A veces parece que Cris Blanco nació ayer pero, aunque Cris no sea de las que van por ahí dándose mucha importancia, algunos se sorprenden al descubrir que esta creadora madrileña afincada en Barcelona no nació con Ciencia ficción (estrenada en La Casa Encendida a finales de 2010) sino que lleva más de diez años creando sus propias piezas desde que en el 2004 apareció en escena con su primera pieza firmada en solitario. En cUADRADO_fLECHA_pERSONA qUE cORRE, estrenada en el Festival In-presentable en La Casa Encendida, con la que ganó el tercer premio Jardin d’Europe en Impulstanz (premio que le entregó la señora Teresa de Keersmaeker), con la que giró por el circuito europeo hasta la saciedad (y más allá: la llevó hasta sitios tan insospechados como Corea del Sur), me da la impresión que se encuentran ya muchas de las claves de sus trabajos posteriores.
Luego vino Caixa Preta/Caja Negra junto a la brasileña Claudia Müller, en la que el público llegaba cuando la performance ya había acabado, y, a continuación, una fructífera y extensa colaboración con Cuqui Jerez, Amaia Urra y María Jerez en el ambicioso proyecto de creación colectiva The Neverstarting Story, en el que Cris dirigió The Set Up (estrenada en La Villete de París y, seguramente, una de sus obras más controvertidas: se ve que hubo quien abandonó la sala indignado pero también he encontrado gente que dice que la vio en La Casa Encendida y la amó a muerte) y participó en The Rehearsal (dirigida por Cuqui Jerez) y la película The Movie (dirigida por María Jerez). Hicieron muchos bolos con este proyecto, por Europa, por América, y podían haber hecho muchos más. Cris se metió en el colectivo madrileño El club (a quienes vimos en una de las últimas ediciones de In-presentable) y, después de que Cuqui Jerez la exprimiera como un limón en The Croquis, una obra creada en colaboración con Cris donde, sola en escena, hace un despliegue descomunal de dotes interpretativas, Cris, cansada de tanto viaje, del circuito europeo de residencias, producciones y bolos en ciudades y ambientes a veces fríos y desalmados, continuó su carrera en solitario volviendo la vista a la Península Ibérica con Ciencia ficción, una pieza que da un giro tan bestia a su trayectoria, y que es una patada conceptual tan heavy por lo que tiene de crítica de lo que un creador escénico debe o no debe hacer en escena, de lo que el circuito espera de tu próximo trabajo, de lo que son los límites de la disciplina en la que inevitablemente te van a encasillar en cuanto lleves un rato en esto, que algunos la daban ya por muerta y le recomendaban que fuese a actuar en los bares cuando, sorpresa, para otros, en concreto en su presentación en el LP’11 de La Porta en el CCCB, la convirtió en paradigma de cómo trabajar de otra manera, presentar de otra manera que permita llegar a espacios nuevos.
Muy fina Cris, aparentemente inofensiva, con abundantes dosis de humor y una presencia encantadora (es una bestia escénica) que acostumbra a ganarse al público desde el primer minuto, pero con una determinación, una inteligencia (camuflada de intuición e incluso de anti-intelectualidad) e, incluso, una mala leche (parapetadas muchas veces detrás de un humor a veces aparentemente blanco), en mi humilde opinión, tan necesarias como higiénicas. Pienso en el humor de Cris y pienso en John Cage en su famosa intervención en la televisión yankie, con esa pinta de sí, sí, vosotros reíros, que yo aún me río más.
