Notas que patinan #75 | El ojo de la mente

El ojo de la mente (Splinter of the mind’s eye) es una novela escrita en 1978 por Alan Dean Foster, después del estreno de Star Wars, que narra una aventura posterior protagonizada por algunos de los personajes de la película. A mi abuelo materno se la debieron regalar en alguna sucursal del Banco Popular, en Barcelona, el día de Sant Jordi de 1978, a juzgar por la pegatina que aparece en la portada del libro. En esa época los bancos solían regalar libros por Sant Jordi. Ahora, si te descuidas, te cobran por respirar el aire de su oficina. La cara amable del fascismo. Me encontré ese libro en la casa de mis abuelos hace dos semanas, mientras pasaba unos días en la aldea gallega de donde proviene mi familia. Me llamó la atención porque mira que he revisado veces la heterogénea fila de libros que hay en el armario del comedor (he encontrado cosas muy raras ahí) pero nunca me había fijado en ese libro tan curioso (por lo menos en ese contexto).

Portada del libro El ojo de la mente

En la novela, Luke Skywalker acompaña a la princesa Leia Organa a una importante reunión diplomática en el cuarto planeta de la estrella Circarpo Mayor. Después del enorme y valioso servicio prestado a la Alianza Rebelde en el primer episodio de la saga (que ahora es el cuarto: Star Wars: Episode IV – A New Hope), a Luke le proponen recompensarle con un cargo de  general o así. Pero él les dice que lo que preferiría es seguir siendo piloto. Por lo visto, eso algunos no acaban de entenderlo pero algún mandamás reflexiona y llega a la conclusión de que no es mala idea porque, como general o similar, Luke Skywalker podría ser un objetivo mucho más fácil para el Imperio, en cambio como piloto Luke puede seguir prestando grandes servicios a la Alianza Rebelde sin llamar tanto la atención. Es por eso que Luke, totalmente enamorado de la princesa Leia, lo que dicen que es la causa de que este libro haya caído en un planificado ostracismo (porque en episodios posteriores, pero no en el momento en el que se escribe el libro, a George Lucas se le ocurrió que Luke y Leia eran hermanos, lo que convierte los escarceos de esta novela en un escandaloso incesto), escolta a la princesa en esta misión especial en la que deben encontrarse con los representantes de un pueblo que está dudando si sumarse a la rebelión contra el Imperio o quedarse como está. La misión es muy importante porque otro pueblo de otro sistema ha declarado que si los circandianos se rebelan ellos también se rebelarán. Así funcionan las revoluciones, amigos.

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El caso es que, cuando ya están llegando, Leia tiene un problema en el motor de su nave y decide bajar al primer planeta que le pilla cerca en un aterrizaje de emergencia. Y Luke, aunque percibe malas vibraciones, no tiene más remedio que seguirla. No voy a destripar toda la novela, por si alguien se la quiere leer. El caso es que, aunque no me pareció nada del otro mundo, en esa novela, leída mientras contemplaba extasiado lo que la primavera puede hacer con una exuberante naturaleza galaica, he ido encontrando algunas joyitas. Señales, indicios, pequeñas visiones, chorradas… Y quiero compartir con vosotros una de ellas.

Portada del libro El ojo de la mente en edición original

Os pongo en contexto. Es el día 19 de mayo de 2016. Barcelona en Comú, la Alianza Rebelde que hace un año conquistó la alcaldía de Barcelona, ha decidido pactar la entrada en el gobierno de la ciudad del partido de los socialistas catalanes (así se hacen llamar, suponemos que, lo de socialistas, más que nada, por una tradición que proviene de la época de cuando se publicó El ojo de la mente, cuando aún coleaba la dictadura del Imperio, que duró oficialmente la friolera de 40 años, aunque algunos rebeldes sostienen que aún no ha acabado). Se ve que, después de un año gobernando el Ayuntamiento de Barcelona, en minoría, 11 concejales de 41, BComú decide que no puede seguir gobernando en condiciones si no suman a otros partidos al gobierno. El único que acepta el reto es el PSC (los socialistas). Deciden gobernar con ese partido, a pesar de que siguen en minoría porque el PSC sólo aporta 4 concejales más. Tienen sus razones (el primer teniente de alcalde Gerardo Pisarello las explica en esta entrevista). El PSC acepta apoyar una serie de medidas que BComú necesita sacar adelante. A cambio, Jaume Collboni, el líder del PSC imputado en un delito de corrupción (escalofrío), será segundo teniente de alcalde y se encargará de Promoción Económica, Empresa, Cultura e Innovación (conceptos que, uno al lado del otro, provocan algunos escalofríos más entre las filas rebeldes). Lo primero que hace Collboni es proponer a un hombre de su confianza, Xavier Marcé, como comisionado de Cultura. Xavier Marcé es exdirector general del Institut Català d’Empreses Culturals y vicepresidente del Grupo Focus (otro escalofrío). Para los miembros de la Alianza Rebelde eso viene a ser un representante del Imperio, del lado oscuro de la Fuerza. El griterío entre las fuerzas rebeldes es tal que a los dos días Jaume Collboni decide retirar esa propuesta. Supongamos que no conviene estirar la cuerda tanto cuando las bases de BComú aún tienen que refrendar el pacto en una votación cibernética. Quizás la propuesta del PSC no reflejaba de la mejor manera lo que había sido la política de BComú en materia cultural hasta ahora, dice Pisarello. Si cuando amplías el gobierno lo amplías con gente que tienes que atar en corto, ¿no es un sinsentido?, le pregunta el periodista Yeray S. Iborra en la entrevista citada, en eldiario.es. Pisarello se ríe y contesta que Bueno, gestionar un Ayuntamiento siempre es una maratón y te exige muchísima dedicación y sin duda, como en cualquier gobierno de coalición, habrá discrepancias pero se generarán dinámicas de confianza. Y si los acuerdos no se producen, todo es reversible en la vida.

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La votación para refrendar el acuerdo se produce. No votan muchos rebeldes (2.599) pero, según nos dicen, ganan los favorables al acuerdo de gobierno, por un 62,52 % contra un 32,82 %.  De los 853 que votaron en contra suponemos que muchos son gente relacionada con lo que llaman la Cultura, uno de los grupos más activos, dicen, en el nacimiento y auge de BComú, quienes, en cambio, sienten cómo ahora, son sacrificados en aras de un objetivo superior. A pesar de que algunas voces críticas recuerdan que todos los cambios profundos, en este y otros países, se han apoyado en cambios culturales de cierto calado, la realidad se plantea en estos términos: ¿a quién le interesa lo que llaman la Cultura? En Star Wars hay quien cree que lo que algunos llaman la Fuerza no es más que una superstición. Al final, esa Fuerza es la que acaba gobernando el Universo, pero solo unos pocos parecen darse cuenta. Y suelen ser tratados de locos.

Mientras tanto, en El ojo de la mente leo:

-Ésa es una de las cuestiones que está tan mal dentro del Imperio, Luke – comentó Leia entusiasmada-. Su arte se ha vuelto tan decadente como el gobierno. Ambos sufren la falta de vitalidad creadora. No fue la política sino esa vitalidad creadora lo que me condujo, al principio, a la Alianza. Es probable que políticamente fuera tan ingenua como tú.

-No lo comprendo -aseguró Luke secamente.

-Luke, mientras vivía en el palacio de mi padre me aburría terriblemente. El análisis de las razones por las que nada me divertía me llevó a descubrir que el Imperio había anulado todo pensamiento original. Los gobiernos totalitarios establecidos desde hace mucho tiempo temen todo tipo de expresión libre. Una escultura puede ser un manifiesto, una opinión por escrito puede convertirse en un grito de rebelión. De la estética corrompida a la política corrupta había un paso muy pequeño que la mayoría de las personas que me rodeaban ya habían descubierto.

Luke asintió: realmente le hubiera gustado comprender. Quería hacerlo porque, evidentemente, lo que la princesa acababa de decir era muy importante para ella.

Viñeta de un cómic basado en El ojo de la mente en el que Leia se enfrenta a Darth Vader

Evidentemente, lo que la princesa acababa de decir era muy importante para ella, Luke Skywalker, tanto que fue eso lo que la condujo a jugarse la vida en la Alianza Rebelde. Pero Luke no conseguía comprenderlo. Es cierto que el joven Skywalker aún no había completado su formación como jedi.  Quizá en el próximo episodio, cuando se encuentre con el gran maestro Yoda, Luke comprenda por fin. Eso si no es demasiado tarde, claro, porque, cuando Luke se encuentre con Yoda, la vida de Leia, Han Solo y Chewbacca estará en peligro y Luke se verá obligado a escoger entre completar su formación y convertirse en un verdadero jedi capaz de controlar la Fuerza o ir a lo loco a salvar a sus amigos de las garras de Darth Vader (uno que vaya si controla el lado oscuro de la Fuerza y la tiene todita puesta al servicio del Imperio) antes de que sea demasiado tarde. Vamos, lo de siempre. La lucha continúa. Que la Fuerza os acompañe.

