DISCURSO DE GOYTISOLO ANTE EL CERVANTES

Esto podría ser una buena carta a un joven imbecil, o podríamos empapelar los metros de Madrid y Barcelona con él, o mañana leerlo en todas las escuelas públicas de España…

 

Discurso de Juan Goytisolo
Ceremonia de entrega del Premio Cervantes 2014

En su casa de París8 Goytisolo, en 1988.

A la llana y sin rodeos

En términos generales, los escritores se dividen en dos esferas o clases: la de quienes
conciben su tarea como una carrera y la de quienes la viven como una adicción. El
encasillado en las primeras cuida de su promoción y visibilidad mediática, aspira a
triunfar. El de las segundas, no. El cumplir consigo mismo le basta y si, como sucede
a veces, la adicción le procura beneficios materiales, pasa de la categoría de adicto a
la de camello o revendedor. Llamaré a los del primer apartado, literatos y a los del
segundo, escritores a secas o más modestamente incurables aprendices de escribidor.
A comienzos de mi larga trayectoria, primero de literato, luego de aprendiz de
escribidor, incurrí en la vanagloria de la búsqueda del éxito -atraer la luz de los focos,
“ser noticia”, como dicen obscenamente los parásitos de la literatura- sin parar
mientes en que, como vio muy bien Manuel Azaña, una cosa es la actualidad efímera
y otra muy distinta la modernidad atemporal de las obras destinadas a perdurar pese
al ostracismo que a menudo sufrieron cuando fueron escritas. La vejez de lo nuevo se
reitera a lo largo del tiempo con su ilusión de frescura marchita. El dulce señuelo de
la fama sería patético si no fuera simplemente absurdo. Ajena a toda manipulación y
teatro de títeres, la verdadera obra de arte no tiene prisas: puede dormir durante
décadas como La regenta o durante siglos como La lozana andaluza. Quienes
adensaron el silencio en torno a nuestro primer escritor y lo condenaron al anonimato
en el que vivía hasta la publicación del Quijote no podían imaginar siquiera que la
fuerza genésica de su novela les sobreviviría y alcanzaría una dimensión sin fronteras
ni épocas.
“Llevo en mí la conciencia de la derrota como un pendón de victoria”, escribe
Fernando Pessoa, y coincido enteramente con él. Ser objeto de halagos por la
institución literaria me lleva a dudar de mí mismo, ser persona non grata a ojos de
ella me reconforta en mi conducta y labor. Desde la altura de la edad, siento la
aceptación del reconocimiento como un golpe de espada en el agua, como una inútil
celebración.
Mi condición de hombre libre conquistada a duras penas invita a la modestia. La
mirada desde la periferia al centro es más lúcida que a la inversa y al evocar la lista
de mis maestros condenados al exilio y silencio por los centinelas del canon nacionalcatólico no puedo menos que rememorar con melancolía la verdad de sus críticas y ejemplar honradez. La luz brota del subsuelo cuando menos se la espera. Como dijo
con ironía Dámaso Alonso tras el logro de su laborioso rescate del hasta entonces
ninguneado Góngora, ¡quién pudiera estar aún en la oposición!

Mi instintiva reserva a los nacionalismos de toda índole y sus identidades totémicas,
incapaces de abarcar la riqueza y diversidad de su propio contenido, me ha llevado a
abrazar como un salvavidas la reivindicada por Carlos Fuentes nacionalidad
cervantina. Me reconozco plenamente en ella. Cervantear es aventurarse en el
territorio incierto de lo desconocido con la cabeza cubierta con un frágil yelmo bacía.
Dudar de los dogmas y supuestas verdades como puños nos ayuda a eludir el dilema
que nos acecha entre la uniformidad impuesta por el fundamentalismo de la
tecnociencia en el mundo globalizado de hoy y la previsible reacción violenta de las
identidades religiosas o ideológicas que sienten amenazados sus credos y esencias.
En vez de empecinarse en desenterrar los pobres huesos de Cervantes y
comercializarlos tal vez de cara al turismo como santas reliquias fabricadas
probablemente en China, ¿no sería mejor sacar a la luz los episodios oscuros de su
vida tras su rescate laborioso de Argel? ¿Cuántos lectores del Quijote conocen las
estrecheces y miseria que padeció, su denegada solicitud de emigrar a América, sus
negocios fracasados, estancia en la cárcel sevillana por deudas, difícil acomodo en el
barrio malfamado del Rastro de Valladolid con su esposa, hija, hermana y sobrina en
1605, año de la Primera Parte de su novela, en los márgenes más promiscuos y bajos
de la sociedad?
Hace ya algún tiempo, dedique unas páginas a los titulados Documentos cervantinos
hasta ahora inéditos del presbítero Cristóbal Pérez Pastor, impresos en 1902 con el
propósito, dice, de que “reine la verdad y desaparezcan las sombras”, obra cuya
lectura me impresionó en la medida en que, pese a sus pruebas fehacientes y a otras
indagaciones posteriores, la verdad no se ha impuesto fuera de un puñado de eruditos,
y más de un siglo después las sombras permanecen. Sí, mientras se suceden las
conferencias, homenajes, celebraciones y otros actos oficiales que engordan a la
burocracia oficial y sus vientres sentados, (la expresión es de Luis Cernuda) pocos,
muy pocos se esfuerzan en evocar sin anteojeras su carrera teatral frustrada, los tantos
años en los que, dice en el prólogo del Quijote, “duermo en el silencio del olvido”:
ese “poetón ya viejo” (más versado en desdichas que en versos) que aguarda en
silencio el referendo del falible legislador que es el vulgo.
Alcanzar la vejez es comprobar la vacuidad y lo ilusorio de nuestras vidas, esa
“exquisita mierda de la gloria” de la que habla Gabriel García Márquez al referirse a
las hazañas inútiles del coronel Aureliano Buendía y de los sufridos luchadores de
Macondo. El ameno jardín en el que transcurre la existencia de los menos, no debe
distraernos de la suerte de los más en un mundo en el que el portentoso progreso de
las nuevas tecnologías corre parejo a la proliferación de las guerras y luchas
mortíferas, el radio infinito de la injusticia, la pobreza y el hambre.
Es empresa de los caballeros andantes, decía don Quijote, “deshacer tuertos y
socorrer y acudir a los miserables” e imagino al hidalgo manchego montado a lomos
de Rocinante acometiendo lanza en ristre contra los esbirros de la Santa Hermandad
que proceden al desalojo de los desahuciados, contra los corruptos de la ingeniería
financiera o, a Estrecho traviesa, al pie de las verjas de Ceuta y Melilla que él toma
por encantados castillos con puentes levadizos y torres almenadas socorriendo a unos
inmigrantes cuyo único crimen es su instinto de vida y el ansia de libertad.
Sí, al héroe de Cervantes y a los lectores tocados por la gracia de su novela nos
resulta difícil resignarnos a la existencia de un mundo aquejado de paro, corrupción,
precariedad, crecientes desigualdades sociales y exilio profesional de los jóvenes
como en el que actualmente vivimos. Si ello es locura, aceptémosla. El buen Sancho
encontrará siempre un refrán para defenderla.
El panorama a nuestro alcance es sombrío: crisis económica, crisis política, crisis
social. Según las estadísticas que tengo a mano, más del 20% de los niños de nuestra
Marca España vive hoy bajo el umbral de la pobreza, una cifra con todo inferior a la
del nivel del paro. Las razones para indignarse son múltiples y el escritor no puede
ignorarlas sin traicionarse a sí mismo. No se trata de poner la pluma al servicio de
una causa, por justa que sea, sino de introducir el fermento contestatario de esta en el
ámbito de la escritura. Encajar la trama novelesca en el molde de unas formas
reiteradas hasta la saciedad condena la obra a la irrelevancia y una vez más, en la
encrucijada, Cervantes nos muestra el camino. Su conciencia del tiempo “devorador y
consumidor de las cosas” del que habla en el magistral capítulo IX de la Primera
Parte del libro le indujo a adelantarse a él y a servirse de los géneros literarios en
boga como material de derribo para construir un portentoso relato de relatos que se
despliega hasta el infinito. Como dije hace ya bastantes años, la locura de Alonso
Quijano trastornado por sus lecturas se contagia a su creador enloquecido por los
poderes de la literatura. Volver a Cervantes y asumir la locura de su personaje como
una forma superior de cordura, tal es la lección del Quijote. Al hacerlo no nos
evadimos de la realidad inicua que nos rodea. Asentamos al revés los pies en ella.
Digamos bien alto que podemos. Los contaminados por nuestro primer escritor no
nos resignamos a la injusticia.

