Notas que patinan #57: Cris Blanco y El agitador Vórtex

A veces parece que Cris Blanco nació ayer pero, aunque Cris no sea de las que van por ahí dándose mucha importancia, algunos se sorprenden al descubrir que esta creadora madrileña afincada en Barcelona no nació con Ciencia ficción (estrenada en La Casa Encendida a finales de 2010) sino que lleva más de diez años creando sus propias piezas desde que en el 2004 apareció en escena con su primera pieza firmada en solitario. En cUADRADO_fLECHA_pERSONA qUE cORRE, estrenada en el Festival In-presentable en La Casa Encendida, con la que ganó el tercer premio Jardin d’Europe en Impulstanz (premio que le entregó la señora Teresa de Keersmaeker), con la que giró por el circuito europeo hasta la saciedad (y más allá: la llevó hasta sitios tan insospechados como Corea del Sur), me da la impresión que se encuentran ya muchas de las claves de sus trabajos posteriores.

Luego vino Caixa Preta/Caja Negra junto a la brasileña Claudia Müller, en la que el público llegaba cuando la performance ya había acabado, y, a continuación, una fructífera y extensa colaboración con Cuqui Jerez, Amaia Urra y María Jerez en el ambicioso proyecto de creación colectiva The Neverstarting Story, en el que Cris dirigió The Set Up (estrenada en La Villete de París y, seguramente, una de sus obras más controvertidas: se ve que hubo quien abandonó la sala indignado pero también he encontrado gente que dice que la vio en La Casa Encendida y la amó a muerte) y participó en The Rehearsal (dirigida por Cuqui Jerez) y la película The Movie (dirigida por María Jerez). Hicieron muchos bolos con este proyecto, por Europa, por América, y podían haber hecho muchos más. Cris se metió en el colectivo madrileño El club (a quienes vimos en una de las últimas ediciones de In-presentable) y, después de que Cuqui Jerez la exprimiera como un limón en The Croquis, una obra creada en colaboración con Cris donde, sola en escena, hace un despliegue descomunal de dotes interpretativas, Cris, cansada de tanto viaje, del circuito europeo de residencias, producciones y bolos en ciudades y ambientes a veces fríos y desalmados, continuó su carrera en solitario volviendo la vista a la Península Ibérica con Ciencia ficción, una pieza que da un giro tan bestia a su trayectoria, y que es una patada conceptual tan heavy por lo que tiene de crítica de lo que un creador escénico debe o no debe hacer en escena, de lo que el circuito espera de tu próximo trabajo, de lo que son los límites de la disciplina en la que inevitablemente te van a encasillar en cuanto lleves un rato en esto, que algunos la daban ya por muerta y le recomendaban que fuese a actuar en los bares cuando, sorpresa, para otros, en concreto en su presentación en el LP’11 de La Porta en el CCCB, la convirtió en paradigma de cómo trabajar de otra manera, presentar de otra manera que permita llegar a espacios nuevos.

Muy fina Cris, aparentemente inofensiva, con abundantes dosis de humor y una presencia encantadora (es una bestia escénica) que acostumbra a ganarse al público desde el primer minuto, pero con una determinación, una inteligencia (camuflada de intuición e incluso de anti-intelectualidad) e, incluso, una mala leche (parapetadas muchas veces detrás de un humor a veces aparentemente blanco), en mi humilde opinión, tan necesarias como higiénicas. Pienso en el humor de Cris y pienso en John Cage en su famosa intervención en la televisión yankie, con esa pinta de sí, sí, vosotros reíros, que yo aún me río más.

El trabajo de Cris suele ser una invitación a mirar lo que nos rodea, la vida en definitiva, de otra manera, desde otro punto de vista que nos permita contemplar la maravilla que es y preguntarnos por los misterios que esconde. Vamos, esta es mi opinión. En ese sentido, aunque sus trabajos suelen ser muy accesibles y muy agradecidos para todo tipo de públicos, a mí me llevan, la mayoría de las veces, a reflexiones algo metafísicas, si se me permite la expresión. Que ella no se dé ninguna importancia despista a algunos que sólo ven la capa más superficial de las cosas. Que sea fácil para el público le quita méritos para ciertos intelectuales que piensan que hay que ser complejo para salir bien parado en los artículos académicos escritos por teóricos que sólo leen el resto de teóricos y algunos artistas preocupados por quedar bien en los artículos de teóricos. Para que me entendáis. El otro día alguien me preguntó cuál era mi grupo preferido de música pop. Le contesté que Hidrogenesse y mi amigo me dijo: ya, pero más grande. ¿Más grande que Hidrogenesse? (Si no te gusta Hidrogenesse cambia a Hidrogenesse por el nombre de tu grupo preferido, ese al que has ido a ver en salas de concierto donde, a veces, no había más de 30 personas.) A eso me refiero. Después de Ciencia ficción, Cris ha hecho cine (el corto Ahora no puedo dirigido por Roser Aguilar con el que ha obtenido numerosos premios por su interpretación), ha creado piezas site-specific en el bosque, como Teletransportation en el añorado Festival Mapa o Parc Parallèle en el castillo de Chamarande en Francia, estrenó Marisol en el Festival Zemos98 del año pasado junto a Silvia Nanclares, Jaron Rowan y Marisol López Rubio, e incluso ha encontrado tiempo para montar un grupo musical, Calor, con Tanya Beyeler y Victoria Macarte, grupo de un solo concierto pero suficiente para que algunos fans se sepan sus canciones y las canten a kilómetros de distancia. Y ahora, después de más de un año de trabajar en el proyecto de El Agitador Vórtex (con presentaciones relacionadas con este proyecto en el Teatro Pradillo, en el CA2M y en el Nyamnyam), por fin vimos el estreno en el TNT hace una semana. Y de eso quería hablaros pero me ha parecido que, antes, era necesario contextualizar esto un poco. ¿Por qué? Porque, como os digo, Cris Blanco no se da ninguna importancia pero, para mí, y para muchos otros, la tiene. Y mucha. Y me parece que, de alguna manera, su actitud simboliza cierta manera de enfrentarse a la creación que comparto y que agradezco. Y por eso rompo una lanza por esta justa causa. Y ahora os hablaré de su pieza: El agitador Vórtex.

Cris Blanco en El Agitador Vórtex

Esta vez, y sin que sirva de precedente, esta pieza tiene argumento (aunque creo que el argumento es lo de menos). El punto de partida lo resume muy bien el teaser que he puesto al principio de este post. Un ser que diríamos que es el Agitador Vórtex ha sido liberado y está produciendo algunos fenómenos extraños en el planeta. En concreto, parece que a su paso los géneros se mezclan alocadamente. Géneros cinematográficos, literarios, artísticos, en general: zarzuela, western, ninjas, musicales, ciencia ficción… Cris está sola en escena, con un porrón de objetos. Ha decidido hacer una película pero no se imaginaba los peligros a los que deberá enfrentarse por culpa de este bicho maligno, del Agitador Vórtex me refiero. Si habéis seguido las diferentes etapas en las que Cris ha ido mostrando el trabajo que iba realizando (La Hipótesis del Agitador Vórtex en Pradillo y CA2M y las cuatro sesiones en el Nyamnyam) sólo os diré (para no desvelar nada) que mucho de lo que allí habéis visto son los ingredientes con los que cocina El Agitador Vórtex. La cosa es que no se parece en nada a lo que Cris nos había dejado ver hasta un día antes del estreno en el TNT. Está todo pero remezclado de una nueva manera que lo convierte en otra cosa, lo que me hace pensar en que, si se pusiese a ello, podría hacer una versión completamente diferente cada cierto tiempo. En este caso, Cris opta por realizar una película en directo al mismo tiempo que nos enseña su making of. Ella lo hace todo, en un nuevo despliegue de recursos (caseros todos, eso sí, nada grandilocuentes) que deja un poco sin aliento: actúa dando vida a los diferentes personajes, lleva la cámara, manipula la iluminación con mandos a distancia, realiza a la vista los efectos especiales (algo que Cris ama y que tiene que ver con lo que os decía de ver la vida a través de otro punto de vista, a través de la ilusión), canta, baila, manipula los objetos caseros que también ha fabricado ella. Hay que decir, para ser justos, que todo todo no lo hace ella sola. Esta vez la han ayudado Óscar Bueno y Anto Rodríguez, que no aparecen en escena pero con quien ha formado un equipo en sintonía que parece haberle dado muy buen resultado. Cris sale y entra de la película varias veces y, con ella, ya lo veréis, también el público. No es sólo remezcla de géneros de lo que va esto. Va de eso y de las convenciones (una vez más) y de cómo se genera una ilusión y de qué pasó en los 80 para que hayan llegado hasta nuestros días tantos y tantos referentes musicales y cinematográficos que aún nos acompañan… Podría seguir hablando de esta pieza pero mejor le paso el relevo a otro, que esta entrada se está volviendo interminable. El 9 y 10 de octubre El agitador Vórtex estará en La Casa Encendida y en diciembre, si no me equivoco, inaugura la Secció Irregular. Ya me contaréis.

