MARGENES: A MI ME MOLA ESTE FESTIVAL

Imagen de la película Fango, Argentina.

Llego tarde. El festival comenzó el sábado pasado en la Cineteca de Matadero con una alucinante “Costa da Morte” de Lois Patiño, un peli hermosa y contemplativa sobre la vida del hombre gallego en esos lares de naufragios, trabajo arduo y un mundo que parece está yéndose. Además, ese mismo sábado se dio el premio de cine independiente de Márgenes a uno de los francotiradores más olvidados del cine español, Basilio Martín Patino. Emocionante verlo ahí, con el bastón y la generosidad en ristre.

El domingo echaron, entre otras,  “Falsos horizontes”, peli sobre el 15 M hecha por Carlos Serrano Azcona; y una burrada llamado “Fango” (en la imagen) de Campuzano, peli argentina sobre las barriadas del sur de Buenos Aires. Argentina está bien presente en este festival que por primera vez, es la tercera edición, tiene en su programación artistas de España, Portugal y América Latina. Ayer le tocó el turno a “Cabeza de ratón”, filme sobre la vuelta del director, Ivo Aichenbaum, a su pueblo natal en la Patagonia, que además es el pueblo cuna de los Kirchner.

Hoy ponen “Corta” a las seis y media, una peli colombiana sobre el corte de la caña de azúcar, a mí me han contado maravillas de este film, veremos. Y mañana echan “El Modelo” del español Germán Scelso, sobre la que también he escuchado solo parabienes. La película narra, desde un lado nada cómodo, la vida de una persona inválida que pide en la calle y su relación con el director.

Bueno, pueden ver toda la programación aquí. El festival concluye su periplo madrileño este miércoles, aunque este sábado 21 de diciembre en la Casa Encendida hay gala de clausura con la proyección de “Gente en sitios” (la última de Juan Cavestany) y entrega de premios.

Lo importante es que desde mañana podrán meterse en la página del festival y de manera gratuita ver en streaming toda la programación. Quizá esto sea uno de los puntos más relevantes del festival. Se pueden ver las películas hasta el 31 de diciembre.

Otro aspecto importante es que Márgenes se propaga. El domingo pasado arrancaron pases en en la Cineteca Uruguaya en Montevideo (programación aquí) y hoy comienzan pases en la Filmoteca de Andalucía de Córdoba (programación aquí) y en los cines Tonalá de México D.F. (programación aquí).

El año pasado descubrí en este festival a una bendita loca llamada María Cañas, cinéfaga militante y su “Sé Villana”, por ejemplo. Y de eso se trata, de poder ver otro cine que de otra manera… Me acuerdo el año pasado del pase de esta película con toda la sala de la Cineteca llena, con Cañas entre el público. La gente se descojonaba, vibraba en el asiento. Yo tenía a Cañas tres filas más adelante. Y la veía recoger todo aquello. La proyección acabó en jolgorio hecho aplauso con Cañas emocionada saludando. Y no es que aquello fuese una comedia, ni mucho menos, sino la película con más mala leche equilibrada  y justa que he visto hace años en España. Es una de las proyecciones con más sentido a las que he asistido en mi vida. Y estoy seguro que eso, aquel momento, le sirvió a Cañas para seguir trabajando y no caer en soledades que al final se vuelven hurañas, bloqueantes. No sólo es fundamental este festival para el espectador, sino para una creación que necesita de la alquimia de ver su película llegando al cerebro del ciudadano. Si pueden asistir asistan, si no desde mañana en casa, tranquilamente, disfruten. Merece la pena.