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Notas que patinan #74 | Una habitación propia

En breve, El Mercat de les Flors de Barcelona, que depende de un consorcio entre el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat, debe renovar su dirección. La nueva dirección se decidirá en un concurso público cuyas bases aún deben redactarse. Para redactar estas bases, el Consell de la Cultura de Barcelona, dentro del Pla de Cultures 2016-2026, ha realizado en las últimas semanas un proceso participativo en el que se ha entrevistado al actual director y se ha realizado una sesión de trabajo con una mesa integrada por profesionales, colectivos de artistas independientes, fábricas y espacios de creación. Como último paso dentro de ese proceso, el viernes pasado participé en el debate público Quin Mercat de les Flors volem? No sólo estuve en el debate sino que también acepté la invitación que me enviaron los organizadores para participar en el taller sobre Programación/producción junto a 11 personas más, un taller que duró una hora y media y cuyas conclusiones presentamos en el debate posterior abierto al público y retransmitido por streaming.

Los otros dos talleres que se realizaron en paralelo al de Programación/producción, Buen gobierno y Mediación, también presentaron sus conclusiones en el mismo debate. A los participantes se nos avisó con poco tiempo y no todos recibieron el material de las sesiones: dos preguntas y algunos puntos destacados fruto de las discusiones de las sesiones anteriores. No es fácil aportar buenas ideas con tan poco espacio para la reflexión. También es verdad que si se pide mucho más esfuerzo de participación mucha gente que podría aportar buenas ideas se tiraría para atrás. Es una cuestión de equilibrio y no es fácil encontrarlo. En todo caso, me parece encomiable todo este esfuerzo organizativo. Desgraciadamente, hasta hace nada, podríamos decir que es algo que no pasaba todos los días. A pesar de la rapidez con la que se desarrolló el debate, entre las conclusiones de la mesa en la que participé se recogieron propuestas que me parecieron interesantes, como la de abrir la puerta a una dirección o curadoría compartidas o un mayor acompañamiento a los creadores no focalizado exclusivamente en la exhibición. Y también se dijo que el Mercat no puede hacerse cargo de todas las carencias de Catalunya, lo cual me pareció un mensaje directo a la representante del Departament de Cultura de la Generalitat, presente en el debate público posterior que, recordemos, tiene un jefe, el conseller de Cultura de la Generalitat, que va anunciando por ahí propuestas tan extemporáneas como la creación de una compañía nacional de danza catalana, con el ánimo, supongo, de subsanar una carencia real para la gente real. Pero, en general, tengo la impresión de que la mayoría de las respuestas a las preguntas planteadas se ponían a sí mismas un techo que se correspondía con las limitaciones de la situación actual. Me dio la impresión de que casi nadie piensa que esos techos pueden modificarse. Así es difícil imaginarse nada que se salga de los límites actuales. Por poner un ejemplo, si el Mercat dedica más esfuerzos a lo que no es puramente exhibición la tendencia es a pensar que habrá que disminuir la exhibición porque el presupuesto es el que es. El presupuesto anual del Mercat, por lo visto, es muchísimo menor que el del Festival Grec, por ejemplo. Nadie parece confiar en que esa relación presupuestaria pueda variar si, producto de todos estos debates, así se decidiese. Confieso que mi sensación, después de, en total, casi 4 horas de debate, es agridulce.

Debate público Quin Mercat de les Flors volem?

Hay algo que me llamó la atención. Si se hace un proceso participativo para decidir qué Mercat de les Flors queremos y, a parte de los que son llamados personalmente para las mesas de trabajo (como fue mi caso), la inmensa mayoría de los que acuden y participan son los seguidores de la actual línea artística del Mercat (porque son los únicos que se enteran de que se va a producir el debate o porque son los únicos a quienes interesa o porque nadie cree que lo que se decide en estos debates sea realmente vinculante, como insisten en afirmar sus organizadores, o por la razón que sea, que estaría bien analizar) las propuestas que salen reforzadas son las que quieren que todo siga igual, las posiciones continuistas y conservadoras de quienes lo único que temen es que algo cambie. Si el Mercat se define como un centro de la danza y las artes del movimiento (y no se pone en duda esta definición de cara a imaginar un nuevo futuro posible) está claro que lo que esta gente entiende por danza es lo que se va a potenciar (que, a lo bruto, y resumiendo, es lo que se entiende por danza contemporánea desde, pongamos, los años 90). Está claro que, en el subtítulo danza y artes del movimiento, las artes del movimiento es la coletilla, el cajón de sastre donde va a ir a parar todo lo que se salga de la ortodoxia de la danza, es decir, el circo (que, al menos tiene una etiqueta con los suficientes años de historia como para merecer un respeto) y el resto. Y en esos restitos están los que no encajan ni en la danza ni en el circo y que ni los del teatro ni los del cine ni las artes visuales ni la música (otras categorías consolidadas que tienen sus espacios y sus recursos perfectamente asignados) quieren acoger como algo propio.

Así no hay manera. En el Mercat de les Flors, en la lucha entre la danza y el resto gana la danza. El resto es una minoría étnica que tiene su cuota políticamente correcta pero que nadie, desde dentro, defiende como se merece ni nadie, desde dentro, acaba de sentir como suya. Se ve muy claro con el siguiente ejemplo: ¿os imagináis un Mercat de les Flors que se definiese como centro de las artes del movimiento y la danza? Así, en ese orden. El que va segundo es el hermano pequeño, a quien se trata como menor de edad, a quien se convence de que no puede tener los mismos derechos que el que va primero, a quien se convence de que no puede tener los mismos recursos ni la misma atención porque no tiene el mismo número de público, por ejemplo, aunque el público que nunca pisa el Mercat llene una y otra vez, repetidamente, nuestras propuestas cuando las programan en el Mercat. Y hasta nosotros mismos, los de la minoría étnica, nos llegamos a creer su discurso y pedimos perdón por ello. Pero, claro, nadie sabe si la minoría étnica no tiene el mismo número de público que los hermanos mayores (o más) porque no dispone de la misma atención por parte de la institución, ni del mismo presupuesto, ni de la misma publicidad, ni del mismo espacio en la programación, ni se presenta apropiadamente, porque quien tiene que ocuparse de ello ve a la minoría étnica como algo ajeno y cuando habla de ella o cuando no le queda más remedio que programarla siempre nos queda la sensación de que no le da el cuidado que necesita. Se ve claramente en el tratamiento que se le da en la comunicación del Mercat, incluso en el trato con el equipo técnico.  La minoría étnica presenta propuestas que no encajan con lo acostumbrado en la danza ni en el teatro y todos los creadores de la minoría étnica se quejan de lo mismo: ni el equipo técnico ni el artístico, salvo excepciones, entienden lo que estamos haciendo.

Pingüinos en el desierto

Nos piden que les enviemos urgentemente la descripción de una obra que coproducen ellos y que se estrenará de aquí a un año y les sorprende que no tengamos ninguna descripción cuando ni siquiera hemos creado la obra, me comenta un creador de la minoría étnica. Es decir, no entienden cómo funciona el proceso de creación de un creador de la minoría étnica. Quieren por anticipado los requisitos técnicos de las luces de un espectáculo necesarios para una residencia de creación en la que lo que se pretende es descubrir a través de un trabajo colectivo qué necesidades técnicas de luces vamos a tener, me dicen un colectivo de creadores de la minoría étnica. Pero si la residencia es para eso… Piensan que somos pocos profesionales y lo que pasa es que desconocen cómo se hace nuestro trabajo.

Se me ocurre que quizá podrían cambiar las cosas si en el proceso participativo para decidir qué Mercat queremos los miembros de la minoría étnica que, de vez en cuando y a cuentagotas, es acogida en la cuota que el Mercat destina a lo que no es danza, participase activamente y propusiese un giro radical hacia sus posiciones. Pero me da la impresión de que, después de 10 años de un Mercat con una línea muy clara en favor de la danza, esa comunidad a quien se trata como una minoría étnica tiene muy asumido que el Mercat no les quiere. Por tanto, esa minoría étnica no siente el Mercat como algo propio por lo que luchar, muy al contrario que los representantes de la danza, que tienen muy claro que el Mercat es su casa y defienden muy bien sus posiciones, temerosos de que el proceso participativo esté juzgando la labor del Mercat de estos últimos años, una labor que sus seguidores dejan bien claro que apoyan sin fisuras, cuando en realidad no se trata de juzgar a nadie sino de imaginar el Mercat que queremos. Está claro que, como comprobé en numerosas ocasiones durante el taller previo y el debate, cuanto más entregado estás a la causa menos capacidad para imaginar ningún cambio: quieres que todo siga igual. Es comprensible.