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ULTRANOITE GALLEGA, MAÑANA MADRID

Estos últimos quince días ando del olivo al fusil, de militante a paseante, del silencio a la verborrea. Oigo mucho la radio, pienso demasiado en el tiempo y siento como sería capaz con muy poco de desobedecerme por imperativo categórico. Bordeo el tambaleo, ese lugar donde los pensamientos de uno podrían cambiar de signo con un estornudo.

Y la culpa, a parte de los años, que son fardos de promesas intimas y no cumplidas, y de un momento histórico proclive; es debido a cierto pulular por los teatros. El festival AHÍ ESTÁ leonés, el Trágala en El Español de Ramírez de Haro, el Strinberg de Faci en Pradillo, y ciertos paseos por el Surge madrileño tienen la culpa. Incluso el no ir a ver a Mónica Valenciano pero presentirla a través del recuerdo. Y el azar. Ayer mismo se me estrujó el estomago tomando una cerveza en la madrileña plaza Joan Pujol cuando saludé a Paco de la Zaranda y se me vino el mundo encima, literalmente. O leyendo El País, infausto presente, y oyendo a Rodrigo decir: “A la gente le gustaba tener su teatrito de provincias, sus obras clásicas que les daban seguridad, aunque luego se durmieran en la butaca” (prepárense la que se viene en Madrid a partir de finales de mayo). Y de eso se trata, si se le quita el fácil juego de “es el otro”.

Quizá uno vaya al teatro reflejando sus ondulaciones de pensamiento, su momento mental, programas tu búsqueda. Muchas veces, y eso también es sano, vamos al teatro buscando tranquilidad en la reafirmación de tu propio pensar, sabiendo que encontrarás una estética y una ética que te “encaje”…. Muchas, quizá demasiadas. Aunque te duermas.

Pero no nos enredemos. O sí.

Y en este deambular me llamaron del festival de cine Márgenes, que aparte de sus certámenes a fin de año, todos los meses proyectan una película en Matadero. Este sábado proyectan “A viaxe dos Chévere” de Alfonso Zarauza un documental sobre el grupo galleg0 Chévere. Querían que estuviese en la charla.

La sala Nasa, regentada por Chévere, verdadero pulmón gallego y peninsular, tuvo que cerrar en 2011 por el empeño de un recién llegado alcalde, Conde Roa, que un año después tuvo que dimitir por corrupción. Conde Roa los acusaba de apoyar el terrorismo, la justificación: la Nasa apoyo un acto en el que se reivindicaba la vuelta a Galicia de dos presos del grupo AMI condenados por poner una bomba en una sucursal bancaria . Ahí, Roa mordió como perro de presa. Lean esta noticia: http://www.galiciahoxe.com/portada/gh/conde-roa-vuelve-criticar-ayuntamiento-financiar-sala-nasa/idEdicion-2011-05-11/idNoticia-667977/ y lean lo que dice este hombre, la estrategia es clara. Y además es curioso que acusa al Ayuntamiento de gastar 220mil euros en financiar la sala cuando meses después Hacienda lo encarcelaría, entre otras cosas, por defraudar 291mil euros.

La historia del cierre de la Nasa es el perfecto microcosmos metafórico del momento político y cultural que llevamos viviendo años en este país. Nos enfrenta a nuestro presente y a lo que nos jugamos. La sala Nasa durante años abrió la ciudad de Santiago, juntó en escena música, teatro político, teatro del lugar, teatro cabaretero y teatro y danza experimental… Todo bajo una concepción abierta y siempre inclusiva. Eso en España es oro. Y esa es la historia que cuenta un poco la película, eso y su exilio y trabajo desde Chévere. Chévere se exilia en el pueblo de Teo. Y desde ahí trabajan. El documental los sigue, los hace hablar y los observa. De su director, Zarauza, ya pudimos ver en Márgenes “Encallados“, estupenda peli santiagueña. Ahora, parece que más gente va a conocerlo con su último estreno “Los fenómenos“, que ha sido nominado a los Goya y de la que se está empezando a hablar y escribir.

Y yo andaba, antes de ver la película en casa, pensando en SURGE, en la obra que había ido a ver al Teatro del Barrio, “Una ficción sobre la realidad” en la que Alberto San Juan, mientras iba dando datos y más datos sobre el desastre madrileño en educación y sanidad, gritaba ¿QUÉ PASA EN MADRID? ¿QUÉ PASA EN MADRID? Pensaba en el teatro político de Fo, en el proyecto social y artístico de la Sala Nasa en Galicia, en lo mucho que nos hemos metido todos con Surge, en qué quiere decir una ciudad abierta, en qué quiere decir una cabeza abierta… Y mientras San Juan gritaba, en ese mismo momento, la sociedad seguía su circo y detenían durante unas horas a Rato, y miraba a mi izquierda en la butaca y veía a Simona Levy twitear y discutir con Podemos… Y pensaba si estaba viendo algo para convencidos, como decía Rodrigo, y pensaba al mismo tiempo que no, que debería llevar a mi madre a esa obra, y a mi padre, y a una compañera de trabajo que quiere votar a Ciudadanos… Que hay que juntarse en lugares de incomodidad para hacerlos nuestros, no es época de reductos.

Luego vi la película en casa y seguí pensando que sobre todo lo que necesita Madrid son espacios y cabezas, sobretodo cabezas, cabezas como la de Xesús Ron (en quien personalizo a toda la gente de la NASA-Chévere) para abrir, convocar y seguir convocando. Este sábado todo eso va a estar ahí, en la sala de cine de Matadero: luego estarán el director, Zarauza, Xesús y más gente de Chévere para hablar. Me gustaría convocaros a toda la gente de teatro este sábado, la película es a las ocho y media… Luego podemos hablar de la peli, de Chévere, de lo que están haciendo en TEO, de cuando van a reconquistar Santiago de Compostela, de lo que es una ciudad abierta, de Madrid, de cómo abrir y cambiar esta ciudad o de cómo cambiar nuestras vidas.

A VIAXE DOS CHÉVERE, de Alfonso Zarauza
Margenes
Matadero, Sala Azccona
Sábado 25 de abril, 20:30 horas
Precio: 3,50 euros

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Pero, ¿quién es Strindberg?

acreedores
*Artículo publicado en la revista FOP Magazine, revista del Festival de otoño a primavera de la CAM.

