sólo porque simplemente le hacíamos el caso que se merecía. Era un cabrón. Cuando bastantes años después nos invitaron a una fiesta por el 20 aniversario del instituto y Master se encontró con el gabacho amargado, le tuvimos que agarrar entre todos para que no le fuese a decir cuatro cosas. A Master le acababan de dar un Erasmus para ir a París y decía que quería darle las gracias al puto gabacho. Por lo demás, la fiesta fue de puta madre. Todos borrachos, ex alumnos y profesores, fumando porros por los pasillos del instituto. Eran los 90. Aún se podía fumar.

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#mascarellpaga #8octubre

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IN SITU

Una programación interesante que me da la impresión que está pasando desapercibida.

IN SITU 16-17 de noviembre en el Centre d’Arts Santa Mònica.

CÁPSULA 1 VIERNES 16 NOVIEMBRE [19:00 – 20:45 H]

CAROLINA BONFIM – «Moog-Remake of dance movements in nightclubs»
MARIA CAMPOS – «Tarannà»

CÁPSULA 2 SÁBADO 17 NOVIEMBRE [12:00-13:45 H]

AUREA ROMERO – «Promenade»
ANNA RUBIROLA – «Dia Cero»

CÁPSULA 3 SÁBADO 17 NOVIEMBRE [18:00 – 19:45 H]

VICTORIA MACARTE – «(Neo) Taxidermia 1.0»
BEA FERNÁNDEZ -«Los restos de mis series»

01 Carolina Bonfim

02 Maria Campos

03 Aurea Romero

04 Anna Rubirola

05 LES BRÖNTE – Victoria Macarte i Rosa Tharrats

06 Bea Fernández/ Las Santas

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Master 1×03 – Verónica. Negro.

Entrevista a Verónica. Miércoles 31 de octubre. Restaurante La Peña Athletic. Bilbao.
Verónica es una amiga de Master de toda la vida. Se conocieron en el colegio.

El problema de Master era ser negro. Es ridículo obviar el tema, como si no tuviese la más mínima importancia. Master era un negro criado en una familia de blancos, en un colegio de blancos, en un mundo de blancos que le miraban raro porque no estaba en Nueva York, ni siquiera en París. Estamos hablando de Santa Coloma de Gramenet, Barcelona, años 70, años 80, años 90. Seguramente en Santaco, hasta bien entrado el siglo XXI, los únicos negros que vivían en esa ciudad de charnegos eran Master y otro más. Nosotros, sus colegas, no veíamos a un negro, veíamos a nuestro colega de toda la vida. Pero el resto del mundo veía a un negro. Y no debió de ser fácil convivir con esa sensación de ser un raro. Puede que a partir de una edad sí, porque, si eres negro y además músico y le das un ligero toque afro a tu peinado, ligas más fijo. Época Pulp Fiction, podríamos decir. Pero en la infancia y en la primera adolescencia, Master se debía sentir como un pingüino en el desierto. De hecho, los que le debieron hacer sentir así fueron los otros niños cabrones, los papás que recogían a sus niñas en el colegio, los polis y la demás calaña chunga, racista y cruel que todos recordamos si nos ponemos a pensar un minuto en aquellos años. Igual lo de ser negro le serviría para ser respetado en la cancha de básket, eso sí. Pero para lo demás seguramente sólo le debía servir para sentirse un raro, para volverse un mistify y pasarse el día leyendo, tocando el piano y jugando a básket. Por eso en cuanto pudo se piró. Y no volvió a tener domicilio fijo en su vida. Se ha pasado la vida huyendo. Puede que al final lo llevase a un extremo más exagerado que de costumbre. Pero es que Master siempre fue un desarraigado. Creo que eso es lo que más le define. Eso y ser negro. Un negro charnego. No sé, con esos antecedentes puedes salir de todo menos normal.

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Notas que patinan #23: BAD Bilbao 2012

La semana pasada estuve en el BAD Bilbao, uno de los festivales de «teatro y danza contemporánea» que aún resisten en la Península Ibérica. Era mi segunda vez. Hace tres años fui para dar una charla en Citas con la escena, unos encuentros organizados por Isabel de Naverán (este año se despide de su organización) en los que me tocó hablar sobre un proyecto, entonces semidesconocido, llamado Teatron, en un programa doble en el que, a continuación, Quim Pujol presentaba El discurso es mío, aquella fabulosa conferencia en la que, utilizando técnicas de márketing, mezclaba sus proyectos del Crítico con peluca y el Performer en zapatillas. También vi Fuera de la fábrica Beta dirigida por Nilo Gallego, Thank you very much de Vicente Arlandis, Blue de Juan Domínguez y Tiburón tigre, de Quim Pujol, en su habitación de hotel. Han pasado sólo tres años desde entonces pero han pasado tantas cosas y ha cambiado todo tanto que me parece una eternidad.

