Comienza hoy la treinta y cinco edición del Festival de Otoño, deformado hasta la primavera. Su nuevo director, Carlos Aladro (electo en mayo de 2016, ya programó parte de la anterior edición), ha anunciado que será la última edición alargada y que el año que viene el Festival vuelve a su ser y tan solo tendrá lugar en noviembre. Ya no estamos en años de fastos, el festival llegó a tener 3 millones de presupuesto. Esta edición y la que viene la organización del festival nos comunica que el presupuesto de ambas estará “en torno a un millón de euros”.
Este año pasarán por el festival diez compañías. Destacan, aparte de Kartun, Mårten Spångberg en la Casa Encendida este mismo mes con una propuesta de siete horas, “Natten”; los mexicanos Los Colochos con un montaje en torno a Macbeth en noviembre; el “enfant terrible” francés Vincent Macaigne y el Théâtre Vidy-Lausanne que llegan en febrero con “En manque”; los portugueses de Chapitô que estarán en la Cuarta en febrero y marzo con dos montajes sobre Electra y Edipo; y la vuelta de Sara Molina en abril a la Casa Encendida con “Los hombres melancólicos”.
Pero hoy lo importante es Kartun, ese porteño que lleva ya más de cuarenta años dándole. Llega con “Terrenal”, obra que lleva representando cuatro temporadas en el Teatro del Pueblo. Es curioso que haya encontrado su sitio Kartun en este teatro al que llaman el primer teatro independiente de Buenos Aires, un espacio donde ya en los años treinta representaba sus obras Roberto Arlt y que con sus vaivenes sigue siendo un espacio imprescindible con su medio formato, en su sala caben unos doscientos espectadores. Entre medio camino del off y el teatro comercial de Buenos Aires ya fue este teatro quien rescató a Kartun en los ochentas después de una dura dictadura cuando se llamaba Teatro de la Campana. Y allí Kartun ha estrenado sus dos obras anteriores también dirigidas por él: “Ala de criados” en 2009 “Salomé de chacra” en 2011.
Pero quién es Kartun, quién es ese tipo por el que han pasado, por su talleres, cientos de los creadores argentinos, que dicen que es el tipo más influyente de la dramaturgia argentina y que aun así no ha creado escuela y que lleva dirigiendo sus obras más de tres lustros y dando pequeñas maravillas como “La madonita” (2003) o “El niño argentino” (2006). Ese tipo capaz de enfrentarte con un teatro que sobre el papel se diría tradicional y que cuando uno llega a verlo encuentra polisemia, libertad y el cuerpo del actor hecho palabra en un espacio que no está en este tiempo, que está fuera de él, volado y al mismo tiempo enraizado hasta la médula.
En Madrid se ha visto poco su teatro y tampoco tenemos bien editado sus textos. Directamente es un desconocido. Por eso, hemos recabado aquí cinco impresiones de gente que se cruzó con su trabajo. Como pequeño acto de justicia, como pequeña acción de bienvenida a Madrid y con la voluntad de dar contexto, de provocar que alguien se acerque.
Hace dos años mi padre y su mujer me llevaron a ver “Terrenal, pequeño misterio ácrata”, de Mauricio Kartun al Teatro del Pueblo, espacio que sabe lo que es nacer en la dictadura y armarse de solidaridad para ser mucho más que un superviviente. La escenografía de Terrenal me hizo imaginar una compañía de teatro de mediados del siglo XX que viajaba por el campo argentino, con sus temáticas criollas y sus tres personajes en blanco y negro; como imagino a La Barraca recorrer los pueblos de España durante la II República. El acento argentino, la erre aspirada de campo y los juegos de palabras llenaron el escenario. Al principio andaba perdida, quería aprehender todo, hasta que dejé de tener conciencia que estaba ahí, ya estaba dentro, absorbida por el lenguaje simbólico, mordiendo el polvo que salía cuando Caín pasaba al terreno de Abel, porque ya veía la valla que separa las posesiones de los hermanos. Terrenal no es una parte de la Historia de Argentina, es parte de la historia de la humanidad. Es el génesis del capitalismo, de las miserias humanas, del lado que quedas parado si construyes una valla, de la condena que cada uno elige. Y cuando acaba la representación sigues clavada en la butaca sin poder hablar, pensando en cómo vas a hacer para fletar aviones desde España para que todos los tuyos puedan verla. Manuela Bergerot: Espectadora y Responsable en nuestra Asamblea de Madrid de Memoria Democrática.