Un día caminando con Óscar Cornago, uno de los pocos investigadores de la escena contemporánea que hay en España, me espetó con cara seria y convencida: «Pero, ¿qué sentido tiene hoy ponerse a montar un texto escrito hace 50, 100, 200 o 500 años?». Pregunta de confrontación más que mera provocación hueca. Cornago es un pensador de confronte, capaz de ponerse el objeto de estudio, en este caso el teatro y la danza, lejos de sí mismo y mirarlo con extrañeza, darle golpes a ver cómo suena; e, incluso, si es necesario, mirarlo a oscuras. Y me quedé pensando. Pensaba en los innumerables montajes de clásicos y de repertorio de los siglos XIX y XX que he visto en los que se apostaba por «contemporaneizar». La palabra ni existe en nuestro diccionario. Montajes en que se vestían épocas vetustas de oficinas prefabricadas del XXI, personajes de Shakespeare con corbata e, incluso, unos reyes finales deFuenteovejuna con caretas de Bill y Hilary Clinton saludando a un pueblo con banderitas americanas. Tan solo eso cambiaba. El texto, el sacrosanto texto, seguía con los mismos ritmos y maneras de decir. Y la escena, la menos sacrosanta escena, seguía trabajándose desde la tradición, ya fuera esta del teatro burgués, del teatro aristotélico, del isabelino o del Siglo de Oro.

Pero no hagamos todo risible y fácil. También me acordaba de montajes bellos que partían del texto y apostaban por un verdadero teatro de creación. Aquí está la palabra clave, creo, a la que Cornago apelaba: qué sentido tiene hoy para un grupo de personas juntarse en torno al arte teatral si no es basándose en la voluntad creadora. Un ejemplo claro que pudimos ver en Madrid hace cuatro años: Un hombre que se ahoga, de Veronese, basado en Las tres hermanas, de Chéjov, y en el que, curiosamente, además, actuaba Pablo Messiez. Teatro basado en el actor, capaz de llegar a momentos que recordaban la fuerza del Vania de Louis Malle.

Y seguía pensando, intentando responder a Óscar en la distancia, en esa tercera vía en la que incluiría este inclasificable montaje de Claudia Faci: A-creedores. Una línea que no trabaja desde y para el texto, sino a partir de él, hacia sitios ignotos. En España, los ejemplos de esto son pocos. En estos últimos 15 años, recuerdo cuatro montajes que ejemplifican esta corriente: Aftersun (2000), de Rodrigo García, verdadera recreación del mito de Faetón, que se pone de pie sobre la tradición homérica y de Eurípides para dar con uno de los montajes fundacionales del siglo XXI. Otro ejemplo es una de las piezas que giraba en torno a la figura de Hamlet dentro del ciclo Bona Gent (2002), creado por Juan Navarro y Roger Bernat, ciclo hermoso y extremo donde se experimentaba un teatro convencido de que ya no tiene nada que contar, que el teatro no puede representar nada, sino tan solo presentar una realidad. Otra pieza, proveniente de la danza y que pudimos ver hace dos años en Madrid, es la de la coreógrafa Olga Mesa sobre el dramolette de Robert Walser Blancanieves. Y, por último, la soberbia obra que montó Angélica Liddell también sobre Las tres hermanas de Chéjov: La casa de la fuerza (2009).

Es en esta línea donde creo que se encuadra el trabajo de Faci. No importan Chéjov, ni Shakespeare, ni Homero, ni Walser, ni Strindberg. Importan la escena y el ciudadano, el ser humano y su identidad construida a base de amor, deseo y frustración, la sociedad y su realidad política. Aunque pongan a la Nora de Ibsen dando vueltas en un tiovivo o a la pobre Julia de Strindberg proyectada en vivo en un seis por seis, los conflictos del teatro burgués tradicionalmente representados tienen más de arqueología melancólica que de verdadero reto intelectual y escénico para un espectador crecido en esta sociedad postopulenta. La pregunta de Cornago no solo compete a quién hace, sino a quién mira. Y este es el reto que Faci ha afrontado con determinación: quién está a cada lado de la mirilla. La escena se transforma en un espacio performático y Faci acepta ese juego de superposición donde se diluyen el que acciona y el que observa hasta llevarlo a la ataxia, algo a lo que la propia estructura de la obra de Strindberg invita. El juego escénico presente en el texto del autor se convierte en juego metafórico, político e identitario en la puesta de Faci. El punto de vista se desliza, se disloca. La verdad se tambalea.

Pero en el centro sigue estando Tecla, que es Orazi, que es Faci; que es, en cierto modo, poética de cuerpo animalizado, usado. Faci ha puesto primero el cuerpo como no podía ser de otro modo. Y con él ha conversado con la escena, espetándonosla con multiplicidad libertadora: danza, baile, canto, sonido, textos y superposiciones de géneros y lenguajes con voluntad compositiva. La apuesta es en el buen sentido de la palabra alta. Llegan a Madrid con tan solo dos plazas por detrás, con la obra en germen. Pero no se equivoquen. Sí, se canta a Talking Heads o a Nina Simone, incluso se dice un texto de Kane de su obra Ansia o un extracto, desde lo incómodo, de la Sonata de otoño de Bergman. Pero la escena se reduce a unas mesas, una silla y una alfombra. Ninguna modernidad más. El eco de un texto y la libertad escénica. Esa es la apuesta.

Faci cuenta con uno de los equipos más selectos de nuestra capital: el maestro Marquerie a las luces; el señor del ruido, verdadero investigador sónico de nuestra escena, Óscar Villegas; y los actores argentinos capitalizados Fernanda Orazi y Pablo Messiez, capaces y ávidos por el salto al vacío. Faci, con toda su tradición personal a cuestas (bailarina de 10&10 o Teresa Nieto, actriz con directores tan disímiles como Mario Gas o Paco Suárez) y con una carrera desde 2006 como creadora escénica, aborda con fuerza este intento de seguir tejiendo. Llevaba ya varios trabajos donde su intimidad quedaba expuesta en escena, donde trabajaba desde su cuerpo y su vida. Me decía el otro día que esa etapa ya estaba finalizada, agotada… Por lo menos por ahora. Este A-creedores es un siguiente paso, paso donde uno intuye y huele una creadora con carácter y sin miedo. Y a través de ese eco lejano, de ese texto misógino, burgués, inteligente y lleno de cargas de profundidad de Strindberg, Faci espeta: «quién eres, qué quieres, qué es esto».

Del 26 al 29 de marzo en Teatro Pradillo

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“TIENE QUE VER MÁS CON EL PUNK QUE CON EL ESTRUCTURALISMO”

(artículo publicado en FOP MAGAZINE: revista del Festival de Otoño a Primavera de Madrid)

Tomorrows Parties -® Hugo Glendinning_2
Hugo Glendinnning ®

«Tiene que ver más con el punk que con el estructuralismo». Así se expresaba en una entrevista en la revista escocesa Variant Robert Arthur, miembro de Forced Entertainment, en el año 1998. «No se trata de tener una visión inte­lectual sobre lo que está mal en la sociedad, se trata de decirlo», añadía Arthur al hablar sobre qué era político en el teatro de esta compañía que lleva 30 años funcionando en la ciudad nor­teña de Sheffield (Inglaterra). Hace 16 años de ese statement, corrían los 90, la compañía estaba que lo petaba, habían subsistido bajo seis años de mandato de Thatcher en una de las ciudades más golpeadas y más violentas en la época de aquella «Iron Maiden» del demonio; y habían conseguido enraizarse en su comunidad con un teatro en absoluto fácil para una sociedad, la bri­tánica, que tiende a minusvalorar todo lo que no tenga un playwright detrás (dramaturgo, decimos nosotros).