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En el debate se nombró 400 veces la palabra danza. Una persona del público relacionada con el circo se quejó de eso. Yo mismo le recordé que una de las cuestiones que recogimos como primer punto de consenso en el grupo con el que estuve debatiendo sobre programación y producción fue que estaría bien que el Mercat asumiese un término más amplio como puede ser el de artes en vivo, una etiqueta más que, a mí, personalmente, se me queda corta. De hecho, en el grupo hablamos de que da igual la etiqueta, que el Mercat debe prestar atención a lo que está ocurriendo aquí y ahora, tenga la etiqueta que tenga. Pero, claro, incluso mientras se supone que llegábamos a ese consenso pero, sobre todo, una vez en el debate público, mi sensación es que lo que se sobreentiende es que el Mercat debe prestar atención a lo que está ocurriendo siempre y cuando esté ocurriendo en el territorio de la danza y las artes del movimiento. Es decir, nos encontramos como al principio. A lo máximo a lo que podemos aspirar los de la minoría étnica mientras compartamos piso con los de la danza y, en menor medida, con el circo es a tener una habitación mucho más pequeña que los de la danza y no mucho más grande que la del circo. Si estuviésemos en otro contexto, si se hiciese ese mismo proceso participativo en un lugar como el Teatre Lliure, sospecho que nos pasaría igual: en ningún caso podemos tener una habitación como los del teatro (acordaos del ciclo Radicals Lliure, por mucho que algunos que lo criticaban ahora lo añoren no era más que una anécdota en la programación del Lliure) y siempre bajo tutela de los hermanos mayores, los de la danza o los del teatro, que para ellos se construyó la casa donde tenemos la suerte de que nos dejen pasar algún tiempo, de vez en cuando, y sin mostrarnos mucho, no sea que espantemos a las visitas.

Familia de punks

Todo esto me conduce a la siguiente conclusión: parece que por mucho que se introduzcan algunas propuestas políticamente correctas en las bases de la convocatoria para dirigir el Mercat, quien lo dirija en el futuro inmediato va a tener que rendir cuentas al sector mayoritario pro-danza. Quizá la nueva dirección sea más sensible a la minoría étnica, siempre y cuando pueda encontrar argumentos para hacerla pasar por artes del movimiento con disimulo y sin molestar demasiado a los legítimos propietarios del Mercat, es decir, a los de la danza.

Esto es muy cansino. Muchos de nosotros no pertenecemos ni a la danza ni al teatro. Algunos estamos hartos de que se refieran a nosotros con la coletilla artes del movimiento, siempre detrás de la danza. O artes escénicas multidisciplinares o híbridas siempre detrás del teatro. O artes en vivo cuando no nos acabamos de creer esa terminología y simplemente hemos llegado a ella como un mal menor al que agarrarnos para que nos identifiquen como un grupo de gente que no somos danza ni teatro ni artes visuales ni música ni literatura, porque no tenemos prejuicios de disciplina y, en la mayoría de casos, sólo utilizamos etiquetas respetables por obligación, porque esos que quieren hacernos de hermanos mayores no entienden el mundo más que de esa manera. ¿Eres heterosexual, eres homosexual, eres lesbiana, eres trans? ¿Qué eres? A mí me da igual tu orientación sexual y estoy harto de que se utilice para dividirnos. Y ni siquiera quiero hacer apología de lo queer y que eso se convierta en mi bandera. ¿Eres blanco, eres negro, eres mulato? No juzgo a la gente por su color de piel. Somos creadores, artistas, hacedores, artesanos, trabajadores. Da igual, cada uno que se defina como quiera (o que no se defina) pero no les añadáis más adjetivos porque definitivamente, a muchos, no nos representan.

Nirvana?

Por otra parte, es curioso descubrir que el objetivo del Mercat de les Flors, cuando se fundó en los años 80, era ser un espacio escénico destinado a las nuevas tendencias, otra etiqueta más que, seguramente, en aquellos años era la que estaba en boga para referirse a gente como nosotros. Y es gracioso recordar que en el año 2006, es decir, hace sólo 10 años, tras el cierre de l’Espai de Dansa i Música, gestionado por la Generalitat, la gente de la danza se quejó de la falta de espacios e infraestructuras destinadas a la danza y fue esa la razón de que el Mercat se convirtiese en un centro para la danza y las artes del movimiento: para acoger a la gente de la danza, que se había quedado sin espacios. Es decir, la gente de la danza, en su diáspora, ocupa ahora una tierra prometida habitada décadas atras por otras gentes que, diez años más tarde, se han convertido en una minoría étnica incluso en la que, en principio, debía ser su propia casa. Para eso sirve la memoria. Te enteras de cosas curiosas. Para eso sirve el olvido. Repites algo durante diez años y se convierte en la realidad inmutable que nadie osa poner en duda.

Maria Aurèlia Capmany

Decía Virgina Woolf que una mujer, si quiere ser escritora, necesita su propia habitación. Yo no sé si ha llegado el momento de reclamar que nos dejen vivir tranquilos en nuestra propia habitación, en vez de pelearnos constantemente para que nos dejen la habitación de invitados, de prestado, de vez en cuando, en los templos de la danza, del teatro o de las artes visuales. Deberíamos disponer de nuestra propia habitación, un lugar donde no tengamos que justificarnos constantemente por las cosas que hacemos y podamos encontrarnos tranquilamente con quien quiera acercarse por nuestra casa. Incluso donde, como sostiene Valcárcel Medina, todos seamos artistas y se diluya esa marcada diferencia que acaba en perversiones como intentar crear públicos que nos sostengan. Un sitio recogidito pero con las puertas abiertas de par en par, donde no se le pregunte a nadie por su procedencia, que no pida a nadie que se disfrace para que parezca que practica la misma respetable disciplina de los propietarios de la casa, que pueda cambiar constantemente de disciplina sin tener que pedir perdón, que no sea la disciplina lo que nos una como, de hecho, no lo hace. Muchos nos reconocemos en una manera de entender la creación que no tiene que ver con nada de todo eso. Nos gusta mezclarnos con gente diferente, todo lo que aún no tiene etiquetas, y también lo que tiene etiquetas perfectamente definidas. Nos da igual eso. No nos representa nadie, ni las asociaciones de danza, ni las de teatro, ni las de artistas visuales, ni las de músicos, ni las de escritores, ni las de cine. Esa es la gracia. Pero no por eso dejamos de compartir una misma comunidad o de habitar en comunidades hermanas. Nos dicen que debemos organizarnos y formar una asociación de profesionales para que las instituciones puedan dialogar con nosotros. Pero llevamos años organizados, sólo que no nos damos ni cuenta porque nos hemos creído que sólo estamos asociados si pagamos una cuota anual a algo que se llame Asociación de Profesionales de lo que sea con unos portavoces que irán a sitios y dirán que hablan en nombre de todos nosotros. Pero no es verdad, llevamos organizándonos de otras maneras, mucho más horizontales, donde la comunicación es directa y la libertad de acción e independencia de cada uno es total. ¿Cuántos años hace que existe Teatron? ¿Cuántos usuarios tiene Teatron? ¿Acaso los movimientos ciudadanos que han llegado al poder municipal tienen carnet de partido? ¿No pertenecemos a ellos y participamos en sus decisiones sólo con registrarnos en una web?

La habitación de Virgina Woolf

Los miembros de esta comunidad y otros electrones libres con quienes nos encontramos constantemente nos reconocemos y compartimos muchas cosas. Entre las más importantes es la de ser considerados una especie de minoría étnica. Mucha gente piensa que lo que pasa en esas minorías étnicas es de lo más apasionante que está sucediendo dentro del mundo de la creación, aquí, en Barcelona, en España y, algunos dicen, los que vienen de otros lugares míticos europeos, por ejemplo, que quizá sea algo que muchos de esos lugares míticos europeos envidiarían si supiesen de su existencia. Quizá en vez de intentar parecernos a las socialdemocracias europeas en declive deberíamos sacar pecho de movimientos y energías que puede que dentro de unos años acaben siendo modelos de referencia en otros lugares. Este tipo de minorías étnicas quizá deberían ser uno de los bienes más preciados en ciudades como Barcelona, quizá debería recibir una atención directa y no ocuparse de ella como la hermanita pobre a quien hay que atender con una cuota. Y el gobierno de esta ciudad, Barcelona, como el de Madrid y otras ciudades donde precisamente los movimientos ciudadanos han llegado al poder (unos movimientos que hasta hace poco eran tratados como una minoría étnica), deberían entender eso mejor que nadie, prestarle la debida atención y quizá dotar a la presunta minoría étnica de sus propios espacios y recursos no tutelados por los hermanos mayores de siempre. En vez de pasarnos el día discutiendo con los hermanos mayores sobre cuestiones tan obvias que no merecen ni un segundo de nuestras conversaciones cuando nos encontramos con el resto de nuestros hermanos, ahora que ya tenemos una edad (y antes de entrar en el geriátrico), ¿qué tal si tuviésemos la oportunidad de jugar en nuestra propia habitación sin molestar a nadie? Ese sí que sería un verdadero y revolucionario cambio.

 

 

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Notas que patinan #73: Bad Translation de Cris Blanco y sus secuaces

Foto promocional de Bad Translation de Cris Blanco

Cris Blanco lo ha vuelto a hacer. El domingo pasado asistí al pre-estreno de Bad Translation en el Teatre Alegria de Terrassa, junto a más de 80 personas (la sala abarrotada) que aplaudieron a rabiar a Cris Blanco y sus secuaces (Óscar Bueno, Cris Celada, Javi Cruz y Amaranta Velarde en escena, Ayara Hernández como asistente artística y Sergio Roca Saiz en las luces). Este fin de semana es el estreno en Barcelona, en el Mercat de les Flors. Hace días que no quedan entradas ni para el viernes ni para el sábado. Han prorrogado al domingo pero las entradas se han agotado en 24 horas. Los afortunados que hayan conseguido una entrada lo verán en la Sala Pina Bausch, con capacidad para unas 100 personas. Haciendo cuentas me salen unas 400 personas, sin contar los que se van a quedar fuera. Está claro que todo esto no interesa a nadie. Los que se queden sin ver Bad Translation tendrán más oportunidades en unos meses: en La Casa Encendida en junio (de momento está previsto dos actuaciones) y en Las Naves de Valencia en otoño. Pero sabe a poco.