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LAS MIL CARAS DE BARBA AZUL

Artículo publicado en El País

Esta semana llega a escena uno de los personajes más brutales de la historia del hombre y uno de los relatos de amor más enfebrecidos que conocen la literatura y la música universal: Barba Azul. Pero este personaje se escapa, es multiforme. Barba Azul o Guilles de Rais, personaje real del siglo XV y quizá uno de los dementes y asesinos en serie más sobrecogedores de la historia. Pero también Barba Azul remozado para la sociedad galante por Charles Perrault en sus Cuentos de la Oca de finales del siglo XVII. O más tarde, a principios del siglo XX, Barba Azul convertido en mito romántico y simbólico en la única ópera que escribió el gran Béla Bartók. O más recientemente, Barba Azul transformado en imposibilidad hecha de movimiento en la versión con la que Pina Bausch fue abucheada a finales de los años ochenta en Francia. Todos estos son algunos de los muchos retazos que la compañía gallega dirigida por Borja Fernández ha ido superponiendo para estrenar mañana su nueva obra en el Teatro Ensalle de Vigo: Barba Azul (opereta para un clown y una soprano).

Una obra hecha desde la libertad y el permitirse en escena. Poliédrico personaje y poliédrica pieza donde cabe el teatro de objetos, la ópera de Bartók, Monteverdi versionado en banjo, la danza, el clown, el esperpento o el teatro “posdramático” donde desaparece el personaje en pos del actor. Creación periférica, sin ayudas públicas pero con el apoyo de un tejido teatral que en Galicia resiste embestidas, cierres y recortes.

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Suelto sobre Teatro Ensalle: aquí
Video galería realizada por Ensalle: aquí

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El gran teatro de la escala… 1:87

Articulo publicado en El País

El público que desde hoy y hasta el sábado vaya al Corral de Comedias de Alcalá de Henares se adentrará en un universo irónico, poético y desolador: el mundo a escala 1:87 de David Espinosa y su último espectáculo, Mi gran obra, donde el muñeco en miniatura se convierte en espejo reducido de la condición humana, gran teatro del mundo calderoniano a escala en el que Espinosa consigue un auto sacramental posmoderno y desalentador.

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 videogalería del muñeco en la escena moderna aquí

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La poesía alza la voz como espectáculo

Artículo publicado en El País

Con ese andar humilde que le caracteriza, Luis García Montero entró hace unos días despacio al escenario de la Sala Mirador, evitando con la mirada los aplausos que le recibían en una sala abarrotada. Con delicadeza se sentó ante una pequeña mesa tan solo ocupada por una botella de agua y unos cuantos libros y papeles. El poeta granadino sabía que esta lectura tenía algo de especial, no estaba en un ateneo, ni en un bar, ni en un centro cultural. Se encontraba en el centro de una caja negra, de un teatro, y así empezó, uniendo espacio y momento histórico, con su poema La Farsa: “Son malos tiempos para la justicia. / Vengan a ver la farsa, / el decorado roto, la peluca mal puesta, / palabras de cartón y pantomima (…)”. Con tan solo su voz, el gesto y una iluminación general, García Montero desgranó en poco más de una hora toda una concepción de la poesía como recodo donde aunar lo íntimo, lo político, la crítica y la esperanza. Leyó poemas antiguos, poemas de su último libro y del que se encuentra escribiendo ahora, citó a Marx, a Rimbaud, habló de su amistad con Alberti y su piso de la Calle Princesa; y se retorció con un público callado, atento y entregado, ante la situación política del momento.

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CAMBALEO SE REVUELVE CONTRA EL PRESENTE

Artículo publicado en El País

Cambaleo Teatro es como un sustento, como las reservas federales de un teatro que pareciera muerto, el independiente, pero que esta compañía longeva ha conseguido remozar como un Frankenstein. Una criatura bella que hoy se nos aparece vapuleada pero aún viva, cosida durante tres decenios a base de empeño, renovación, inquietud, errores, cansancios y empeño. Y también a base de cierto punto de mala leche que al que empieza en el teatro callejero, como ellos, no se le va nunca.
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OPS: A COLACIÓN

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EL BAILE SE ABRE PASO EN EL MUSEO

publicado en el diario El País

Los centros de arte abren su programación a experiencias provenientes de la música, la danza y el teatro.