Montajes como 200% and Bloody Thirsty (1987), con tres locos destrozando el espacio en una borrachera infame y mortuoria, la muy política pieza Emanuelle Enchanted (1992), engarzada a través de acciones y fragmentos, o el site-speci­fic de 30 sonámbulos en pijama perdidos en la biblioteca pública de Manchester, Dream’s Winter (1994), quedaban atrás. En los momentos en que Robert Arthur decía esto, la Forced Entertain­ment estaba montando Pleasure (1997), obra que tenía lugar en un garito a las cuatro de la maña­na, vivía un afianzamiento y una expansión de su trabajo y, además, comenzaba a tener la bendita «internacionalización», que parece premisa para no desaparecer en esto de las artes vivas.

Hoy han pasado 16 años de aquella entrevis­ta. La compañía ha seguido trabajando y desa­rrollando su diversificación. Su director, Tim Etchells, es también afamado artista y hombre requerido en diversos proyectos artísticos por toda Europa; otros miembros también han esta­do en diferentes proyectos multimedia, instala­ciones, etc. La gran compañía inglesa con tantos años a su espalda se ramificaba para poder seguir nutriendo al propio colectivo. Es muy interesan­te lo que dice Claire Marshall, otro de los seis miembros de la compañía, en la misma entre­vista, cuando se hablaba de esta doble vida que comenzaban a tener: «Es un acto político dedi­car tanto tiempo y tanto trabajo manual a cada pieza. Todo sigue teniendo que ver con nosotros limpiando edificios, con todos nosotros siendo responsables de cada pequeño trabajo. No me puedo imaginar a Richard Lowdon (diseñador de las piezas) sentado, dibujando un escenario y dándonoslo para que lo construyamos». «Dios, no sé si todavía seguimos siendo una cooperati­va, pero sigue habiendo una manera de trabajar.

Es una especie de socialismo pragmático. Eso está cambiando, pero la raíz sigue estando ahí y no puedo ni imaginar que vayamos a caer en la división del trabajo o la especialización. Si miras al teatro que se opone al live art, si miras al tea­tro social o al teatro político que ha surgido en los últimos 30 años en este país, te darás cuenta que la mayoría se ha realizado en un contexto de un increíble, pernicioso, desagradable, sistema capitalista (…), donde las nociones democráticas y de compromiso se han arrojado por la ventana. Si piensas en nuestros grandes dramaturgos, su relación con los medios de producción es, diga­mos, dictatorial (…). Es totalmente ridículo que se autodenominen como escritores de izquier­das, sociales, cuando la manera que tienen de traer su trabajo al mundo es más que sospecho­sa», añade Robert Arthur.

Quizá me esté alargando con las citas de esta entrevista, pero las encuentro relevantes. Hablan muy bien de ese momento en que a Forced Enter­tainment le pasan varias cosas que son vitales en su trabajo. Una compañía atípica, con pape­les designados pero con actividad horizontal y buscando y arriesgando maneras y modo en cada montaje. Me hubiera encantado ver la obra que hicieron en el 2002: The Travels, en la que cada miembro de la compañía se fue a hacer en soli­tario durante dos meses de verano un viaje por Inglaterra. La pieza eran ellos mismos diciendo y mostrando el material que habían ido reco­giendo durante todo ese tiempo. Hubiera pagado bastante dinero por ver el montaje que hicieron sobre ese libro de la francesa Shopie Calle, Dou­leur Exquise, que ellos titularon Exquisite Pain (2005), caray, con las ramificaciones e influencia de este libro. Pero es desde hace pocos años que hemos podido ir viendo en España el trabajo de estos ingleses. En 2010 estuvieron en este mismo Festival de Otoño a Primavera en la Casa Encen­dida con un montaje de seis horas, Quizoola (1996), y en el añorado Conservas de Barcelona y en el Párraga de Murcia con otra pieza, Spec­tacular (2008).

Hoy, la compañía que tuvo que sufrir durante años en su país cierta minusvaloración por ser «demasiado desordenados» (les espetaban), por hacer un teatro donde la palabra, el físico y la acción se miraban horizontalmente y estructura­ban según convenía; hoy, como decía, esa misma compañía es reconocida y apoyada. Sus monta­jes siguen intentando hacer caber en el teatro lo que parece que no puede entrar, haciendo mon­tajes de 24 horas como Who Can Sing a Song to Unfrigthen Me? (1999), o la pieza que realizaron con la compañía flamenca Victoria, con 16 niños en escena que quizá alguien pudo ver en el tam­bién desaparecido festival valenciano VEO en 2010, That Night Follows Day. Sus obras siguen buscando maneras de reflejar esta sociedad posindustrial y «tecnologizada», siguen buscan­do formalmente plasmar en escena cómo pensa­mos y tememos hoy, buscando, tanto en la alta como en la baja cultura, en lo obsceno y en lo íntimo, qué podemos esperar, con qué podemos o podríamos llegar a soñar… Y, para eso, siguen diciendo que vale todo, sobre todo, la libre inte­ligencia. Pero antes de decir dos palabras sobre el trabajo que traen este año a Madrid, déjenme otra pequeña perla de esa entrevista tan «noven­tera» y que tan bien refleja el ambiente teatral inglés de la época: «Cuando esa pieza, Blasted, estaba en el Royal Court, puedo recordar cómo todo era horrible y ultra violento: sodomía y terribles palabra malsonantes en escena. Me acuerdo de leer aquello y pensar: bueno, noso­tros ya hemos hecho todo eso, simplemente no hicimos un escándalo de ello y no pretendíamos que la sangre fuese real. Decíamos que era falsa y se podía ver de dónde salía el chorro, simple­mente, al final nos cubríamos de sangre y nos moríamos», dice Claire Marshall sobre la pieza de Sarah Kane que tuvo uno de los más contro­vertidos estrenos en los últimos decenios en el teatro inglés.

Esta compañía atípica –ya que sus montajes, aunque performáticos, siguen teniendo un cala­do muy teatral– puede también hacernos ver que las fronteras teóricas «últimas» que estamos utilizando en nuestro teatro españolito pueden ser más bien engañosas. Viendo el teatro de estos ingleses, podríamos preguntarnos si no está sien­do useless (o vacuo) el uso que estamos hacien­do del término «teatro pos-dramático», término que tiene ya más de 15 años, que versa sobre un teatro que comenzó en los 70 y que además usamos como nuevo, término que en definitiva parece estar más dividiendo y confundiendo que explicando. Buen ejemplo de esto es la pieza que la compañía presenta este año en Madrid. De estructura aparentemente clásica, basado en el arte actoral, sería bueno que los teóricos dijesen qué es esta pieza, que la intentasen definir.