Bad Translation continúa en cierta manera la línea de El Agitador Vórtex (estrenada en otoño del 2014 en el Festival TNT de Terrassa) pero a lo bestia. Y eso que El Agitador Vórtex ya era algo muy bestia en el que Cris Blanco lo daba todo. En El Agitador Cris Blanco realiza una película en directo, que el público ve en una pantalla gigante, mientras vemos cómo Cris realiza en escena esa película con una vieja cámara de vídeo, con ella interpretando todos los papeles, todos los trucos a la vista y multitud de objetos y efectos especiales creados a mano por ella misma. Ahora, en Bad Translation son cinco en escena (ella incluida) y el número de objetos diría que, como mínimo, se ha triplicado. Si en El Agitador Vórtex Cris Blanco parecía que iba a morir en escena de la cantidad de actividad que desplegaba para conseguir crear en solitario la ilusión de que el público está viendo una película de acción, en Bad Translation ahora tenemos a cinco personas igualmente ocupadas en una actividad frenética para conseguir crear en una pantalla, con una cámara un poco más moderna, pero otra vez con todos los trucos a la vista, y con infinidad de objetos y efectos especiales creados a mano con la ayuda de todo el equipo, otra ilusión: la pantalla de un ordenador conectado a internet.

Bad Translation de Cris Blanco y compañía

En Bad Translation los performers son una especie de operarios encargados de cumplir los deseos de la usuaria del ordenador, una chica seguramente preocupada en exceso por su imagen en la red. Los performers, con la ayuda de la cámara, una segunda pantalla que les ayuda a ejecutar su trabajo con precisión, un fondo de escritorio gigante, multitud de objetos repartidos por escena, algunos micrófonos, pero sobre todo con sus propios cuerpos y voces, se encargan de recrear la experiencia de la usuaria analogizándola. Es decir, en Bad Translation toda nuestra experiencia digital se convierte en analógica al recrearla en escena. La flechita y la manita del puntero, los sonidos del clic del ratón y del teclado, las carpetas, la papelera de reciclaje, el navegador web, Google, el Google Translator, el Facebook, el me gusta, el Photoshop, las películas de vídeo, el Youtube, los propios vídeos que ves en Youtube, videoclips, notificaciones, el iTunes, los temas que escuchas en iTunes, el Skype, su tono de llamada, el reloj del ordenador, el salvapantallas… Un poco como en el Agitador Vórtex el público va de sorpresa en sorpresa comprobando cómo los performers van creando ilusión tras ilusión en la pantalla con el truco perfectamente a la vista en el escenario. Sólo que esta vez son cinco magníficos en el escenario y el follón que montan es realmente extraordinario. Hay coreografías, hay volteretas, hay música en directo, hay una historia, mucho humor, mucha energía y momentos de emoción. Y, como siempre en el caso del trabajo de Cris Blanco, muchas capas.

Os recomiendo la entrevista que Júlia Beltran le ha hecho a Cris en la televisión pública catalana. Desgraciadamente, no es habitual encontrarse con un buen tratamiento de este tipo de creaciones en los medios. Lo normal suele ser todo lo contrario: copy/paste mal hecho y chapuza sin cariño. Un día podríamos recopilar la cantidad de burradas que se llegan a decir, desde escribir cuatro veces mal – y diferente cada vez – el nombre de una persona a inventarse directamente lo que el periodista no sabe (en vez de preguntarlo). No es el caso de esta entrevista donde, además de conversar tranquilamente con Cris Blanco y de ver imágenes de la creación de Bad Translation, también se hace un repaso a su trayectoria.

Todo lo contrario, sintiéndolo mucho, pasa con el artículo que el Mercat de les Flors adjunta a la ficha del espectáculo en su web, que a parte de errores de bulto sobre la trayectoria de Cris Blanco, acaba centrándose en el apasionante tema de la traducción automática dando la impresión, equivocadamente, de que Bad Translation va de eso. Y no, a parte del título, no va de eso, no se confundan. Va de analogización, si queréis resaltar una sola cosa,  y de muchas otras cosas. Cada espectador verá una diferente. En el estreno en Terrassa algunos notamos cierta brecha entre el público de mayor edad menos acostumbrado a lo digital. Lo bueno es que algunos de ellos disfrutaron perfectamente la función sin haber experimentado nunca los originales que se analogizan en escena.

Pero, como en el resto de sus creaciones, el trabajo de Cris Blanco, a parte de admirarme y atraparme a partes iguales por la inteligencia y la emoción, a mí siempre me acaba remitiendo a lo mismo. Cris nos invita a mirar hacia lo que nos rodea como si lo viésemos por primera vez. Cada objeto, cada planta, cada piedra, hasta un ordenador, tiene vida, forma parte del misterio de la vida y está conectado entre sí. Y visto así, como lo ve, y nos lo hace ver Cris Blanco, es verdaderamente maravilloso. Da igual si la cosa va de películas de inspiración ochentera, de remezcla de géneros, de símbolos y señales cotidianas o de ciencia, la particular mirada de Cris Blanco, a parte de hacerse preguntas sobre todo ello, consigue que, al salir de cada performance, vea el mundo de una manera diferente a como lo veía antes de entrar y me fije en detalles que antes me pasaban desapercibidos. Nunca más podré sentarme ante un ordenador de la misma manera que antes de ver Bad Translation. A otros les pasan otras cosas en cada una de sus piezas, a los que les interesa el cine salen hablando de cine, los científicos de ciencia, los músicos de música, los que se fijan en la interpretación hablan de los recursos interpretativos, los de la coreografía ven eso también, los dramaturgos hablan de teatro, los teóricos de semiótica, los artistas visuales del tratamiento de los objetos y los intelectuales de lo que en el gremio se conoce como metamierda. Y lo bonito es que todo eso lo consigue con un estilo muy accesible que permite que cualquiera pueda disfrutarlo sin necesidad de ser un experto en nada de todo esto y sin ningún rastro de pedantería. Sí, se puede.

Por supuesto, en Bad Translation, nada de todo esto sería posible sin el increíble equipo que se ha reunido, todos con una trayectoria a sus espaldas de lo más interesante. Óscar Bueno colaboró con Cris en su anterior trabajo, pero es también el 50% de Poderío Vital y ahora mismo está metido en el proyecto colectivo N-340, que podrá verse pronto en el Antic Teatre. Cris Celada forma parte de El pollo campero y ha colaborado con El conde de Torrefiel en La chica de la agencia de viajes nos dijo que había piscina en el apartamento. Javi Cruz forma parte del colectivo El gato con moscas y también de PLAYdramaturgia, con el que ha realizado ya unos cuantos proyectos como Liberté, Egalité y Beyoncé. Amaranta Velarde ha creado piezas coreográficas como Lo natural, ha formado parte del colectivo ARTAS asociado a La Poderosa y presenta en el Antic Teatre la semana que viene Mix en scene. Y a Ayara Hernández la conocimos en la última edición del festival Sâlmon< dirigiendo Retrato de un monstruo, con Amaranta Velarde en escena. Un equipazo que en Bad Translation hace un trabajo realmente coral junto a Cris Blanco en el que todos participan de todo. Una manera de trabajar que, como todo lo anterior, es muy de agradecer.

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Bakalao vs Novios

Después del bonus track en homenaje a Master, el jueves 31 a las 20:00 en Soon in Tokio (Carrer de Nàpols 5 de Barcelona), traca final de las sesiones de porno musical amateur en el Nyamnyam dedicada al Bakalao (amateur) con concierto de Novios (con Pablo Gisbert) en la cocina mientras Iñaki Álvarez prepara un arroz de bacalao que degustaremos mientras pincha DJ Amarantis. La entrada (15€) incluye cena y vino. Imprescindible reservar en espai@nyamnyam.net (quedan muy pocas entradas).

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Más información sobre Todo lo que me gusta es musical, amateur o engorda.

Algunas imágenes y vídeos de las intervenciones:

Primera sesión: Orlando Gibbons

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Segunda y tercera sesión: Variaciones Goldberg

Bonus track: Homenaje a Master

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Todo lo que me gusta bonus track: homenaje a Master

Después de las tres excitantes sesiones de porno musical amateur en el Nyamnyam y antes de la traca final dedicada al Bakalao en la que podréis vivir de cerca un concierto de Novios (con Pablo Gisbert) en la cocina de Soon in Tokio mientras Iñaki Álvarez cocina un arroz de bacalao (jueves 31 a las 20:00, ya podéis ir reservando), el próximo jueves 24 a las 13:00 (reservas en espai@nyamnyam.net) os ofrecemos un bonus track en homenaje a Master en forma de excursión a un lugar desde donde tomar perspectiva geográfica e histórica. Saldremos desde el Nyamnyam (Carrer Pallars 94 de Barcelona) y estaremos de vuelta 4 horas más tarde. Cuesta 12€ con comida incluida.

