EL PESO DE UNA IMAGEN: “EL MODELO”

“EL MODELO”, de Germán Scelso.
Festival Márgenes
Crónica de una proyección

Ayer estuve en Márgenes, entre otras vi la película “El Modelo”, película rodada en Barcelona por el argentino Germán Scelso. La película es bastante dura, incómoda para el que está en el asiento. El director con cámara en mano nos va enseñando la relación que entabla con Jordi, un desecho humano alcóholico, inválido, desequilibrado, necesitado y que ha construido su relación con los demás a través de ser desagradable, como escudo y arma arrojadiza al mismo tiempo.

El film está bueno, va cruzando reflexiones, metacinematográficas (de uso de cámara), políticas (con una España que va saliendo a través del locutorio donde trabaja el director y donde le visita Jordi para pedirle dinero y verle), psicológicas (al ser testigos de un hombre derrumbado, desechado y destruido); y, sobretodo, éticas.

Y es interesante la desnudez con la que el director va exponiendo estas cuitas éticas. ¿Cuál es el papel del artista frente a la persona arruinada a la que se acerca para mostrar y trabajar con ella? ¿Qué quiere el artista de ese hombre? Este tema es largo, muy largo, lleno de imposturas en las que Scelso parece no querer caer. Así, Scelso nos muestra cómo Jordi va desplegando su técnica de pedir dinero: siempre más, dos euros ahora, y si se los das, después de un carajillo y un puro, otros dos; sino se los das, mañana le tienes que dar dos porque se los diste ayer, y sino se los das se pondrá desagradable, entrará en tu sitio de trabajo, incomodará a los clientes, forzará una situación en la que le tendrás que decir que se vaya, te sentirás mal por echarle; y ahí, Jordi, insultándote con la mirada, te pedirá un euro más. Técnicas de un hombre que solo folgó con putas por deforme, que se bebe todo, lo que sea, de un trago con el gaznate abierto, queriendo hacer con la bebida lo que no puede hacer con la vida, con la pupila penetrantemente ida.

El director intenta lidiar con esto, bordea, intenta instaurar una frialdad que le permita cierta distancia, pero al mismo tiempo juega con una cercanía que le permita seguir trabajando con Jordi, con este ciudadando receptáculo de cosas tan nuestras. Vemos al director dudar, vemos cómo lo tiene que echar del locutorio, vemos al mismo tiempo cómo lo lleva a casa para hacerle una entrevista más íntima y a fondo que se convierte en inteligible del pedo que lleva Jordi. Vemos cómo Jordi lo reta y Scelso recibe, intenta parar el golpe, evitar la violencia y crear un diálogo.

Hasta ahí, pues todo bien ¿no? Vemos dudar y trabajar a un director, vemos a Jordi con una enrevesada mente, simple, torcida, básica, triste. Y hacia dónde tiene que ir todo esto, para qué… Ahí Scelso propone. Este momento para mí es esencial, donde está el quid de la película. Scelso decide representar, crear una imagen.

En el teatro llevo muchos años escuchando a creadores hablándome de lo difícil que es asumir y estar de acuerdo con una imagen creada en escena.  Hablándome de la responsabilidad que esto conlleva. Incluso cómo estas imágenes te persiguen durante años… Y Scelso decide acabar la película de esta manera:

Desde el principio de la película nos va mostrando primerísimos planos del hombre ideal de Da Vinci que está grabado en los euros. Un primer plano que utiliza para resaltar la relación monetaria entre él y Jordi y también para reflejar cómo Jordi ha escogido el dinero para poder relacionarse con la gente, con una sociedad que si no, posiblemente, lo redujera a invisible.

Y al final de la película, después de una lectura de un libro de la CNT que habla sobre la diginidad del trabajador y sobre la concepción anarquista de la sociedad (uno de los movimientos ideológicos, por otra parte, con una carga ética más presente y elaborada), Scelso va a por su imagen.

La imagen que construye Scelso es esta: vemos proyectado a tamaño humano en la pared de la casa de Scelso la imagen del hombre ideal de Da Vinci, entra Jordi y se pone delante superponiendo su cuerpo a la imagen, un cuerpo desnudo y contrahecho. La imagen, logicamente duele. Y duele porque Jordi queda rebajado a mercancia, a mercancia de cuarta, feo, deforme.