La coreógrafa La Ribot con la instalación Still Distinguished en la galería de Soledad Lorenzo a principios de este milenio fue la culminación o un nuevo principio del cruce entre artes escénicas y artes plásticas. Pero en estos últimos años la cosa no para. Algo pasa dentro de las artes escénicas, algo se mueve en los museos, algo en los teatros donde se cruzan proyectos y artistas… La artista proveniente de las plásticas Teresa Margolles, después de representar a su país, México, en la Bienal de Venecia del 2009, fue programada con una hermosa acción, “Las llaves de la ciudad”, dentro de un festival de escénicas en Matadero. El coreógrafo Xavier LeRoy el año pasado montó en la Fundació Antoni Tàpies durante dos meses Retrospectiva, una exposición concebida como una coreografía donde encontrábamos a bailarines ocupando todo el espacio expositivo. Momentos vitales de cruce que hablan de un trasiego que este año está llegando a fenómeno. Etiquetas como danza, performance y teatro se mezclan y se superponen en proyectos y festivales.
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Video Galería: ver aquí

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Algo se mueve bajo El Conde de Torrefiel

 *Artículo publicado en El País, sección Cultura.

La compañía, liderada por Pablo Gisbert y Tanya Beyeler, lleva tres años de gira con sus trabajos por España y haciendo afición.

Un espacio vacío, blanco, un flourescente inmaculado y una cortina rosa. Así comienza La chica de la agencia de viajes nos dijo que había piscina en el apartamento, la nueva obra de El Conde de Torrefiel que se estrena este viernes en el Festival BAD de Bilbao. Un día después, el sábado, se mostrará una obra anterior de la compañía, Observen como el cansancio derrota al pensamiento, en el Polideportivo de Deusto: la obra transcurre durante un partido de baloncesto que monta la propia compañía. (continúa aquí).

Además:

Suelto sobre el Festival BAD.
Los vídeos del Conde presentados por ellos mismos.

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LA NATURALEZA Y SU TEMBLOR

La naturaleza y su temblor
de Idoia Zabaleta, Chus Dominguez y Tomás Aragay
La Casa encendida, del 17 al 21 de octubre

Ver qué son las cosas en sí mismas, analizándolas en su materia, en su causa, en su relación.
Marco Aurelio, Meditaciones, LibroXII.

Hace una semana tuve la oportunidad de asistir a “La naturaleza y su temblor”, cristalización de un proyecto de investigación (La Glorieta) que comenzó hace más de un año en Azala.  En el proyecto: Tomas Aragay y Sofía Asencio de la Societat Doctor Alonso, Idoia Zabaleta, Chus Domínguez y Espe López. Antes de Madrid tuvieron varios encuentros: Azala, L’Excrosador, el Teatro India de Roma, en el Fest. de Sevilla y en Matadero Madrid (podéis consultar aquí). Y el jueves 17 de octubre, como decía, pude deglutir lo que parecía una de las posibles destilaciones de todo ese periplo.

En grupos de 12 personas “La naturaleza…” proponía un largo paseo por el barrio de Embajadores. Un paseo meditativo, de escuela peripatética pero con espíritu walseriano, como si de un Thoreau pos-radiactivo y urbanita se tratase. Aislarse (durante la pieza portabas unos cascos por los que se emitían textos y sonido pero que cuando estaban en silencio también acolchaban el ruido de la ciudad) y distanciarse para poder caminar pensando.

El punto de partida ya era de una sencillez extrema y de potencia sugeridora. En plena calle de Ronda de Valencia, a un lado de la acera, el grupo de caminantes podía sentarse y contemplar el ajetreo callejero de un atardecer madrileño, niños con padres, caras de vuelta a casa, frenazos y prisas y una luminotecnia que ni nuestro gran premio nacional Juan Gómez Cornejo. Mientras contemplabas, podías escuchar por los cascos una disertación filosófica del profesor Narcís Jonaola basada en el conocimiento desde un punto de vista ontológico y fenomenológico: ¿Quién piensa? ¿Existe la realidad? ¿La realidad son las cosas? ¿Es posible el conocimiento sin experiencia?… Más allá de la profundidad o no de tal disertación, la voz era agradable, dejaba todo el día laboral de uno en suspenso y servía como pequeño Virgilio que invitaba, abría la puerta, incitando a la neurona, predisponiendo al oyente a la reflexión. Ciudad y pensamiento, poder pasear por nuestras calles pensando con ellas, de eso va esta pieza. Algo que pudiera parecer obvio pero que el que suscribe llevaba olvidando tiempo.

