“Lo que sea moviéndose así”, de Paz Rojo.
Lugar: Festival LP, CCCB, 11 de marzo del 20111
imagen: Efthymia Zymvra/Ana Costales
Segunda noche del lp: Paz Rojo, la Societat Doctor Alonso y Mauricio González. La noche comienza abrupta, sin presentaciones, ni relajamientos. Desde un lateral entra Paz Rojo haciendo, irrumpe sin espera, con un movimiento sin cese, sin dirección, como si se le escapase. Durante toda la pieza el movimiento no cesará, sólo al final. Serán 25 minutos de cuerpo bailado, donde miraremos la imagen de un cuerpo en movimiento y 5 minutos de baile de imágenes proyectadas.
Lo que sea moviéndose así, así se llama esta pieza que nos ataca por dos flancos separados en pensada estrategia. Una el cuerpo de Paz, moviéndose sin control aparente, el otro una voz en off de la propia creadora que razona y nos espeta a la reflexión de manera frontal. Cuando miras consumes, nos dice, yo soy mortadela y tú devoras y lo conviertes en desecho defecado. El tono quiere ser irónico, con lo que la ironía tiene de suficiencia, pero por cierta frialdad distante en el decir y, sobretodo, por la confrontación de ese texto con la exposición de un cuerpo en escena que no cesa en un descontrol no voluntario, el regusto es amargo. Y por la amargura nos acerca Rojo y nos hace intuir que no es mera acusación, mera reducción al discurso de artista=puta. Sino que hay algo más en esta pieza, en un terreno que dicta el cuerpo en escena, que está en otra parte.
En un segundo momento de voz en off, Rojo nos avisa que las experiencias observadas, como la que vemos en escena, se nos quedan en nuestros cuerpos como fantasmas, como tumores que invaden un castillo. “No controlamos nada, ni nuestros contagios, ni nuestros tumores, ni nuestros estados de ánimo”. Ahí, el texto se cruza con el cuerpo que continúa sin cese, con esos movimientos que se alternan entre lo que parecen impulsos musculares involuntarios y reacciones llenas de rabia, de fuerza que niega la aceptación, de violencia que enseguida desaparece para que continúe lo involuntario. Cansancio y pérdida, con el gesto impertérrito, con la respiración controlada, como si intérprete y cuerpo pudieran desdoblarse en dos.
imagen: Efthymia Zymvra/Ana Costales
El voz en off cita una pequeña escena descrita por Giorgio Agamben en su libro Profanaciones, qué hacer con las imágenes, amarlas, creerlas hasta destruirlas… Aquí Rojo realiza una reescritura y Agamben y se permite decir que las imágenes son un vacío insatisfecho mostrando la nada de la que están hechas. Cosa que el italiano no hace. Pareciera que Rojo quiere contraponer imagen y escena: ¿es la escena nada más que eso, una imagen viva, un tableau vivant? Rojo contesta, empieza a sonar una canción de El columpio asesino, y su cuerpo baila y el volumen de cansancio y resistencia se vuelve rebeldía ante el vacío.
El día de la primera función se hizo streaming, video que ahora se puede ver en TVTRON. El segundo, al que yo asistí, queda para el recuerdo, no hay registro. He estado viendo el video del primer día y sorprende la gran diferencia, hoy por hoy indemostrable, entre ambas funciones. En el segundo la escena se rompe, hasta en un momento de locura Rojo sonríe con ojos idos de fijeza a alguien del público a quien compadezco al igual que envidio, algo se va al garete, algo pasa, acontece, posiblemente el momento más puro de danza y teatro del festival. El primer día esto no está. Nada cambiaría si hubiera registro del segundo día. A lo que me refiero es que Rojo responde a la imagen, a esa mortadela de la que al principio hablaba, con el cuerpo en acción, una acción fijada en un ritual deliberadamente abierto para que pueda acontecer lo que el viernes noche aconteció en el hall del CCCB.
imagen: Efthymia Zymvra/Ana Costales
Tras esto llega el baile de imágenes, un baile irónico, baile de acumulación al son de la música. Decenas de imágenes proyectadas que adquieren significados en un montaje de destreza y ritmo. Imágenes de un mundo y lenguaje contemporáneo que Rojo pincha con el torso desnudo, con frialdad, espetándonos otra vez qué hacer con ellas. Tiene este espectáculo algo de aquelarre contra el status de la imagen en nuestra sociedad. Termina el espectáculo.
Pd1: En esta pieza hecha para el Lego del lp, tengo la intuición de que el trabajo de Rojo se ha abierto, expandido. Como si la disciplina abrupta y estricta de su baile encontrase veredas ( me estoy acordando de This is love, concreta acción en que leía una íntima carta, y de It´s my ass you’ve been thinking about, donde la escena se enfocaba en la resistencia física de un cuerpo constante). Rojo es corredora de fondo, de soledades y determinaciones. Creo que Lo que sea moviéndose así supone un gran avance porque con todo el rigor se permite.
Pd2: un regalo ha sido también conocer a este grupo de navarra, El columpio asesino, ahí va un video.
jo, Pablo, pues yo me perdí el segundo día……
pero aunque no pude tocar eso de lo que hablas, el primer día vi a una Paz quizá avanzándolo, para mi ya estuvo inmensa …eso es lo que tiene la escena.
He podido compartir unas horas de práctica con ella en La Poderosa ayer, y entrega todo eso que ella practica en su trabajo, es generosa y muy coherente también en la transmisión, mucha profundidad, compromiso y pasión en todo lo que hace esta mujer.
Yo disfruté un montón de ver esa propuesta de Paz que nos habla tanto desde el cuerpo, el cuerpo que acciona y el que se piensa. Esa entrada tan directa con un cuerpo que baila, que acciona y propone movimiento sin cesar; es una presentación clara a la que de un modo automático le añadimos atributos y identidades, es entonces cuando Paz entra con la palabra y nos lleva hacia donde le interesa: hacia ese desplazamiento de la identidad, del yo, del individuo que la mortadela destrona de un plumazo. Esa vulgar mortadela es el vehículo para ir destronando ese yo y una buena parte de sus añadidos sociales para llegar con esas imágenes finales a insistir sobre el cuerpo que habla desde el anonimato. Y ella está allí todo el rato mostrándose, ocupada siempre en ese inquieto moverse desde las entrañas, sin concesiones en su hacer y moviendo nuestra percepción con la presencia y con las palabras. Me encantó. Paz, buen nombre para una guerrera.