La apuesta de Scelso es bastante kamikaze. Uno (me refiero a mí como espectador) tiene la impresión de que al final el director ha decidido hacer lo que él tenía en la cabeza. Uno tiene la impresión que lo que ha prevalecido es la obra de arte por encima, incluso aplastando, al hombre. Y Scelso muestra esto sin ambajes, sin justificaciones. Es su decisión. No se trata de hacer una lectura moralista ni un debate de si está bien o mal, pero sí creo que la película propone e incluso pide que uno se sitúe. Y aunque sea buen rollista no creo que en pos de la obra de arte se pueda pasar por encima de las personas, aunque sea dicho y hecho con la sinceridad que lo hace Scelso. Siempre estaré en contra de este tipo de arte, pero diferenciemos.

Por ejemplo, Santiago Sierra. Santiago Sierra y muchas de sus piezas donde utiliza gente de la calle, les paga y ellos hacen esto y lo otro. Ahí hay una pequeña diferencia, Sierra expone condiciones claras a los ciudadanos con los que trabaja, explica qué van a hacer desde el principio, paga por ello y a otra cosa. Los rechazos y críticas morales al trabajo de Sierra siempre me han parecido mojigatas y de sacristía de izquierda.

Pero en esta película, y Scelso es bien consciente, hay una relación humana que se desarrolla entre ambos. Relación que se va embrollando, donde claramente Jordi anda confundido y donde gana el más lúcido, el que no está desequilibrado, gana Scelso y gana para crear una imagen que, por otro lado, creo que va a perseguir a este interesante creador durante muchos años.

Véanla. si pueden, tienen hasta el 31 de diciembre para verla gratuitamente en streaming acá. El significado y peso de una imagen, el destruirse como hombre, como humano, con tu propia obra. No es baladí. Estaría bueno oir mas voces sobre el asunto…

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MARGENES: A MI ME MOLA ESTE FESTIVAL

Imagen de la película Fango, Argentina.

Llego tarde. El festival comenzó el sábado pasado en la Cineteca de Matadero con una alucinante “Costa da Morte” de Lois Patiño, un peli hermosa y contemplativa sobre la vida del hombre gallego en esos lares de naufragios, trabajo arduo y un mundo que parece está yéndose. Además, ese mismo sábado se dio el premio de cine independiente de Márgenes a uno de los francotiradores más olvidados del cine español, Basilio Martín Patino. Emocionante verlo ahí, con el bastón y la generosidad en ristre.

El domingo echaron, entre otras,  “Falsos horizontes”, peli sobre el 15 M hecha por Carlos Serrano Azcona; y una burrada llamado “Fango” (en la imagen) de Campuzano, peli argentina sobre las barriadas del sur de Buenos Aires. Argentina está bien presente en este festival que por primera vez, es la tercera edición, tiene en su programación artistas de España, Portugal y América Latina. Ayer le tocó el turno a “Cabeza de ratón”, filme sobre la vuelta del director, Ivo Aichenbaum, a su pueblo natal en la Patagonia, que además es el pueblo cuna de los Kirchner.

Hoy ponen “Corta” a las seis y media, una peli colombiana sobre el corte de la caña de azúcar, a mí me han contado maravillas de este film, veremos. Y mañana echan “El Modelo” del español Germán Scelso, sobre la que también he escuchado solo parabienes. La película narra, desde un lado nada cómodo, la vida de una persona inválida que pide en la calle y su relación con el director.

Bueno, pueden ver toda la programación aquí. El festival concluye su periplo madrileño este miércoles, aunque este sábado 21 de diciembre en la Casa Encendida hay gala de clausura con la proyección de “Gente en sitios” (la última de Juan Cavestany) y entrega de premios.

Lo importante es que desde mañana podrán meterse en la página del festival y de manera gratuita ver en streaming toda la programación. Quizá esto sea uno de los puntos más relevantes del festival. Se pueden ver las películas hasta el 31 de diciembre.

Otro aspecto importante es que Márgenes se propaga. El domingo pasado arrancaron pases en en la Cineteca Uruguaya en Montevideo (programación aquí) y hoy comienzan pases en la Filmoteca de Andalucía de Córdoba (programación aquí) y en los cines Tonalá de México D.F. (programación aquí).