El segundo sitio elegido fue el Circo Price, justo antes de comenzar el espectáculo, con la gente entrando, niños y padres en un jueves normal acomodándose mientras una música infernalmente pop sonaba a bastante castaña. El grupo de los doce, sin embargo, subía por unas escaleras por encima de la carpa llegando a un sitio levitado entre el techo del edificio y la carpa, lugar vacío, colchón de aire a media luz donde a lo lejos se oía el bullicio. Ahí, en ese no lugar donde predominaba la estructura arquitectónica ovoidal semejante a un platillo volante, una voz taimada decía un verso poético del que no me acuerdo nada. Todo puta sensación… Si tuviera que decir sobre qué iba el texto, sin saberlo, la primera frase que me viene a la cabeza es silencio. Al igual que la escritura automática es un proceso que no proviene de los pensamientos conscientes, digo yo que también debe existir una escucha automática; y esta era la que ésta parada de “La naturaleza y el temblor” provocaba. Temblor que se concentraba en la membrana timpánica del oído medio.

Estas dos primeras píldoras sirvieron como plataforma de despegue, luego vino una parada en un bar que uno ha usado como último rincón mañanero, bar de taxistas donde toda memoria es bruma con tropezones, seguía hablando Narcís Jonaola y yo tan solo veía las réplicas de Zurbarán y Velázquez tapados por el sudor concentrado de los años; luego nos pasearon por la parada de Embajadores de Metro, escaleras abajo y escaleras arriba bajo una música electro-pop que denunciaba automatismo, el nuestro, el de cada día, el que llevamos puesto sin saberlo, arquitectura humana del movimiento del que no me sentía parte en ese momento. La imposibilidad del observador pensante de ser parte de lo observado.

Y así, ya narcotizado de sentidos y reflexiones fuimos bajando hacia el río, tan solo un tanto molesto por la cabeza y el coche escoba de la organización que por momentos pareciera que querían convertir aquello en excursión escolar y no en deambular disoluto; pero impulsado por los sonidos callejeros grabados y registrados en directo que Chus Domínguez iba mandándonos desde su control base portátil (era un número ver a Domínguez con su micrófono, su mesa al cuello y su antena, parecía un caza-fantasmas).

Tan solo una parada me hizo salir de esta caminata propia del Festival MAPA trasladada a la capital, de este site-specific con todas sus letras: fue la parada en una tienda de traje y confección. Uno de los aciertos de esta propuesta es la ausencia de intervención interpretativa, de actores, de bailarines, incluso de cuerpo, todo se recoge de y en la ciudad, algo que va muy en consonancia con las reflexiones auditivas del profesor, ¿cómo puedo pensar mi entorno, qué conocimiento puedo extraer de él? Hubiera sido muy raro que una de las paradas hubiese sido, por ejemplo, una micro propuesta de danza en medio de una calle desierta, ahí hubiese entrado el cómo pensar la representación, cómo pensar lo pensado simbólicamente, metafóricamente, etc., es decir, artísticamente, por el hombre. Y en esta tienda de confección pasaba, si bien no esto, algo similar. En un espacio mínimo veíamos operar a un taller de confección, la capataz iba revisando los trabajos que los otros tres empleados estaban realizando (una tapizado de una silla, una camisa, etc.). La propuesta tenía sentido ya que versaba sobre la experiencia, sobre su transmisión y sobre el conocimiento que esto puede dar, pero aquello era, aun  con toda la naturalidad que los trabajadores querían poner al asunto, simulado. ¿Qué estábamos observando? ¿Qué debíamos reflexionar sobre aquello? Ahí me quedé pensativo y solo veía costuras, las de la tienda y las de la obra, demasiadas costuras.