Cartel del festival BAD

Yo veía el cartel del festival y me preguntaba: ¿qué hago yo aquí, en un festival de teatro y danza contemporánea? Aunque para ser sincero conmigo mismo seguramente esto ya me lo pregunté la vez anterior. Esto de los festivales nunca ha sido lo mío. Pero en la última década parece que si no montabas un festival eras tonto. La burbuja festivalera me recuerda a otros tipos de burbujas. De momento, para empezar (suave) me pregunto: ¿deberían morir estos festivales de principios de siglo como lo han hecho ya las llamadas salas alternativas? Pero luego me asalta la duda (conservadora y temerosa de Dios): si mueren los festivales y las salas de la Península Ibérica y no nace nada más, ¿dónde vamos a ir a ver a los que hasta hace poco hubiésemos visto ahí? A parte de en Internet, me refiero. En La estrategia doméstica de momento no porque dicen que este año no se celebra. Quizás en La cosa en casa, que también se hace en Bilbao y que parece que van a celebrar segunda edición en primavera. Es un consuelo. Lo digo como público que soy. Pero los que actúen ahí ¿de qué se van a ganar la vida? ¿Crowdfunding para todos? Al menos los festivales que se hacen con dinero público suelen pagar los bolos, aunque te regateen.

En fin. Asistí a lo que me parece que es un modelo de festival en decadencia en el norte de una península con un modelo económico, político y social en decadencia dentro de una Europa en absoluta decadencia. De estas cenizas puede surgir cualquier cosa. Esperemos que no surja la peor de sus posibilidades. Quizá lo que está por surgir dependa en gran medida de nosotros. Aunque durante el festival, en el estupendo bar Marzara, tuve una interesante conversación con Gari, uno de los técnicos del Museo de San Telmo de Donostia, que casi me convence de que Neo, el elegido de Matrix, es también un programa (como el agente Smith), que en Matrix 2 va por la séptima versión, y que los rebeldes, aunque creen que no, siguen viviendo en una realidad virtual porque si no, las réplicas del agente Smith no podrían llegar hasta Zion en Matrix 3. Tengo pendiente revisar la última entrega de Matrix, personalmente aún estoy intentando buscar una salida a todo esto pero cada vez se me hace más difícil.

Pero lo que pasa en el fin de las eras, entre tanto náufrago siempre te acabas encontrando a gente inquietante. Cris Blanco presentó Ciencia ficción en ZWAP, una fábrica rehabilitada en la misma calle de la fábrica Beta. Para decir toda la verdad, a Cris no me la encontré, fui con ella para asistirla en el bolo. Fue bien, parece que gustó, como casi siempre. Aunque no había mucha gente pero la verdad es que no había mucha gente en ningún sitio. Al menos a los que fui yo. También es verdad que la fábrica de ZWAP queda muy lejos del centro, sólo pasa un autobús cada media hora y esta vez la organización no puso un autobús gratuito como cuando fuimos a ver lo de la fábrica Beta hace tres años. Y llovía. Hay una leyenda urbana que dice que siempre que Cris presenta Ciencia ficción llueve antes.

Cris también participó en Citas con la escena (que en esta edición se llamaba ¿HACER HACER HACER INVESTIGAR INVESTIGAR INVESTIGAR?), impartía uno de los talleres (HACER, hubo tres talleres en tres días diferentes) y presentó una ponencia (INVESTIGAR, dos sesiones con Ixiar Rozas, Alex Gerediaga, Ayara Hernández, Marcela Levi, Lucía Russo, June Crespo, Fito Ramírez y Cris Blanco). La ponencia de Cris se titulaba Demostraciones científicas de teorías artísticas. Demostraciones artísticas de teorías científicas y partía de unas conversaciones entre Victoria Pérez-Royo, José Antonio Sánchez (investigadores de las artes escénicas) y Cris Blanco (artista). Está previsto que se publiquen en forma de artículo en Alemania (nos gustaría leerlo algún día). La intervención de Cris consistió básicamente en trasladar un método de investigación científica, el método de ensayo y error, a la investigación artística y discutir con el público las cuestiones que iban apareciendo. Se armó un revuelo considerable, lo cual siempre es de agradecer. Para que os hagáis una idea del por qué de este revuelo, estas son algunas de las características del método de ensayo y error, según la Wikipedia:

  • Orientado a soluciones. No se intenta descubrir por qué funciona una solución. Sólo se aspira a lograrla.
  • Problema específico. No se trata de generalizar soluciones a otros problemas.
  • No óptimo. Se enfoca a encontrar sólo una solución: no todas, ni la mejor.
  • Necesidad de conocimiento mínimo. Se procede en temas de los que el conocimiento en la materia, disciplina o especialidad es exiguo o nulo, por ejemplo en una investigación científica.
  • Costoso. Se requieren diversos medios para realizarse, pero no siempre es seguro un resultado positivo.

En esa misma sesión, Fito Ramírez (a quien podéis ver entre Cris Blanco e Isabel de Naverán en la foto de más arriba), pintor y profesor universitario, que iba a hablar de otra cosa, después de escuchar el resto de intervenciones, decidió dejarnos 20 copias de lo que había escrito para que nos lo leyéramos en casa si nos apetecía y, en cambio, nos presentó un fabuloso proyecto que se llama Envidia, que consiste en crear unos documentales y un diccionario en el que aparezcan reflejados, a través de la imagen y la palabra, distintos momentos, situaciones, ocurrencias, sensaciones y vivencias que surgen en los procesos de creación. Dicho de forma coloquial, se trataría de recoger testimonios de “cosas que ocurren” en los procesos de creación y “ocurrencias” de creadores. El diccionario, que está colgado en Internet, recoge esas ocurrencias y es sencillamente maravilloso. Fito hizo publicidad de él porque están deseando que la gente participe.

Nicole Balm en La vida de Lázaro, de Ernesto Collado. Foto de Jordi Bover

Encontré también a Ernesto Collado (caracterizado como Ladislav Sôukup, un cruce entre Borat ¿y quién era el otro, Ernesto?) presentando La vida de Lázaro junto a Nicole Balm y Jordi Bover, que se estrenó en una de las últimas ediciones del desaparecido Radicals Lliure, en lo que seguramente será la última oportunidad de ver en la Península esta pieza, porque, como él mismo me dijo, en España, para nosotros, hay 12 bolos, no hay más (y eso con muchísima suerte, añadiría yo). En cambio me dijeron que venían bien contentos de unos bolos por Francia, con mucho público y todo eso. Conozco a Ernesto como espectador desde hace 20 años, cuando actuaba en el (también desaparecido) Malic de Barcelona con el Alimón Teatro. Pero no fue hasta el año pasado que volví a ver un espectáculo suyo (De milagros y maravillas – conferencia optimista), de la fundación Collado-Van Hoestenberghe, en el Festival Dedans-Dehors de Essone, en Francia. Lo presentaba delante de la furgoneta en la que viajaban los miembros de su fundación. Recuerdo que me lo pasé en grande. Esta vez también. Salí pensando que me traía sensaciones y recuerdos de piezas escénicas que yo veía hace unos años. No sé si ya no los hacen o yo no voy a verlos. Algo, que en mi pequeña historia de espectador de un determinado teatro, me parece ya un estilo como clásico de comienzos del siglo XXI. Collado no es precisamente un artista conceptual preocupado por epatar y construirse un armatoste teórico que lo justifique pero tengo como la sensación que tenía cuando hace unos años iba a ver la última de Woody Allen (al menos las de antes de sus últimas películas turísticas). No sé si me explico. Una sensación de ligereza y buen rollo y, al mismo tiempo, la sensación de no haber visto únicamente una comedia ligera. Me llevo algo más a casa.

