Dick hubiera deseado disponer de muchas vidas para haber podido emplear una de ellas con Anne Elizabeth.
JOHN DOS PASSOS, La primera catástrofe
Master duerme la siesta en una cama de sábanas blancas en un apartamento con paredes pintadas de blanco. Se siente como si estuviese medio drogado. Encima de la cama hay una garrafa de agua casi vacía. Pero no contiene agua sino una especie de gas en estado semilíquido. De vez en cuando la garrafa se mueve y flota unos centímetros sobre la cama. Se desplaza cada vez más rápido hasta que se cae al suelo entre la cama y el armario. La habitación se parece mucho a su piso. Escucha voces que vienen de fuera cuando se levanta para recoger la garrafa. Master sale de casa. Parece Lavapiés. En la calle se encuentra a Erika y Ana. Ana está embarazada y se ha cortado el pelo muy corto. Master le da dos besos a Ana. A Erika también pero tarda bastante más tiempo en caer en la cuenta de que también debería saludarla. Cruzan una calle con mucho tráfico. Las chicas corren, se dan prisa para no ser atropelladas por los coches que circulan en doble sentido. A Master se le cae una pelota de ping-pong del bolsillo de su chaqueta. Se da cuenta de que está drogadísimo. Se inclina a recoger la pelota, se pone de rodillas incluso, se cae. Intenta levantarse pero no puede. Tampoco puede abrir los ojos. El sol le ciega. La última vez que abrió los ojos vio a los coches a cierta distancia. Calcula que están a punto de tirársele encima pero él se ha quedado clavado en mitad de la carretera. Escucha perfectamente cualquier ruido a su alrededor. Piensa que no puede ser que esté en este estado. Parece un yonki. Piensa que en realidad debe de estar en otra parte. Abre los ojos sólo un poco para darse cuenta de que está en su habitación. Lo sabe porque ve las rejillas en las ventanas por las que se cuelan los rayos de sol de la tarde. Liang Liang está desnuda en su cama. Master recuerda. Ayer por la noche fue al Sidecar a un concierto de El último vecino con una chica con la que tiene un lío raro. Han dormido un par de veces juntos pero sin enrollarse. Al acabar el concierto apareció más gente conocida. Master perdió de vista a la chica pero conoció a Liang Liang, una asiática preciosa, con un pelo rizado un poco aplastado por una gorra, que resultó ser tan catalana como él, solo que quince años más joven por lo menos. Liang Liang le dijo en un catalán como de Osona que estaba buscando a alguien que le diese clases de música. Master podría ser ese alguien pero se resistía a proponérselo. Pero Liang Liang tenía una conversación interesante y le hablaba acercándose mucho a su oído porque la música estaba muy alta. Master notó cómo los labios de Liang Liang le rozaban, no pudo resistirlo y le confesó que era músico. Liang Liang le preguntó si fumaba porros. Master dijo que sí, Liang Liang se encendió uno que llevaba liado y se lo pasó. Antes de acabarse el porro Liang Liang y él ya se habían besado. El primer beso fue delicioso pero de aproximación. En el segundo Master notó algo raro en la parte de atrás de la cabeza. Como un mareo seguido de un flash. Recordó una sensación parecida pero en ese momento no pudo identificarla. Al rato caminaban cogiditos de la cintura en dirección a la casa de Master, en Las Ramblas. Master se estremecía con el contacto de la piel de Liang Liang. A Liang Liang todo lo que decía Master le hacía gracia. No paraba de reírse. Una risa ronca y fresca al mismo tiempo. Como una gata. No, como una pantera. Master no puede apartar la mirada del cuerpo desnudo de Liang Liang. Su mirada sube poco a poco desde los pies hacia arriba, como sorbiéndola a sorbos. Liang Liang se despierta. Sonríe. Le mira a los ojos. Master mira su boca.