Llegamos por fin al último lugar, un pequeño taller lleno de máquinas más grandes pero similares a las que conocemos para copiar llaves. Un taller hermoso lleno de trabajo y de restos de metal donde se fabricaban pomos, remates, perchas y demás metal labrado. Un operario en silencio fue accionándolas y pudimos ver la fabricación de unos tiradores de armario… Cuando comenzaba a mostrárnoslo, súbitamente, antes de poder establecer la típica conversación con el artesano, la luces se apagaron y todo fue sustituido por un temblor creciente. Todo el pequeño taller, con su luz ya nocturna y todas sus ventanas de vidrio temblaban, todo mi cuerpo físico temblaba, mis brazos, mi pecho, los pelos de mi cabeza. Pensamiento como temblor, temblor de neuronas y temblor como fricción del choque entre lógica y emoción, temblor como temblaba aquella enorme pieza de L’Alakran “Suis à la messe, reviens de suite” que pude ver primero en MAPA y luego en el LP de La Porta (los dos ya idos).

Y así, cansado, con los pies doloridos, creí que ya estaba, que se había terminado, pero el asunto continúo en un pequeño bar madrileño donde todavía dan chatos; y una vez servidos, la tabernera, en buena dicción nos leyó un pequeño texto de Marco Aureliode sus “Meditaciones”, best seller imprescindible desde el siglo III d.c.

Buen trabajo esta propuesta colectiva y vertebrada por la Societat. Trabajo lento, como dice Aragay anunciando su nuevo proyecto, “El desenterrador”. Y se nota la destilación y el ritmo, trabajo despojado y vuelto a despojar que incluso pudiera estarlo más. Invitación ciudadana a repensar nuestro sitio, a cómo podernos relacionarnos con lo que nos rodea, trabajo pro-sensible y reflexivo incardinado en invitación.

PD: Quisiera también recordar el trabajo anterior de la Societat Doctor Alonso: “Introducción a la introducción” que ya incorporaba el texto filosófico como materia de trabajo y que rompía para mí la línea de dos trabajos anteriores de la compañía, “Caldo Primordial” y “Club Fernando Pessoa”, etapa donde el que escribe estaba un poco desconcertado. Lo vi en Pradillo hace meses. Era la primera pieza surgida tras el cierre voluntario del Festival MAPA que dirigía la propia Societat. Era volver a ver a Sofía Asencio bailando después de aquel impresionante “Volumen II” con Nilo Gallego de hace ¿seis años?, era un solo de danza que llegaba con una España sumida en crisis, con Cataluña a recorte limpio y con un área, el de las escénicas, donde se acabó lo que se daba, donde la exhibición caía en picado, donde proyectos, centros y colectivos se desintegraban. Donde el replanteamiento artístico de para qué sirve el arte en estos momentos estaba en muchos de los trabajos que veíamos. Y creo que Asencio, en subtexto estaba respondiendo a todo eso.