Cartel del Agitador Vórtex de Cris Blanco diseñado por Roger Adam y Momo Hagerman

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Notas que patinan #56: Sólo espero que os hagáis una idea

BAILARINA (2014) Teaser. Versión en español from Sonia Gómez on Vimeo.

Tenía ganas de ver a Sonia Gómez de nuevo. No sé si lo pensé entonces, cuando fui a verla el sábado al TNT, o lo pienso ahora mientras escribo, pero en en algún momento me acordé de lo que decía Jaime Conde Salazar en la intervención que hizo en el Nyamnyam por invitación de El conde de Torrefiel, hace unos meses. Hablaba de la actitud con la que vamos a ver lo que sea. Bueno, lo que sea no porque comparaba la actitud que tenemos cuando nos ponemos a ver porno con la actitud con la que nos sentamos a ver una pieza, un espectáculo, una película, lo que sea. Lo que sea menos porno, porque la actitud que tenemos cuando nos ponemos a ver porno está clara: vamos a corrernos. En cambio, cuando vamos a ver lo que sea no siempre. Pero Jaime venía a decir que mejor nos iría, a todos, si fuésemos con esa actitud. Lo que quiero decir es que a Sonia Gómez fui a verla con ganas. Presentaba por primera vez Bailarina. Unos días antes vi el vídeo que he puesto al principio, un vídeo sin apenas sonido, muy austero, realizado en colaboración con Txalo Toloza-Fernández, con quien lleva años trabajando. Esta vez Txalo no está en escena ni tampoco sus vídeos, como otras veces. En lo último que vi de Sonia ni siquiera Sonia estaba en escena. Ahora Sonia está sola, en un espacio rectangular, en una habitación antigua, en la sede de Els amics de les arts de Terrassa, rodeada del público. Poco público, veinte o treinta personas como máximo, no deja pasar a más. La mayoría del tiempo ni siquiera suena música. Sólo ella, algunos objetos mínimos, algunos prácticamente invisibles, su voz y un equipo de música que ella misma manipula. Algo íntimo, de cámara. No hay luces. Algo muy desnudo. Iba a decir frágil pero, además de que me parece que esa palabra es un viejo cliché que no he pensado yo por mí mismo, es que me viene a la cabeza otra palabra muy diferente. Fuerte. Sonia está fuerte. Andas como un pingüino. Te mueves de manera interesante. Encuentras algunas posiciones cómodas. Mientras Sonia va soltando frases como éstas, espaciadas en el tiempo, se mueve muy cerca del público y realiza acciones muy mínimas la mayor parte del tiempo. Muy contenida. Después de una secuencia relativamente corta, las frases se repiten y, poco a poco, algunas se enriquecen, pero siempre vuelven a su formulación esencial. Como la música electrónica de club que siempre ha acompañado el trabajo de Sonia. Llevas un banco de madera de pino de la tienda AOO SL. Mueves las piernas poco a poco y tendría que sonar el tema Omega de la cantante sueca Molly Nilsson. Es un placer seguir la composición coreográfica. Bailarina es un espectáculo pequeño, dedicado al público, comparto con ellos lo que he aprendido o no después de tantos años actuando. Y al mismo tiempo abandonarse a la contemplación y perder el hilo. Sonia nos sitúa de tal manera que vemos al resto del público. Las caras de estupefacción de una adolescente y la que parece su madre (quizá atraídas equívocamente por el título de la pieza y la figura de una bailarina de clásico que aparece en el programa) contrastan con el aspecto adusto de un señor que debe superar los 90 años y que no tengo claro si es el William Burroughs de Terrassa o lo está pasando mal (pero no, al final descubro que no lo pasó mal, que seguramente está más cerca de Burroughs que de la niña adolescente aterrada, lo que me lleva a otras reflexiones sobre -ya está bien, dejemos ese tipo de temas a un lado, que ya cansa). Hace ya mucho tiempo que voy a ver a Sonia Gómez cada vez que estrena algo nuevo. Cuando hace tanto tiempo que sigues el trabajo de alguien con placer e interés, puede que un día te entusiasme y otro te decepcione pero no es lo mismo que si acabas de aterrizar. Es como si cada vez fuese un nuevo movimiento de una obra muy larga. O un episodio de una serie interminable. Sólo que lo vives en tiempo real. Vamos creciendo juntos. No puedo evitar ver esta pieza dentro de esa perspectiva. Cuando vi la trilogía Egomotion (Yo estoy en este mundo porque tiene que haber de todo, Yo no soy nadie, pero me cago en tu puta madre y Yo no hablo inglés, pero a veces me lo paso bien) nunca imaginé que vería a Sonia haciendo algo así. Me alegro de que, después de tanto tiempo, sigamos vivos. Me alegro de que Bailarina sea tan emocionante, tan Sonia Gómez sin, aparentemente ya, pretenderlo y, a la vez, tan inesperado. Me alegro de que aún me siga sorprendiendo. No sé qué más decir para que entendáis todo lo que me gustaría decir. Sólo espero que os hagáis una idea.

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Notas que patinan #55: Un lugar idílico

Cartel de Locus amoenus

En esta edición del TNT he descubierto a Atresbandes. Sólo por eso ya ha valido la pena. Atresbandes son Mònica Almirall, Miquel Segovia y Albert Pérez Hidalgo, creadores e intérpretes los tres. Yo no los conocía pero llevan ya un tiempo en esto. En el TNT presentaban su cuarta pieza, coproducida por el festival: Locus Amoenus. En el 2012, la anterior, Solfatara, ganó el premio del jurado y del público del Be Festival de Birminghan y no para de girar por el Reino Unido. En las próximas dos semanas actúan en Birmingham, Leeds, Salford Quays y Cardiff. En el TNT actuaron en la Nova Jazz Cava. El público en el escenario y ellos tres donde normalmente se sitúa el público, sentados en unas sillas que ocupaban la escena, con un pasillo en medio. Al fondo se proyectaba un texto. Ese texto nos ponía en situación e intervenía de vez en cuando para comentar la acción. Hay una ficción. Los tres actúan. La ficción, según leo en su web, está inspirada en el relato El túnel, de Friedrich Dürrenmatt. Ese relato es del año 1952. Ese detalle es lo de menos. Los tres personajes van en un tren que va a descarrilar. Lo sabemos desde el principio. Sabemos que descarrilará en menos de una hora y todos morirán. Ellos no lo saben, por supuesto. Vamos a contemplar el final de sus vidas.

Imagen de Locus amoenus

Hace tiempo que he desarrollado una alergia a ese tipo de teatro en el que los actores actúan imbuidos de personajes que se ven envueltos en una ficción. Gente que habla raro, con una cantarella impostada, con unos tics teatrales que me alejan por completo de lo que pasa en escena. Me cuesta analizar y enumerar una por una todas las características de ese teatro, que es el que predomina en las salas catalanas y españolas, pero que uno reconoce al instante y que a mí, como a muchos otros, nos tira para atrás. Por eso, si me preguntan, a lo bruto, sin contextualizar, digo que a mí no me va el teatro. A veces pienso que merecería la pena ver cómo hemos llegado hasta aquí y qué parte de culpa tiene en todo esto el llamado teatro y qué parte es culpa de cómo se lleva a cabo este llamado teatro. Cuando sale el tema hay intérpretes y creadores nada casposos, a los que aprecio, que señalan, entre otras cosas, que el nivel de los autores y los intérpretes de teatro catalanes y españoles es, en general, pésimo. Hay otros que piensan que es falta de información, ignorancia por lo que ha sucedido en el mundo del arte escénico (y en el mundo del arte en general) en el último medio siglo. Otros piensan que lo que servía hace cien años ya no tiene sentido en la actualidad porque está desconectado de nuestra vida, porque está muerto. Todo muy discutible. No sé, ya os digo que da para una interminable discusión. El caso es que, en cuanto comenzó Locus Amoenus, pensé uy, uy, uy, ¿qué hace esto programado en el TNT? Pero a los cinco minutos ya no me acordaba de estos prejuiciosos pensamientos míos. Cinco minutos tardaron en barrer de un plumazo mis barreras mentales. Me olvidé de todo y durante lo que duró la pieza me entregué absolutamente a lo que contemplaba. Me emocioné, me reí, les acompañé. Cuando acabé, fascinado y entregado, pensé: ¿qué he visto? Al principio parecía teatro del otro, del que no hay manera de soportar, pero no puede ser, el algodón no engaña, mi alergia no me falla nunca, y me protege. ¿Seguro? Creo que es la segunda vez que me pasa en poco más de dos meses (aquí la primera). ¿Estarán bajando mis defensas con la edad? No creo, al contrario. De hecho lo que creo que me pasa es que nunca he sido más sensible a la impostación y a la pretenciosidad como en estos momentos. Aunque una pieza se disfrace de moderno y utilice todos los recursos de las nuevas tendencias, a mi sistema immunológico no se la dan con queso. Mi cuerpo se rebela, diga lo que diga el programa de mano y la propaganda institucional. Para tranquilizarme comencé a buscar analogías (no intelectualices, sólo analogías, me recomienda desde hace tiempo un colega): ¿puede que me recuerde en algo a El conde de Torrefiel? ¿Por lo del texto proyectado? Hombre, una analogía bastante pobre, Rubén. En realidad no se parece en nada. Pues no sé, no caigo. Yo creo que estos de Atresbandes son del teatro, pero hace infinidad de años que no veo a nadie del teatro que no me parezca para nada del teatro. No le des más vueltas. Si no fuese por toda esta chorrada de las etiquetas, si lo que importase de verdad no es si la gente hace piezas transdisciplinares, performance, teatro de objetos, teatro post-dramático, trabajos coreográficos, con el cuerpo, pornoterrorismo, movimiento, literatura, música, arte sonoro, visuales o danza acrobática, sino lo realmente importante, eso que no se puede definir y que no hay manera de hablar de ello sin traicionarlo, ensuciarlo y corromperlo con palabras y conceptos académicos o de márketing (me da igual, a veces valen casi lo mismo), otro gallo cantaría. ¿No os parece?