Como decía, llega este año Forced Entertainment con Tomorrow’s Parties (2011). Nada que ver con All Tomorrow’s Parties, posnuclear, deprimen­te, oclusiva y excepcional canción de la Velvet Underground. Esta pieza es más bien el rever­so de aquella canción de 1967. Si hubiera que ponerle algún antecedente, elegiría a los grandes socialistas utópicos del XIX: Robert Owen, Saint-Simon o Fourier y, por qué no, a sus antecesores, Campanella, Moro o el mismísimo Platón. Esa libertad de poder imaginar cómo seremos en el futuro, cómo podríamos ser. A alguien podría parecerle atrevida la comparación cuando vea la pieza, donde predomina la contradicción, a veces el absurdo y donde quizá lo más impor­tante es el «o» disyuntivo. Es un montaje simple, con dos actores encima de unos tablones, pero con toda la chufla y mala leche de la compañía. Su trasfondo es negro y más en esta Europa de una sola dirección, de un solo sentido permitido. Creo que, en España, ese acto simple de subirse a un tablón (que recuerda al Speakers’ Corner de Hyde Park) e imaginar cómo y qué puede ser el ser humano resonará doblemente. El mismo acto certifica que el futuro no está escrito, pensamien­to subversivo hoy en día. Es, en algún sentido, un acto de voluntad esperanzadora. Tiene además, la pieza, algo del engranaje pos-patafísico del Je me souviens de Georges Perec, de ese engranaje de acumulación libertaria que va encontrando sus pequeñas vetas poéticas. Disfruten.

*Pablo Caruana Húder es periodista en medios como El País o TEATRON. Ha dirigido también proyectos de gestión cultural tales como el departamento escénico de Casa de América o festivales como INVERTEBRADOS y SISMO.

Tomorrows Parties estará del 19 al 21 de Febrero del 2015 en el Teatro de la Abadía.

 
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MORIR

PLAY

Texto abierto sobre el estreno de “Liberté, Egalité, Beyoncé” de Play Dramaturgia, Teatro Pradillo 11 de diciembre de 2014

Vemos unos jóvenes abducidos, venidos de un mundo formal que no abstracto pero siempre contemporáneo. Un mundo ágil, accionista, disparador eficiente de nuestras neuronas ávidas. Y los vemos atrapados en las disquisiciones escénicas de volumen, espacio y tiempo. Han sido avispados y han visto que el misterio estaba en el cuerpo, en la danza, esa materia incomprendida y simplificada y al mismo tiempo agujero de los escenarios en los últimos decenios. No esperen ver una amalgama de ideas, quedan fuera las ocurrencias, el espacio se vuelve ring, metros cuadrados de tiempo laxo, de una acción intuida donde importan más las voluntades hechas músculos que las ideas ejemplificadas.

Y uno se pregunta cuántas veces ha visto esto, y si esto, lo que uno está viendo, está o es diferenciado… Puto volumen, así hablan lo teatreros. Ves algo en escena, no sabes qué es pero si se va dando se dice que va cogiendo volumen. Eso dicen. Pero lo que ves en esta obra, ya lo has visto. Has visto trabajos de cuerpo similares, incluso con “más volumen” que dirían lo teatreros. Todo te suena, corporalmente. 40 minutos de confrontación de fuerzas. Cuerpo contra cuerpo, equlibrio surgido de la tensión. Novas y Cruz se enfrentan como dos cabestros, sin cuernos, con brazos que acogen al mismo tiempo que soportan y miden la manera de no sucumbir, de no dejar vencerse por el otro. Cuántas veces hemos visto obras con esta materia de trabajo. Aún así, el dichoso volumen aparece, y Javier es todo espaldas,  y Janet todo caderas, en tensión, insistiendo, llegando a un cuadrilátero de danza mínimo, de 1 metro por 1 metro veinte aproximadamente, y allí se juega a las escalas y esos cuerpos exhaustos parecen colosos en un mundo reducido, me acuerdo de Goya, Javier me habla de Bacon…

En definitiva me pregunto sobre este giro de Play, giro lógico. Llevan más de un año bebiendo, follando, hablando y compartiendo con estos teatreros de Pradillo y alrededores. Y además, llevan meses viendo la potencia de bailarinas rotas y potentes, capaces de sonsacar al pasado voces mudas a través de la experiencia que es cansancio y olvido.

Y ahora pienso que necesitaba y pedía que lo pusiesen todo dado la vuelta. Necesitaba que Play, o quien viniese, le diese la vuelta a todo, cansado de esto, cansado de una escena que conozco, melancólico por la fuerza epistemológica que una vez vi en una función de Rodrigo. Y veía eso en los Play, su capacidad de vislumbrar en el futuro, capacidad que tendría que ir acompañada de una nueva manera de presentar y hacer… Y me pregunto si esto está presente en esta obra o estamos encallados en una manera de hacer madrileña y consabida.

La obra parece una pieza del 96, pero en teoría el contexto la cambia. Cojonudo. El contexto: El comienzo de la obra, con jóvenes idos, los textos que se miran y circunvalan como buitres sobre un cuerpo joven, el mismo cuerpo que el que habla… Ahora me da por pensar que contexto es una palabra excluyente, o exclusiva. Minituariza. Quiero decir, qué importancia tienen en esta pieza los textos proyectados, los 15 minutos de Javier diciendo, los 10 minutos de esos jóvenes ocupando la escena al comienzo, qué importancia tienen las imágenes proyectadas de aglomeración y alejamiento. No puedes decir que algo es centro y lo demás alrededor. Esa separación la hacemos más por hábito de separar lo distinto que por capacidad de analizar sin compartimentar ni entender sin clasificaciones.

Y Pienso en Javier diciendo y me rompo. Siempre me he roto más fácil por este lado íntimo de palabra certera y llena de imagen y pensamiento. Pero además, está ese relato compartido del cementerio de la Almudena, de Javier que soy yo subido a un pequeño andamio sobre un terraplén hecho de la tierra excavada para ir metiendo los cuerpos en sus fosas, esa tierra que está hecha de muertos, Javier y yo ahí encima, exactamente a la altura donde llegará esa pequeña montaña cuando estemos muertos, mirando Madrid sobre un hueco, sobre un vacío que es nuestra muerte futura, nuestros restos, con un horizonte donde las tumbas y los edificios de esta ciudad se confunden… Y sé que esa imagen me va a acompañar toda la vida.

Pienso en los textos proyectados, y aunque sé de donde viene la forma y el dispositivo, los salvo, aunque se peleen con berzas, con indefiniciones que son salvavidas, quiero decir: aunque conscientemente se busquen al mismo tiempo que se guardan. Y comienzo a pensar que esos textos tienen relación con la más de media hora de danza consabida. Y cierro los ojos como Ito y comienzo a ver la pieza como un ruido de fondo en mi cerebro.

Play habla sobre la juventud en esta obra. De esa franja que va de los 16 a los 30. Y este es el resultado. Esta obra es el resultado. Esos cuarenta minutos de danza, esos textos proyectados. Y Javier hablando. Y yo envejeciendo. Leyendo novelas negras como un poseso, como si en esas lecturas estuviese la clave de algo.

Entiendo su lenguaje. Entiendo su distanciamiento que no es tal. Esa manera de posicionarse como cuando teníamos quince años y estábamos en la fiesta de quien creíamos nuestra mejor amiga en ese momento y en la que tan solo conocíamos a dos personas de soslayo. Distancia e ironía, sabe Dios que las apoyo. Distancia y descreimiento es quizá más ajustado. La palabra ironía se me va, se nos va, de las manos.