No recuerdo bien, han sido meses, debiera haber escrito con la pieza inscrita en la pupila, el trabajo bien lo merecía, pero no siempre se puede. Pero no quería dejar pasar la ocasión para hacer un apunte. Aquella pieza sobre lago negro y reflectante me llamó mucho la atención por dos cosas, que son la misma. Primera, por el trabajo de cuerpo de Asencio, cuerpo hecho, lleno de técnica, preciso y en esta ocasión afilado, sin adorno alguno. Y segunda por la significación que emanaba de todos los aspectos de la pieza. Veíamos a una Asencio volver a su núcleo, ya con cuerpo trabajado, mayor, después de piezas de humor lacerante pero ligero. Se transmitía la necesidad de la artista de en este presente hacer desde una ética, una ética que convertía a su cuerpo en manifiesto politico de una profesión y una época. Sé que suenan grandes las palabras pero la sensación ante la pieza fue grande. Ante toda esta marea de crisis e incertidumbre donde vemos a los hombres pez correr de un lado a otro buscando colocación y seguridad ante el miedo de haber perdido sus pequeños chiringuitos (unos más justos que otros), Asencio proponía el trabajo a conciencia, el seguir investigando en lo que uno sabe y con lo que tiene, sin alharacas, con determinación, con esfuerzo. El maravilloso trabajo de suelo de la pieza es una demostración de esa obstinación bendita, fruto del convencimiento de que ahora más que nunca hemos de mirarnos en el espejo, aunque este sea negro y nítido. Enfrentarnos con lo que somos, repensar otra vez los fundamentos sobre los que nos sustentamos, hacer una introducción a la introducción de nosotros mismos. Estaría bonito ver esa pieza de nuevo, no sé dónde, no sé cómo pero debería darse otra vez en Madrid.

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LAS PALABRAS DE MESSIEZ: REFLEXIONES DESPUÉS DE UN ENSAYO

Escribo al mismo tiempo que la compañía de Messiez estrena en la Cuarta dentro de este desnaturalizado Festival de Otoño de estructura intermitente y fantasmal que tan bien encaja en los tiempos que estamos viviendo.

No voy a ver la obra estos días, no puedo. Pero hace más de una semana fui a ver un ensayo en un gesto generoso de la compañía que estaba pasando y pasando la obra antes de su estreno en Avilés. No había luces, no había espacio y los tiempos eran marcados por un chasquido  de los dedos de Messiez. Es decir, no asistí a la obra y no puedo hablar de ella pero llevo unos cuantos días pensando en ella. En ella y sus alrededores. Y quería compartir algunas ideas que llevan acompañandome estos días… Con ese ánimo escribo.

LA PESTE
Hay una idea subvertida en esta puesta que funciona y agita la mente. La sociedad está enferma, esta sociedad científica, positivista, “pos-descartiana” (si eso existe), que ha intentado desnudar la verdad creyendo que se hayaba en aquello despojado de adornos, está enferma, apestada. Cerca incluso de la extinción. En pos de una coherencia de tratactus hemos ido velando y apagando la esencia de las palabras que no es otra que su rica e inabarcable semántica. Semántica que depende de su uso, de su combinación con otras palabras. Esa enfermedad en la obra de Messiez se vuelve física, de bubón y lepra.

Y el retruécano en la obra es que, poco a poco, en esa sociedad que ya ha perdido la esperanza se extiende una cura que va de boca en boca: hay que rimar, hay que hablar en verso. Hay que hacer lo que esta sociedad ha denostado, literaria y cotidianamente, para sanar. El artificio, demonio del apostol contemporáneo, sana.

La lectura de la obra, tanto a nivel de los hombres (donde amor y amistad sobrevuelan), como de los ciudadanos (donde la política se arrastra en la cifra), como del arte (de la escritura misma, del arte escénico en última instancia) es ciertamente agitadora. Y Messiez trabaja esas lecturas de manera meta-teatral dando a la obra así aún más vericuetos y segundos significados.

LA FUERZA DE UN COMIENZO
Buen ejemplo de esto que estaba intentando explicar es el principio de la obra. Alicia Câlot sale a escena, y con el verbo duro y seco y bonito del castellano dice, pregona como si se nos convocara a la plaza a ver. Suena a comediante de la legua, el texto es poético, lo justo, Alicia lo clava y resuena al mismo tiempo el comediante de la legua y el teatro de Artaud, ese teatro con la peste rondando que ninguno hemos visto. Todos esos elementos unidos, a los que se unía la voluntad de arraigo en Madrid de esta compañía de origen argentino, sonaban en el ensayo. Fue bonito ver eso en un ensayo, e imaginar la proyección de lo visto en un escenario. Y saber (aunque uno se puede equivocar) como iba a pegar en el pecho de la platea.

