Cris Blanco lo ha vuelto a hacer. El domingo pasado asistí al pre-estreno de Bad Translation en el Teatre Alegria de Terrassa, junto a más de 80 personas (la sala abarrotada) que aplaudieron a rabiar a Cris Blanco y sus secuaces (Óscar Bueno, Cris Celada, Javi Cruz y Amaranta Velarde en escena, Ayara Hernández como asistente artística y Sergio Roca Saiz en las luces). Este fin de semana es el estreno en Barcelona, en el Mercat de les Flors. Hace días que no quedan entradas ni para el viernes ni para el sábado. Han prorrogado al domingo pero las entradas se han agotado en 24 horas. Los afortunados que hayan conseguido una entrada lo verán en la Sala Pina Bausch, con capacidad para unas 100 personas. Haciendo cuentas me salen unas 400 personas, sin contar los que se van a quedar fuera. Está claro que todo esto no interesa a nadie. Los que se queden sin ver Bad Translation tendrán más oportunidades en unos meses: en La Casa Encendida en junio (de momento está previsto dos actuaciones) y en Las Naves de Valencia en otoño. Pero sabe a poco.
@teatrontweets @mercatflors @crisblan La forma com s’han exhaurit les entrades, fan visible un interès cap aquest tipus de treballs.
— Quim Bigas Bassart (@quimbigas) 5 de abril de 2016
Bad Translation continúa en cierta manera la línea de El Agitador Vórtex (estrenada en otoño del 2014 en el Festival TNT de Terrassa) pero a lo bestia. Y eso que El Agitador Vórtex ya era algo muy bestia en el que Cris Blanco lo daba todo. En El Agitador Cris Blanco realiza una película en directo, que el público ve en una pantalla gigante, mientras vemos cómo Cris realiza en escena esa película con una vieja cámara de vídeo, con ella interpretando todos los papeles, todos los trucos a la vista y multitud de objetos y efectos especiales creados a mano por ella misma. Ahora, en Bad Translation son cinco en escena (ella incluida) y el número de objetos diría que, como mínimo, se ha triplicado. Si en El Agitador Vórtex Cris Blanco parecía que iba a morir en escena de la cantidad de actividad que desplegaba para conseguir crear en solitario la ilusión de que el público está viendo una película de acción, en Bad Translation ahora tenemos a cinco personas igualmente ocupadas en una actividad frenética para conseguir crear en una pantalla, con una cámara un poco más moderna, pero otra vez con todos los trucos a la vista, y con infinidad de objetos y efectos especiales creados a mano con la ayuda de todo el equipo, otra ilusión: la pantalla de un ordenador conectado a internet.
En Bad Translation los performers son una especie de operarios encargados de cumplir los deseos de la usuaria del ordenador, una chica seguramente preocupada en exceso por su imagen en la red. Los performers, con la ayuda de la cámara, una segunda pantalla que les ayuda a ejecutar su trabajo con precisión, un fondo de escritorio gigante, multitud de objetos repartidos por escena, algunos micrófonos, pero sobre todo con sus propios cuerpos y voces, se encargan de recrear la experiencia de la usuaria analogizándola. Es decir, en Bad Translation toda nuestra experiencia digital se convierte en analógica al recrearla en escena. La flechita y la manita del puntero, los sonidos del clic del ratón y del teclado, las carpetas, la papelera de reciclaje, el navegador web, Google, el Google Translator, el Facebook, el me gusta, el Photoshop, las películas de vídeo, el Youtube, los propios vídeos que ves en Youtube, videoclips, notificaciones, el iTunes, los temas que escuchas en iTunes, el Skype, su tono de llamada, el reloj del ordenador, el salvapantallas… Un poco como en el Agitador Vórtex el público va de sorpresa en sorpresa comprobando cómo los performers van creando ilusión tras ilusión en la pantalla con el truco perfectamente a la vista en el escenario. Sólo que esta vez son cinco magníficos en el escenario y el follón que montan es realmente extraordinario. Hay coreografías, hay volteretas, hay música en directo, hay una historia, mucho humor, mucha energía y momentos de emoción. Y, como siempre en el caso del trabajo de Cris Blanco, muchas capas.
