El festival TNT (Terrassa Noves Tendències) celebrará una nueva edición a principios de octubre, del 1 al 4. Este año, en el TNT estarán El conde de Torrefiel con La posibilidad que desaparece frente al paisaje y dos de sus Guerillas (el concierto y la conferencia), Agnès Mateus con Hostiando a M, PLAYdramaturgia con Liberté, Egalité, Beyoncé, Mariona Naudín con Una família balla, la Compañía La Soledad (Esteban Feune de Colombi y Marc Caellas) con El paseo de Robert Walser, Nazario Díaz con Oro y la Caravana de trailers de G.R.U.A. con extractos de lo último de Amaranta Velarde, El pollo campero, Los automecánicos, La buena compañía y Joao Lima, entre otros. Pero hay muchos más nombres en la programación. La mayoría de las entradas tienen un precio de entre 3€ y 10€ (25% de descuento con el carnet de Teatron para las entradas por encima de 7€), algunas son gratuitas y la única que puede considerarse a un precio caro para algunos bolsillos (19€), la del espectáculo inaugural, The Blind Poet de Jan Lauwers & Needcompany, seguramente sea lo menos representativo de la línea que ha hecho ganar reconocimiento al festival, por mucho León de Oro 2014 que lleve a cuestas, o precisamente por ello. Así que uno puede arriesgarse a elegir cualquier espectáculo de la programación y equivocarse sin miedo a arruinarse.
El TNT es un festival de Terrassa pero desvela su cartel, rodeado de autoridades y de muchos de los creadores que participan en él, en una rueda de prensa en la Fábrica Moritz de Barcelona, a pesar de que Terrassa está a 40 kilómetros de Barcelona. Eso es así, entre otras cosas, porque, a parte del público de Terrassa, el TNT está, sobre todo, en el punto de mira del público barcelonés, catalán y del resto del Estado español interesado en cierta creación escénica contemporánea. Estos últimos quizá no se desplacen en masa al festival, y lo mismo suceda quizá con algunos de los periodistas a quienes va dirigida la rueda de prensa (seguramente por eso haya que hacer la rueda de prensa en Barcelona), pero eso no quita que, cuando llega septiembre, mucha de esta gente esté pendiente de lo que se cuece en el TNT porque, a pesar de lo heterogéneo de su programación, que no permite a ninguna de las tribus aficionadas identificarse por completo con ella, desde hace unos años este festival se ha ido convirtiendo en una de las principales referencias para cierto público seguidor de las artes en vivo. Artes en vivo, artes vivas, es decir, creación multidisciplinar, creación escénica contemporánea, nuevos lenguajes escénicos, artistas emergentes, innovadores, propuestas que aúnan riesgo y calidad y cosas peores que hemos oído decir. Será por eso que, en la rueda de prensa, el director del TNT, Pep Pla, pidió al representante del departamento de Cultura de la Generalitat la creación de un plan integral para las artes escénicas más multidisciplinares, un sector, según él, necesitado de una etiqueta que le ayude a existir, aunque el propio Pla se muestre convencido de que en el futuro esas etiquetas no van a ser necesarias. Según recoge Antoni Ribas Tur en el diario Ara, Pep Pla sostiene que (traduzco del catalán) en el momento en que todo el mundo tiene etiquetas y nosotros no, estamos en el limbo. Esto no nos da un marco cómodo para funcionar, en cuanto a ayudas y a contratación en un circuito que es prácticamente inexistente. Puede que no le falte razón. El sistema funciona así (al menos por estas latitudes). Aunque no es menos cierto que muchos pensamos que es el sistema el que debería cambiar. En todo caso, miedo me da la etiqueta que se escoja y un plan integral para el sector creado por una administración que no parece que haya dedicado muchos esfuerzos a cuidar a los potenciales etiquetados sino que, todo lo contrario, en estos últimos años más bien nos ha acompañado al borde del abismo y casi diría que nos ha invitado a saltar al vacío. Pero estamos en periodo electoral. Antes de que comience el TNT ya se habrán celebrado unas decisivas elecciones en Catalunya en un momento en el que unos nuevos gobiernos de ciencia ficción parece que comienzan a instalarse en algunos de nuestros municipios. ¿Quién sabe quiénes serán los nuevos encargados de poner etiquetas y diseñar futuros planes integrales?
