Entrevista a Verónica. Miércoles 31 de octubre. Restaurante La Peña Athletic. Bilbao.
Verónica es una amiga de Master de toda la vida. Se conocieron en el colegio.
El problema de Master era ser negro. Es ridículo obviar el tema, como si no tuviese la más mínima importancia. Master era un negro criado en una familia de blancos, en un colegio de blancos, en un mundo de blancos que le miraban raro porque no estaba en Nueva York, ni siquiera en París. Estamos hablando de Santa Coloma de Gramenet, Barcelona, años 70, años 80, años 90. Seguramente en Santaco, hasta bien entrado el siglo XXI, los únicos negros que vivían en esa ciudad de charnegos eran Master y otro más. Nosotros, sus colegas, no veíamos a un negro, veíamos a nuestro colega de toda la vida. Pero el resto del mundo veía a un negro. Y no debió de ser fácil convivir con esa sensación de ser un raro. Puede que a partir de una edad sí, porque, si eres negro y además músico y le das un ligero toque afro a tu peinado, ligas más fijo. Época Pulp Fiction, podríamos decir. Pero en la infancia y en la primera adolescencia, Master se debía sentir como un pingüino en el desierto. De hecho, los que le debieron hacer sentir así fueron los otros niños cabrones, los papás que recogían a sus niñas en el colegio, los polis y la demás calaña chunga, racista y cruel que todos recordamos si nos ponemos a pensar un minuto en aquellos años. Igual lo de ser negro le serviría para ser respetado en la cancha de básket, eso sí. Pero para lo demás seguramente sólo le debía servir para sentirse un raro, para volverse un mistify y pasarse el día leyendo, tocando el piano y jugando a básket. Por eso en cuanto pudo se piró. Y no volvió a tener domicilio fijo en su vida. Se ha pasado la vida huyendo. Puede que al final lo llevase a un extremo más exagerado que de costumbre. Pero es que Master siempre fue un desarraigado. Creo que eso es lo que más le define. Eso y ser negro. Un negro charnego. No sé, con esos antecedentes puedes salir de todo menos normal.