El año pasado descubrí en este festival a una bendita loca llamada María Cañas, cinéfaga militante y su “Sé Villana”, por ejemplo. Y de eso se trata, de poder ver otro cine que de otra manera… Me acuerdo el año pasado del pase de esta película con toda la sala de la Cineteca llena, con Cañas entre el público. La gente se descojonaba, vibraba en el asiento. Yo tenía a Cañas tres filas más adelante. Y la veía recoger todo aquello. La proyección acabó en jolgorio hecho aplauso con Cañas emocionada saludando. Y no es que aquello fuese una comedia, ni mucho menos, sino la película con más mala leche equilibrada  y justa que he visto hace años en España. Es una de las proyecciones con más sentido a las que he asistido en mi vida. Y estoy seguro que eso, aquel momento, le sirvió a Cañas para seguir trabajando y no caer en soledades que al final se vuelven hurañas, bloqueantes. No sólo es fundamental este festival para el espectador, sino para una creación que necesita de la alquimia de ver su película llegando al cerebro del ciudadano. Si pueden asistir asistan, si no desde mañana en casa, tranquilamente, disfruten. Merece la pena.

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LAS MIL CARAS DE BARBA AZUL

Artículo publicado en El País

Esta semana llega a escena uno de los personajes más brutales de la historia del hombre y uno de los relatos de amor más enfebrecidos que conocen la literatura y la música universal: Barba Azul. Pero este personaje se escapa, es multiforme. Barba Azul o Guilles de Rais, personaje real del siglo XV y quizá uno de los dementes y asesinos en serie más sobrecogedores de la historia. Pero también Barba Azul remozado para la sociedad galante por Charles Perrault en sus Cuentos de la Oca de finales del siglo XVII. O más tarde, a principios del siglo XX, Barba Azul convertido en mito romántico y simbólico en la única ópera que escribió el gran Béla Bartók. O más recientemente, Barba Azul transformado en imposibilidad hecha de movimiento en la versión con la que Pina Bausch fue abucheada a finales de los años ochenta en Francia. Todos estos son algunos de los muchos retazos que la compañía gallega dirigida por Borja Fernández ha ido superponiendo para estrenar mañana su nueva obra en el Teatro Ensalle de Vigo: Barba Azul (opereta para un clown y una soprano).

Una obra hecha desde la libertad y el permitirse en escena. Poliédrico personaje y poliédrica pieza donde cabe el teatro de objetos, la ópera de Bartók, Monteverdi versionado en banjo, la danza, el clown, el esperpento o el teatro “posdramático” donde desaparece el personaje en pos del actor. Creación periférica, sin ayudas públicas pero con el apoyo de un tejido teatral que en Galicia resiste embestidas, cierres y recortes.

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Suelto sobre Teatro Ensalle: aquí
Video galería realizada por Ensalle: aquí

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El gran teatro de la escala… 1:87

Articulo publicado en El País

El público que desde hoy y hasta el sábado vaya al Corral de Comedias de Alcalá de Henares se adentrará en un universo irónico, poético y desolador: el mundo a escala 1:87 de David Espinosa y su último espectáculo, Mi gran obra, donde el muñeco en miniatura se convierte en espejo reducido de la condición humana, gran teatro del mundo calderoniano a escala en el que Espinosa consigue un auto sacramental posmoderno y desalentador.

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 videogalería del muñeco en la escena moderna aquí

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La poesía alza la voz como espectáculo

Artículo publicado en El País

Con ese andar humilde que le caracteriza, Luis García Montero entró hace unos días despacio al escenario de la Sala Mirador, evitando con la mirada los aplausos que le recibían en una sala abarrotada. Con delicadeza se sentó ante una pequeña mesa tan solo ocupada por una botella de agua y unos cuantos libros y papeles. El poeta granadino sabía que esta lectura tenía algo de especial, no estaba en un ateneo, ni en un bar, ni en un centro cultural. Se encontraba en el centro de una caja negra, de un teatro, y así empezó, uniendo espacio y momento histórico, con su poema La Farsa: “Son malos tiempos para la justicia. / Vengan a ver la farsa, / el decorado roto, la peluca mal puesta, / palabras de cartón y pantomima (…)”. Con tan solo su voz, el gesto y una iluminación general, García Montero desgranó en poco más de una hora toda una concepción de la poesía como recodo donde aunar lo íntimo, lo político, la crítica y la esperanza. Leyó poemas antiguos, poemas de su último libro y del que se encuentra escribiendo ahora, citó a Marx, a Rimbaud, habló de su amistad con Alberti y su piso de la Calle Princesa; y se retorció con un público callado, atento y entregado, ante la situación política del momento.