Pero vamos a lo que nos interesa. En el TNT, quien no la haya visto todavía, podrá ver la última pieza escénica de El conde de Torrefiel, La posibilidad que desaparece frente al paisaje, estrenada este verano en el Centro dramático nacional, en Madrid, en el ciclo El lugar sin límites comisariado por Pradillo, donde se pudo ver cuatro días y levantó cierta controversia: gente que la amó a muerte y gente a quien molestó mucho. La vi en su estreno y lo conté en el blog de ese ciclo. No me voy a repetir. También recomiendo la entrevista que Fernando Gandasegui les hizo entonces. En general, me atrevo a decir que los que amaron la pieza eran más jóvenes que los que la odiaron. En los ya habituales textos proyectados de El conde, al menos en la versión que yo vi, esta vez Paul B. Preciado o Houllebecq aparecen como personajes. Me da la impresión de que a cierto público, digamos académico-contemporáneo, no le hace mucha gracia la gente que se mete (entre comillas) con la filósofa antes conocida como Beatriz Preciado. También es verdad que, a muchos, ese juego de ficcionar a personajes públicos de la Cultura (con mayúsculas) les importa más bien poco. Hay gente que se molesta con el tono sentenciador de estos textos de El conde, que no solo arremete contra ciertos tótems de la Cultura sino que se ríe de todo («Todo da mucha puta risa»). Otros agradecen que no se escondan en un estilo conceptual vacío de opinión o en un relativismo que no se moja. Hay quien agradece cierta lucidez. Otros critican cierta visión pesimista de los textos. El caso es que El conde trabaja en esta ocasión para un escenario grande. La novedad en ese sentido es cierta escenografía descomunal, aunque efímera. Por otra parte, el trabajo de El conde suele contraponer siempre varios planos y, en ese sentido, el trabajo coreográfico es más potente que nunca, algo que hay que agradecer a la colaboración de Amaranta Velarde, a los excelentes actores (Albert Pérez, Nicolás Carbajal, Tirso Orive, David Mallols) y la química que se establece entre ellos. No me atrevo a decir más porque las piezas se van ajustando, sobre todo cuando acaban de nacer, y quizá El conde nos sorprenda con una nueva versión en la que todo cambie respecto lo que hemos podido ver hasta el día de hoy. Lo único que añadiré es que El conde lleva un año trabajando en el proyecto Guerrilla y que ese proyecto guerrillero está detrás de esa pieza escénica. Guerrilla ha tomado varias formas: concierto en un pub (en el festival Inmediaciones de Pamplona), conferencia con público en escena (en Manchester después de un embrión en el Espai Nyamnyam), sesión de baile con electrónica (en el Antic Teatre) e improvisación en escena en La fundición de Bilbao. En el TNT podremos ver una Guerrilla concierto y una Guerrilla conferencia, además de la pieza escénica. Concierto y conferencia al estilo Guerrilla. Es decir, no será sólo un concierto y una conferencia al uso.
Presentar en una misma ciudad varias de las Guerrillas es algo que El conde lleva tiempo buscando. Y muchos de nosotros tenemos muchas ganas de verlo, porque era una lástima que la pieza escénica quedara aislada de todo el conjunto. Porque El conde, como muchos otros creadores a los que seguimos, no hace únicamente piezas escénicas, ni piensa exclusivamente en un formato escénico, pero es difícil encajar esto en las programaciones de artes escénicas, claro. Pero ¿por qué es tan difícil de encajar? ¿Qué tipo de cerebros nos dominan intentando mantener un apartheid artístico que sólo existe en sus cabezas? Pues bien, El Conde ha decidido forzar la máquina esta vez y ha intentado encajarlo todo. Y el TNT le ha dado una unidad en su programación y lo presenta al público como un recorrido Conde. Todo junto no sabemos cuándo se podrá volver a ver, aunque he oído que quizá surjan nuevas Guerrillas en un futuro próximo, lo cual me alegra. Por el momento, parece que la pieza escénica se presentará una única vez más en el Salmon, en El Mercat de les Flors. En el TNT sólo se podrá ver un día, lo cual es una verdadera lástima para sus numerosos seguidores. Seguro que se llena. Reserven con antelación.
Otra de las actuaciones que yo no me perdería, si aún no la hubiera visto, es la de Agnès Mateus con Hostiando a M, una pieza que se estrenó en el Antic Teatre, dentro de la programación del Grec del año pasado, con la sala abarrotada durante días, ovaciones unánimes y una energía desbordante. Lo conté entonces y la entrevisté en la radio de Teatron unos meses más tarde, en una larga conversación que os recomiendo tanto a los seguidores de Mateus como a los que no la conozcáis aún.