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Notas que patinan #54: El festival del futuro

He pasado tres días en un festival de nuevas tendencias (escénicas) y he vivido para contarlo. Era un festival, esto está claro. Aunque me pregunte qué debería ser un festival todavía sé distinguir lo que es un festival de lo que es una patata. Hoy en día un festival se caracteriza por presentar muchos espectáculos en un espacio-tiempo reducidos. Algunos, los más, en un espacio-tiempo extremadamente reducido. Si quieres ver todo lo que te ofrece un festival a veces lo tienes crudo porque tu relación con el espacio-tiempo es limitada. Es una incitación a ponerte al límite. Puedes aceptar el reto. Normalmente eso te deja extenuado. Llevado al límite puede provocar que una experiencia a priori placentera se pueda convertir en un infierno. De ti depende lidiar con este riesgo. En un festival sueles encontrar, además de artistas y público, gente que se dedica a esto pero que no ejercen de lo que se conoce con el nombre de artista (o similares: creador/a, autor/a, actor/a, coreógrafo/a, dramaturgo/a y apelativos con un número parecido de connotaciones) sino de las más variadas profesiones alrededor del trabajo del artista (programador/a, gestor/a cultural, director/a de otro festival, director/a de un teatro, manager, periodista y apelativos con un número parecido de connotaciones). Todo junto es lo que se conoce como el mundillo. A veces el número de personas relacionadas con el mundillo es tan grande que no cabe nadie más en la sala. A veces la importancia del mundillo se hace tan evidente que uno se pregunta si el festival se organiza para satisfacer las necesidades del mundillo. ¿Pero qué necesidades tiene el mundillo? Déjame pensar. Creo que son principalmente necesidades relacionadas con la economía, el mercado, el reconocimiento, la política y el poder. ¿Y con lo artístico? Claro, claro, con lo artístico se da por supuesto que también. ¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de lo artístico? A veces el resto de necesidades del mundillo cobran tanta importancia que, en este contexto, no sabría decirte. ¿De qué contexto hablas? Pues de un festival de nuevas tendencias. ¿Qué significa hablar de nuevas tendencias en el ámbito del arte escénico? Es para diferenciarse de las viejas tendencias. Ya, pero ¿a dónde nos conduce todo eso? El concepto tendencia es un poco jodido, por muchas razones. Pero si le añadimos el adjetivo nuevo entramos en un terreno en que es difícil ser objetivo. ¿Y si a mí no me parece para nada nuevo? Me recuerda a la denominación música contemporánea, por ejemplo. Se quedó tan vieja que a principios del siglo XXI aún hay gente hablando de música contemporánea para referirse a la música de comienzos del siglo XX. Lo peor es que algunos creen que aún es la nueva música. Luego están los que montan festivales de música avanzada. Años después, esos festivales avanzan tanto que acaban programando reggae. No puedo evitar desconfiar de un festival que se presenta como avanzado, como tampoco puedo evitar hacerlo de un festival que lleva en su nombre las palabras nuevas tendencias. Tampoco creo en nuevos lenguajes, ni en montajes arriesgados, ni en gente que innova e incluso desconfío del término investigación que tan ligeramente se aplica a todo esto. Creo que, además, una vez más, posiblemente sin darnos cuenta en muchos casos, estamos hablando y participando en todo esto bajo la influencia de la cultura de escaparate, del mercado y, nos vamos acercando, de la sociedad de consumo que, como bien dice Arno Stern, debería llamarse la sociedad de la competición. Todo eso reconozco que tiene que ver con las nuevas tendencias en el mundo del arte tal y como lo conocemos en este rincón de la galaxia. Pero tiene que haber otra manera de relacionarnos con esta cosa maravillosa que sirve de excusa a todo este tinglado llamado el mundillo. Tiene que haber otra manera que no tenga que ver con la competición ni con reducirlo todo a me gusta o no me gusta. Y, ahora, escuchemos a Stern sólo 7 minutos, por favor. Él lo cuenta mejor que yo.

Como Stern, quiero pensar que en el futuro miraremos hacia atrás y nos llevaremos las manos a la cabeza preguntándonos cómo pudimos. A mí me parece que debe haber otras soluciones pero, como dijo Marty McFly, supongo que no estáis preparados para esto… pero les encantará a vuestros hijos.

Bajo la influencia de las palabras de Arno Stern (os recomiendo echarle un vistazo al vídeo de su charla Ni arte ni infantil), mientras me imagino cómo deberían ser los festivales del futuro, suponiendo que en el futuro sigan existiendo, pienso que para prepararles para ese futuro que me voy imaginando (algo más amigable para la especie humana) seguramente vuestros hijos necesitarán educación. Pero educación en libertad, no instrucción manipuladora y deformadora que les inocule en la sangre sin que se den cuenta el virus de la sociedad de la competición. Afortunadamente, aunque poca, hay gente que ya se ha puesto a ello. Les deseo lo mejor.

En fin, dadme un poco más de tiempo y pronto os cuento algo de lo que vi en el festival.

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Notas que patinan #53

El miércoles por la mañana, después de desayunar, me fui a la Fábrica Moritz de Barcelona, a la rueda de prensa de presentación del muy interesante festival TNT de Terrassa, que se celebra del 25 al 28 de septiembre y del que ya escribí en mi anterior nota como una cita destacada en la nueva temporada que acaba de comenzar. Ahora mismo el TNT es una isla en un panorama desolador. Es el único festival que presenta un menú atractivo y compacto atento a las novedades de los creadores escénicos contemporáneos afincados en Catalunya, a un precio muy accesible: 3€ la mayoría de los espectáculos. A una hora de Barcelona. Se agradece y se echa mucho de menos que no haya más ocasiones de disfrutar de eventos así. De hecho, que todo se concentre en tan pocos días lo convierte en un atracón en el que hay que hacer verdaderos malabarismos para ver todo lo que a uno le gustaría ver. Además, es de los pocos que coproduce anualmente unas cuantas de las creaciones que luego programan, algo enormemente valioso en los tiempos que corren. Mi más sincera enhorabuena al festival y a sus patrocinadores por haber optado por esa línea artística y por resistir un año más.

