En el último mes y medio he visto en Barcelona cuatro estrenos que aún me rondan por la cabeza. Cuando me vienen a la cabeza pienso en que hay algo que los une. No sé muy bien qué es pero me atrevo a afirmar lo siguiente: no son pretenciosos (no pretenden ser grandes éxitos), tienen un formato escénico (aunque cada uno es una muestra de lo diverso que puede ser lo escénico), sus creadoras nacieron a principios de los ochenta, se nota el oficio (dominan sus herramientas), transmiten algo así como sinceridad (a mí, por lo menos) y amor por lo que hacen (así lo siento yo). La semana pasada tuve una conversación en la que se dijo que quizás en estos últimos meses no habíamos visto en Barcelona nada nuevo demasiado relevante, algo que nos haya impactado. Reconozco que me quedé en blanco cuando me preguntaron: ¿qué has visto de interesante durante estos dos últimos meses? En cuanto reaccioné dije lo primero que me vino a la cabeza: lo de Job Ramos. No, pero escénico, me contestaron. Ya, como yo no distingo. Entonces todo lo del Nyamnyam nada, de El futuro, como es una peli, ni hablamos y de HILOMENTAL menos. Pensé en Trópico #9 (a quien ya le dediqué una de estas notas), pero me acobardé: quizá no era suficiente. Si Txalo Toloza-Fernández no era suficiente entonces ya nada. No, pues va a ser que en Barcelona no se ve un gran estreno desde… ¿Desde cuándo? ¿Cuándo fue la gloriosa época en la que se veían estrenos de calidad y éxito contrastados e incontrovertibles que te tiraban de espaldas? A ver, déjame pensar. No recuerdo haber vivido una época semejante. ¿Pero quiere eso decir que no se estrena buena mierda por estos lares? Al día siguiente pregunto en casa y me dicen: lo de María Jerez (con Jorge Dutor, Arantxa Martínez, Guillem Mont de Palol, Luís Miguel Félix y Ben Evans). Ya, pero es que yo no lo vi, estaba fuera. Y entonces le fui dando vueltas al tema. Y pensé: una mierda. Anda que no he visto cosas interesantes en Barcelona. Pero si no paro. Ya, ¿pero escénicas? Sí, también escénicas. Lo que pasa es que no han hecho mucho ruido. Pero a mí aún me resuenan en la cabeza. No se trata de comer cocido todos los días. Un sabroso menú diario me parece algo mucho más apetecible. ¿Pero de qué me estás hablando? De esos cuatro estrenos que aún me rondan por la cabeza. Pequeñas piedras preciosas que quizá pasen desapercibidas en un contexto quizá demasiado pendiente de cierta espectacularidad o de cierto ruido mediático (aunque sea dentro de lo que se conoce como el mundillo, pequeño y cainita). Las cito por orden cronológico.
Hacia una estética de la buena voluntad, de Amaranta Velarde, con Amaranta y Diana Gadish en el escenario, vestuario de Amaranta y Les Brontë (Victoria Macarte y Rosa Tharrats), música de Jim O´Rourke e iluminación de Oriol Blanch. Se presentó en la Secció Irregular en un programa en el que también estaban Luz Broto, que propuso un paseo por los entresijos del Mercat de les Flors por espacios normalmente vetados al público, y Évol (Roc Jiménez de Cisneros y Stephen Sharp), que presentaron un impactante show protagonizado por unos focos con la ayuda de una envolvente música electrónica y unas gafas que repartieron entre el público, que nos hicieron flipar en colores (aunque no a todos por igual, por cierto, tuvimos la ocasión de ver a algún miembro del staff del Mercat tapándose los oídos y cerrando los ojos al mismo tiempo: una imagen también impactante, sin duda). Lo de Amaranta me pareció una pieza coreográfica muy delicada y coherente. Me hizo pensar en la importancia de los elementos que van más allá del concepto, en el modo en cómo se hacen las cosas. Ese modo, en alguna gente, es tan importante que lo puede todo. También pensé en cosas como el contexto, la expectativa y el juicio. Tengo la impresión de que su principal problema fue que parte del público había depositado unas expectativas en este estreno que no se vieron correspondidas por lo que vio en escena. Pero el problema, si es que podemos llamarle así, en este caso, está en el ojo de quien mira. Quizá propiciado, es verdad, por el contexto en el que se presentó. Un contexto que tengo la impresión de que algunos sufren como una presión añadida, como si toda la profesión (el mundillo) les estuviese mirando. Y también influenciado por lo que conocemos de la trayectoria anterior de Amaranta que, en la mayoría de los casos, se limita a lo que le hemos visto en Barcelona en estos últimos años, desde que Amaranta se trasladó aquí desde Amsterdam. Pero eso es cosa del público, insisto en mi discutible opinión, no de Amaranta, a quien desde aquí animo a que siga haciendo lo que le venga en gana en cada momento. A mí también me sorprendió, lo reconozco. Pero, por mí, que siga sorprendiéndome así todo lo que quiera.