Os recomiendo la entrevista que Júlia Beltran le ha hecho a Cris en la televisión pública catalana. Desgraciadamente, no es habitual encontrarse con un buen tratamiento de este tipo de creaciones en los medios. Lo normal suele ser todo lo contrario: copy/paste mal hecho y chapuza sin cariño. Un día podríamos recopilar la cantidad de burradas que se llegan a decir, desde escribir cuatro veces mal – y diferente cada vez – el nombre de una persona a inventarse directamente lo que el periodista no sabe (en vez de preguntarlo). No es el caso de esta entrevista donde, además de conversar tranquilamente con Cris Blanco y de ver imágenes de la creación de Bad Translation, también se hace un repaso a su trayectoria.
Todo lo contrario, sintiéndolo mucho, pasa con el artículo que el Mercat de les Flors adjunta a la ficha del espectáculo en su web, que a parte de errores de bulto sobre la trayectoria de Cris Blanco, acaba centrándose en el apasionante tema de la traducción automática dando la impresión, equivocadamente, de que Bad Translation va de eso. Y no, a parte del título, no va de eso, no se confundan. Va de analogización, si queréis resaltar una sola cosa, y de muchas otras cosas. Cada espectador verá una diferente. En el estreno en Terrassa algunos notamos cierta brecha entre el público de mayor edad menos acostumbrado a lo digital. Lo bueno es que algunos de ellos disfrutaron perfectamente la función sin haber experimentado nunca los originales que se analogizan en escena.
Pero, como en el resto de sus creaciones, el trabajo de Cris Blanco, a parte de admirarme y atraparme a partes iguales por la inteligencia y la emoción, a mí siempre me acaba remitiendo a lo mismo. Cris nos invita a mirar hacia lo que nos rodea como si lo viésemos por primera vez. Cada objeto, cada planta, cada piedra, hasta un ordenador, tiene vida, forma parte del misterio de la vida y está conectado entre sí. Y visto así, como lo ve, y nos lo hace ver Cris Blanco, es verdaderamente maravilloso. Da igual si la cosa va de películas de inspiración ochentera, de remezcla de géneros, de símbolos y señales cotidianas o de ciencia, la particular mirada de Cris Blanco, a parte de hacerse preguntas sobre todo ello, consigue que, al salir de cada performance, vea el mundo de una manera diferente a como lo veía antes de entrar y me fije en detalles que antes me pasaban desapercibidos. Nunca más podré sentarme ante un ordenador de la misma manera que antes de ver Bad Translation. A otros les pasan otras cosas en cada una de sus piezas, a los que les interesa el cine salen hablando de cine, los científicos de ciencia, los músicos de música, los que se fijan en la interpretación hablan de los recursos interpretativos, los de la coreografía ven eso también, los dramaturgos hablan de teatro, los teóricos de semiótica, los artistas visuales del tratamiento de los objetos y los intelectuales de lo que en el gremio se conoce como metamierda. Y lo bonito es que todo eso lo consigue con un estilo muy accesible que permite que cualquiera pueda disfrutarlo sin necesidad de ser un experto en nada de todo esto y sin ningún rastro de pedantería. Sí, se puede.
Por supuesto, en Bad Translation, nada de todo esto sería posible sin el increíble equipo que se ha reunido, todos con una trayectoria a sus espaldas de lo más interesante. Óscar Bueno colaboró con Cris en su anterior trabajo, pero es también el 50% de Poderío Vital y ahora mismo está metido en el proyecto colectivo N-340, que podrá verse pronto en el Antic Teatre. Cris Celada forma parte de El pollo campero y ha colaborado con El conde de Torrefiel en La chica de la agencia de viajes nos dijo que había piscina en el apartamento. Javi Cruz forma parte del colectivo El gato con moscas y también de PLAYdramaturgia, con el que ha realizado ya unos cuantos proyectos como Liberté, Egalité y Beyoncé. Amaranta Velarde ha creado piezas coreográficas como Lo natural, ha formado parte del colectivo ARTAS asociado a La Poderosa y presenta en el Antic Teatre la semana que viene Mix en scene. Y a Ayara Hernández la conocimos en la última edición del festival Sâlmon< dirigiendo Retrato de un monstruo, con Amaranta Velarde en escena. Un equipazo que en Bad Translation hace un trabajo realmente coral junto a Cris Blanco en el que todos participan de todo. Una manera de trabajar que, como todo lo anterior, es muy de agradecer.
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