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Nos citan en la Fábrica Moritz porque Moritz es uno de los patrocinadores del festival. Al final de la rueda de prensa nos invitan a una estupenda cerveza acabada de elaborar. Aunque voy disfrazado de periodista no tengo por costumbre asistir a ruedas de prensa. Seguramente por eso mi sensación es de extrañeza. En la puerta me encuentro con algunos de los creadores que participan en esta edición: David Espinosa, Cris Blanco, Àlex Serrano y Xavi Bobés. También con Maria Ros, del equipo del festival. Más tarde conoceré a Úrsula Barri, responsable de comunicación, que es quien me ha invitado. Dentro me encuentro a Pep Pla, director del festival, a quien no tenía el gusto de conocer. Me presento. Pep Pla es actor, viene del teatro de texto, no es para nada un creador escénico del tipo de los que actúan en el festival que él dirige. Pero dice que, desde hace un tiempo, cuando va a ver teatro de texto, del suyo, no le pasa nada por dentro. En cambio, cuando va a ver este tipo de creación escénica contemporánea, que algunos llaman artes en vivo, se cabrea o se emociona pero se le mueve algo dentro. Esto nos lo dice a un corrillo de gente después de la rueda de prensa. En la rueda de prensa, Pep Pla dice que ese tipo de creación escénica es el futuro. Y es por ese futuro por el que apuesta el TNT. Eso lo dice en presencia de dos personas que han hablado antes que él. A su derecha, el primero en hablar, Amadeu Aguado, Regidor de Cultura y Teniente Alcalde del Área de Promoción Económica e Innovación del Ayuntamiento de Terrassa. A su izquierda, Jordi Sellas, Director General de Creación y Empresas Culturales de la Generalitat de Catalunya. Recuerden las palabras que aparecen en el nombre que llevan sus cargos porque no es un detalle baladí. Más allá de la mesa donde se sientan ellos tres, en dos alas de sillas dispuestas en el escenario a derecha e izquierda de la mesa, se sientan algunos creadores, los que he citado algunas líneas atrás más Margherita Bergamo de Les Filles Föllen, Albert Pérez Hidalgo de Atresbandes y Guido Sarli de Umma Umma Dance. El acto comienza con el visionado en pantalla gigante de los cuatro spots del festival (el cuarto lo vemos en primicia, los otros tres ya los conocíamos). Menos mal que comenzamos así porque esos spots me parecen realmente buenos y, sobre todo, me parecen muy jocosos y frescos. Después de la rueda de prensa Pep Pla nos cuenta que el actor de esos spots no es un auténtico actor, sino que trabaja como administrativo, si no lo entendí mal. Es por eso que en los spots no llega a nombrar a todos los artistas que actúan en el festival porque al actor, que lo hace realmente muy bien, le salen los nombres que le salen, no conseguía recordalos todos. Cada detalle que conozco me gusta más que el anterior. La policía deteniendo el rodaje por causar alarma social, el actor administrativo….

Pero digo que menos mal que comenzamos con los spots porque lo primero que me llama la atención en los discursos que pronuncian los representantes del Ayuntamiento y de la Generalitat, a parte de ese tipo de lenguaje que utilizan los políticos que provoca sopor instantáneo y pérdida de atención, es que hablan todo el rato de cosas como mercado, cifras, programadores nacionales e internacionales, ventas, internacionalización y cuestiones casi exclusivamente económicas que atañen sólo a los profesionales del sector y que no le interesan para nada al público. De hecho, llego a escuchar cómo se refieren en varias ocasiones al TNT como a un mercado, cosa que me parece llevar esta cuestión demasiado lejos. La Europa de los mercaderes. Estos conceptos se han instalado tan fuertemente en nuestras mentes que ya ni pestañeamos cuando los lanzan desde cualquier tribuna. Como quien oye llover. Hace un tiempo los festivales que pisábamos eran creador-centristas, se les podía criticar que sólo hablaban desde el punto de vista del creador y de los comisarios y teóricos que revoloteaban a su alrededor, utilizando un lenguaje especializado que nos alejaba de su discurso. A veces era un auténtico coñazo pero, créanme, ¡era gloria comparado con ésto! ¡Ahora la moda es hablar sólo de cifras y dinero! Como si estuviésemos en el telediario. ¿Se han fijado que en el telediario ya sólo hablan de cifras y porcentajes? No siempre fue así, ¿recuerdan?

Vale, reconozco que he hecho trampa porque no he sido capaz de encontrar un solo telediario antiguo que no me suene a falso. Pero volvamos al principio. ¿Para qué se hace un festival? ¿Para qué crean los artistas? ¿A quién se dirige la rueda de prensa? ¿Y para qué una rueda de prensa? Son muchas preguntas, ya lo sé. Antes de intentar contestarlas, añadiré algún comentario y alguna pregunta más. Menos mal que Pep Pla hizo un magnífico alegato sobre su confianza en que las propuestas artísticas que veremos en el TNT son el futuro, aunque no sé si logró convencer a sus compañeros de mesa. Se supone que sí, que están convencidos, pero, por cómo hablan, no sé si están convencidos de lo mismo que Pep Pla. En cualquier caso, como público, como ciudadano, no me deja nada satisfecho que me presenten un festival de por sí interesante como es el TNT intentando convencerme de sus bondades económicas para el sector. Como ciudadano, y como público, desearía que el dinero y los negocios los dejasen en un segundo plano y me hablasen de lo que me interesa del festival, que no es ni el dinero ni la internacionalización ni el mercado. Eso me deja indiferente. Lo que me mueve por dentro, como a Pep Pla, es el objeto del festival: las creaciones y sus creadores. Eso es lo que me interesa a mí y supongo que al resto de públicado aficionado. No voy a ir a un festival con la motivación de que los implicados aumenten sus cifras de negocio. De eso me alegraré si las creaciones y los creadores del festival me excitan y me emocionan, porque todas mis simpatías irán hacia ellos. Pero si lo que me dan es algo vacío que me deja indiferente me da igual si todo eso ha servido para la internacionalización y el negocio de una caca de vaca, para entendernos. No pierdan de vista a quién sirven, gestores y políticos culturales. Los festivales, el apoyo a la creación, etc… deben seguir existiendo por motivos más nobles, por llamarlo de alguna manera. Si lo único que buscan es dinero no cuenten conmigo pero, además, no me lo restreguen por la cara. Porque, además, hacen muchas trampas. Por ejemplo, se habló de los apoyos económicos institucionales que han recibido algunos de los creadores presentes, desde coproducciones del propio festival a subvenciones de la Generalitat, ayuntamientos, etc… Muchos de los creadores presentes, cuando les dieron la oportunidad de hablar de las creaciones que presentan (lo que realmente nos interesa al público) dieron las gracias por esos apoyos institucionales en una retahíla que acabó convirtiéndose en algo así como los agradecimientos de la entrega de los Oscar. Me entristeció la manera como se ejecutó, en general, ese guión aparentemente pre-establecido, con docilidad, sin ningún asomo de crítica. ¿No era el momento de ponerse críticos? ¿Cualquier cosa que signifique salirse del guión es poner en riesgo el buen trabajo realizado por el festival? No lo creo. Me parece que hay un terror a cualquier atisbo de crítica que evidencia que aquí hay algo que no funciona. Ya sabemos que si los que parten el bacalao deciden que un festival tiene que desaparecer desaparecerá igual aunque se intente ser amable con todo el mundo y eludir cualquier tipo de crítica. El festival NEO es el ejemplo más reciente que me viene a la memoria.

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¿Se trata, una vez más, de cierta ley del silencio? ¿Mejor no meterse en problemas y quedar bien en presencia de la autoridad? ¿Nos preocupa más esa imagen que la que podamos dar al resto de compañeros de profesión o ante los ciudadanos? Nadie de los presentes dijo que muchos de esos apoyos económicos institucionales que agradecían llegan tarde, mal y nunca. La Generalitat, cuyo representante estaba allí presente para hablar de cifras y dinero, se ha retrasado un año en el pago de las ayudas a la creación del 2013 y aún no tiene fecha para pagar las del 2014. E incluso ha promulgado un decreto que le permite reservarse el derecho de pagar lo prometido, si las cuentas no les salen. El resultado es que muchos creadores, incluidos la gran mayoría de los presentes en la rueda de prensa, lo pasan muy mal por esas pretendidas ayudas recibidas que, a veces, se convierten más bien en puñaladas traperas por la manera en que se materializan. Hasta el punto que algunos creadores se ven obligados a endeudarse o a rechazar esas ayudas. Incluso a ni siquiera plantearse el solicitarlas. Por otra parte, como recordó Cris Blanco en el único apunte crítico que escuchamos en esa rueda de prensa, es muy de agradecer que el TNT sea actualmente de los pocos que coproducen a este tipo de creadores pero, como muy bien señaló Cris, es una desgracia que el Ayuntamiento de Terrassa, que es quien paga, no entienda que el dinero de una coproducción debe llegar meses antes del estreno de una obra (que para eso sirve ese dinero, para crearla) y no 50 o 60 días después del estreno, como sucederá este año si todo va bien. Eso ya no es una coproducción, eso es un bolo bien pagado. Pep Pla se apresuró a salir al paso de ese comentario crítico (insertado al final de un agradecimiento al festival, no lo olvidemos) para asegurar que están trabajando para que eso no se repita. Así lo esperamos. Está bien que las instituciones pongan todo su empeño en el mercado pero antes deberían entender el tipo de mercancía con la que se relacionan y las necesidades de los creadores de esa mercancía. Sin la supervivencia de esos creadores no hay mercancia que valga.