Entiendo esa amalgama donde nada llega a ser pronunciado, dicho, al mismo tiempo que se dicen las verdades del barquero, donde nada adquiere entidad de verdad, donde no hay una mirada unívoca, donde jugamos a la pregunta por contraposición, comparación, consecución o cualquier otra treta de “arrejuntamiento”. Mi pensamiento siempre fue débil y desde ahí siempre lo defendí, a ultranza.

Y entiendo, y aquí comparto, que el punto de vista está en los tiempos. “Me interesa el silencio entre dos notas: ese sonido”, decía Castellucci. Entiendo eso. Y veo el interés de Play por pillar ese retumbe, un interés que está en la obra, que estará en futuras piezas más nítido. Pero quiero centrarme en este trabajo sobre una juventud lacerada e ida, sobre ese sentimiento de no haber acabado siendo lo que uno mostraba y hacía vislumbrar en una barra de bar ¿Dónde está ese fuego? ¿Dónde nuestra convicción de que la vida solo puede ser descarga y advenimiento? ¿Qué hay después de la voluntad de euforia?

Y me queda ese último gran texto proyectado con Janet lacerando su cuerpo a ritmo de maquinón… Momento que se agradece, momento de subidón léxico corporal y energético. Como molan los subidones en escena. Alguien dirá, yo mismo, que son fáciles… Y vuelvo a pensar en Rodrigo… Acaba la escena, con subidón lacerante, con el espacio vacío lleno de despojos… Y vuelvo a estar en los noventa.

Morir, esa es la pregunta. Dónde, cómo. Morir en una barricada, en el Madrid Arena, en un teatro… Barry decía que morías a los ocho años, como apoyaba Panero, Schubert murió con 31, el padre del romanticismo. El romanticismo acaba cuando recaes, en la recaída, se dice en la pieza. Y muchos mueren cuando dejan de insistir y se dejan ir, cuando dejan de ser jóvenes. La juventud es insistencia, es euforia dice Play. Y el romanticismo acaba cuando recaes, recalcan. Y sigo cerrando los ojos como Ito para ver si veo. Y me digo que Dios es madrileño, que morir es infinitivo y que los Play son toreros en un ruedo de cenizas capitalino. Toreros que caminan sobre cenizas con manoletinas de fuego.

 

 

 

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LA MEMORIA ES UNA RUINA

casino novés
Fotografía: Javier Marquerie

Ir a Novés era crearme un aislamiento para escapar del aislamiento enervante que me rodeaba a diario. Teóricamente me había resignado a ser un buen burgués, soportar la mujer y la casa en apariencia, disfrutar unos ratos agradables con María y costearme los caprichos que quisiera. Pero en realidad las dos mujeres me tenían harto y me forzaban a una comedia constante; y el dinero no era ni había sido nunca de gran importancia para mí. En cambio, mis deseos de haber sido un ingeniero, mis deseos de escribir, tenía que darlos ya por imposibles. Me había asomado a la política y aun había tenido ilusiones en 1921, cuando trataba de formar el Sindicato de Empleados de Madrid. Pero indudablemente yo carecía de la flexibilidad que es necesaria para someterse a un partido y hacer carrera política. Pretender que la buena voluntad es bastante para hacer una labor provechosa era ingenuidad. Sin embargo, no podía renunciar a ninguna de estas cosas y resignarme a ser un burgués satisfecho.

                                                                        La forja de un rebelde, de Arturo Barea
(Capítulo I, “El pueblo perdido”, del tercer tomo de la triología, “La Llama”).

 

 

Noves 23 de noviembre del 2014.   Acabamos de estar en Novés, Javier, mi amigo, Manuela, mi hija, y yo. El pueblo al que Arturo Barea venía a descansar los días previos a que comenzase la Guerra Civil. Pequeño pueblo donde desdobló su vida de burgués con mala conciencia. Barea había conseguido sobrevivir a la guerra de África, de donde salió espantado y ya enfermo para toda la vida.

Llegó a este pueblo casado y con hijos, en un matrimonio en declive, trabajando en una casa de patentes alemana, yendo a tomar chatos a Lavapiés para ver a antiguos amigos y a su madre, lavandera del barrio, a quien por fin podía ayudar pecuniariamente. Pero inquieto por una vida que le parecía mentirosa, la suya, una vida acomodada, con mujer y amante, al mismo tiempo que veía un país que se estaba jugando identidad, futuro y vida.

Novés es hoy un pueblo pequeño, de horrorífica estampa urbana, como toda la comarca. Nos paramos en su plaza principal, Plaza España: el Ayuntamiento, cuatro bares y dos pequeñas casas solariegas. Intentamos mirarla con ojos de hace 80 años y todo se desdibuja, no conseguimos imaginar cómo sería este pequeño pueblo a comienzos de la República, aunque tengamos la impresión de que todo, en cierto modo, sigue igual. Tampoco debió tener mucha casa solariega y señorial este pueblo castellano manchego, toledano, a 70 kilómetros de Madrid. Barea describe un pueblo pobre, más bien conformado por una muchedumbre harapienta y llena de hambre y cuatro potentados brutos y auspiciados por el cura y la Guardia Civil.

En este pueblo Barea comienza sus pequeños ensayos de rebelde. Probatinas en microcosmos controlado. Abandona el casino, espacio que es el que le corresponde como empleado capitalino, y opta por ir a una tasca donde el campesinado se ahoga y refresca a base de chatos. Trasgresión idiota, vista hoy en día, pero que en la España de comienzos de los años treinta podía tener muchas consecuencias. Barea elige su sitio y allí organiza y ayuda a organizar una lucha opositora al caciquismo que viene desde hace lustros cegando vidas y posibilidades de cualquier mejora.

Y cuando se acercan las últimas elecciones organiza actos pro republicanos y pro frente popular, actos de información al campesinado y que sean demostración de fuerza suficiente para convencer al votante que está vez es posible. Novés, una vez comenzada la guerra, se declara nacional y sanguinaria, muchos serían fusilados, muchos reprimidos o simplemente borrados de la faz de la tierra. Pero esa es otra historia, o no tanto, este pueblo sigue oliendo a 40 años de franquismo y 36 de pseudo democracia hortera y urbanística.

Pasamos por la Iglesia donde sigue quedando una cruz de granito donde se intuye el omnipresente “Caídos por Dios y por España” en un puzzle donde faltan más de la mitad de las letras. Todavía se notan los huecos de los clavos herrumbrosos que debían sujetar la placa con los nombres de los muertos.

Nos informan dónde sigue estando el casino, ¿será el mismo? Hablamos con otro lugareño con gorra militar con estrella de cinco puntas y bandera cubana, en la conversación dejo caer el nombre de Barea pero no se da por enterado. Entramos en el casino, casona pobre de unos 50 metros cuadrados que ahora regenta una familia marroquí, que nos recibe con un buen vino de Méntrida y unas sabrosas migas. La parte de atrás guarda algo de lo que fue, un lugareño nos informa que esa zona es la única que se ha conservado, que allí es donde los potentados se jugaban los cuartos y las tierras. En la parte de adelante, en la barra, tres grupos de campesinos del lugar hablan con lenguaje de reales y arrobas aunque digan euros y sueñen en metros cuadrados.

interior casino noves Fotografía: Javier Marquerie

Javier se queja de que en la serie de Mario Camus sobre “La forja de un rebelde” el casino de Novés tenía sillones y columnas. Pero nos da igual, uno puede ver de qué iba esto y de qué sigue yendo. A Manuela, a la que le hemos contado la historia de Barea para introducirla en la jornada, ya le da todo igual y canturrea una canción pop. Aun así, nos pregunta con desgana qué es “comunismo”. Le damos la versión cristiana, por algo hay que empezar, y decidimos irnos a Torrijos a comer.