Improvisación para diez bailarines, de Tanya Beyeler. Se presentó en el hall del MACBA en el ciclo el MACBA es viu (no había vuelto desde los Ping Pong Dialogues de Aimar Pérez Galí) un día después de lo de Amaranta, el 26 de abril, por la tarde, con luz de día. Sigo a Tanya desde hace ya un tiempo pero nunca había visto nada de ella en solitario. Tanya es el 50% de El conde de Torrefiel, colabora con La Veronal y forma parte del grupo musical Calor con Cris Blanco y Victoria Macarte. Para esta ocasión Tanya contó con un grupo de bailarines, estudiantes de danza en el Institut del Teatre, subidos en unas peanas situadas en diversos puntos del hall, entre el público, que fue invitado a ocupar el espacio, a moverse con libertad si ese era su deseo y a tomarse una cerveza, por cortesía de una conocida marca catalana, en una barra colocada en el mismo hall. Los bailarines interpretaban, cada uno a su modo (nos llamó mucho la atención Blanca Tolsá), una lista de instrucciones que Tanya fue lanzando con voz susurrante desde una mesa situada al fondo del hall, con la ayuda de un micrófono y un ordenador desde el que también pinchó algunas músicas. El dispositivo me mantuvo enganchado a un maravilloso viaje en el que, inevitablemente, debía escoger hacia donde dirigía mi mirada en cada momento. Los intérpretes, siguiendo las instrucciones de Tanya, intercambiaron sus posiciones, en ocasiones se reunieron en grupos e incluso tuvieron que crear colectivamente algunas coreografías, en cuestión de segundos. Si no lo entendí mal, para la composición de esta pieza Tanya parece haber trabajado siguiendo también algunas instrucciones que ella misma se dio, apropiándose de ciertos materiales y elementos estílisticos de gente y colaboradores cercanos: escribir como su socio Pablo Gisbert, susurrar como Master (perdonen la autocita), pinchar música utilizada por La Veronal… Si la performance en el museo tiene que ser esto, así sea, nos parece muy bien.
Algunos títulos para un acercamiento al ruído, de Laida Azkona, con la colaboración de Leopoldo Wolf, Txalo Toloza-Fernández e iluminación de Ana Rovira. A finales de mayo, fui un par de días al Antic Teatre para ver un par de estrenos que se prometían apetitosos. Uno fue este de Laida. Entramos por el camerino, como ya pasó unas semanas antes con La entropía está de moda, de Ariadna Rodríguez (de la que no puedo contaros mucho porque participé en ella desde ese camerino donde me encontraba junto al resto de músicos) y volvería a pasar en mi siguiente visita. El público se sentó en unos bancos situados junto a las paredes del escenario, dejando una única pared libre donde se proyectaban imágenes y texto. Al entrar nos encontramos a Laida dándolo todo, saltando, con pinta de llevar ya un buen rato ahí. También era la primera vez que veía algo de Laida en solitario aunque la había visto un mes antes en el mismo Antic, colaborando con Txalo Toloza-Fernández, en Trópico #9. El dispositivo es sencillo pero está tratado con un mimo estético que no siempre se ve cuando se juega con proyecciones de texto y vídeo desde un ordenador situado en escena. Al principio el texto proyectado muestra únicamente definiciones, extraídas de diversos diccionarios y enciclopedias, de palabras que tienen que ver con lo que estamos viendo: una bailarina en escena. Las imágenes que se nos mostrarán más adelante son captadas por el propio ordenador en directo y nos muestran siempre algo que ya vemos, a Laida, pero desde una perspectiva que no podemos experimentar. Laida juega con unos elementos sencillos (su propio movimiento, las definiciones, otros textos que ella misma escribe y su propia imagen virtual), algunos ocultos, como la música que escucha o su propia voz, que se desvelarán en algún momento, para construir con ellos un juego de espejos y múltiples facetas que va apareciendo poco a poco ante el público, al mismo tiempo que un cierto discurso crítico. Austero y refinado al mismo tiempo. Sincero y directo. Al día siguiente, Laida viajaba a Estrasburgo para presentarlo allí, en francés.
