2DA PARTE SOBRE “LA EDUCACIÓN FÍSICA” DE PABLO FIDALGO
En cualquier formalización consistente de las matemáticas que sea lo bastante fuerte para definir el concepto de números naturales, se puede construir una afirmación que ni se puede demostrar ni se puede refutar dentro de ese sistema.
Kurt Gödel
Han pasado los días. Y la lectura de este libro reposa. Y la sensación de incompletud sobre el escrito que realizé de esta obra, y por lo tanto de desequilibrio, de inexactitud, está cada vez más presente. El texto que escribí lo hice desde la inmersión en las páginas de este poemario. Intentando desentrañar la voluntad y la mirada. Hoy, un mes después, sin abrir ni una sola vez las páginas del libro, van surgiendo pensamientos que uno cree debieron haber estado en ese primer escrito. Imposible concertar la miradas a un mismo objeto en momentos diferentes. Esto mismo, por otro lado, relativiza en grado sumo la completud y pertinencia de cualquier escrito sobre, de cualquier crónica, estudio o crítica. La escritura solo retiene, cuando puede, instantes. La obra permanece en nuestras cabezas y muta, van surgiendo nuevas reflexiones, nuevas sensaciones y significados. Además, con el tiempo llega el regusto. Y en éste se esconde la afinidad que el texto contruye con nuestra conciencia, con nuestra vida. Por eso, creo que es vital anexionar un pequeño texto sobre “La Educación Física”. Es este:
El eco que queda después de la lectura es de haber asistido a una poesia dialogada, diálogos unas veces asperos, otras con voluntad esculpatoria, otras de sorprendente intimidad pero siempre cercanos, creando un lazo próximo de confidencia. Pablo habla a sus cercanos y a sí mismo. El diálogo, aunque al final lo sea, no está expuesto como conversación con el lector. Son diálogos que en su mayoría evaluan el pasado común o comparten el propio del poeta. Muchos esfuerzos vanos, fracasos, sensación de haber apuntado muy alto, o con toda la ilusión y la intención pero equivocadamente, numerosas diculpas y también un testimonio de lucha, de haber intentado.
El ejercicio de escritura de Pablo es diacrónico, melancólico, distanciado y tendiente a la abstracción, aunque se realize desde lo vivencial y concreto. Si bien no parte de un hecho concreto (por ejemplo: una brecha causada por un niño que te tira una piedra), si parece que lo que cuenta no surge de la reflexión sobre conceptos, sino por una tarde en la que algo pasó, una noche de encuentro o desencuentro, o una caricia entre sábanas que generó dudas y deseos. Pablo va sacando clarividencias del acontecer.
Y en ese acontecer, el lápiz de Pablo reflexiona como si todo fuera pasado, incluso aquello que está por venir, como si todo acto o vivencia sólo fuera experimentable a través de la memoria, como si la memoria fuera el receptáculo de la experiencia, la experiencia misma.
El individuo recuerda vivencias, se explica y explica el mundo a través de ellas, se propone para futuros ingobernables, prepara su ánimo, su ética, va construyendo aquello que le conforma, mientras la vivencia, el instante mismo, se le escapa.
Queda así una poesía centrada en el hombre, una poesia que se erige en un terreno sin presente donde el hombre se entrega aun así a la vida, inundado de recuerdo, distante. Todo parece abocado a la rememoranza, pero Pablo lucha contra ella con la abstracción y la distancia, con la palabra justa que pueda provocar, por un lado, nitidez en el poema; y, por otro, una música sorda que vaya atravesando las páginas y nos hable de ese tiempo donde deseo, voluntad, ilusión y esfuerzo se escapan en remolino por el lavabo.
La escritura de este libro es una lucha. Lucha por encontrar un espacio desde donde narrar y vislumbrar la vida del hombre, una lucha pírrica entre instante y recuerdo, lucha por no caer en la rememoranza, en el ensalzamiento, en la mirada melancólica que tienda al mito; lucha, en definitiva, por econtrar ese espacio intangible desde donde poder mirarse de alguna manera más o menos límpida en el espejo.
Abro el libro después de muchos días, a ver qué me encuentro. Doy con esto. Una de las raras avis de este libro, quizá de las que más se me han quedado en el recuerdo. El azar es así.
Durante años nadie nos dijo
que había un lugar donde los niños
no tenían que jugar bajo la lluvia,,
nadie nos habló del sur
ni de sus consecuencias.
Durante años tuve que descubrirlo todo
y quiero saber si alguien me espera.
Jóvenes del sur, vengo del norte,
somos tan distintos que hemos comprendido
que ni el día ni el mundo se quedarán así.
Estoy llegando, pero aún me quedan años.
Jóvenes del sur, responded a mi sacrificio,
habladme de cómo es la vida en vuestra tierra,
habladme de lo que debo hacer
para que cuando llegue pueda amar y jugar,
para que no perdamos tiempo.
Jóvenes del sur, habladme de cómo es la luz
para que cuando llegue pueda ser uno más.