Javier se retrasa y me quedo a solas con Manuela en dirección al coche. Le cuento el día que acabé la novela de tres libros de Barea en mi casa de la calle Monserrat. Cómo me emocioné como nunca antes por lo que había leído, por el empeño de aquel hombre en revolverse por lo que creía justo, por lo que en aquellas páginas había aprendido y cómo había ampliado mi idea de lo que era y es España y por ende de mi mismo que, en definitiva, soy español. Le intentaba explicar ese momento en el que se me amontonaban en el pecho todo el peso de la pesadilla de este puto país, la pena por la triste historia de Barea, y la mía propia, pos burguesito bien pensante. Y le conté cómo fue acabar el libro y ponerme a llorar como un niño chico.

Dejamos Novés sin añoranza, sin sensación de haber cumplido, ni siquiera de haber cumplimentado, sin esperanza ni conclusiones, con impresiones vagas y el cielo encapotado, cubierto.

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LA NUEVA TEMPORADA DEL CDN

cajonera-temporada

Hoy, acreditado como prensa del medio Teatron, he asistido a la presentación, que no rueda de prensa, de la nueva temporada del CDN, dirigido por Ernesto Caballero, bajo el mando del director del INAEM, Miguel Ángel Recio (que sustituyó en enero del 2012 -mismos días en los que fue nombrado Caballero-  a Palomar, y gestor conocido por sus gestiones en Cooperación y el Thyssen).

Tercera temporada, por lo tanto, bajo dirección de Caballero. Dos horas de presentación con muchos de los proyectos programados “representados” en el escenario por sus responsables (en disposición de  diversas mesa café). Cada uno tuvo su pequeña oportunidad de explicar un tanto y de dar muchos agradecimientos y sentirse muy agradecido por haber sido programado. Dos horas, ninguna posibilidad de hacer ninguna pregunta por parte de los periodistas… No puedo contarles mucho de cuales son las giras para el año que viene del CDN, pues no se informó, y poco sobre el presupuesto sobre el que Recio tan solo dijo que estamos por encima de los 5 millones, un cuatro por ciento más que el año pasado. Y a otra cosa. Aun así, les cuento.

Se presentó la programación central del CDN. Entre los que destacan:

-Un nuevo montaje de Els Joglars dirigido por Fontsere sobre los nuevos dictadores, los niños, denomindado “VIP”. Producido en colaboración con el Teatro Principal de Zaragoza.

-Nuevo texto y dirección de Sanzol: “La calma mágica”, producido con Tantaka (para oct).

-Un “El juego del amor y del azar” de Marivaux dirigido por Flotats y coproducido con el Teatre Nacional de Catalunya. Sorprende que Marivaux solía ser (de manera también discutible) tenido como “clásico” y representado en la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Miren la programación del Nacional de Catalunya y quizá comprendan.

-Un montaje, de los más interesantes de la temporada, de la obra del comentado francés Colm Tóibin “El testamento de Maria”. Obra sobre la Virgen María en plan terrenal que dirige el grande Agustí Villaronga (primera vez que dirige teatro) e interpretado por Blanca Portillo.

-Más Tomaz Pandur: ahora con un “Fausto”. Poco más que decir, más que Madrid AMA PROFUNDAMENTE  a Pandur. Sus devaneos, su dramaturgia, su profundidad…. Esa Charo López en “Infierno”. Qué paletos que somos. Podríamos comparar ese “Infierno” con el “Infierno” de Castellucci… Podríamos comparar la influencia y peso estético, teatral y político de ambas trayectorias artísticas… Por hacer comparaciones muy periodísticas, muy idiotas… Y medir así, hasta dónde le llega a la dirección del CDN el concepto de vanguardia.

-“La Ola”, obra escrita por García May y dirigida por Marc Montserrat. Alguno podrá haber visto el montaje en catalán que se hizo en el Lliure. La obra recoge este experimento de  fascistización  en una clase de USA de Ron Jones en los setenta. Es conocida una peli sobre el asunto. García May se ha basado en las fuentes primigenias contando incluso con el propio Ron Jones.

“¡Chimpón! panfleto posmortem” de Margallo y Petra Martínez dirigido por la Olga Margallo. Están montándolo. Oficio, profesión y nuestra única y sana versión FO a la española.

-Montaje polaco de “Manuscrito encontrado en Zaragoza”, obra de Jan Potocki. Lo dirige Jan Klata. Se coproduce con el Stary Teatr de Cracovia. Nieva ya hizo una pieza sobre este libro que cuenta los  aventuras de Potocki por la España de finales del XVIII. Uno de los montajes que más me llaman la atención y me levantan el ánimo.

-Montajes con dramaturgos “jóvenes”: “La piedra oscura” de Alberto Conejero dirigida por Pablo Messiez (obra sobre el secretario de la compañía La Barraca y amigo de Lorca);  “Adentro” de Carolina Román que estará dirigido por Tristán Ulloa; y un montaje que salta a la programación central desde el ciclo de Escritos en la escena del año pasado: “Haz clic aquí” del dramaturgo canario José Padilla.

Varios montajes que recuperan la dramaturgia del siglo XX y de la segunda mitad del XX español:

-Un Nieva que no recuerdo haber visto programado: “Salvator Rosa” dirigido por Guillermo Heras. Director que comenzó en el teatro independiente de los setenta.

-Un “Rinoceronte” de Ionesco dirigido por el propio Caballero con Viyuela, Orazi (actriz con habla argentina que muchos conocemos y que tan raro será escuchar en el CDN) y Fernando Cayo.

-Un “Hedda Gabler” de Ibsen dirigido por Eduardo Vasco e interpretado por Cayetana. Después de su éxito de público de “El malentendido” de Camus llega este nuevo montaje que a uno le hace dudar. Un centro dramático nacional es evidente y sano que necesita de publico y éxitos. Y por otro lado, debe apoyar lo que tiene un interés artístico pero la industria privada, más ahora que la producción está al bies, no puede sustentar con sus parámetros de rentabilidad. Decidan ustedes si se cometió aquí desequilibrio o acierto.

-“La pechuga de la sardina” de Lauro Olmo, representante de la autoría teatral española de segunda mitad temprana del siglo XX. Dirigido por Canseco, director formado con José Luis Alonso, que tiene en “Misericordia” de Galdós uno de sus hitos y que es del sector más bregado y veterano de la dirección madrileña. En la interpretación cuenta con Terele Pávez.

Esta es la programación central del CDN, no entera pero la más destacada. Luego vienen los ciclos:

-Una mirada al mundo: Una coproducción del CDN con el Teatro Nacional de México sobre la”La sangre Antigona” del gran Bergamín. Otra vez Donnellan coproducido con el Teatro Pushkin de Moscú, esta vez “Medida por medida”. Una “Iliada” que viene del festival de Atenas dirigido por Livathinos. Un montaje del alemán René Polesh, “Gasoline Bill”; y un montaje canadiense del Théâtre de Quat’Sous de una obra de Gendreau: “Testamento”.

-Escritos en al Escena: Ciclo donde se invita a dramaturgos a escribir en el proceso de ensayos. Todavía no conocemos la programación.