VIP, de Mariona Naudin, dos días después de lo de Laida, también en el Antic. El público también en el escenario, como con Laida. Hace un par de años Mariona Naudin comenzó a trabajar en VIP, homenaje a Severiano Naudin, que se presentó el año pasado en La Poderosa. Severiano Naudin es el abuelo de Mariona. Este es el trailer de esa primera pieza que ha acabado convirtiéndose en VIP, a secas. Mariona nos cuenta en escena cómo ha tomado tres caminos diferentes para tres espectáculos diferentes. A través de fotos, vídeos familiares y la colaboración de su tío en escena, Toni Naudin, escarba en su pasado (y de paso también en el nuestro) y se enfrenta a ciertos fantasmas sin los cuales no se explica su presente (y de paso, hablo por mí, me hace pensar en el nuestro). Teatro documental, me parece que fue lo primero que pensé, con todas las connotaciones que esas dos palabras tienen para mí (para cada uno tendrán las suyas). Conozco a Mariona Naudin por ser una de las performers que participaba en la Retrospectiva de Xavier Le Roy en la Fundació Tàpies. Una vez más me descubrí pensando, como en todas las piezas que he citado, que la mayoría de las veces no se trata de qué hablas o qué haces sino de cómo lo haces. Mariona Naudin, como en el resto de los ejemplos que trato en este post, tiene un modo de hacer las cosas que es el que me atrapa. No sé si me da igual de qué me esté hablando, creo que no es eso exactamente sino que eso también tiene que ver con el modo con el que ella (y los demás ejemplos) se enfrenta a la creación de esta pieza. Me hace pensar en algo que le oí citar una vez a Josep Pla (quizá no sea suyo): lo más profundo del ser humano está en la piel (o algo así).
Para rematar, de postre, os dejo el vídeo de la Retrospectiva que he encontrado en la Tàpies buscando el enlace anterior y que me ha despertado muy buenos recuerdos, con caras conocidas (y algunas que descubrí allí) como son las de Idurre Azkue, Quim Bigas, Cris Blanco, Pere Faura, Sergi Fäustino, Núria Gregori, Mizar Martínez, Guillem Mont de Palol, Elena Murcia, Mariona Naudin, Cristina Nuñez, Aimar Pérez Galí, Karolina Rychlik (quien, por cierto, también participó en lo de Tanya en el MACBA), Clara Tena, Carme Torrent y Javier Vaquero. ¿Cuánto les pagaríais de prima a esta selección para que ganasen el Mundial? Es broma. Lo que no es broma es lo que pensé en su día: está bien dedicarle una retrospectiva a Xavier Le Roy pero aún hubiese estado mejor dedicársela a muchos de los nombres de esa selección (y a otros parecidos).
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Qué maravilla!
Mil gracias por escribir y dar visibilidad a estas chicas.
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No me deis las gracias, yo solo no llego a todo, uníos a la fiesta.
Maestro ! Joer cuantas gracias por tus notas, me hacen añorar Barcelona ….. nada como una mirada sincera ,,,, me han dado ganas locas de ver todo lo que citas (vamos que ya las tenía) pero ahora más. Suerte que por la isla esta viniendo mucha gente muy maja de esta y a uno le llegan perlas que cruzan el Atlántico y habrá más que les cuento pronto. MIL Graciaaaassssssssssssss…….
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