mercancia

He prometido que iba a lanzar otra pregunta más. Aquí va. Me preguntaba por qué el TNT espera a anunciar su programación dos semanas antes. Es muy poco tiempo. Se lo pregunté a Úrsula Barri, responsable de la comunicación. Me dijo que lo hacen por los periodistas. Si publican la programación, los periodistas no vienen a la rueda de prensa. Y el festival no convoca la rueda de prensa antes por los meses de verano, que son muy malos e impiden, una vez más, que acudan los periodistas. Entiendo las razones que me dio pero, una vez más, parece que el público no es la principal razón para tomar ciertas decisiones que le atañen, como la de organizarse la agenda. En cualquier caso, el año pasado la asistencia al TNT fue de más del 90%, así que eso no es obstáculo para que el público llene el festival, aunque no sepa hasta el último momento el detalle de la programación. Pero entonces, ¿para qué se necesita a la prensa tradicional (la que va a una rueda de prensa)? Me resulta difícil responder a esta cuestión sin aventurarme en aguas que no controlo. Aunque lo voy a hacer igualmente. Entiendo que aparecer en la prensa tradicional es justificarse ante los patronos que sostienen el festival, es decir, ante las instituciones. Porque, si no, no lo entiendo. Juzguen ustedes buscando las noticias del festival TNT en la prensa. Yo he encontrado, básicamente y con poquísimas excepciones, un artículo firmado por Europa Press y varios refritos y traducciones de ese texto publicados en otros medios. El titular de ese artículo es El Festival TNT de Terrassa estrenará en España ‘Tabac Rouge’ de James Thiérrée. Con todos mis respetos para James Thiérrée y su trabajo, que sólo conozco en vídeo, me da la impresión de que poco tiene que ver con el espíritu que defiende el TNT y mucho con el TNC (Teatre Nacional de Catalunya), por donde ya ha pasado James Thiérrée en otras ocasiones. Se trata más bien de un espectáculo cabeza de cartel de tipo coartada para que, como el propio Pep Pla comentó públicamente en la rueda de prensa, otro tipo de programadores aparezca por el festival y, de paso, con suerte, vea alguna cosa más que sí que forma parte de la línea artística del TNT.

Vale, me parece innecesario pero vale, así funcionan las cosas. Se necesitan grandes nombres y grandes espectáculos, aunque quizá nos dejen indiferentes por dentro, para justificar, ante los patronos, que luego el festival se dedique a otras cosas mucho más interesantes aunque mucho menos espectaculares. ¿Pero de qué sirve salir en prensa si acaban titulando los artículos con ese espectáculo coartada y la superficialidad del resto del texto y su brevedad es lo más destacado del artículo? ¿Cuál es la función del periodista? ¿Hacerse eco de un mensaje publicitario acríticamente, sin conocer el objeto del que se habla, sin investigar, sin informar más allá de un titular y un puñado de nombres, sin cuestionar mínimamente la información, sin un mínimo cariño por esos creadores y su trabajo, sin ir ni un centímetro más allá? Es lo que hay en el periodismo de los medios tradicionales pero me parece el mundo al revés. Pensémoslo de otra manera. Si yo no conociese el TNT y leyese esa información no creo que se me ocurriese pasarme por el festival ni por asomo. Tiene que haber otras formas. Las hay, estoy convencido. Seguramente están muy alejadas de lo que queda del periodismo en la prensa convencional. Pensáis demasiado en la parte más convencional del negocio, no tenéis en cuenta que, si por lo que apuesta el TNT es el futuro (un futuro que, como recordaron algunos creadores en la rueda de prensa, en otros países europeos es lo predominante en este nuestro presente) no nos sirven las formas del pasado. No es que nos resulten antipáticas o nos dejen indiferentes, es que dudo que sirvan ni siquiera para conseguir ese negocio que parece ser vuestro objetivo. Pienso en los programadores que viven en ese futuro-presente en el resto de Europa. Si lo que les interesa es un festival donde encontrar esa creación del futuro, ¿se aventurarán a visitar un festival con ese cabeza de cartel? Resultado: los creadores que nos emocionan se mueren de hambre y, si siguen así, en el futuro no producirán mercancías con las que comerciar. A vosotros, instituciones y medios de comunicación, os dará igual, porque ya encontraréis alguna otra cosa con la que comerciar, pero a nosotros, al público, a los ciudadanos sensibles (por decirlo de alguna manera, disculpen la cursilería) no nos dará igual. Instituciones, periodistas, gestores culturales de buena voluntad: dejad de hacer trampas y poneros a trabajar o id preparando vuestro inminente retiro. Mientras esperamos ese futuro que se resiste a llegar, le deseo larga vida al TNT y les animo a que, en la medida de lo posible, sean todo lo valientes y arriesgados que prometen en su comunicación. Al menos todo lo que se puedan permitir, dadas las circunstancias. Se nos hace tarde y el futuro no espera por nadie.

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Notas que patinan #52: Un repaso a la nueva temporada

Ya llegó septiembre, comienza la temporada y no paro de recibir noticias de los variopintos menús que se apresuran a anunciarnos los chefs de las artes en vivo que me pillan más a mano. Hay de todo. Hagamos un repaso, sin ánimo de ser exhaustivo, desde lo más cercano a lo más lejano.

Los Torreznos

El más madrugador ha sido el Antic Teatre, que ya a finales de agosto publicó un trabajado post en Teatron con todo lujo de detalles sobre su programación de otoño, que comienza ya (en eso también son los más madrugadores). No recuerdo otra ocasión en la que el Antic se tomase tantas molestias para publicar de una manera tan cuidada, evitando el mero anuncio, narrando más que anunciando, todo lo que ofrecen para el próximo otoño. A juzgar por los comentarios del propio post y la repercusión en las redes sociales, la afición lo agradece. Incluso algún comentario madrileño envidia no tener una programación así en Madrid. ¿No la hay en Madrid? Luego hablamos de eso. En cualquier caso el cuidado que pone el Antic en anunciar su próxima temporada en Teatron (sin perjuicio del resto de canales de comunicación) parece querer decir: tenemos muy claro dónde está nuestro público. Y también: son gente informada y presuponemos que inteligentes, no cuela hablarles como si fuesen menores de edad. Y seguramente no se equivocan. En el menú del Antic llama la atención la presencia de Los Torreznos, que precisamente vienen de Madrid y no se prodigan mucho por Barcelona, con dos trabajos: La Cultura y La Economía, que se presenta como su última creación. De Madrid también vienen Gichi-Gichi Do con Péndula (eppur si muove), que se estrenó en Pradillo hace unos meses. Agnés Mateus repondrá Hostiando a M, estrenada en el Antic durante el Grec y que, a pesar de llenar cada día, mucha gente se quedó con ganas de ver. Tendremos la quinta temporada de Liminal GR y otros nombres de gente a quien seguimos como Quim Bigas, Amaranta Velarde (en un trabajo de Vera Garat, Tamara Gómez y Lucía Valeta) o Txalo Toloza-Fernández (dentro del Festival Influx). Además de muchos otros más, conocidos o no tan conocidos, como Sleepwalk Collective, la abuela de Pablo Fidalgo, Quimera Rosa o Marina Colomina.

El Festival TNT de Terrassa es otra de las citas de septiembre (del 25 al 28) que esperamos con expectación. El TNT opta por un goteo de spots (en las redes y también en Teatron) con un tono jocoso que se agradece por lo poco acostumbrado en estos ambientes. En ellos vemos a un tipo atado con unos explosivos a punto de detonar que grita con todas sus fuerzas algunos nombres que actuarán en el festival: David Espinosa, Cris Blanco, Sonia Gómez, Oligor, Societat Doctor Alonso y Agrupación Señor Serrano, entre otros. Sólo con esos nombres ya dan ganas de pasarse por Terrassa. Pero no sabemos más. El festival opta por guardar silencio hasta la rueda de prensa que ha convocado el día 10 en la Fábrica Moritz de Barcelona. Aunque sabemos que Cris Blanco estrenará El agitador Vórtex, David Espinosa presentará Much ado about nothing (mucho ruido y pocas nueces), Sonia Gómez Bailarina y el Señor Serrano A House in Asia. Como nota curiosa nos hemos enterado por el autor de los spots, Blue Bearded Lady, de que la policía de Terrassa paró el rodaje de los spots del festival porque una patrulla vio a un tipo con explosivos gritando en la calle. A pesar de que los permisos estaban en regla, a la policía le pareció que un tipo gritando nombres de gente como los arriba citados creaba alarma social. Está claro que como la gente acuda en masa a ver lo último de Cris Blanco, David Espinosa, etc… se monta la revolución. Ellos lo saben.

Imagen del segundo spot del festival TNT 2014

El Mercat de les Flors es la otra cara de la moneda. En Twitter el Mercat alaba la programación del TNT.