Me encontré a David Espinosa presentando Mi gran obra (un proyecto ambicioso), que acababa de estrenar en el festival TNT de Terrassa. Tenía muchas ganas de verlo, lo confieso. Llevo mucho tiempo escuchando a David hablar de este proyecto. Lo vi en sesión matutina, a las 12:30. En el mismo día hizo 3 sesiones. El aforo es reducidísimo, 20 personas si no me equivoco. Todos alrededor de una mesita donde David despliega esa gran superproducción que odia como espectador o que, simplemente, no tiene el dinero para llevarla a cabo. Y nos la recrea en miniatura. Los de la tercera y última fila tienen que mirarla con unos prismáticos, como en la ópera, porque si no no ven nada. Yo la vi en segunda fila pero no me importaría volverla a ver en primera fila y en tercera, con los prismáticos, para recrearme en todos sus detalles. Me pareció preciosa. No sé si estoy volviendo a mi época de vieja emocionada, nunca pensé que diría esto sobre una pieza de David Espinosa. Puede que David también esté madurando pero es más probable que, desde que es papá, haya tenido una regresión hacia la infancia, le haya dado por los juguetitos y los teatritos de titiritero y por eso se ha vuelto un freak de las figuritas en miniatura. Puede que lo hayamos perdido para siempre. Pero en su pieza hay detalles deliciosos y ocultos. Nadie sabe, por ejemplo, que la música que suena durante toda la pieza es un detalle de la Quinta de Beethoven reelaborado por Santos, el músico que colabora con David (el bajista de Pompeia pero sobre todo compositor de bandas sonoras para el cine). David le propuso que también él crease su gran obra musical. Y Santos cogió la Quinta, la gran obra, y se fijó en un detalle. Además del gesto conceptual crítico que lleva consigo la pieza, la gente salía con la sonrisilla puesta y eso no tiene precio. La única queja que yo oí a una de las espectadoras es que el ritmo era demasiado trepidante (como en las grandes superproducciones, por otra parte). Había quien hubiese deseado más tiempo para deleitarse, para que esas maravillosas imágenes creciesen en su cabeza.

Encontré a mucha más gente en el BAD: a Maia Villot, a Bea Setién, a La Tristura, a Nuria Legarda, a Roser López Espinosa, al antiguo director Fernándo Pérez (que ahora anda metido en la Alhóndiga), a Mateo Feijoo, a Óskar Gómez, no me encontré con Cláudia Dias pero me hablaron con admiración de su trabajo,… No voy a poner todos los nombres, que son muchos. A veces me preguntaba qué coño hacíamos todos ahí reunidos, si cada uno es de su padre y de su madre. Pero como dice Valcárcel Medina: ahí está. Y lo que yo digo es lo que le dijo Brossa a Carles Santos después de que le hiciese tragar un solo de piano que te cagas: ¿y ahora qué?

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Master 1×02 – Ferran. Todo en la cabeza.

Entrevista a Ferran. Viernes 28 de septiembre de 2012. Restaurante Matsuri. Barcelona.
Ferran es violagambista. Vive en Utrecht pero nació y vivió en Santa Coloma de Gramenet hasta los dieciocho años. Fue compañero de Master durante sus primeros años de formación.

Master me dijo una vez que a él lo único que le gustaba era la música y follar. Me lo dijo en este orden. La música y follar. Pasábamos mucho tiempo escuchando discos. En mi casa. También tocábamos mucho. Nos enseñábamos lo que estuviésemos trabajando en ese momento o algún descubrimiento reciente. A veces tocábamos juntos. Vivíamos muy cerca. A la mínima nos pegábamos un toque por teléfono y Master se venía a pasar la tarde. Yo tenía en casa una mesa de ping-pong y también una canasta, en el patio. No necesitábamos más. Vivíamos en una burbuja. A veces nos fumábamos un porro con el vecino de arriba, que estaba suscrito a una revista militar y se había aficionado a disparar a las palomas desde su terraza con una escopeta de balines. Estaba un poco colgado pero era bueno jugando a básket, igual que Master. Prácticamente sólo vivíamos para la música. Pero lo de follar apenas lo habíamos catado. Aunque éramos hormona pura. La verdad es que, a parte de la música y del baloncesto, sólo hablábamos de tías. Y en eso Master era muy bueno. En contar historias, de tías y de lo que fuese. Y en filosofar. Master era un filósofo. Y un charlatán. Pero molaba. Un día le dije que por qué no escribía un diario. Todas esas historias, da igual si eran verdad o mentira, nos hacían pasar muy buenos ratos. Yo creía que era una lástima que se perdieran. Cuando se lo dije Master se puso muy serio. Me miró a los ojos, hizo una pausa muy forzada (muy de Master, por cierto) y me dijo que él no necesitaba escribir ningún diario porque todo eso estaba en su cabeza. Y eso me lo decía mientras se tocaba la sien con un dedo. Así. A Master lo que le pasaba es que era bastante perro para algunas cosas.

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Master 1×01 – Orson. La energía.