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CAMBALEO SE REVUELVE CONTRA EL PRESENTE

Artículo publicado en El País

Cambaleo Teatro es como un sustento, como las reservas federales de un teatro que pareciera muerto, el independiente, pero que esta compañía longeva ha conseguido remozar como un Frankenstein. Una criatura bella que hoy se nos aparece vapuleada pero aún viva, cosida durante tres decenios a base de empeño, renovación, inquietud, errores, cansancios y empeño. Y también a base de cierto punto de mala leche que al que empieza en el teatro callejero, como ellos, no se le va nunca.
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OPS: A COLACIÓN

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EL BAILE SE ABRE PASO EN EL MUSEO

publicado en el diario El País

Los centros de arte abren su programación a experiencias provenientes de la música, la danza y el teatro.

La coreógrafa La Ribot con la instalación Still Distinguished en la galería de Soledad Lorenzo a principios de este milenio fue la culminación o un nuevo principio del cruce entre artes escénicas y artes plásticas. Pero en estos últimos años la cosa no para. Algo pasa dentro de las artes escénicas, algo se mueve en los museos, algo en los teatros donde se cruzan proyectos y artistas… La artista proveniente de las plásticas Teresa Margolles, después de representar a su país, México, en la Bienal de Venecia del 2009, fue programada con una hermosa acción, “Las llaves de la ciudad”, dentro de un festival de escénicas en Matadero. El coreógrafo Xavier LeRoy el año pasado montó en la Fundació Antoni Tàpies durante dos meses Retrospectiva, una exposición concebida como una coreografía donde encontrábamos a bailarines ocupando todo el espacio expositivo. Momentos vitales de cruce que hablan de un trasiego que este año está llegando a fenómeno. Etiquetas como danza, performance y teatro se mezclan y se superponen en proyectos y festivales.
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Video Galería: ver aquí

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Algo se mueve bajo El Conde de Torrefiel

 *Artículo publicado en El País, sección Cultura.

La compañía, liderada por Pablo Gisbert y Tanya Beyeler, lleva tres años de gira con sus trabajos por España y haciendo afición.

Un espacio vacío, blanco, un flourescente inmaculado y una cortina rosa. Así comienza La chica de la agencia de viajes nos dijo que había piscina en el apartamento, la nueva obra de El Conde de Torrefiel que se estrena este viernes en el Festival BAD de Bilbao. Un día después, el sábado, se mostrará una obra anterior de la compañía, Observen como el cansancio derrota al pensamiento, en el Polideportivo de Deusto: la obra transcurre durante un partido de baloncesto que monta la propia compañía. (continúa aquí).

Además:

Suelto sobre el Festival BAD.
Los vídeos del Conde presentados por ellos mismos.

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LA NATURALEZA Y SU TEMBLOR

La naturaleza y su temblor
de Idoia Zabaleta, Chus Dominguez y Tomás Aragay
La Casa encendida, del 17 al 21 de octubre

Ver qué son las cosas en sí mismas, analizándolas en su materia, en su causa, en su relación.
Marco Aurelio, Meditaciones, LibroXII.

Hace una semana tuve la oportunidad de asistir a “La naturaleza y su temblor”, cristalización de un proyecto de investigación (La Glorieta) que comenzó hace más de un año en Azala.  En el proyecto: Tomas Aragay y Sofía Asencio de la Societat Doctor Alonso, Idoia Zabaleta, Chus Domínguez y Espe López. Antes de Madrid tuvieron varios encuentros: Azala, L’Excrosador, el Teatro India de Roma, en el Fest. de Sevilla y en Matadero Madrid (podéis consultar aquí). Y el jueves 17 de octubre, como decía, pude deglutir lo que parecía una de las posibles destilaciones de todo ese periplo.

En grupos de 12 personas “La naturaleza…” proponía un largo paseo por el barrio de Embajadores. Un paseo meditativo, de escuela peripatética pero con espíritu walseriano, como si de un Thoreau pos-radiactivo y urbanita se tratase. Aislarse (durante la pieza portabas unos cascos por los que se emitían textos y sonido pero que cuando estaban en silencio también acolchaban el ruido de la ciudad) y distanciarse para poder caminar pensando.