Pero, de momento, lo que sabemos de su propia programación, como de costumbre, no parece ni la mitad de estimulante. Claro que todo lo que sabemos es gracias a un triste PDF en su web en el que, bajo el título A favor del moviment, vemos los nombres, títulos y fechas de la programación anual y leemos lo siguiente:

A favor del moviment, segons el Mercat de les Flors

No tengo más preguntas, señoría. Juzguen ustedes mismos. Yo sólo espero que la furia de los vecinos de la Barceloneta acelere un próximo y fulminante triunfo de Guanyem Barcelona que barra este tipo de discurso que nos dirigen algunas de nuestras paternalistas instituciones, si no de la faz de la Tierra, como mínimo, de la ciudad en la que vivo. En todo caso, el Mercat no desvela nada del contenido de la Secció Irregular y del Sâlmon, que son los dos ciclos donde se suelen concentrar los platos que más me interesan (más en el primero que en el segundo). Y, como en temporadas anteriores, la programación del Mercat despacha esos dos ciclos en una línea, a pesar de que esos ciclos (y el resto) contienen más trabajos que el resto de programación actualmente visible en el programa. Así que, de lo que nos dejan ver, a primera vista más de lo mismo. Sólo me llaman la atención, en mayor o menor medida, tres nombres (corríjanme si están mejor informados que yo): Jerôme Bel con su famoso The Show Must Go On, Pere Faura con Sin baile no hay paraíso y Nicole Beutler con 2: Dialogue with Lucinda, en el que veo caras conocidas en el vídeo que he encontrado en la red (Aimar Pérez Galí, Javier Vaquero Ollero y Naiara Mendioroz, que no sé si serán sus intérpretes en esta ocasión).

Sobre la programación del otro lado de la plaza, la del Teatre Lliure, poco tengo que decir. Cuando el Lliure lo dirigía Àlex Rigola yo iba poco por allí pero, aunque sólo fuese al Radicals Lliure, me pasaba unos días al año. Además de que, con suerte, alguna vez caía un Rodrigo García o una Angélica Liddell, más allá de la coartada que proporcionaba ese ciclo. Luego tuvimos el efímero NEO. Pero es que ahora no voy al Lliure ni para tomarme una caña (y eso que recuerdo que el bar-restaurante no estaba nada mal). Este año han programado a David Espinosa con su anterior pieza, Mi gran obra. Me alegro porque está muy bien pero me parece sintomático que a David, que estrena en el TNT su última pieza, en el Lliure le programen la de hace dos años. O sea, podríamos decir cualquier cosa excepto que el Lliure está, ahora mismo, en la vanguardia. Como siempre, seguro que no sé ver más allá de mi nariz (agradeceré cualquier comentario que me ilumine) pero, más alla de David Espinosa, sólo me ha llamado la atención lo de Nao Albet y Marcel Borràs, Mammón. Y estoy hablando de la programación anual.

Lagartijas tiradas al sol

El festival Temporada Alta también acaba de hacer pública su programación. Estamos hablando de un festival bien gordo que lleva ya tropecientas ediciones. El conde de Torrefiel con La chica, Lagartijas tiradas al sol con Derretiré con un cerillo la nieve de un volcán (ver crónica de Martí Sales para Superlatino del estreno en noviembre en México), Aimar Pérez Galí con María Campos Arroyo, Angélica Liddell, Oligor, La Zaranda, Pere Faura y Xavi Bobés, entre muchos otros, claro (Castellucci, Peter Brook, Alain Platel, Jean Fabre…-me cansé de poner enlaces pero están todos en la web-). El festival dura del 3 de octubre al 8 de diciembre, entre Girona y Salt, y ahora mismo deja en ridículo en muchos aspectos a la programación de Barcelona, lo que dice mucho sobre esta ciudad. ¿O me equivoco? A pesar de eso hay detalles que provocan un poco de risa, como la división por categorías de los espectáculos. Por ejemplo, en la página que recoge toda la programación te puedes encontrar a El conde de Torrefiel repetido tres veces porque los espectáculos aparecen agrupados en categorías diferenciadas. El conde aparece en Danza y circo (que se presenta como una sola categoría, vaya usted a saber por qué), Teatro y Creación contemporánea. Además, hay la categoría de Música. Bueno, mientras unos luchan por abolir las disciplinas en otras partes así están las cosas.

Vicente Arlandis y Sandra Gómez

Vámonos más lejos. ¿Qué pasa en Madrid? Pues, de momento, así interesante sólo me ha llegado la programación del Teatro Pradillo, ese bastión donde resisten los que parecen los últimos habitantes de la aldea gala (pero en castizo). Pradillo también ha anunciado su programación en Teatron. Es verdad que, en este caso, lo han resuelto con un enlace a su web y andando, pero suponemos que será porque van desbordados con la rentrée, no porque no les interese ese canal de comunicación en el que publican regularmente desde que se unieron a él hace ahora un año y en el que el público madrileño iguala, y a veces supera, al otro público mayoritario, el catalán. Y lo mismo se puede decir de los temas que últimamente se tratan. ¿Y por qué se quejaba el comentarista madrileño que puso un comentario en el post de la programación del Antic de que ojalá en Madrid tuvieran una programación similar? Pues seguramente por el volumen de programación, digo yo. Para otoño hay programadas 7 cosas. No son muchas para los próximos tres meses. Pero yo iría a ver muchas de ellas si estuviese en Madrid. Por ejemplo iría a ver a Cuqui Jerez, Sandra Gómez y Vicente Arlandis, PLAYdramaturgia o Elena Córdoba.

El desenterrador de Societat Doctor Alonso

Y en Canarias, en la ultraperiferia, como nos recuerda Javier Caro Ceice, al mando del LEAL.LAV, sorprende la programación de otoño de este centro en La Laguna, que para sí querrían muchas otras ciudades: Bea Fernández, Societat Doctor Alonso, Macarena Recuerda Shepherd, Amalia Fernández y Nilo Gallego, Agrupación Señor Serrano, Adán Hernández y Jorge Garcia. A la que se suman Quim Bigas, Juan Dominguez, Raquel Ponce, Élida Dorta y Gichi-Gichi Do en el Festival Sitio en Santa Cruz de Tenerife. A este paso Canarias va a acabar teniendo la programación de artes en vivo más interesante del Estado. Yo echo de menos en Teatron, como mínimo, al LEAL.LAV, para enterarme de lo que allí está pasando. De hecho, aunque tienen una web interesante, no tienen ninguna presencia en las redes sociales, lo que a estas alturas dificulta mucho que nos lleguemos a enterar de esa interesante actividad que practican (aunque es cierto que la estructura madre, el Teatro Leal de La Laguna, sí que está presente en las redes sociales; pero no es lo mismo). Por la respuesta que da su director al preguntarle sobre el tema no creo que tarden mucho en subsanar estas carencias. Me parece que sería una buena noticia para todos reactivar esta interesante conexión canaria.

Me dejo muchas cosas pero ya os dije que no pretendía ser exhaustivo. Mis opiniones son discutibles. Os animo a discutirlas y a completar este repaso con más información. Inicio esta nueva temporada de notas que patinan para seguir patinando, o sea, con la intención manifiesta de equivocarme continuamente contando lo que veo por ahí.

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Notas que patinan #51: El paseo de Robert Walser

El uno de agosto recibí un correo electrónico de Robert Walser. Lo busqué en Google. Esta es una foto suya que encontré por ahí.

Robert Walser

Comenzaba con un formal Estimado paseante. Y seguía así:

No poseo posición ni prestigio social; esto es claro como el sol. Obligaciones para con un hombre como yo no parece haber ninguna. El vivo interés por las bellas letras se da de manera en extremo escasa, y la crítica implacable que todo el mundo cree poder ejercer y cultivar sobre nuestra obra constituye otra fuerte causa de daño y frena como una zapata la realización de cualquier modesto bienestar. Sin duda hay bondadosos benefactores y amables benefactoras que me apoyan del modo más noble de vez en cuando; pero un donativo no es un ingreso, y un apoyo no es un patrimonio.

Un día antes pasé la tarde con Robert Walser en Poblenou. Robert nos citó a las 19:30 en la Plaça Prim (puntualidad suiza requerida). Nunca antes había estado en la Plaça Prim, que yo recuerde. La plaza y sus aledaños me recordaron que aún no todo está perdido en Carcelona, a pesar de lo que parece insinuar Google.

carcelona

Walser nos dio la bienvenida saludándonos uno a uno con un apretón de manos mientras nos sostenía la mirada el tiempo suficiente como para que resultase algo inquietante. Aunque quizá no fuese esa su intención, casi estoy seguro de eso ahora que puedo decir que he pasado una tarde de verano con él. Seguramente esa mirada tuviese más que ver con su carácter, que yo no definiría como inquietante. No me voy a meter en el jardín de intentar definir el carácter de Robert Walser con una palabra o con una mísera frase. No le he leído tanto, no he pasado el suficiente tiempo junto a él como para creerme ya con el derecho a ejercer esa crítica impacable de la que hablaba él en el inicio de su mail. Además, reconozco que Walser ya me caía bien antes de conocerle en persona y aún me cae mejor después de haber paseado con él por Poblenou. En fin, antes de comenzar el paseo, creo que Robert Walser dijo lo siguiente (más o menos):

Declaro que una hermosa mañana, ya no sé exactamente a qué hora, como me vino en gana dar un paseo, me planté el sombrero en la cabeza, abandoné el cuarto de los escritos o de los espíritus, y bajé la escalera para salir a buen paso a la calle.