Otro ejemplo de esta meta-teatralidad, de este juego donde se piensa con la forma, el código y el formato, son las tres mujeres de pueblo llano de la pieza. Y no por el andaluz extremo de Estefanía de los Santos uno se acuerda de la lectura del “Marimeneo” de la Zaranda, de esas mujeres de plaza sin tiempo. Parece dialogar la obra (al ponerla y confrontarla con otras maneras de decir y componer) con la teatralidad argentina de la que surgen Messiez, Orazzi y Marianela. Parece dialogar esta obra con los textos rápidos y extrañados, de vuelo intelectual e ingenio conversacional tan presente en lo que se dio en llamar el nuevo teatro argentino (y metan ahí, con toda libertad y todas sus diferencias desde a Daulte, pasando por Spregelburd, hasta Zorzoli). Parece como si las palabras de esas mujeres, en subtexto, dialogaran con ese teatro argentino de densidad léxica y simbólica y un barroco efervescente atrayente. Lenguaje muy presente para los españoles en montajes de Messiez anteriores como “Muda” o “Los ojos”. El director y la compañía (Orazi y Pensado llegaron a España de la mano de un montaje de Zorzoli allá por el 2005-2006, creo, “Ars higiénica”) se replantean cual es su lenguaje ahora, qué surge de estos más de cinco años trabajando, viviendo y viendo en la Península. Es importante esto, ya que la compañía Messiez es un claro ejemplo de un proyecto artístico realmente asentado en Madrid, que trabaja desde aquí, sus actrices argentinas también desarrollan sus proyectos aquí, los elencos son de los dos países, su desarrollo se está dando acá. En definitiva, no es extraño que estas preguntas y relfexiones sobre la identidad artística afloren en el montaje.

LA RECEPCIÓN (Aclaración: no quiero ni insinuar que lo que uno dice lo piensa quien hizo. Simplemente lo pienso, la obra me aviva el seso y reflexiono).
No es baladí este segundo final de la obra que menta a Moscú (ya presente en un anterior montaje de Messiez), acordándose de otro de los creadores que más tienen que ver con el lenguaje teatral: Chéjov. Pero acordándose también del montaje con el que Messiez desembarcó en España: “Un hombre se ahoga” de Veronesse, basada en la obra “Tres hermanas” de Chéjov.

Programa del Festival de Otoño: “Uno de los directores más aclamados de la escena española de los últimos años, el dramaturgo, director e intérprete argentino Pablo Messiez regresa a los escenarios madrileños en el mes de octubre para presentar en la Sala Cuarta Pared su última creación…”. A parte de que no entiendo porque el lenguaje de un festival público y de arte tiene que ser el de la publicidad, el texto denota algo que lleva pasando largo tiempo en nuestra ciudad y en varias partes del Estado. El convertir el trabajo de los argentinos que vienen a este país en “fenómeno”. Lo hicieron con Daulte, más en Barcelona, lo hicieron con Veronese (de lo que bien se aprovechó) y lo hicieron con el propio Messiez en Madrid.

Esta manera tan españolita y paleta de ir al teatro para quedarse embobado, para decir “qué orgánico” y demas zarandajas hacen (o eso creo yo) que la buena recepción de los trabajos (que siempre ha de ir unida a la calma) sea complicada. Y de esto es bastante culpable el Festival de Otoño. Todo un festival, con la crítica fervorosa y la canallesca más ponderante apoyando y poniendo por las nubes a Daulte, Veronese, Messiez o Tolcachir, muchas veces lo que hace es no ayudar ni a los propios implicados ni mucho menos al espectador. Sobre estas operaciones de pura mercadotécnia cultural hueca (otro es el valor de las obras) se han hecho idioteces varias, como fue por ejemplo la idiotez de montar una preciosa pieza, “Mujeres soñaron caballos” de Veronese, con actores a la española en el CDN y con gran presupuesto. Además alegando que así se unían culturas teatrales, que se acercaban las orillas (puta frase). Veronese, por lo menos, lo vio claro y acabó haciendo un “El tunel” de Sábato con Pentación y el pobre Alterio que debío salirle a cuenta. Ahora, Tolcachir acaba de estrenar dos montajes al unísono de la misma obra, “Emilia”, uno en Buenos Aires y otro en Avilés (¿qué está pasando en Avilés?). Cada uno con elenco oriundo. Operación montada tras el revuelo de la buena obra que se pudo ver en España de Tolcachir: “La omisión de la familia Coleman”. Bueno, veremos.