-Se continuará con el Ciclo de Títeres, no se dio programación pero tiene buena pinta (para que vean que uno es bien pensado y optimista), y con el Ciclo Una mirada diferente, que por tercer año abre un espacio al teatro profesional hecho por gente con discapacidad. Ahora mismo la segunda edición de este ciclo está en marcha.

-Y last but no least: El lugar sin límites. Ciclo programado por el CDN y el Teatro Pradillo que durante un mes intentará crear un espacio de exhibición y reflexión sobre diversas corrientes teatrales que no identifican dramaturgia y texto… Importante colaboración del CDN con uno de los teatros independientes y de investigación del país que quiere abrir una brecha a creadores que no suelen aparecer por estos lares. No dijeron programación. Pero uno puede imaginársela…

Bien  esta es la programación del CDN pasada por una minipimer esquemática y con voluntad sintética. Después del esfuerzo informativo, déjenme intentar reflexionar un tanto:

-Como periodista: quiero ruedas de prensa, quiero preguntar, saber cuáles son los números del presupuesto y cómo se reparten (puta ley inexistente de transparencia, una dirección que se tilda de izquierdas debiera empezar por ahí, más bajo yugo de un gobierno que se dirige a la población bajo plasma y ocultamiento). Quiero saber cómo se concibe el CDN a nivel nacional, con giras y coproducciones, poder preguntar qué quiere decir que con respecto a direcciones anteriores Caballero está programando mucha más actividad, qué quiere decir y hasta que nivel está la coproducción de empresas privadas sustentando o apoyando la programación. Quiero al responsable del Ciclo Una mirada al mundo ahí presente, y poder preguntarle cómo ha trabajado este año, qué problemas ha tenido, porque uno tiene la sensación de deriva en este ciclo que comenzó con grandes nombres de la escena europea y no europea bajo dirección de Vera… En definitiva quiero todo menos esta presentación de mesa camilla, donde te ponen un video nefasto, buenista y a la mayor gloria de la temporada que acaba de terminar, y luego pasan al compadreo de agradecimientos y lugares comunes. Y quiero eso, como periodista, para luego poder informar. Debería el CDN replantearse estos escaparates informativos o comunicólogos que además son interminables.

-Caballero dice apostar por la dramaturgia contemporánea. Y en su medida lo hace. Y dice que después de dos años programando a los padres esenciales de nuestro teatro contemporáneo (Valle, Galdós y Lorca) ahora le toca la vez a los de la 2ª mitad del XX: Olmo, Nieva… La línea es clara… Su programación hace esos hilos bien hechos, recoge además directores de diversas generaciones (Heras, Canseco, Fontsere, Flotats, Vasco, Sanzol, Padilla). Nada que objetar. Simplemente no creo yo (pero no soy nigromante) que vaya esto a “boluversé” a la ciudadanía. Son decisiones. Uno puede elegir por un CDN que recoja historicismo reciente y nuevos dramaturgos de texto, o puede elegir por un CDN que se meta hasta el fondo en las tendencias presentes en la creación escénica. Como digo, son decisiones…

-Ahora, eso sí, permitirse la pertinencia de programar “El rinoceronte” y dirigirlo uno mismo bajo el auspicio y el nombre del repertorio del siglo XX, eso ya sí es hacer de su capa un sayo.

-Concluir con que el regusto que a uno le queda después de la presentación, el canapé y las conversaciones es de hombros caídos. De una dirección todo menos estimulante. Digo esto con todo el respeto y con todas las ganas, al mismo tiempo, de que algún día venga alguien que bajo este puñetero “buque insignia” se arriesgue a un verdadero proyecto artístico de acorde con el presente…

 

 

 

 

 

 

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LA REBELIÓN DE LOS CUERPOS

Artículo publicado en El País
Los duos
“Los dúos”, de Aitana Cordero

La Casa Encendida vuelve a ser referente de los últimos movimientos de la danza en Europa y España. Comisariado por la creadora Paz Rojo, el festival Qué puede un cuerpo, que comienza este lunes y tendrá lugar hasta el 22 de junio, supone un verdadero movimiento sísmico más allá del mundo de las escénicas. El festival, aparte de una programación nacional e internacional de primer orden, propone otra manera de mirar la relación entre sociedad y arte, entre política y estética.

En el festival se realizarán, en otras actividades, laboratorios que provienen de los movimientos sociales como “Pensar la política a través del cuerpo” coordinado por Manuela Zechner, una conferencia sobre la “cultura libre” que parte del acto de unos activistas que registran sus propios cuerpos en el Registro de la Propiedad como acción en contra de la Ley del Aborto, una acción venida de Alemania que recrea la macro discoteca Berghain de Berlín como experimento corporal y sonoro; y piezas escénicas con nombres como Aitana Cordero, la propia Paz Rojo, el brasileño Cristian Duarte o la alemana Eva Meyer-Keller. La sociedad ha cambiado, la danza se adelanta.

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CONTEMPORÁNEO PERO AGARRAO

Artículo publicado en El País

Imagen del segundo encuentro de “Bailar: ¿es eso lo que queréis?”.

“Bailar, ¿es eso lo que queréis?” Con esta pregunta termina La gaya ciencia de Nietzsche y con ella comenzó en el teatro Pradillo en el año 2012 un espacio de reflexión y práctica sobre el hecho de bailar. Este fin de semana llegan al tercer encuentro. Por los anteriores pasaron insignes nombres de la danza y el pensamiento como el filósofo Emilio Lledó. Pero, aparte de los nombres, el proyecto destaca por su carácter aglutinador, vital y popular.

Este tercer encuentro, que acabará el domingo y al que han titulado Que nos quiten lo bailao, gravita sobre el carácter efímero del acto de bailar. “El ciclo nació con la voluntad de mirar el acto humano de bailar, no el de la danza, sino esta necesidad un tanto inútil y extraña del hombre. Intentamos huir lo más posible de los discursos artísticos, queremos vincularlo más a la vida que a la estética”, explica una de sus organizadoras, la bailarina Elena Córdoba, sobre un ciclo que ha conseguido acercarse a un público amplio y aglutinar diferentes generaciones de bailarines de Andalucía, Asturias o Cataluña, que bajan a Madrid al ser convocados.

Hoy en el teatro Pradillo, el cineasta Chus Domínguez y el músico Katsunori Nishimura tienen una acción preparada, donde el japonés hará una audición sobre lo efímero con su colección de vinilos. Después, la fiesta se traslada al Teatro del Barrio en Lavapiés, donde la Orquesta del B moverá, bajo luces de verbena, los cuerpos del respetable desde las 22.30: Intercambio de parejas, han llamado a esta unión de fuerzas.

El sábado continuarán en Pradillo con Una consagración de la primavera donde se conformará con el público una coreografía comunitaria. El domingo acaba el ciclo con el Salón de baile agarrao en la que se tocarán baladas retros, pasodobles y demás bailes apretados por una orquesta a cargo del músico experimental Nilo Gallego y con la colaboración a los platos de Javier Álvarez. Todas las actividades menos la del sábado (cinco euros) son gratuitas.

noticia en periódico aquí

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JESÚS UBERA EN OJOS ROJOS

La revista de fotografía ha realizado un reportaje sobre el trabajo de Jesús Ubera. Me pidieron un texto, aquí tenéis el link:

http://www.revistaojosrojos.com/jesus-ubera/

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