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Master es un músico amigo mío de Santa Coloma, negro y charnego, que desapareció hace ahora cinco años en unas circunstancias aún no del todo aclaradas. Un año y medio después de su desaparición decidí iniciar una investigación y realicé una serie de entrevistas a amigos suyos que publiqué en este blog. Esas entrevistas acabaron en un libro que presentamos en el desaparecido y añorado bar La Ramona, en el Barrio chino de Barcelona.

En la fiesta de presentación de ese libro, que fue también el debut de Novios, tocó Calor, el grupo formado por Cris Blanco, Tanya Beyeler y Victoria Macarte. Ellas le dedicaron un tema a Master que podéis escuchar aquí.

Poco antes la última persona que compartió casa con él me hizo llegar un disco duro en el que encontré un videodiario realizado por el propio Master un año antes de su desaparición. Decidí publicar ese videodiario como una segunda temporada de una serie dedicada a mi amigo. Pero Master seguía sin aparecer.

Más tarde, en noviembre de 2013, Chus Domínguez, Nilo Gallego y Silvia Zayas me invitaron a intervenir en Un encuentro llamado 987 en el Musac de León y me propusieron que hablase sobre un tema: la comunidad. Acepté su invitación y le dediqué a Master un programa de radio realizado en directo y titulado Community Master en el que, a parte de escuchar música importante en la vida de Master (incluso un tema interpretado por él), conté algunas historias sobre Master y su relación con algunas de las comunidades de las que podríamos decir que ha formado parte a lo largo de su vida (o al menos yo lo veo así).

En verano del 2014, aún sin noticias de Master, decidí escribir un relato de ciencia ficción, una ucronía en la que imaginaba qué hubiese pasado si el 15M hubiese triunfado de una manera radicalmente diferente a como (lentamente) lo está haciendo. ¿Qué tiene que ver eso con Master? Pues es que se da la casualidad que Master desapareció unos días antes del 15M. En ese futuro ucrónico que corría paralelo a nuestro presente de entonces (julio de 2014) Master no habría desaparecido y viviría feliz en Las Ramblas, en una Barcelona en la que los guiris sí habrían desparecido, España habría abandonado el euro y la renta básica sería una realidad. En un concierto de El último vecino en el Sidecar, Master se habría enrollado con Liang Liang, una jovencita catalana de origen chino (una charnega aún más exótica que él) con la que, en teoría, estaría montando un nuevo grupo aunque, en realidad, pasasen más tiempo en la cama que ensayando. Publiqué en Teatron esa, podríamos llamarla así, cuarta temporada a un ritmo de un capítulo cada día, de lunes a viernes, durante todo el mes de julio de 2014. La podéis descargar en PDF si queréis leerla.

Pero, aunque hace tiempo que, en relación a este tema (y en relación a muchos otros, para qué nos vamos a engañar), ya no sé si distingo demasiado entre realidad y ficción, el paradero de Master sigue siendo un misterio.

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Por eso, el jueves le voy a dedicar un homenaje. Si queréis acompañarme viajaremos a una montaña sagrada donde comeremos empanada gallega de bacalao que cocinará mi madre. Una empanada que Master os aseguro que sabía apreciar.

Las imágenes que ilustran este post son las de la vista fea de la montaña. A mí me gusta más la que se ve por el otro lado, pero si queréis ver esa vista vais a tener que venir.

Todo lo que me gusta es musical, amateur o engorda | Bonus track: Homenaje a Master

Cuándo: Jueves 24 de marzo de 2016, 13:00
Dónde: Salida desde el Nyamnyam (Carrer Pallars 94, Barcelona). Luego pillaremos el metro y al final habrá que caminar 30 minutos.
Precio: 12€ con comida y bebida incluida
Duración aproximada: 4 horas (a las 17:00 podéis estar de vuelta)
Reservas: Imprescindible reservar a espai@nyamnyam.net

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Todo lo que me gusta es musical, amateur o engorda

Durante el mes de marzo estaré cada jueves a la hora de la comida en el Nyamnyam (el último día, a la hora de la cena) con esta movida. Habra música y comida rica cada día. Reservas en espai@nyamnyam.net

Cuándo: Jueves 3, 10, 17, 24, 31 de Marzo
Dónde: Espai nyamnyam (Carrer Pallars 94-96, 6º 1ª, Barcelona)/ de paseo / Soon in Tokyo (Carrer de Nàpols, 5)
Precio: 12€ mediodia / 15€ noche
Reserva: Enviando un email a espai@nyamnyam.net

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Más información en Espai Nyamnyam

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Presentació del fanzine Contracultura

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Dimecres es presenta el fanzine Contracultura al Casal de Barri Pou de la Figuera (Sant Pere més Baix, 70). En el fanzine trobareu un text meu escrit per a l’ocasió que porta per títol La contracultura s’ha fet gran. En ell explico la bonica història de com la contracultura ha arribat a l’edat madura en poc menys de set-centes paraules i utilitzant només tres noms propis però contundents: Ana Rosa Quintana, Hitler i el gran cap indi Seattle. Si en voleu un em sembla que haureu de venir a la presentació (no en tinc ni idea de com es distribuirà). Ens podem veure allà i celebrar el pròxim inici de les Saturnals amb una copa a la mà.

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Notas que patinan #72 | Pasado, presente y futuro

Esta semana, en Barcelona, hay dos ciclos llegando a su fin que comparten una particular mirada al pasado y, al mismo tiempo, una decidida apuesta por la creación y los creadores del presente (un aspecto destacable que evita que echar la vista atrás se convierta simplemente en quedarse anclado en el pasado). Y, a pesar de sus múltiples diferencias (no sólo sobre las disciplinas que abordan: las artes en vivo en un caso y el cine de animación en otro) y del diferente origen e idiosincrasia de sus organizadores y de los espacios donde se desarrollan, no es lo único que comparten. Comparten también una cierta reivindicación (nada dogmática) de la creación y los creadores locales, en algunos casos pioneros que, quizá por el hecho de serlo, no han tenido el reconocimiento que han tenido, tienen o tendrán otros que han sacado, sacan o sacarán tajada de sus hallazgos. Y puntualizo que esa reivindicación no es nada dogmática porque mezcla al mismo nivel a creadores consagrados con otros que no han tenido esa suerte. Este tipo de extrañas coincidencias es lo que se le aparece a mi retorcida mente (por supuesto, no tenéis por qué compartir mis particulares conexiones mentales) cuando me pongo a pensar en estos dos ciclos: Hacer Historia(s), el ciclo de retro-performances organizado por La Poderosa en colaboración con el Antic Teatre y la Sala Hiroshima (jueves, sábado y domingo a las 21:00, en La Poderosa, Carrer de la Riereta 18), y Del trazo al píxel, más de cien años de animación española, que organiza el CCCB (de jueves a domingo de 19:00 a 20:30, Carrer de Montalegre 5) comisariado por Carolina López (y que pronto se podrá ver en La Casa Encendida). Por horario y ubicación (La Poderosa está a 5 minutos caminando del CCCB), los dos ciclos son perfectamente compatibles y combinables en este último tramo final.

El ciclo Hacer Historia(s) es un intento declarado de recuperar ciertas creaciones del pasado que continúan siendo vigentes a pesar del paso del tiempo, al mismo tiempo que cuestiona la novedad por la novedad y las políticas neoliberales que promueven un tipo de arte consumible. Como dice Claudia Galhos: Esto no es arte es bulimia. La Poderosa se posiciona en contra de la amnesia pero intenta mirar el pasado desde la revisión, la reconstrucción y el recuerdo, no para caer en la nostalgia sino para, precisamente, comprender el presente. Y, por eso, desde octubre hasta el próximo domingo, en el ciclo hemos podido ver desde trabajos escénicos que poca gente vio en su momento a otros que les ha parecido interesante retomar, pasando por remakes, autovideografías y actividades teóricas sobre conceptos tales como memoria, emergencia, archivo y transmisión. Gracias a este ciclo hemos visto joyas como Histoire(s) de Olga de Soto, en versión vídeo documental, donde a través de entrevistas a espectadores que asistieron al estreno, en 1946, de una pieza de Roland Petit y Jean Cocteau, reconstruímos el espectáculo original a través de su memoria.

O las piezas Menta in iurmain, de Rafael Ponce con Mònica Muntaner y Kike Salgado y Shichimi Togarashi, de Juan Domínguez y Amalia Fernández. Pero también se ha invitado a creadores locales a que vuelvan la vista hacia el pasado de diversas maneras: Mix-en-scène, donde Amaranta Velarde remezcla samplers icónicos de la danza, la música y las artes visuales con un espíritu próximo al DJ, Body Nawman / Go.go home, donde Carmelo Salazar revisita su pasado coreográfico, o la autovideografía en la que Aimar Pérez Galí repasa sus mitos, sus referentes y sus fetiches a través del registro en vídeo de piezas escénicas.

