Escuchar esto https://www.youtube.com/watch?v=0F0EbN3aICI mientras se mira esto https://www.youtube.com/watch?v=CbIO8R4eY6Q
El asfalto, la tierra va por dentro, pero el asfalto quema. Es igual porque las faldas de paja las hicimos de lo que sobró para asfaltar la ciudad, ya no había paja cuando montamos el baile. El indio quemado, su nombre roto, mi casa en el barrio de Chamberí violada por los gritos, un lugar que nunca existió: la infancia, mi infancia del indio robada. Una celebración de la vida a través del baile, los cantos, la violación de los derechos fundamentales, las sillas de plástico del patio con guirnaldas, la imposibilidad de llegar a ellos a nosotros, a nada, mi dolor de clase media blanca, dolor blanco tan blanco que es vergonzoso porque a mi no me robaron nada. Mis abuelos llegaron huyendo y al llegar huyendo aprovecharon lo que que había allí que era robado, pero ellos eran buenos, mis abuelos, buenos con el mundo pero malos conmigo. ¿Por qué si robaron no fueron luego buenos conmigo para compensar? Igual no robaron, igual sólo escapaban y para escapar hay que violar algunos límites, ser siempre el último en salir y no apagar la luz, decir “indio bueno” y decirlo con desprecio, mirar una danza que parezca muy tribal pero que está en Youtube para poder mezclarla con música de ahora y sentirse contemporáneo pero estar robando esa danza también al verla. Usarse, usar lo de los otros, celebrar la vida de los otros, usar su vida para, celebrando la vida de los otros, hacer una pieza de danza, usar la alegría de los otros para ponerla en escena y hacer una pieza y firmar la pieza con tu nombre, deprimirse porque nada está bien en todo eso. Los globitos colgando de los árboles, las canastas mirando todo desde arriba, el banquete y los pixeles peruanos que no paran de bailar más que cuando termina el video y me sale una sugerencia de Youtube.