Notas que patinan #54: El festival del futuro

He pasado tres días en un festival de nuevas tendencias (escénicas) y he vivido para contarlo. Era un festival, esto está claro. Aunque me pregunte qué debería ser un festival todavía sé distinguir lo que es un festival de lo que es una patata. Hoy en día un festival se caracteriza por presentar muchos espectáculos en un espacio-tiempo reducidos. Algunos, los más, en un espacio-tiempo extremadamente reducido. Si quieres ver todo lo que te ofrece un festival a veces lo tienes crudo porque tu relación con el espacio-tiempo es limitada. Es una incitación a ponerte al límite. Puedes aceptar el reto. Normalmente eso te deja extenuado. Llevado al límite puede provocar que una experiencia a priori placentera se pueda convertir en un infierno. De ti depende lidiar con este riesgo. En un festival sueles encontrar, además de artistas y público, gente que se dedica a esto pero que no ejercen de lo que se conoce con el nombre de artista (o similares: creador/a, autor/a, actor/a, coreógrafo/a, dramaturgo/a y apelativos con un número parecido de connotaciones) sino de las más variadas profesiones alrededor del trabajo del artista (programador/a, gestor/a cultural, director/a de otro festival, director/a de un teatro, manager, periodista y apelativos con un número parecido de connotaciones). Todo junto es lo que se conoce como el mundillo. A veces el número de personas relacionadas con el mundillo es tan grande que no cabe nadie más en la sala. A veces la importancia del mundillo se hace tan evidente que uno se pregunta si el festival se organiza para satisfacer las necesidades del mundillo. ¿Pero qué necesidades tiene el mundillo? Déjame pensar. Creo que son principalmente necesidades relacionadas con la economía, el mercado, el reconocimiento, la política y el poder. ¿Y con lo artístico? Claro, claro, con lo artístico se da por supuesto que también. ¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de lo artístico? A veces el resto de necesidades del mundillo cobran tanta importancia que, en este contexto, no sabría decirte. ¿De qué contexto hablas? Pues de un festival de nuevas tendencias. ¿Qué significa hablar de nuevas tendencias en el ámbito del arte escénico? Es para diferenciarse de las viejas tendencias. Ya, pero ¿a dónde nos conduce todo eso? El concepto tendencia es un poco jodido, por muchas razones. Pero si le añadimos el adjetivo nuevo entramos en un terreno en que es difícil ser objetivo. ¿Y si a mí no me parece para nada nuevo? Me recuerda a la denominación música contemporánea, por ejemplo. Se quedó tan vieja que a principios del siglo XXI aún hay gente hablando de música contemporánea para referirse a la música de comienzos del siglo XX. Lo peor es que algunos creen que aún es la nueva música. Luego están los que montan festivales de música avanzada. Años después, esos festivales avanzan tanto que acaban programando reggae. No puedo evitar desconfiar de un festival que se presenta como avanzado, como tampoco puedo evitar hacerlo de un festival que lleva en su nombre las palabras nuevas tendencias. Tampoco creo en nuevos lenguajes, ni en montajes arriesgados, ni en gente que innova e incluso desconfío del término investigación que tan ligeramente se aplica a todo esto. Creo que, además, una vez más, posiblemente sin darnos cuenta en muchos casos, estamos hablando y participando en todo esto bajo la influencia de la cultura de escaparate, del mercado y, nos vamos acercando, de la sociedad de consumo que, como bien dice Arno Stern, debería llamarse la sociedad de la competición. Todo eso reconozco que tiene que ver con las nuevas tendencias en el mundo del arte tal y como lo conocemos en este rincón de la galaxia. Pero tiene que haber otra manera de relacionarnos con esta cosa maravillosa que sirve de excusa a todo este tinglado llamado el mundillo. Tiene que haber otra manera que no tenga que ver con la competición ni con reducirlo todo a me gusta o no me gusta. Y, ahora, escuchemos a Stern sólo 7 minutos, por favor. Él lo cuenta mejor que yo.

Como Stern, quiero pensar que en el futuro miraremos hacia atrás y nos llevaremos las manos a la cabeza preguntándonos cómo pudimos. A mí me parece que debe haber otras soluciones pero, como dijo Marty McFly, supongo que no estáis preparados para esto… pero les encantará a vuestros hijos.

Bajo la influencia de las palabras de Arno Stern (os recomiendo echarle un vistazo al vídeo de su charla Ni arte ni infantil), mientras me imagino cómo deberían ser los festivales del futuro, suponiendo que en el futuro sigan existiendo, pienso que para prepararles para ese futuro que me voy imaginando (algo más amigable para la especie humana) seguramente vuestros hijos necesitarán educación. Pero educación en libertad, no instrucción manipuladora y deformadora que les inocule en la sangre sin que se den cuenta el virus de la sociedad de la competición. Afortunadamente, aunque poca, hay gente que ya se ha puesto a ello. Les deseo lo mejor.

En fin, dadme un poco más de tiempo y pronto os cuento algo de lo que vi en el festival.

Esta entrada fue publicada en Notas que patinan. Guarda el enlace permanente.

2 Respuestas a Notas que patinan #54: El festival del futuro

  1. Pingback: Notas que patinan #54: El festival del futuro | fuga

  2. Si vivís en Madrid, y os interesa lo que propone Arno Stern, me acaban de pasar un enlace interesante: https://lubaexpresion.wordpress.com

    Y si vivís en Galicia os recuerdo el enlace que aparece al final de esta entrada: http://www.araseducacioncreadora.com/

Los comentarios están cerrados.