Por otra parte, el ciclo Del trazo al píxel, permite ver en pantalla grande, en el CCCB, una selección de la animación española de todos los tiempos, en ocho sesiones, dando visibilidad a la obra de 70 autores, con más de 50 títulos. Para ello se han restaurado y digitalizado obras imposibles de ver por el deterioro de las cintas o por su difícil acceso. El ciclo está acompañado por la publicación de un libro-DVD de la historia del cine de animación español. Reconozco que, hasta ahora, no tenía ni idea de la cantidad y del interés de los creadores catalanes y españoles que han trabajado en el territorio de la animación. Cuanto más me adentro en el tema más me flipa comprobar cómo algunos de ellos (muchas veces absolutos desconocidos para el público no iniciado) han sido verdaderos pioneros en la historia de la animación, en muchos casos con recursos ínfimos. Gente como Arturo Moreno, que creó el primer largometraje de dibujos animados a color de Europa en 1945. O como José Luis Moro, de los estudios Moro, que en 1947 tuvo que rechazar una oferta para ir a trabajar en los estudios Disney porque estaba haciendo la mili y que, al final, hizo carrera con su hermano en la publicidad. Por no hablar de Segundo de Chomón y su Hotel eléctrico del 1905.

En cuanto a la conexión con el presente, en el ciclo Del trazo al píxel, la cosa se anima durante los próximos días. Una sesión especialmente interesante es la del jueves 10, titulada La huella del artista. Es interesante constatar, como hace la comisaria del ciclo Carolina López, cómo gran parte de la producción anterior a los años 50 fue experimental por obligación, es decir, no les quedaba más remedio que trabajar a base de ensayo y error, a veces con materiales muy rudimentarios y condiciones de trabajo que obligaban a sus creadores a inventar nuevas técnicas y ensayar nuevos formatos. Pero a partir de los años 70, coincidiendo con la irrupción de la televisión y la demanda de contenidos de animación para un público televisivo, se crea una industria que seguramente se aprovecha de los logros de sus antecesores y, en ese momento, gente que está fuera de la industria, ven en la animación un medio perfectamente interdisciplinar en el que volcar sus inquietudes artísticas y experimentar de una manera consciente. Es el caso, por ejemplo, del cineasta y dibujante Iván Zulueta (el de Arrebato) de quien podremos ver el jueves uno de sus cortometrajes de animación de 1969, Get Back, o José Antonio Sistiaga y Rafael Ruiz Balerdi (fundadores, junto a Chillida y Oteiza del colectivo de arte moderno vasco Gaur en 1966). La sesión del jueves mostrará trabajos de ellos y de gente más actual como Alberto Vázquez (alias Querido Antonio) o los artistas visuales David Bestué y Marc Vives, de quien podremos ver Estado de cambio).

Como complemento canalla del ciclo, podéis ver en Teatron una videoplaylista firmada por la comisaria Carolina López, con algunos títulos creados específicamente para internet (que por esa razón no se incluyen en el ciclo), con piezas de Vengamonjas, Joaquín Reyes, Juanjo Sáez o la gente de Mongolia.

Mientras tanto, en la recta final del ciclo de retro-performances de La Poderosa, este jueves, el joven colectivo madrileño PLAYdramaturgia presentan su Prólogo a los detectives salvajes, un proyecto documental en el que, como en la novela de Bolaño, los PLAY, obsesionados con un pasado del que son herederos, investigan para retratar a toda una generación artística, en este caso escénica, en una historia repleta de ausencias y de trabajos que, en muchos casos, por la falta histórica de documentación, no han visto ni, seguramente, verán nunca. Una historia que los PLAY y muchos de nosotros sólo conocemos por lo que otros nos han contado.

Pero hay más. El sábado y el domingo, Pere Faura realiza una versión personal de una emblemática pieza (Shirtology, de 1997) de un creador consagrado como Jerôme Bel (reconocido exponente de la danza conceptual europea) y la llama Jerôme Bel, les meves samarretes i jo, en un programa compartido con la polaca Ola Macjieweska, que se inspira en Loïe Fuller, bailarina autodidacta de finales del siglo XIX y principios del XX, conocida por su experimentación con la iluminación y los tejidos flotantes con los que encandiló a toda una generación de artistas e incluso científicos de la época. Se da la coincidencia de que La Casa Encendida dedicó un ciclo a Loïe Fuller en el que los PLAY intervinieron con unos vídeos que rescataban grabaciones del paso de algunas creadoras del archivo de La Casa Encendida poniéndolas en relación con las pocas imágenes del trabajo de Fuller que han llegado a nuestros días.

Por cierto, el sábado la Poderosa abrirá su Cantinita después de la performance para celebrar el fin del ciclo en una pista de baile retro amenizada con música servida por Amaranta Velarde.

Hacer Historia(s) y Del trazo al píxel, dos propuestas que provienen de organizaciones barcelonesas muy diferentes (un espacio independiente, La Poderosa, y una institución pública, el CCCB) que en esta época de cambio vuelven su mirada hacia el pasado para tomar impulso hacia hipotéticos futuros que nos esperan a la vuelta de la esquina. No sé si será una simple casualidad o el síntoma de algo.

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Notas que patinan #71 | Aire fresco en el Sâlmon<

Voy al Mercat de les Flors a ver la inauguración del Sâlmon< preguntándome dos cosas. Una: ¿por qué se escribe con ese «<» final? Dos: ¿no será una cagada haber escogido A posto, de la Compagnie Eda – Ambra Senatore, para inaugurar el festival? Y tres (que se deriva de la anterior): ¿A posto será una cursilada de danza contemporánea trasnochada o mis informadores tendrán razón y no es lo que parece? El vídeo promocional parece a ratos lo primero y a ratos me recuerda a Martine Pisani.

Decido dejar de lado mis prejuicios y comprar la entrada para comprobar por mí mismo de qué estamos hablando. Cuando ya he comprado la entrada me ofrecen dos invitaciones. Las acabo colocando. Me acompañan un performer que ha trabajado con Martine Pisani (y que, por error, cree que va a ver algo de Carme Torrent) y una ilustradora talentosa que no sabe muy bien qué va a ver. Antes de entrar a la sala grande del Mercat les cuento mis temores. El performer se da cuenta de su error y me mira mal (si lo llega a saber no sé si hubiese venido). La ilustradora se ríe. Nos sentamos en primera fila. En un momento dado de la pieza, una de las intérpretes pide la colaboración del público. En concreto, de mi amigo. Mi amigo se presta a ello. Al cabo de un rato le vuelven a pedir lo mismo. Se vuelve a prestar. Pienso que me va a matar. Pero no. El trabajo no es lo que parecía. No va de bailar bonito, aunque es verdad que parece como si tuviesen la necesidad de demostrar que lo saben hacer muy bien. Elucubrando, pienso que seguramente será porque esta pieza se programa en el circuito de la danza (por lo visto ha tenido mucho éxito por ahí fuera) y, ya se sabe, en algunos sitios hay que demostrar que dominas para que los entendidos te perdonen que te cargues los códigos y las convenciones. Pero al final se los cargan. Pero hasta que no se los cargan del todo me parece que el público más próximo vive en tensión infinita (yo mismo). Pero al final me descubro partiéndome de risa, relajado y aplaudiendo a rabiar. Mi amigo no me mata y reconoce que sí que hay algo que recuerda a Pisani. A mí también me recuerda a otros trabajos que juegan con las convenciones escénicas. Me da la impresión de que a parte del público le pasa lo contrario que a mí: creían que esto iba de bailar bien y bonito. Quizá por eso aplaudan con algo de frialdad. No acaba de relajarse la cosa. La sala está llena y me alegra porque la programación del Sâlmon<, este año, pinta mucho mejor que otros años. Este año el público también lo ha entendido así y, por lo que me dicen y lo que he visto yo mismo, la gente ha acudido en masa. Digo yo que eso debe de demostrar que hay ganas de este tipo de programaciones y que, una vez más, eso del riesgo es un mito. Ya saben: programaciones arriesgadas, espectáculos de riesgo, etc… Ese tipo de lenguaje del Antiguo Régimen.

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Al salir me encuentro con este jardín en el hall del Mercat. Es una tienda de plantas que forma parte del proyecto Air-condition de Iñaki Álvarez y Carme Torrent, a quien mi amigo creía que iba a ver (y no se equivocaba del todo). El proyecto va sobre el aire y está dividido en lo que sus creadores llaman cuatro situaciones climáticas. Esta tienda de plantas es una de ellas. En ella te venden tres plantas: Potus, Palmera de Areca y Sansevieria. Estas plantas, por lo visto, son las que generan más aire puro en espacios interiores. Con las plantas te dan una publicación en la que, entre otras cosas, Kamal Meattle cuenta cómo estas plantas son capaces de convertir el CO2 en oxígeno por las noches, además de eliminar partículas tóxicas del aire que respiramos. Parece un buen negocio. Me llevo las plantas a casa.

Además de esta movida de las plantas, Iñaki y Carme te acompañan a un cuartucho del Mercat para escuchar algo junto a algunos más. Apagan las luces. Se escuchan cosas como: Una habitación de 12m2 con 10 personas chillando, el oxígeno se consumiría en 368 horas. Dura poco y acaban con Baby, I Love You, de Los Ramones (la ponen entera): I can’t live without you, I love everything about you. ¿Se referirán al aire? No sé. He comprado una entrada para otra de sus situaciones climáticas. Se titula Pensar el movimiento nos detiene. La cita es el viernes a las 12 del mediodía en la salida del metro Marina, al lado de la churrería Argiles. 