Y a buen paso le seguimos por las callejuelas que rodean a la Plaça Prim. A veces deteniéndonos para contemplar algún detalle que nos señalaba, a veces para saludar a alguien que nos encontrábamos por el camino, como alguien que dijo llamarse Richard Fields, o más tarde con Enrique Vila-Matas.

Esteban Feune de Colombi como Robert Walser con Enrique Vila-Matas

Fotografía de Trini Moliterno

Enrique Vila-Matas fue el primero que me habló de Robert Walser. En realidad nunca he hablado con Vila-Matas, pero fue leyéndole a él (otra forma de hablar con alguien, ya sea vivo o muerto) cuando muchos de nosotros nos enteramos de que existía un tal Robert Walser. Para quien no lo conozca, Vila-Matas es un escritor que escribe mucho sobre otros escritores en sus libros. Lo curioso es que la gente parece que sólo le viene a dar las gracias por haberle descubierto a Robert Walser. Por lo visto eso va diciendo él. O eso dice Marc Caellas en esta entrevista. Vila-Matas se encontró con Walser en Poblenou y el mundo siguió avanzando aunque, si me hubiesen pedido mi opinión con antelación, hubiese imaginado que tal paradoja espacio-temporal era demasiado arriesgada y no traería más que desgracias. Pero no, acercándome por la espalda hasta el límite de la educación escuché cómo Vila-Matas le contaba la historia de cuando visitó hace un tiempo el manicomio donde Robert Walser pasó los últimos años de su vida por voluntad propia. Vila-Matas pidió entrar en la habitación de Walser y pasar un tiempo allí. No era el primero que pedía algo así. No le dejaron. A parte de lo inquietante de hablar con un muerto sobre tu viaje al escenario de su propia muerte, rodeado por curiosos paseantes desconocidos que invaden tu espacio vital para escuchar la conversación, por lo demás la cosa transcurrió sin incidentes remarcables. Afortunadamente.

Esteban Feune de Colombi como Robert Walser con Carolina Torres Topaga

Fotografía de Javier López Menacho

Pasear me es imprescindible, para animarme y para mantener el contacto con el mundo vivo, sin cuyas sensaciones no podría escribir media letra más ni producir el más leve poema en verso o prosa. Sin pasear estaría muerto, y mi profesión, a la que amo apasionadamente, estaría aniquilada.

Yo te entiendo, Robert.

Sin pasear y recibir informes no podría tampoco rendir informe alguno ni redactar el más mínimo artículo, y no digamos toda una novela corta. Sin pasear no podría hacer observaciones ni estudios. Una persona tan inteligente y despierta como usted podrá entender y entenderá esto al instante.

De verdad que te entiendo, Robert Walser. Pero sabes que no todo el mundo piensa así. No sé si por falta de inteligencia o por maldad.

En un bello y dilatado paseo se me ocurren mil ideas aprovechables y útiles. Encerrado en casa, me arruinaría y secaría miserablemente. Para mí pasear no sólo es sano y bello, sino también conveniente y útil. Un paseo me estimula profesionalmente y a la vez me da gusto y alegría en el terreno personal; me recrea y consuela y alegra, es para mí un placer y al mismo tiempo tiene la cualidad de que me excita y acicatea a seguir creando, en tanto que me ofrece como material numerosos objetos pequeños y grandes que después, en casa, elaboro con celo y diligencia.

Robert, todo esto me suena a justificación. Hay que trabajar, lo habrás oído cientos de veces. ¿En qué año escribiste El paseo? En 1917, ¿no? Madre mía. ¿En plena Primera guerra mundial? ¿El año de la Revolución rusa? Es una mierda que lo hayas tenido que pasar tan mal, Robert. Pero a mí no me tienes que convencer. Opino como tú y estoy de tu lado. Sobran las justificaciones, de verdad.

Fotografía de Mario Hinojos.

Fotografía de Mario Hinojos.

Walser nos llevó a la librería Nollegiu (qué buena pinta de librería), donde tuvo unas palabras con su librero. También se las tuvo con un establecimiento de belleza de la Rambla de Poblenou, avergonzó un poco a una chica que estaba sentada tranquilamente en una terraza a quien confundió con una actriz, le acompañamos a forrar su paraguas en un bingo, escuchamos con él a la maravillosa cantante Maria Dolors Aldea (la cantante del f.r.a.n.z.p.e.t.e.r. de Sergi Fäustino, hijo suyo, por cierto) asomada a un balcón del Casino de l’Aliança de Poblenou, entramos en la iglesia evangelista que hay al lado de una sede de Alcohólicos anónimos, fuimos a una oficina de La Caixa para ver cómo Walser contestaba a través de la cámara de videovigilancia a una desconsiderada carta que el director de su sucursal le había enviado (puedo asegurar que era totalmente desconsiderada y puedo asegurar que era de La Caixa porque llevaba su membrete), acompañamos a Walser a comer con una señora en el HiJauhUSB?, nos dieron un plato de ensalada de cuscús y una copa de cava, pero parece que Robert no estuvo muy cómodo ahí y decidió marcharse de improviso. Le seguimos hasta el solar donde se levantaba antaño la fábrica de Can Culleretes. Ya casi cuando anochecía, se despidió de nosotros uno a uno, de la misma manera como nos había dado la bienvenida, y le vimos alejarse y desaparecer.

Por lo visto, este tipo que consigue hacerte creer que estás con el mismísimo Robert Walser es Esteban Feune de Colombi, un argentino de origen suizo conchabado con Marc Caellas para llevar El paseo a las calles de barrios de Buenos Aires, Bogotá, Madrid (en Usera, sí, sí, en el, ejem, sólo-se-oyen-cosas-buenas-de-él Fringe, en donde contó con la colaboración de Bárbara Bañuelos) o Barcelona, en donde, además de los ya nombrados, disfrutamos de una genial interpretación de Carolina Torres Topaga, tan buena que quienes no la conocían creyeron que se trataba realmente de alguien que pasaba por allí. Esa es una de las gracias de llevar esto a la calle. Por una parte parece lógica pura que algo que se llama El paseo, y que relata un paseo, se muestre paseando. Por otra parte eso hace que cada vez sea diferente, que se confunda constantemente la realidad con la ficción y que entremos todos en un estado sumamente intrigante tanto para los paseantes conscientes como para los propios habitantes de esos lugares que van siendo enmarcados para nuestra contemplación y que nos miran extrañados en cuanto notan que algo se está saliendo del guión porque, simplemente, un grupo de paseantes observan lo que pasa a su alrededor. Una contemplación de la vida misma, en algunos casos, sin más (porque no es necesario más) y, en otros, aderezados por el magnífico texto de Robert Walser, interpretado tan admirablemente por Esteban Feune de Colombi que hace que te olvides de tus prejuicios sobre el mal llamado teatro de texto. Es todo una cuestión de estilo. Seamos sinceros y malos: en otras manos ¿cómo hubiese acabado todo esto? Me da repelús imaginármelo. Y en cambio, qué maravilla volver a casa y encontrarse con la guinda de ese mail firmado por ese entrañable tipo del sombrero.

Al paseante le acompaña siempre algo curioso, reflexivo y fantástico, y sería tonto si no lo tuviera en cuenta o incluso lo apartara de sí; pero no lo hace; más bien da la bienvenida a toda clase de extrañas y peculiares manifestaciones, hace amistad y confraterniza con ellas, porque le encantan, las convierte en cuerpos con esencia y configuración, les da formación y ánima, mientras ellas por su parte lo animan y forman. En una palabra, me gano el pan de cada día pensando, cavilando, hurgando, excavando, meditando, inventando, analizando, investigando y paseando tan a disgusto como el que más. ¡Y aunque quizá ponga la cara más complacida del mundo soy serio y concienzudo en grado sumo, y aunque no parezca más que delicado y soñador soy un sólido experto! Espero que todas estas detalladas explicaciones le convenzan de mis sinceras aspiraciones y le satisfagan plenamente.

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La cuarta temporada de Master completa

Los amantes del papel, de los libros electrónicos y de otras inquietantes perversiones estáis invitados a descargaros la cuarta temporada de Master completa en PDF. Son 21 capítulos y 23 páginas.

Si alguien se ha incorporado recientemente a la serie y se ha quedado con ganas de más, aquí se puede poner al día. Encontraréis un libro, unos vídeos y un programa de radio. Ideal para las vacaciones. Es posible que los más veteranos descubran nuevas perspectivas revisando ahora los capítulos anteriores.