Después de ese estreno, Hostiando a M estuvo en Escena Poblenou, en la misma tónica y, después de correrse la voz, volvió al Antic para seguir llenando. Más tarde viajó a Madrid, en Pradillo, donde la acogida dicen que no fue tan intensa, no se sabe por qué. Es posible que las referencias que utiliza Agnès Mateus se lean más fácilmente en clave barcelonesa, o catalana. Quizás el trabajo de Agnès Mateus sea más conocido en Catalunya que en el resto del Estado, a pesar de haber trabajado con Rodrigo García. Quizás el momento en el que Agnès Mateus estrenó Hostiando a M fue un momento muy especial, en el que muchas de las cuestiones que aborda nos tocaban muy de cerca: política, revolución personal, brutalidad policial… Quizás su corrosivo sentido del humor no conecte de la misma manera con cierto público madrileño como sí lo hizo con el catalán. Quizá un público más amplio nos sacaría de estas dudas existenciales y eternas sobre las diferencias entre los creadores catalanes y los madrileños que, me da la impresión, tienen que ver más con las diferencias entre ciertas capillitas que con un público potencial a quien nadie conoce, porque cuesta encontrar lugares donde reunirse con él trascendiendo los contextos de resistencia donde unos pocos y, en ocasiones, heroicos trabajadores intentan sacar adelante diminutas aldeas galas rodeadas de legiones de romanos cuyos centuriones copan las portadas y los presupuestos públicos. No sabemos. Pero, tanto si conocen su extensa carrera como si no saben quién es ese grandioso animal escénico llamado Agnès Mateus, yo no me perdería la primera y exitosa pieza escénica de una mujer que, después de haber trabajado toda la vida en históricos colectivos como la General Elèctrica y con creadores que nos marcaron en la década anterior como Rodrigo García, Roger Bernat o Juan Navarro, un día decidió aceptar el reto de firmar una creación en solitario, puso en ella todas sus entrañas y logró sacudirnos a muchos de nosotros con una brutal presencia en escena, una sinfonía de platos rotos, una pistola cargada y la ayuda de Quim Tarrida, un experto en artes marciales y una ensordecedora banda de rock.
Y de ópera prima, paradójicamente, de una creadora veterana vayamos a una ópera prima de un colectivo joven: Liberté, Egalité, Beyoncé, de PLAYdramaturgia, una coproducción de Teatro Pradillo, La Casa Encendida y el Centro de Arte Dos de Mayo. Los PLAY son un colectivo madrileño que llevan ya unos años dando guerra pero de una manera que no es la habitual. Comenzaron a ser conocidos hace menos de tres años por su proyecto Escenarios del streaming, en el que invitaban a creadores (a veces escénicos, otras no: El conde de Torrefiel, María Folguera, La Compañía Opcional, Vicent Brunol…) a crear una pieza que aprovechase las posibilidades del streaming de vídeo en directo, un experimento que se pudo ver en la televisión de Teatron. No se me ocurre manera más marciana de entrar en esto. Participaron en una exposición sobre Loie Fuller en La Casa Encendida con unos vídeos que rastreaban el archivo de vídeo de actuaciones escénicas en esa casa en busca de creadoras que se conectasen de alguna manera con la Fuller. Últimamente han participado en PhotoEspaña con su proyecto DIXIT, en Madrid, en el que el público podía acercarse a espacios como el bar La Venencia, la peluquería Hebe, pillar un taxi o simplemente llamar a un teléfono para escuchar a alguien contándoles lo que recordaban de una historia que otro les había contado. Manuela Pedrón Nicolau lo cuenta muy bien en A*desk.
Los PLAY están muy interesados en la historia de quienes les han precedido en esto. Una historia que no suele ser fácil de encontrar porque, desgraciadamente, no ha recibido la misma atención que otras historias. Liberté, Egalité, Beyoncé comenzó a fraguarse hace dos años, en el ciclo Apuntes en sucio de Pradillo, un ciclo que pretende apoyar esbozos de incipientes creaciones, aún no acabadas. Un año después, cuando de los componentes del colectivo original ya sólo quedan Javi Cruz y Fernando Gandasegui, PLAY estrenó la pieza en Pradillo con la colaboración de Jorge Anguita, Janet Novás, Jaime Conde-Salazar, Paulina Chamorro y Dani Carretero, artistas visuales, coreógrafos, teóricos… Lo contó muy bien Pablo Caruana en esta crónica. Lo que vimos en su estreno poco se parecía al embrión de un año antes. Lo que veremos nueve meses después en el TNT puede que sea otra cosa. O no. En cualquier caso, como ellos mismos admiten, esto bebe de la danza, de las artes visuales, de la palabra y del gamberrismo ilustrado. En el estreno yo vi a una multitud de jóvenes mirando fíjamente al público, en silencio. Leí proyectados textos sobre la juventud, Schubert y la muerte. Presencié una lucha desigual a primera vista entre Javi Cruz, un tiarrón de metro ochenta y pico, y Janet Novás en la que Javi, al final, es el que más sufre. Y luego, sudoroso y con un papel en las manos donde había apuntado sus notas para no olvidarse de lo que nos tenía que decir (para escándalo de los puristas de la interpretación actoral), Javi nos habló de una montaña del cementerio de La Almudena levantada con la tierra que, desde 1884, se ha ido excavando para enterrar a los muertos. En nueve meses ha pasado ya tanto tiempo que seguro que los PLAY ya están en otra. Pero, además del estreno en Pradillo, el circuito no les ha permitido mostrar esta pieza en ningún otro sitio más que en el escenario del Leal.Lav de La Laguna, en Tenerife. Así que, tanto si han oído hablar de ellos como si no los conocen de nada, el TNT ofrece una oportunidad valiosa para descubrirlos.