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Allí nos espera un taxi en el que cabemos las cinco personas que estamos esperando. El taxi nos lleva hacia la montaña. Durante el camino charlo animadamente con mi compañero de asiento, a quien apenas conozco. Después de un viaje de ida y vuelta hasta la Vall d’Hebron sin apenas parar de hablar, diría que, como mínimo, ya no podemos decir que seamos unos desconocidos. El taxista nos deja en el polideportivo que está frente al hospital. Entramos. Una persona nos reparte unos auriculares conectados a un ipod y nos invita a ocupar las gradas de un frontón. Allí están jugando un partido de cesta punta. En las gradas no hay nadie más que nosotros.  Me siento. Escucho. El sonido del partido se mezcla con el audio que oigo por los auriculares. Un hombre habla sobre el aire remontándose a Mesopotamia, a los filósofos griegos. Diría que está media hora hablando y le da tiempo a dar un largo recorrido: la música como vibración del aire, la relación del humano occidental con el pensamiento científico y el alejamiento de otras formas de conocimiento ancestrales… Al principio me cuesta entender lo que dice, absorto en lo que veo. Con el tiempo, el movimiento y el sonido que proviene de la cancha se mezcla en armonía con el discurso calmado del filósofo y entro en una especie de trance. Pienso que cuando salga de ahí no recordaré nada de lo que me han dicho, pero no es verdad.

El taxista nos invita a tomar algo en el bar del polideportivo. Charlamos con él sobre el espectáculo de cesta punta que acabamos de presenciar (del filósofo ni palabra) y el taxista nos devuelve al punto de partida, en Poblenou. Vuelvo en bici a casa. En paz. Más tarde descubro que Iñaki y Carme han preparado más intervenciones. Como El aire de, que consiste en recoger el aire del escenario después de uno de los espectáculos del festival. Hay dos vídeos de esto. Uno, El aire de La imposibilidad que aparece frente al paisaje de El conde de Torrefiel, que petaron la sala grande del Mercat (venían de presentar Haneke en el Thêatre de la Bastille durante una semana, con muy buena acogida de público, por lo que sé).

Otro, El aire de Retrato de un monstruo de Ayara Hernández, en la Pina Bausch, con Félix Marchand, Amaranta Velarde y la misma Ayara en escena y la asistencia de dirección de Cris Blanco en la retaguardia. Un trabajo de cuerpo sobre lo monstruoso en el que los performers hacen todo lo posible por ocultar su cara al público mientras adoptan diversas apariencias monstruosas no exentas de considerables dosis de humor. Creó controversia, dio que hablar. Hubo gente que comentaba a la salida: esto sí que es vanguardia, esto sí que es Rotchenko y no lo que hago yo. Me quedé con las ganas de preguntarle si no se habría confundido con Rothko, no sé. Pero el concepto, a lo bruto, había quedado expresado. Por cierto, en el vídeo se ve a Maria José Cifuentes usurpando el papel de acomodadora, igual que otros miembros del equipo de HOLAQUÉHACE quienes, como parte de las intervenciones que realizaron durante el festival, se pusieron detrás de la barra del bar del Mercat a trabajar como camareros.

Algo parecido (me refiero a cierta controversia) pasó con A P N E A de Rodrigo Sobarzo. Hubo gente que abandonó la sala. Una sala, la grande del Mercat que, de nuevo, se llenó (o casi). Pero otros cayeron rendidos a sus pies. Unos lo econtraron demasiado esteta, otros admiraron su estética, favorecida por la grandiosidad de la sala (es muy grande), muy apropiada para esta propuesta, que sería muy diferente en un espacio más pequeño (para eso sirven estos grandes espacios públicos, ¿no?, para que alguien los aproveche). Otros pedían algo más de desarrollo en las posibilidades que abrían unas acciones que, según algunos, no iban mucho más allá una vez enunciadas. Al contrario, Rodrigo insistía en ellas cuando, después de un buen rato de accionar con un objeto o un elemento (humo, laser, plástico), al abandonarlo y acercarse de nuevo a él, todo nos hacía pensar (a algunos) que lo retomaría para emprender una nueva acción. Y no, lo retomaba para continuar insistiendo en la acción que había comenzado. Como, por ejemplo, cuando después de vaciar poco a poco, con ayuda de una pala, una carretilla de arena sobre un altavoz (que, en consecuencia, iba disminuyendo el volumen que emitía) volvía a traer otra carretilla de arena para acabar de sepultar del todo el altavoz. Lo cual, me pareció magnífico. Ante este comentario crítico sobre un esperado desarrollo yo pensé en dos cosas. Una: en nuestras malditas expectativas como público. Dos: ¿ese será el estilo de Rodrigo Sobarzo? Espero tener oportunidad de volverlo a ver para comprobarlo.

Dos semanas de Sâlmon< muy intensas en las que hubo mucho más, algunas que vi y otras que no pude llegar a ver en este atracón de propuestas (por ejemplo, Bea Fernández con unas estupendas y deslumbrantes Oihana Altube y Clara Tena que convencieron a públicos que me consta que normalmente no pisan El Mercat o Sonia Gómez con Amalia Fernández, que no pude ver pero de quien sólo oigo cosas buenas) que acabaron con una sesión de Amaranta Velarde en papeles de DJ en el hall de El Mercat, a la salida de lo de El conde, con visuales de Alba G. Corral en la que se proyectaron dibujos de Tirso Orive (que forma parte del elenco de La posibilidad…) realizados a partir de los ensayos de la pieza de El conde. Hubo fiesta en El Mercat y, a pesar de algunas fundadas críticas sobre el funcionamiento y la gestión de las estructuras que organizan el evento, había buenas razones para celebrarlo, por lo que ha sido esta edición del Sâlmon< y por lo que significa de abertura hacia un montón de creadores y de público que no acaba de encontrar su lugar por estos pagos, a pesar de toda la energía que son capaces de mover. Me pregunto si podríamos ir un poquito más allá. ¿Podríamos disfrutar con más continuidad de programaciones parecidas, en espacios públicos de esta ciudad, Barcelona, y de otros puntos del Estado español sin tener que esperar a algún atracón festivalero que agota hasta al más fanático aficionado? Pronto, por favor. Parece que hay mucha gente ahí fuera esperándolo.

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Notas que patinan #70 | El Sâlmon<

Del 26 de noviembre al 5 de diciembre, vuelve el festival Sâlmon< al Mercat de les Flors con una esperada nueva edición. El Sâlmon lleva ya unas cuantas ediciones pero nunca lo habíamos visto tan desmelenado como este año. Se dice, se comenta. Esta vez la programación, a algunos, nos hace salivar bastante más que otros años. Podríamos decir que el público que sigue Teatron y a sus gentes seguramente encontrará entre las propuestas del Sâlmon más afinidad que de costumbre. Algunas cosas ya se han visto en Barcelona pero no demasiado. Otras no se han visto todavía y el Sâlmon solo contribuirá a paliar algo ese vacío. Queremos bastante más pero celebramos este giro. Este año nos acercaremos al Mercat mucho más que otras veces por estas fechas. Y no sólo al Mercat, porque no todo sucederá allí. Las entradas, por lo general, valen entre 8€ y 10€ pero si compras para más de 5 actuaciones te salen a 6€. Este es un repaso rápido a algunas de las propuestas de esta edición, que tiene como lema Que el futuro se haga presente, un mensaje que no nos atrevemos a desencriptar pero que no suena del todo mal (para lo que estamos acostumbrados).

El conde de Torrefiel | La posibilidad que desaparece frente al paisaje
5 de diciembre, 12€

Desde que se estrenó este verano en El lugar sin límites, en el CDN de Madrid, hemos hablado mucho (aquí y aquí) de esta nueva pieza de El conde, que volvimos a ver en el TNT (donde despertó un entusiasmo enorme en un gran auditorio) y que Temporada Alta ha incluido en el reducto de la semana para la creación contemporánea que, a pesar de su nombre, ni siquiera es una semana sino 4 días (del 19 al 22 de noviembre). Si no la han visto todavía y no pertenecen a la facción yo-vi-una-cosa-del-conde-en-video-una-vez-hace-muchos-años-y-no-me-gustó-nada, corran a por su entrada, que igual ya no quedan. Y si pertenecen a esa facción denle una oportunidad porque quizá se sorprendan mucho. Si no soportan el humor corrosivo que desmitifica a los tótems de la cultura posmoderna entonces quédense en sus casas, que puede que les corte la digestión. Todos los demás seguidores de El conde (que ya somos multitud) nos seguiremos preguntando cómo puede ser que en Barcelona solo se vea un día. Ah, ¿porque es una pieza para un gran escenario y los grandes teatros de la ciudad no dejan pasar a ningún creador de este estilo? Bueno, al menos el Mercat los programa un día durante el Sâlmon. Gracias, Sâlmon. ¿Nadie más se atreve? Qué ciudad más triste. A ver si cambia algún día. Mientras tanto, en estos días pueden ir a ver a El Conde al Théâtre de la Bastille, en París y tal. Ah, y los de Uña rota les acaban de publicar un libro con los textos de todas sus piezas. Mierda bonita se llama.