Ha sido un placer publicar en Teatron cada día durante este mes de julio. Espero no haber sido demasiado pesado. Había cosas que quería contaros. Ahí están, en esos enlaces. A veces me he sentido como si estuviese haciendo una performance casi en directo porque los episodios los he ido escribiendo sobre la marcha y en un par de ocasiones casi me pilla el toro. Aunque a veces he sufrido por eso, también ha sido divertido y algo así como excitante. He comprobado una vez más que tampoco pasa nada por escribir sin mirar demasiado hacia atrás.

La imagen de esta temporada la encontré pegada en la pared en el carrer Verdaguer i Callís de Barcelona, justo enfrente del Antic Teatre. La he utilizado sin pedir permiso porque no sé de quién es. Gracias a su autor.

La cuarta temporada en principio no tiene un título (como el resto, excepto quizá la tercera temporada), pero en la carpeta donde la he ido creando pone Ucronía. Lo digo para los despistados.

Si me pongo a hablar sobre Master no acabaría nunca pero, de momento, quizá sea mejor que me calle un poco porque me parece que últimamente ya he hablado demasiado. Sólo diré que es evidente que Master vive en una realidad paralela, ahora sí. Por cuánto tiempo no sabría deciros. Quizá mejor que continúe allí, de momento. No parece que lo esté pasando muy mal.

Si alguien no puede dormir por las noches por culpa de estos últimos capítulos puede contactar conmigo para intentar aliviar su curiosidad. Procuraré ayudarle. Pero, escuchad, dicen que el amigo William Burroughs dejó dicho en alguna parte que No estabas allí al principio. Tampoco estabas allí al final… Tu conocimiento de lo que está pasando sólo puede ser superficial y relativo. Tampoco seré yo quien contradiga al bueno de William.

Gúelcom guiris, bye bye Barcelona

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Master 4×21

¿Pero entonces me estás diciendo que si no hubiese sido por Lucía ahora no estaríamos tú y yo aquí, en la cama, tan a gusto? Sólo intentaba explicarte por qué Lucía es alguien tan especial y por qué es alguien importante para mí y no sólo para mí. A mí me parece que esta versión de los hechos es como si le quitases valor al triunfo del 15M, como si todo hubiese sido fruto de la obra milagrosa de una maestra jedi o algo así. No, yo no pienso eso. ¿Ah no? No, las magias de Lucía no son nada sin la energía de toda la gente que la acompaña, ella sólo es capaz de leer el código mejor que nadie y ha desarrollado ciertas habilidades porque es alguien extremadamente sensible y porque es alguien que ha currado mucho en una dirección que la mayoría de gente no se atreve a explorar o ignora que existe o no quiere creer en que existe, porque desde mucho antes de que nosotros naciésemos mucha gente ha gastado mucho tiempo y muchas energías en convencerles de que eso son bobadas, pero la verdad es que muchos serían capaces de hacer lo que hace Lucía y, de hecho, muchos lo hacen, consciente o inconscientemente. Como los que la liaron ese día. Como los que la liaron ese día y como los que empujaron para que eso sucediese durante mucho tiempo antes, meses, años, incluso siglos, y como muchos que siguen empujando ahora para mantener a salvo lo poco que hemos conseguido. ¿Te parece poco lo que se ha conseguido? Liang Liang, o nos salvamos todos o no se salvará nadie. Ya, eso es verdad. Y no te olvides de los que juegan en el equipo contrario. ¿A qué te refieres? Lucía no es la única que puede hacer cosas raras, hay mucha otra gente como Lucía que se dedica a hacer la vida imposible a Lucía y a los que vamos con el equipo de Lucía. Master, ¿tú en qué liga juegas? En la misma que tú. Uf, me estoy perdiendo, pero vale, no te voy a preguntar nunca más por ninguna de tus amigas, te lo prometo. Pues yo creo que, si os conocieseis, Lucía y tú os caerías muy bien. No lo dudo. Os parecéis mucho. Pero si yo soy china. No me refiero a eso, pero si quieres cambiar de tema me parece bien. Pequeño maestro jedi negro que juegas en la liga de las estrellas, ¿cómo le vamos a llamar a nuestro grupo? No sé, ven aquí y dame un beso a ver si me viene a la cabeza. Llama a Lucía, ella es especialista en adivinar nombres. Ahora la llamo y te la presento pero antes dame un beso, pequeña china loca. Toma un beso, idiota.

 

++++++++++++++++ FIN DE LA CUARTA TEMPORADA +++++++++++++++++

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Master 4×20

Cuando Lucía llegó a Sol, con su colega y con todos los que estaban con Lucía en Callao, cuando llegaron eran más de las doce de la noche y comenzaban a ser ya unos cuantos porque la gente se iba enviando mensajes y, sobre todo, la gente iba tuiteando y eso. Ya, yo vi esos tuits y me daba mucha rabia estar en París y perdérmelo, aunque si hubiese estado en Barcelona también me lo hubiese perdido. Bueno, en Barcelona pasaban otras cosas, yo estaba en Barcelona. Ya, pero el lío gordo esa noche se montó en Madrid. Sí, eso es verdad, esa noche se montó la primera asamblea en Sol, pero es curioso que la gente no hablaba de política, hablaban de cómo organizarse para pasar la noche en la plaza. Eso también es política. Había gente que llegaba con sus sacos de dormir pero decidieron organizarse para ir a buscar mantas, cartones para el suelo, cubos de basura y alguien cogió unos hierros de unas obras que había por allí, no sé muy bien para qué. ¿Para qué querían unos hierros? No sé, pero es un detalle importante porque pudo cambiarlo todo. ¿Y eso? Como a las dos y media de la madrugada, justo después de que acabase la primera asamblea, vinieron a visitarles un par de furgonas llenas de antidisturbios. Joder. Y ahí entra en acción Lucía. ¿Ah, sí? Lucía y una de las abogadas se ofrecieron para ir a mediar con la policía. Vaya con Lucía. Lucía es una chiquilla muy maja, así como tú, muy guapita y con pinta de no haber roto nunca un plato y la otra chica por el estilo, fue como si enviasen a dos angelitos a hablar con los polis, dos chicas jóvenes y guapas, los policías van y ven a dos seres angelicales e inocentes que se acercan a ellos con su mejor sonrisa. Como si los polis fuesen gente sensible. Bueno, no creo, pero no sabían con quién se las veían, o sí, el caso es que Lucía y la otra chica se acercan y les dicen hola. ¿Y los polis? Pues los polis les preguntan que qué andan haciendo a esas horas toda esa gente en la plaza y Lucía les dice que se quieren quedar a dormir. Madre mía. Y el poli se las mira con una mirada de esas que sería suficiente para salir corriendo y ahí es donde Lucía la lió. ¿Cómo que la lió? Sí, la lió, a Lucía eso ya le había pasado otras veces y, no sé cómo contártelo para que no parezca más raro de lo que es, que no es que no sea raro, pero Lucía se te pone delante, te mira a los ojos y es capaz de persuadir a una docena de antidisturbios para que cuiden a su hijo. ¿Tiene hijos, Lucía? No, pero es un ejemplo. Venga, va, ¿qué les dijo Lucía? Lucía les dijo que no querían problemas, que iban a respetar la normativa, que no iban a beber alcohol y que no iban a ensuciar nada. ¿Y ya está? No, hizo lo que suele hacer en estas ocasiones: llamó por su nombre al poli que estaba al mando y le dijo que llamase a su superior. ¿Cómo que le llamó por su nombre? Sí, es algo que ya le había dado resultado otras veces. ¿Qué quieres decir, cómo sabía cómo se llamaba el poli, lo conocía? No, no lo conocía, lo adivinó, por decirlo de alguna manera. ¿Cómo que lo adivinó? Sí, Lucía tiene ciertas habilidades que no son fáciles de explicar. ¿Me estás diciendo que puede leer el pensamiento o qué? No exactamente, es como si pudiese captar cosas que flotan en el aire y que no todo el mundo es capaz de percibir. Venga ya. El caso es que le dijo al poli, mira Juan (o como se llamase), esto no va contigo, llama ahora mismo a tu superior y dile de mi parte que nos vamos a quedar a dormir aquí y que si tu superior quiere convencernos de lo contrario tendrá que venir él mismo a esta plaza y llevarme a rastras. Madre mía, no me lo puedo creer, ¿y después de decir tamaña desfachatez no se le tiraron encima los antidisturbios? No, el poli, que debía estar flipando de que Lucía supiese su nombre, se quedó como se quedan todos con Lucía, entre medio atontado y medio histérico, hizo unas llamaditas y le dijo que vale, que se podían quedar, pero que les dijese a sus compañeros que devolviesen los hierros que habían cogido de la obra para que nadie les pudiese acusar de robo. No me lo puedo creer. Créetelo.

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