Entrevista a Orson. Martes 25 de septiembre de 2012. Restaurante Shunka. Barcelona.
Orson es uno de los mejores amigos de Master. Se conocieron a principios de los noventa, en Santa Coloma de Gramenet, cuando los dos aún vivían allí. Tenían 18 años.

Hay gente que te chupa la energía. Te acercas a ellos y notas cómo te van chupando la energía. Si no te resistes puedes acabar fatal. Si te acercas demasiado y pasas tiempo con alguien así, puede pasar mucho tiempo hasta que te recuperes. Y para recuperarte necesitas soledad. Necesitas que te dejen en paz. Necesitas dormir. Dormir es lo mejor que existe en la vida. Dormir no es perder el tiempo, es la mejor manera de invertir tu tiempo. Yo me río mucho mientras duermo. Luego no me acuerdo de nada pero sé que me río porque la gente que ha dormido a mi lado me lo dice. Hay que tener mucho cuidado con la gente que te chupa la energía. Suelen ser los nerviosos, gente que no está tranquila, los que no se ríen. Aunque también puede ser que se rían como histéricos y te chupen la energía igual, hay muchos tipos de risa. Hay que reírse. Pero no valen todas las risas. Pero hay que reírse mucho. Master siempre se ha reído mucho, se reía de todo. Y era de los que no te chupaban la energía, te la regalaba. Casi siempre. Cuando se le iba la energía (porque alguien se la robaba, o por lo que sea) desaparecía. Se encerraba en su casa, estuviese donde estuviese, o huía a las montañas o a una isla. Podía pasarse días enteros sin salir de casa, sin coger el teléfono. Durmiendo mucho. Él sí que se acordaba de por qué se reía en sueños, aunque se reía menos que yo cuando dormía. Él era más de luchas. Master siempre ha sido un poco místico. Hay gente que todo esto no lo entiende. No entienden por qué necesitamos estar solos, piensan que dormir es perder el tiempo y se ponen muy nerviosos si nos ven muy tranquilos. Master llevaba mucho tiempo sin dar señales de vida. Seguramente tenía alguna buena razón. Seguramente se estará riendo mucho ahora mismo. No creo que se volviese loco. Seguramente fue la crisis de los cuarenta (se ríe). Master llevaba desde los 36 diciendo que tenía 40 (carcajadas).

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Tristeza por la muerte de Joan Saura

Joan Saura (1954-2012).

ara.cat – Mor el músic Joan Saura als 58 anys
Rock de Lux – Fuera de Juego. Joan Saura, un pionero de la música experimental.

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Notas que patinan #22: Montemor

El domingo pasado fui al renovado Pradillo para ver Montemor, una peli de Ignasi Duarte. Acababa de llegar a Madrid y era la última oportunidad de ver algo del desembarco del festival Citemor en Pradillo, que comenzó el 4 de octubre y acabó el domingo 14. Pablo Caruana publicó la semana pasada unas interesantes impresiones a partir de lo que él mismo experimentó en Pradillo el domingo anterior. A ese post me remito para quienes queráis saber más sobre Citemor y sobre este ciclo en Pradillo. Pablo Caruana ha colaborado muchos años con Citemor, en concreto con su histórico y pionero blog. Así que sabe de lo que habla. Hace algo más de tres años él mismo me invitó a visitar Citemor. De hecho recuerdo haberme encontrado allí con Ignasi Duarte, que debía estar trabajando en la película. Entonces Pablo estaba gestando la primera edición del festival Sismo, un festival que este mes debería haber celebrado en Matadero su cuarta edición, pero que no lo ha hecho y, después de las últimas noticias, ni se sabe. Pablo me contó que había dos festivales de la Península Ibérica que tenía como referentes: el Festival Mapa (desaparecido ya) y Citemor (resistiendo como puede, así está el panorama, sí). Los dos festivales le interesaban por varias razones, él lo sabrá mejor que yo, pero recuerdo que hablaba de site-specific y seguramente de ese espíritu acogedor y entrañable del que habla todo el mundo que conozco que ha estado en Citemor. Y, como él quería convencerme para que me encargase de arrancar el blog de Sismo, también me habló del blog de Citemor como inspiración. Yo ya conocía ese blog, único en su especie en la Península en aquellos años, y acepté encantado la invitación para convertirme así en otro de los «damnificados» por el espíritu Citemor.