Mariona Naudin es otro de los nombres que he subrayado en el programa del TNT. Hace casi dos años Mariona presentó su anterior pieza, VIP, homenaje a Severiano Naudin, en La Poderosa y, un año después, vimos una nueva versión, VIP (a secas), en el Antic Teatre. Aquella pieza era un homenaje a su abuelo que le servía para escarbar en su pasado (y en el nuestro) y enfrentarse de paso a ciertos fantasmas familiares. En esta nueva creación, Una família balla, coproducida por el TNT, Mariona continúa trabajando con la familia, pero esta vez no es la suya sino una familia de Terrassa, con la que ha estado trabajando durante el verano, aproximándose a la historia de esa familia a partir del baile. No conozco mucho a Mariona Naudin, más allá de su trabajo como performer en la Retrospectiva de Xavier Le Roy, en la Fundació Tàpies, y su pieza anterior pero recuerdo que la última vez que la vi en escena pensé que la mayoría de las veces no se trata de qué tema hablas o qué haces sino de cómo lo haces y que Mariona Naudin tiene un modo de hacer las cosas que me atrapa.
El paseo de Robert Walser es otra pieza interesante que Esteban Feune de Colombi y Marc Caellas llevan paseando hace tiempo por barrios de Buenos Aires, Madrid y Barcelona. En ella, un inspiradísimo Esteban Feune de Colombi se mete en la piel del escritor Robert Walser para acompañarnos en la contemplación de la realidad de un barrio utilizando el texto de 1917 del escritor suizo Walser y cualquier cosa que se encuentre en la calle, ya sean sus vecinos o, como pasó en Poblenou, invitados especiales que, como de casualidad, pasaban por allí (en Poblenou lo escuchamos conversar con el escritor Enrique Vila-Matas, por ejemplo).
Hasta aquí llego. Hay más en esta programación del TNT por descubrir. Tengo curiosidad por ver el trabajo de Nazario Díaz, se podrá ver una expo de Angélica Liddell (que dijo que nunca más actuaría en España pero eso no es obstáculo para que envíe a cambio unos autorretratos que también estuvieron hace un par de meses en El lugar sin límites, en Madrid) y la Caravana de trailers de G.R.U.A. permitirá ver unos trailers en vivo de gente tan interesante como El pollo campero (Cris Celada y Tatiana Garland), Amaranta Velarde, Mariona Naudín, Joao Lima o Los automecánicos (Nicolás Carbajal y Andreu Martínez) que el público podrá votar para que formen parte de la programación de la próxima edición (eso quiere decir que habrá próxima edición).
Cada vez que llega una nueva edición del TNT, un festival que presume de tener más de un 90% de ocupación, muchos nos preguntamos por qué no podemos ver algunos de los nombres de esta programación (y otros similares) en los grandes espacios escénicos de titularidad pública de la vecina Barcelona: Teatre Nacional, Teatre Lliure y, en menor medida, Mercat de les Flors. Salvo este último espacio, que hasta la temporada pasada sí que incluía a algunos de estos creadores en la ya desaparecida Secció Irregular (sí, esta temporada desaparece), a cuentagotas en el ciclo Salmon y, muy de vez en cuando, en su programación regular, si no fuese por espacios resistentes de iniciativa independiente como el Antic Teatre, la sala Hiroshima, el Espai Nyanmnyam o La Poderosa, y últimamente el ciclo Noves Escenes de La Pedrera (Fundació Caixa Catalunya) o excepciones como el MACBA es viu (aunque en condiciones que, viniendo de un museo con participación pública, deberían revisarse en profundidad), la programación barcelonesa de estas cosas modernas, a las que algunos aún buscan ponerle una etiqueta, sería para ponerse a llorar. Y todo esto cuando muchos otros ya hace tiempo que piensan que algunos de estos que escapan a las etiquetas oficiales son de lo poco que se puede ir a ver actualmente dentro del ámbito de las artes escénicas catalanas (o ibéricas: en eso no hay prácticamente ninguna diferencia) sin sonrojarse. Lo digo por el futuro plan integral, ya saben.
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