En mi humilde entender me parece que en un país «perfectamente consolidado», como en el que decía que quería vivir el amigo Josep Pla, en el Radicals Lliure sólo deberían actuar gente de la generación de Nao Albet y Marcel Borràs y, si me apuras, La tristura. De ahí para arriba deberían estar jugando en división de honor, no con presupuestos de cuatro duros en el Radicals que no te da ni para ser un mileurista y encima tienes que mostrarte agradecido porque es lo mejor a lo que puedes aspirar porque, ¿a dónde vas a hacer bolos, si no salen? Algo decente, ni más ni menos. Pero claro, si naciste a principio de los 70 aún eres un joven escritor, un joven cineasta y un joven dramaturgo. Hombre, ¡no me jodas! Si hasta el David Fernández nació en el 76: tiene 32 o 33 años. Schubert ya estaría muerto. Pero bueno, eso en un país «perfectamente consolidado», que igual sería un aburrimiento de país.
Ah, y todos deberían tener las mismas oportunidades que han tenido Nao Albet y Marcel Borràs. Como ellos mismos dicen, ellos han sido muy afortunados, no todo el mundo tiene esa suerte, desgraciadamente. Porque si la tuviesen nos íbamos a caer de culo, estoy convencido. Tú deja suelta a la gente, pon las condiciones para que se expresen con libertad y anímales a que lo hagan sin miedo y vas a flipar. Imaginaos a cientos de Naos Albets invadiendo los escenarios. Pero de todos los colores.
Estos tíos son listos y talentosos, eso me parece que está claro. El resultado, tengan la edad que tengan, a mí me parece que no tiene mucho que envidiar si lo comparas con el resto. En su estilo, o con su falta de estilo, con el mix del que habla Quim. Y descarados. El domingo pasado, en una de las escenas finales, Nao Albet está apuntando con una pistola a Marcel Borràs para pegarle un tiro en el suelo. Se supone que Marcel quiere que lo mate en escena, está de acuerdo. Pero se empieza a arrepentir, le pide tiempo y no se acaba de atrever. Al final, en vez de matarlo, le dice que le podría pegar un tiro en la mano. Y el Nao Albet le contesta algo así, como: «¡Sí, hombre, eso es lo que haría el Sergi Fäustino!». Pero al final el tiro se lo da en la pierna.
No me voy a poner en contra sólo porque son unos niños pijos catalanes. He conocido cientos de ellos, están por todas partes, si fuese un «racista de clase», como correspondería a mi origen charnego de extrarradio, no podría ir al teatro ni casi a ninguna parte. Y perdería muchos amigos. Al menos estos son conscientes de lo pijos que son y de la suerte que han tenido: «Som tots molt pijos, però … volem qüestionar la nostra essència». No os los carguéis por eso, si acaso quejaros de que no hay para todos y luchad para conseguir más. Y espavilad, que por abajo vienen pegando fuerte, yo vigilaría de cerca a Samuel Rubín, que creo que es el nombre del chaval que sale en esta obra o a Rubén Escamilla, el que trabaja con Rodrigo García, no debe tener muchos años más que Nao Albet y Marcel Borràs. Imagínate trabajar con Rodrigo con 10 años o así, cuando empezó. O que tus padres te lleven a verlo a esa edad, como le pasó a Nao Albet. ¡Y la peña estudiando en el Institut del Teatre, madre mía! Pero bueno, no quiero echar más leña al fuego del espíritu competitivo. Todo el día compitiendo, ¡qué cansino!
RADICALS LLIURE
GUNS, CHILDS AND VIDEOGAMES
NAO ALBET + MARCEL BORRÀS
Más material:
Enlace al texto sobre Guns, Childs and Videogames del blog Todos nos llamamos CACAMOSCA (también aparece, firmada por Iván Morales, en la publicación Documents de Dansa i Teatre, DDT 13, abril 2009, dedicada al Radicals Lliure y editada por el Teatre Lliure)
coño que pena tener que perdérmelo, pinta de Pm por lo que escriben…pero al menos escriben y me imagino cosas. gracias guapo que veo que no paras.