Pero no fui a Pradillo por cariño a Citemor (que lo tengo) ni por cariño al nuevo Pradillo gestionado y comisariado ahora por Getsemaní de San Marcos, Carlos Marquerie y Fernando Renjifo (un nuevo Pradillo al que aún no me ha dado tiempo a cogerle cariño porque es la primera vez que lo piso) ni por las lamentaciones de Caruana al encontrarse la sala vacía, lo que le llevaba a preguntarse dónde estaba toda esa gente que había pasado por Citemor y si tenía sentido el hecho escénico aún con la sala vacía e incluso si Madrid se ha vuelto definitivamente facha hasta acabar titulando el post Nos apartan, después de declarar «gastada» la palabra comunidad. Por cierto, interesantes reflexiones que dan para una semana entera de discusión que, quizá valdría la pena abordar públicamente. O no, porque también se ha visto que, por lo que sea, ese tipo de discusiones no hacen más que desgastarnos y soy de los que creo que deberíamos cuidarnos cada vez más para contrarrestar la descomunal violencia que estamos recibiendo últimamente. En el fondo, pienso que hay cosas que no cambian, cada uno tenemos nuestra opinión y nuestra manera de hacer las cosas y seguramente nosotros tampoco vamos a cambiar ya. Así que sea lo que Dios quiera. Pero afortunadamente hay cosas en las que sí que nos entendemos, aunque tengamos diferentes estilos. Tenemos cosas en común que amamos. Amémoslas juntos.

Y por ahí voy. Yo sólo quería decir que fui a ver la peli de Ignasi Duarte porque, sin saber apenas nada de ella, sólo conociendo (lo poco que los conozco) a Montemor, Citemor y a Ignasi Duarte, pasar la tarde viendo esa película me parecía un plan sumamente interesante. De hecho, ir hasta Pradillo, que está bastante lejos del centro, se me hacía cuesta arriba. Pero me daba igual, porque la ocasión lo merecía. Y al final es por lo que la gente acaba yendo a ver las cosas: porque mola. Y porque te enteras, claro. Pero, sobre todo, porque mola.

Como me suele pasar, al final en estas Notas que patinan casi nunca acabo hablando de lo que iba a hablar. Esta vez tampoco es una excepción pero por eso se llaman Notas que patinan, por si alguien todavía no lo había pillado.

En todo caso, mi aplauso a Montemor. La peli estuvo a la altura de mis expectativas. Aquí va el trailer.

Trailer de Montemor

Si alguien creía que Montemor iba a ser un documental sobre las gentes de Montemor o sobre el festival Citemor, pues al final no. Aunque sale gente de Montemor, en realidad es una ficción con un hilo argumental casi imperceptible en la que alguien que parece que se ha perdido en Montemor se encuentra con unos pocos personajes locales con los que interacciona lo justo. La peli me parece hecha con mucho cariño, con mucho amor y con cierta retranca que me llega al alma. Por lo poco que conozco a Ignasi en persona no me extraña que esa peli sea suya, vamos. A lo bestia, pensé que a Ignasi le había salido una mezcla entre Chus Domínguez y Albert Serra. Pero eso será seguramente porque soy culturalmente disperso y tengo los referentes que tengo, ni uno más. Aunque tengo que decir en mi defensa que intento esforzarme y cada día que pasa voy sumando referentes, así que en estos momentos quizás ya estoy en condiciones de sumar el referente del inclasificable Ignasi Duarte, a quien ya conocía por haber trabajado «subordinado», como él mismo dice, a Roger Bernat en LA LA LA LA LA (2003-04), Amnèsia de fuga (2004), Tot és perfecte (2005) y Rimuski (2006) y también a Juan Navarro, en Fiestas Populares (2005). Pero tengo que decir que también le recordaba por la curiosa serie Detectiu de TV3, entre el documental y la ficción, del año 2007, en la que participaba como guionista pero también como actor protagonista al que nunca se le veía la cara. Aquí tenéis un episodio entero si os apetece echarle un vistazo.

Detectiu: Les Sílvies (15/06/2007)

Montemor es la primera película de Ignasi Duarte pero ya ha sido premiada este verano con una mención de honor en el festival FID de Marseille. Le deseo larga vida y, hasta que tengáis oportunidad de ver la peli, os recomiendo que le echéis un ojo a esta entrevista a Ignasi Duarte, que incluye imágenes del rodaje en Montemor.

Entrevista a Ignasi Duarte

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Videotupper #3, el teaser de Master

Se recomienda escucharlo con auriculares o, si no, subirle el volumen.

De la serie Videotuppers.

Próximamente… Master

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