El trabajo de Cris suele ser una invitación a mirar lo que nos rodea, la vida en definitiva, de otra manera, desde otro punto de vista que nos permita contemplar la maravilla que es y preguntarnos por los misterios que esconde. Vamos, esta es mi opinión. En ese sentido, aunque sus trabajos suelen ser muy accesibles y muy agradecidos para todo tipo de públicos, a mí me llevan, la mayoría de las veces, a reflexiones algo metafísicas, si se me permite la expresión. Que ella no se dé ninguna importancia despista a algunos que sólo ven la capa más superficial de las cosas. Que sea fácil para el público le quita méritos para ciertos intelectuales que piensan que hay que ser complejo para salir bien parado en los artículos académicos escritos por teóricos que sólo leen el resto de teóricos y algunos artistas preocupados por quedar bien en los artículos de teóricos. Para que me entendáis. El otro día alguien me preguntó cuál era mi grupo preferido de música pop. Le contesté que Hidrogenesse y mi amigo me dijo: ya, pero más grande. ¿Más grande que Hidrogenesse? (Si no te gusta Hidrogenesse cambia a Hidrogenesse por el nombre de tu grupo preferido, ese al que has ido a ver en salas de concierto donde, a veces, no había más de 30 personas.) A eso me refiero. Después de Ciencia ficción, Cris ha hecho cine (el corto Ahora no puedo dirigido por Roser Aguilar con el que ha obtenido numerosos premios por su interpretación), ha creado piezas site-specific en el bosque, como Teletransportation en el añorado Festival Mapa o Parc Parallèle en el castillo de Chamarande en Francia, estrenó Marisol en el Festival Zemos98 del año pasado junto a Silvia Nanclares, Jaron Rowan y Marisol López Rubio, e incluso ha encontrado tiempo para montar un grupo musical, Calor, con Tanya Beyeler y Victoria Macarte, grupo de un solo concierto pero suficiente para que algunos fans se sepan sus canciones y las canten a kilómetros de distancia. Y ahora, después de más de un año de trabajar en el proyecto de El Agitador Vórtex (con presentaciones relacionadas con este proyecto en el Teatro Pradillo, en el CA2M y en el Nyamnyam), por fin vimos el estreno en el TNT hace una semana. Y de eso quería hablaros pero me ha parecido que, antes, era necesario contextualizar esto un poco. ¿Por qué? Porque, como os digo, Cris Blanco no se da ninguna importancia pero, para mí, y para muchos otros, la tiene. Y mucha. Y me parece que, de alguna manera, su actitud simboliza cierta manera de enfrentarse a la creación que comparto y que agradezco. Y por eso rompo una lanza por esta justa causa. Y ahora os hablaré de su pieza: El agitador Vórtex.
Esta vez, y sin que sirva de precedente, esta pieza tiene argumento (aunque creo que el argumento es lo de menos). El punto de partida lo resume muy bien el teaser que he puesto al principio de este post. Un ser que diríamos que es el Agitador Vórtex ha sido liberado y está produciendo algunos fenómenos extraños en el planeta. En concreto, parece que a su paso los géneros se mezclan alocadamente. Géneros cinematográficos, literarios, artísticos, en general: zarzuela, western, ninjas, musicales, ciencia ficción… Cris está sola en escena, con un porrón de objetos. Ha decidido hacer una película pero no se imaginaba los peligros a los que deberá enfrentarse por culpa de este bicho maligno, del Agitador Vórtex me refiero. Si habéis seguido las diferentes etapas en las que Cris ha ido mostrando el trabajo que iba realizando (La Hipótesis del Agitador Vórtex en Pradillo y CA2M y las cuatro sesiones en el Nyamnyam) sólo os diré (para no desvelar nada) que mucho de lo que allí habéis visto son los ingredientes con los que cocina El Agitador Vórtex. La cosa es que no se parece en nada a lo que Cris nos había dejado ver hasta un día antes del estreno en el TNT. Está todo pero remezclado de una nueva manera que lo convierte en otra cosa, lo que me hace pensar en que, si se pusiese a ello, podría hacer una versión completamente diferente cada cierto tiempo. En este caso, Cris opta por realizar una película en directo al mismo tiempo que nos enseña su making of. Ella lo hace todo, en un nuevo despliegue de recursos (caseros todos, eso sí, nada grandilocuentes) que deja un poco sin aliento: actúa dando vida a los diferentes personajes, lleva la cámara, manipula la iluminación con mandos a distancia, realiza a la vista los efectos especiales (algo que Cris ama y que tiene que ver con lo que os decía de ver la vida a través de otro punto de vista, a través de la ilusión), canta, baila, manipula los objetos caseros que también ha fabricado ella. Hay que decir, para ser justos, que todo todo no lo hace ella sola. Esta vez la han ayudado Óscar Bueno y Anto Rodríguez, que no aparecen en escena pero con quien ha formado un equipo en sintonía que parece haberle dado muy buen resultado. Cris sale y entra de la película varias veces y, con ella, ya lo veréis, también el público. No es sólo remezcla de géneros de lo que va esto. Va de eso y de las convenciones (una vez más) y de cómo se genera una ilusión y de qué pasó en los 80 para que hayan llegado hasta nuestros días tantos y tantos referentes musicales y cinematográficos que aún nos acompañan… Podría seguir hablando de esta pieza pero mejor le paso el relevo a otro, que esta entrada se está volviendo interminable. El 9 y 10 de octubre El agitador Vórtex estará en La Casa Encendida y en diciembre, si no me equivoco, inaugura la Secció Irregular. Ya me contaréis.
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