El punto de partida ya era de una sencillez extrema y de potencia sugeridora. En plena calle de Ronda de Valencia, a un lado de la acera, el grupo de caminantes podía sentarse y contemplar el ajetreo callejero de un atardecer madrileño, niños con padres, caras de vuelta a casa, frenazos y prisas y una luminotecnia que ni nuestro gran premio nacional Juan Gómez Cornejo. Mientras contemplabas, podías escuchar por los cascos una disertación filosófica del profesor Narcís Jonaola basada en el conocimiento desde un punto de vista ontológico y fenomenológico: ¿Quién piensa? ¿Existe la realidad? ¿La realidad son las cosas? ¿Es posible el conocimiento sin experiencia?… Más allá de la profundidad o no de tal disertación, la voz era agradable, dejaba todo el día laboral de uno en suspenso y servía como pequeño Virgilio que invitaba, abría la puerta, incitando a la neurona, predisponiendo al oyente a la reflexión. Ciudad y pensamiento, poder pasear por nuestras calles pensando con ellas, de eso va esta pieza. Algo que pudiera parecer obvio pero que el que suscribe llevaba olvidando tiempo.

El segundo sitio elegido fue el Circo Price, justo antes de comenzar el espectáculo, con la gente entrando, niños y padres en un jueves normal acomodándose mientras una música infernalmente pop sonaba a bastante castaña. El grupo de los doce, sin embargo, subía por unas escaleras por encima de la carpa llegando a un sitio levitado entre el techo del edificio y la carpa, lugar vacío, colchón de aire a media luz donde a lo lejos se oía el bullicio. Ahí, en ese no lugar donde predominaba la estructura arquitectónica ovoidal semejante a un platillo volante, una voz taimada decía un verso poético del que no me acuerdo nada. Todo puta sensación… Si tuviera que decir sobre qué iba el texto, sin saberlo, la primera frase que me viene a la cabeza es silencio. Al igual que la escritura automática es un proceso que no proviene de los pensamientos conscientes, digo yo que también debe existir una escucha automática; y esta era la que ésta parada de “La naturaleza y el temblor” provocaba. Temblor que se concentraba en la membrana timpánica del oído medio.

Estas dos primeras píldoras sirvieron como plataforma de despegue, luego vino una parada en un bar que uno ha usado como último rincón mañanero, bar de taxistas donde toda memoria es bruma con tropezones, seguía hablando Narcís Jonaola y yo tan solo veía las réplicas de Zurbarán y Velázquez tapados por el sudor concentrado de los años; luego nos pasearon por la parada de Embajadores de Metro, escaleras abajo y escaleras arriba bajo una música electro-pop que denunciaba automatismo, el nuestro, el de cada día, el que llevamos puesto sin saberlo, arquitectura humana del movimiento del que no me sentía parte en ese momento. La imposibilidad del observador pensante de ser parte de lo observado.

Y así, ya narcotizado de sentidos y reflexiones fuimos bajando hacia el río, tan solo un tanto molesto por la cabeza y el coche escoba de la organización que por momentos pareciera que querían convertir aquello en excursión escolar y no en deambular disoluto; pero impulsado por los sonidos callejeros grabados y registrados en directo que Chus Domínguez iba mandándonos desde su control base portátil (era un número ver a Domínguez con su micrófono, su mesa al cuello y su antena, parecía un caza-fantasmas).

Tan solo una parada me hizo salir de esta caminata propia del Festival MAPA trasladada a la capital, de este site-specific con todas sus letras: fue la parada en una tienda de traje y confección. Uno de los aciertos de esta propuesta es la ausencia de intervención interpretativa, de actores, de bailarines, incluso de cuerpo, todo se recoge de y en la ciudad, algo que va muy en consonancia con las reflexiones auditivas del profesor, ¿cómo puedo pensar mi entorno, qué conocimiento puedo extraer de él? Hubiera sido muy raro que una de las paradas hubiese sido, por ejemplo, una micro propuesta de danza en medio de una calle desierta, ahí hubiese entrado el cómo pensar la representación, cómo pensar lo pensado simbólicamente, metafóricamente, etc., es decir, artísticamente, por el hombre. Y en esta tienda de confección pasaba, si bien no esto, algo similar. En un espacio mínimo veíamos operar a un taller de confección, la capataz iba revisando los trabajos que los otros tres empleados estaban realizando (una tapizado de una silla, una camisa, etc.). La propuesta tenía sentido ya que versaba sobre la experiencia, sobre su transmisión y sobre el conocimiento que esto puede dar, pero aquello era, aun  con toda la naturalidad que los trabajadores querían poner al asunto, simulado. ¿Qué estábamos observando? ¿Qué debíamos reflexionar sobre aquello? Ahí me quedé pensativo y solo veía costuras, las de la tienda y las de la obra, demasiadas costuras.