Tamara Cubas | Multitud
28 y 29 de noviembre, gratuito

Esta es una de las propuestas que el Sâlmon lleva más allá del Mercat, en este caso a la Sala Oval del Museu Nacional d’Art de Catalunya, en Montjuïc. No conozco el trabajo de Tamara Cubas pero su nombre me llega por varios lados y el trailer te deja con la sensación de no sé si me va a gustar pero esto no me lo puedo perder. El título parece que no engaña a nadie y que todo esto va exactamente de eso, del concepto de multitud. En Montevideo fueron 60 personas en escena. Este proyecto se inició en Ciudad de México en septiembre de 2011, hemos oído hablar de él y tiene pinta de ser el plato más espectacular de este año. Y, atención economías maltrechas, aunque hay que reservar, es gratuito.

Iñaki Álvarez y Carme Torrent | Air-condition
26, 27, 28 de noviembre, 3, 4 y 5 de diciembre, 8€

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A pesar de su incesante actividad dirigiendo el Espai Nyamnyam de Poblenou junto a Ariadna Rodríguez, Iñaki Álvarez, que proviene del arte visual, no se prodiga mucho últimamente. Por eso tenemos mucha curiosidad de ver lo que está haciendo junto a Carme Torrent, a quien la gente de la danza conoce perfectamente pero que tampoco mantiene una actividad pública muy intensa que digamos. Carme e Iñaki se conocen desde hace mucho tiempo y ya han trabajado juntos en otras ocasiones. Esta vez la cosa va de subirse a un taxi y dejarse llevar. Otra propuesta que sale del Mercat para irse directamente a la calle, en este caso. La lástima es que no pongan más taxis porque a estas alturas no sé si queda aún alguna entrada. A parte de los recorridos en taxi habrá otras acciones e instalaciones que prometen tener lugar tanto en espacios teatrales como en otros espacios de la ciudad. En la web www.air-condition.net encontraréis más información (aunque todo es así como un poco misterioso). Además, si tenéis niños (de cuatro a ocho años) los podéis llevar al taller que organiza el Nyamnyam el 29 de noviembre para que experimenten sobre el tema del proyecto (el aire) de una manera directa y vivencial.

Bea Fernández | Este lugar entre: Prethink and free action
3 de diciembre, 10€

Bea Fernández dirige, Oihana Altube y Clara Tena están en escena y Carmelo Salazar pone la música y algo más. Bea Fernández, una de las fundadoras del emblemático espacio La Poderosa (que ahora mismo organiza el interesante ciclo de retro-performances Hacer Historia(s) en colaboración con el Antic Teatre y la Sala Hiroshima), lleva muchos años trabajando, en solitario y junto a Carmelo Salazar. Sin haberlo visto, por las imágenes del vídeo, diría que ese trabajo con Salazar parece impregnar esta pieza. Ese trabajo que Salazar realizó durante bastantes años, hace más de una década, en colaboración con una gran colección de creadores y bailarines (a parte de Bea Fernández, con Òscar Dasí, Sergi Fäustino, Rosa Muñoz, Carmelo Fernández, Masu Fajardo y Carme Torrent, entre otros) tuvo su legión de admiradores y también de detractores, pero marcó una época en Barcelona. Si eres de los primeros, de los admiradores, o te lo perdiste y sientes curiosidad, parece que hay que ir a ver esto. Pero esta vez Bea ya no está en escena, están Oihana Altube (integrada en el colectivo ARTAS que gestiona La Poderosa, últimamente publica en su blog unos textos muy celebrados sobre su condición de bailarina) y Clara Tena (parte del dúo Piña junto a la músico Sara Fontán), dos excelentes intérpretes y creadoras, de una generación más joven. La pieza que presentan se estrenó en el Antic Teatre pero seguramente no se vio lo suficiente. No puedo hablar mucho de esta pieza porque yo soy de los que aún no la han visto pero esta vez no me la pierdo. Lástima que sólo se pueda ver un día pero parece un acierto que el Sâlmon la recupere para que llegue a un público más amplio.

Ayara Hernández | Retrato de un monstruo
4 de diciembre, 10€

Ayara Hernández, Retrato de un monstruo

Traernos el trabajo de Ayara Hernández, junto a Tamara Cubas y Rodrigo Sobarzo, es una de las cosas que le agradezo a este Sâlmon, porque para mí y muchos otros van a ser auténticos descubrimientos. Ayara Hernández es uruguaya y vive en Berlín. Este trabajo lo codirige con Felix Marchand. Los dos se han rodeado de un equipo local de primera: Amaranta Velarde, quien estará con ellos en escena, y Cris Blanco, que participa en el proceso de creación como asistente de dirección. A las dos, muchos por aquí las seguimos con atención. Cualquier cosa en la que anden metidas Amaranta Velarde o Cris Blanco no me la pierdo. La cosa va de monstruos, un tema en el que me da que las dos tienen mucho que aportar. Existe una versión cero de esta pieza que se estrenó en el Ciclo Montevideo Danza en abril de 2015. Hay un cuaderno de trabajo en forma de blog donde podéis ver algunas imágenes, vídeos y referencias del trabajo. Pero, vamos, que va a ser un estreno.

Rodrigo Sobarzo | A P N E A
3 de diciembre, 8€

Si la propuesta de Iñaki Álvarez y Carme Torrent va sobre el aire la de Rodrigo Sobarzo va sobre la falta de aire, un elemento que siempre damos por supuesto que va a estar ahí, como tantas otras cosas. Sobre algo de eso va este trabajo. Según leo, todos sus trabajos tienen como objetivo esencial envolver al espectador en un estado de introspección visual. Rodrigo Sobarzo es chileno y se formó en la SNDO de Amsterdam. Hace un par de semanas estuvo en la Sala Hiroshima en el Fenòmens #2, un ciclo comisariado por AADK en el que también estuvieron Poderío Vital, Abraham Hurtado y Maureen López, entre otros. Poca cosa más sé sobre Rodrigo Sobarzo y este trabajo, a parte de ese minuto de vídeo que Rodrigo nos deja ver. Suficiente para despertar mi curiosidad.

Sonia Gómez con Amalia Fernández y Javier Cuevas| Bailarina III
28 y 29 de noviembre, 10€

Hace poco más de un año Sonia Gómez estrenó Bailarina en el TNT. Entonces lo viví como un rencuentro con la parte más íntima, recogida y contenida del universo de Sonia Gómez. Y ese rencuentro, en un salón muy pequeño, con Sonia rodeada de una sola fila de sillas donde se sentaba el público, me conmovió. Desde entonces Sonia ha ido creando sucesivas versiones de este trabajo, que se ha convertido en Bailarinas, invitando a otros creadores e intérpretes a trabajar con ella en la creación de esas versiones. Hasta el momento, estos creadores han sido Idurre Azkue, Javier Cuevas y Amalia Fernández. En el Sâlmon podremos ver las dos últimas versiones. La de Javier Cuevas se presentó en el Auditorio de Tenerife el mes pasado. Sonia presentó su solo y, a continuación, sin ningún corte, se encadenó con el solo de Javier Cuevas, una versión tan libre de Bailarina que casi no quedó ni rastro, en la que predomina la faceta como músico de Javier Cuevas. La de Amalia Fernández se estrenó la semana pasada en La Casa Encendida. El planteamiento es muy diferente. Amalia Fernández, veterana bailarina y performer madrileña que, además de sus propias obras, ha trabajado en colaboración con Nilo Gallego (Perrita China, estrenada hace poco y que nos gustaría ver algún día por Barcelona) o Juan Domínguez (Sichimi Togarashi, con la que se inició en el Antic Teatre el ciclo Hacer Historia(s) de La Poderosa), entre otros, es invitada a dirigir el solo de Sonia Gómez para mejorar la pieza. Sonia Gómez se pone en sus manos y, en sus propias palabras, confía en Amalia, se apoya en ella, le hace caso, prueba, acierta o yerra, hasta donde alcance su capacidad como intérprete. Las dos Bailarinas se podrán ver durante dos días en el Museu nacional d’art de Catalunya, en salas diferentes y, presumiblemente, pequeñas para preservar la intimidad de la pieza.

Y hasta aquí el repaso rápido, aunque me dejo muchas cosas que he subrayado en mi programa del Sâlmon, como Quim Bigas con Appraisers (llevo oyendo sobre el proyecto desde hace mucho tiempo), la sesión de música y visuales de Amaranta Velarde y Alba Corral (Amaranta en su versión pinchadiscos), Sra. Polaroiska con Lur Away (lo vi en la última edición del 3,2,1 de la Alhóndiga de Bilbao, donde yo diría que tuvo mucho éxito), Igor y Moreno con Idiot-Syncrasy (siento curiosidad), Colectivo N-340 (ya ha estado en Pradillo y en Escena Poblenou pero aún no lo he visto), Spitfire con Antiwords (en la Sala Hiroshima, el vídeo tiene muy buena pinta) o la conferencia de Jaime Conde Salazar (que es alguien al que siempre da gusto escuchar) sobre la danza del futuro.

Y luego está HOLAQUEHACE, un proyecto de Jorge Dutor, Guillem Mont de Palol, Maria José Cifuentes, Marco Mazzoni y Luis Úrculo, todo gente muy interesante, que prometen intervenir transversalmente el festival. Tienen su propio blog en Teatron, desde donde espero seguirlos. El título ya es toda una intervención: a ver qué hace HOLAQUEHACE.

Y esto es todo, amigos. Nos vemos en el Sâlmon. Yo esta vez no me lo perdería.

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