No recuerdo cuando conocí el teatro de Mauricio Kartun, lo que sí que tengo claro es que hubo un antes y un después. Textos como “Chau Misterix”, “La casita de los viejos”, “Cumbia morena cumbia” y, sobre todo, “El partener” se convirtieron en influencia y formación imprescindible. Años más tarde tuve la fortuna de asistir en Casa de América a un taller con Kartun en el que pude conocer al maestro, al docente, al pedagogo teatral, que me ayudó a poner en palabras lo imposible, a explicar lo que parecía inexplicable. Laila Ripoll: directora de teatro, compañía Micomicon. Ripoll en estos momentos está con una “Cáscaras vacías” en cartel en la Sala Princesa del María Gerrero, CDN.
Mauricio Kartun es el maestro de dramaturgos argentinos. Es el hombre que se empeñó en que la daramaturgia debía ser estudiada en una ciudad en la que su estudio carecía de sistema alguna y así se transformó en el formador de generaciones y acompañó estéticas de las más diversas. Si existe algo curioso de destacar es que no son tantos los autores contemporáneos que escriben como él. O sea, su influencia no fue la de fotocopiadora tan usada por muchos de los que se llaman grandes maestros. Eso es quizá lo que más me atrae de la singular manera de ver el teatro y las interconexiones a través de la transmisión que tiene Kartun. Este autor, que pertenecía a un territorio de autores y directores muy golpeado en la Buenos Aires de los 90 por los “nuevos” ahora bien maduros o casi viejos y bien acomodados, supo cuidar su espacio a fuerza de voluntad esclarecida sobre las modas y los ejercicios dominantes. Personalmente estoy muy agradecido por lo mucho que me enseñó y siempre recuerdo como fundante la noche que vi, escuché y sentí su obra “Desde la lona” (1997). Fernando Rubio: Director y autor teatral, en estos momentos estrena en Moscu, en el Festival Territory su obra “Everything by my side”.
Lo que más me gusta de Mauricio Kartun es su búsqueda constante por un tipo de expresión local. Hay algo muy porteño con raíces en la tradición del actor popular que se actualiza en el modo en que dirige a sus actores. En un país tan dado a arrodillarse ante estéticas europeas o yankees es toda una declaración de principios mantener esa búsqueda que, lejos de ser chauvinista, se ocupa de preguntarse acerca de cuál es su propia voz. De que modo encarna el propio pueblo sus ficciones. Me acuerdo mucho de “El niño argentino”, era muy buena, era en verso. Pablo Messiez: director y actor que ayer estrenó “Bodas de sangre” en el Teatro María Guerrero del CDN.
Si hubiese un punto que se pudiese afirmar que es “el punto”, el lugar en el que se intersectan las cosas de la tierra y las del cielo, yo diría que el Teatro de Kartun, y especialmente “Terrenal” aparece o se me aparece ahí. Sí, para mi el teatro de Kartun es eso, la elaboración poética de los cuerpos, la materia y los nombres de las cosas en tensión con el misterio y lo innombrable de la existencia. Donde lo expresivo de los cuerpos y las palabras resultan de la tensión con lo que no se puede nombrar ni tocar. Es nuestra pequeña humanidad, nuestras “cositas” de la tierra arañando el aire, lo imposible, empeñadas en hablar con Dios. Fernanda Orazzi: actriz y directora que hasta el 2 de noviembre está en el Teatro Pavón con “Barbados etcetera”.
Simplemente, terminar recomendando esta entrevista, y apuntar que Kartun es mucho más que un dramaturgo influyente, que un gran docente o que otro import&export del teatro argentino.