Llegamos por fin al último lugar, un pequeño taller lleno de máquinas más grandes pero similares a las que conocemos para copiar llaves. Un taller hermoso lleno de trabajo y de restos de metal donde se fabricaban pomos, remates, perchas y demás metal labrado. Un operario en silencio fue accionándolas y pudimos ver la fabricación de unos tiradores de armario… Cuando comenzaba a mostrárnoslo, súbitamente, antes de poder establecer la típica conversación con el artesano, la luces se apagaron y todo fue sustituido por un temblor creciente. Todo el pequeño taller, con su luz ya nocturna y todas sus ventanas de vidrio temblaban, todo mi cuerpo físico temblaba, mis brazos, mi pecho, los pelos de mi cabeza. Pensamiento como temblor, temblor de neuronas y temblor como fricción del choque entre lógica y emoción, temblor como temblaba aquella enorme pieza de L’Alakran “Suis à la messe, reviens de suite” que pude ver primero en MAPA y luego en el LP de La Porta (los dos ya idos).

Y así, cansado, con los pies doloridos, creí que ya estaba, que se había terminado, pero el asunto continúo en un pequeño bar madrileño donde todavía dan chatos; y una vez servidos, la tabernera, en buena dicción nos leyó un pequeño texto de Marco Aureliode sus “Meditaciones”, best seller imprescindible desde el siglo III d.c.

Buen trabajo esta propuesta colectiva y vertebrada por la Societat. Trabajo lento, como dice Aragay anunciando su nuevo proyecto, “El desenterrador”. Y se nota la destilación y el ritmo, trabajo despojado y vuelto a despojar que incluso pudiera estarlo más. Invitación ciudadana a repensar nuestro sitio, a cómo podernos relacionarnos con lo que nos rodea, trabajo pro-sensible y reflexivo incardinado en invitación.

PD: Quisiera también recordar el trabajo anterior de la Societat Doctor Alonso: “Introducción a la introducción” que ya incorporaba el texto filosófico como materia de trabajo y que rompía para mí la línea de dos trabajos anteriores de la compañía, “Caldo Primordial” y “Club Fernando Pessoa”, etapa donde el que escribe estaba un poco desconcertado. Lo vi en Pradillo hace meses. Era la primera pieza surgida tras el cierre voluntario del Festival MAPA que dirigía la propia Societat. Era volver a ver a Sofía Asencio bailando después de aquel impresionante “Volumen II” con Nilo Gallego de hace ¿seis años?, era un solo de danza que llegaba con una España sumida en crisis, con Cataluña a recorte limpio y con un área, el de las escénicas, donde se acabó lo que se daba, donde la exhibición caía en picado, donde proyectos, centros y colectivos se desintegraban. Donde el replanteamiento artístico de para qué sirve el arte en estos momentos estaba en muchos de los trabajos que veíamos. Y creo que Asencio, en subtexto estaba respondiendo a todo eso.

No recuerdo bien, han sido meses, debiera haber escrito con la pieza inscrita en la pupila, el trabajo bien lo merecía, pero no siempre se puede. Pero no quería dejar pasar la ocasión para hacer un apunte. Aquella pieza sobre lago negro y reflectante me llamó mucho la atención por dos cosas, que son la misma. Primera, por el trabajo de cuerpo de Asencio, cuerpo hecho, lleno de técnica, preciso y en esta ocasión afilado, sin adorno alguno. Y segunda por la significación que emanaba de todos los aspectos de la pieza. Veíamos a una Asencio volver a su núcleo, ya con cuerpo trabajado, mayor, después de piezas de humor lacerante pero ligero. Se transmitía la necesidad de la artista de en este presente hacer desde una ética, una ética que convertía a su cuerpo en manifiesto politico de una profesión y una época. Sé que suenan grandes las palabras pero la sensación ante la pieza fue grande. Ante toda esta marea de crisis e incertidumbre donde vemos a los hombres pez correr de un lado a otro buscando colocación y seguridad ante el miedo de haber perdido sus pequeños chiringuitos (unos más justos que otros), Asencio proponía el trabajo a conciencia, el seguir investigando en lo que uno sabe y con lo que tiene, sin alharacas, con determinación, con esfuerzo. El maravilloso trabajo de suelo de la pieza es una demostración de esa obstinación bendita, fruto del convencimiento de que ahora más que nunca hemos de mirarnos en el espejo, aunque este sea negro y nítido. Enfrentarnos con lo que somos, repensar otra vez los fundamentos sobre los que nos sustentamos, hacer una introducción a la introducción de nosotros mismos. Estaría bonito ver esa pieza de nuevo, no sé dónde, no sé cómo pero debería darse otra vez en Madrid.

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