Artículo de EL PAIS.
«Paco, hoy tienes diez minutos; yo necesito siete», le dijo Josep Guardiola al profesor, o sea, a Seirul·lo, el preparador físico del Barcelona. Obró en consecuencia. Por eso, los jugadores fueron vistos y no vistos sobre el césped del estadio Olímpico de Roma antes del partido. Mientras los del Manchester United se calentaban los músculos en el campo, los azulgrana desaparecieron.
En esos minutos, Guardiola y su mano derecha prepararon la pantalla gigante y el proyector que se habían traído de Barcelona y que la tarde de antes, durante el entrenamiento, habían ocultado en el vestuario. Guardiola apagó la luz. Los técnicos, los empleados y, por supuesto, todos los jugadores, guardaron silencio y el entrenador le dio al play.
A partir de ese momento y durante 7m 10s, Guardiola tocó la fibra del equipo con un vídeo que empieza con imágenes de la película Gladiator, dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Russell Crowe y Joaquin Phoenix. La cinta narra las andanzas del general romano Maximus Decimus Meridius, que, traicionado por el ambicioso hijo del emperador, se convierte en gladiador y llega a desafiarle en el Coliseo romano. La película ganó cinco oscars en 2000, incluido el premio a la mejor, y fue candidata en otras siete categorías.
Donde había caras de gladiadores dispuestos a morir por su honor, el vídeo incorpora acciones de todos y cada uno de los jugadores, gestos puntuales y muy concretos de cada uno. Por ejemplo, escenas en las que Víctor Valdés saca una mano espectacular, goles de Eto’o y el trabajo en solitario que Iniesta llevó a cabo para recobrarse de su lesión a tiempo de jugar la final.
Un ritmo trepidante de planos y la banda sonora de la misma película llevan a la traca final. El vídeo termina con el último anuncio de Nike, empresa que patrocina al Barça, al que se le suprimió la voz de Guardiola, pero en la pantalla se podía leer: «Somos el centro del campo, somos nuestra precisión, somos nuestro esfuerzo, somos atacantes que defienden, somos defensores que atacan, somos nuestra velocidad, somos el respeto a nuestros rivales, somos el reconocimiento de nuestros rivales, somos cada gol que hacemos, somos los que siempre buscamos la portería contraria. ¡SOMOS UNO!». Mientras tanto, a un volumen atronador, el audio escupía el Nessun dorma, el aria del acto final de la ópera Turandot, de Giacomo Puccini:
«¡Disípate, oh noche! ¡Ocultaros, estrellas! ¡Ocultaros estrellas!
¡Al alba venceré!
¡Venceré! ¡Venceré!».
Dicen que, al encenderse las luces, algunos futbolistas lloraban y que sus gritos demostraban que el objetivo estaba cumplido. Guardiola les metió en el partido sin abrir la boca. Y no es la primera vez.
Ya en su época en el filial, utilizó este sistema para motivar a los jugadores. También a lo largo de esta exitosa temporada, que terminará mañana en A Coruña con una mariscada después del partido contra el Deportivo. El entrenador del Barça ha usado esa técnica de motivación visual en otras ocasiones gracias a la impagable colaboración de un buen amigo, el periodista Santi Padró, de TV-3.
«Necesito un vídeo para Roma», pidió Guardiola a Padró, que, mano a mano con el montador Jordi Gayà, creó una joya en formato DVD. Así, Guardiola logró su objetivo: motivar a sus futbolistas, que sobre el césped del estadio Olímpico se batieron cual gladiadores en la arena del Coliseo romano.»
Se veía venir. En el minuto 13:26 del Crackòvia del 20 de abril, Pep Guardiola hace escuchar a sus jugadores coreógrafos, en el vestuario, las Variaciones Goldberg interpretadas por Glenn Gould. Podeis arrastrar la barra de este vídeo para situaros en ese punto si no os apetece ver todo el programa. Yo soy fan del programa.