Porqué toda esta perorata. Primero, las modas, o los fenómenos pueden ayudar a las carreras de los creadores, como es el caso de Messiez que ha ido pudiendo trabajar y estrenar; y pueden también ayudar a conocer a mucha gente un teatro del que yo he bebido como ninguno que es el argentino. No estoy diciendo que en estos fenómenos  prime lo negativo, quería señalar ese ombligo nuestro tan sucio y pacato, simplemente. Además, debemos de ser de conscientes que lo que vemos no es el teatro argentino, vemos a unos cuantos grupos, los que pueden llegar, los que se decide que lleguen. Este juego de nacionalidades artísticas es ya de por sí un tanto expureo.

Y también quería apuntar otra cosa. Creo que Messiez en esta obra esta reaccionando a eso. A verse coletazo o parte de toda esa estupidez española y capitalina de la que a él también le han hecho formar parte, lógicamente lo hace inteligentemente. Muchos quedarán encantados y verán el asunto como un reconocimiento de las raíces teatrales, además españolas, europeas, y no irán más allá. Si no esperen y verán. No creo que sea así, Messiez se revuelve.

La obra, no se trata de ser reduccionista, parece reaccionar a muchas cosas, a no ser utilizado, de acuerdo, pero también a querer saber quién es como artista,  cuál es su lenguaje,  cómo se relaciona con este desplazamiento Buenos Aires / Madrid como creador, como persona… Desde donde poder contar, desde donde poder trabajar, desde donde poder amar, desear, plasmar.

EL NÚCLEO
En el ensayo se podían ver dos espacios temporales, térmicos y proposicionales distintos. Uno esa plaza sin tiempo, ese espacio público de mujeres que arrastran; y otro más centrado en Javivi y Orazi, está última en sendos papeles de mujer, una en proceso de desenamoramiento y otra entrando en el. Yo creo que los temas más relevantes en la obras que he visto de Messiez, aquello que resuena con insistencia, son: el deseo, el amor y la soledad. De esto va el núcleo de la obra. Aquí el retruécano del que antes hablaba no acababa de encajar. Messiez habla del no cuidado de las palabras en nuestra época y de que, sin embargo, en la intimidad amorosa esas palabras siguen siendo elegidas con mimo (programa). Pero la frontera entre la historia de amor más grande jamás contada y el folletín es siempre resbaladiza. En eso les vi trabajar en el ensayo, con esos mimbres. Pareciera que el lenguaje escénico, dramático y literario de “Los ojos”, capaz de adentrarse con profundidad en esos tres temas tan poderosos, en “Las palabras” todavía no había cogido sitio. Una duda me asaltaba en el ensayo: si ese no adentrarse era una decisión consciente del propio Messiez, si había decidido simplemente esbozar, no meterse más en cómo tratar el amor entre estos seres abandonados, en cómo tratar con las palabras justas, con el registro adecuado, con el tempo requerido, con el lenguaje preciso, el amor en esta obra donde la esencia reside  precisamente en el cuestionamiento del propio lenguaje. Quizá no sea así, quizá con las funciones ese nucleo empieze a coger sitio. El teatro con las funciones puede hacer eso, ir naciendo escenas. Me imagino que después de estos días en la Cuarta volveran a reponer en Madrid y iré con calma a seguir viendo a Messiez y su grupo trabajar. Trabajo valiente, con voluntad de auto cuestionamiento, con talento y que iré siguiendo.

Estas son las notas. Puras notas reflexivas de un ensayo.

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