Del 12 al 15 de diciembre en Conde Duque
Marta Izquierdo, IMAGO- GO – 14 de diciembre
Esta edición del Festival Supernova comienza con la activación de Marta Izquierdo, IMAGO- GO: una pieza escénica a modo de reivindicación de la figura de la majorette.
Desde sus inicios, la intérprete y coreógrafa Marta Izquierdo Muñoz ha desarrollado creaciones a partir de personajes femeninos ambiguos, a caballo entre la cultura popular y los márgenes. En este marco de investigación, la majorette representa un modelo claro de idealización, siempre cerca de la masculinidad canónica y la oposición que esta representa. Es también la réplica “feminizada” y suavizada del trabajo en equipo patriarcal: es la sonrisa azucarada, el destello en los dientes y en el pelo, el desfile organizado como la otra cara de la moneda de los actos militares o desfiles en fechas señaladas. Sería una manera de organizar la presencia femenina en el espacio público, podríamos decir.
Pero IMAGO-GO va más allá (atención a ese vocativo de la imagen que está a punto de ponerse a caminar, a la que alude el título). Como sabemos, las figuras que operan en la cultura siempre están en movimiento (real y metafórico) y en contacto con otros campos de producción cultural. Aquí se pone la lupa sobre otros contagios: el ballet, la danza contemporánea, la performance y las danzas urbanas practicadas por las comunidades afroamericanas y queer. Como icono reconocible dentro de la cultura occidental del s. XX, la majorette tiene sus atributos propios (vestuario, bastón, verticalidad) y su vocabulario (high-stepping, twirling, desfile, alineamientos, figuras geométricas, cánones, uniones). Se trata precisamente de confrontar esa fuerte verticalidad con la liquidez y la horizontalidad de otros colectivos, otras comunidades.
Como sabemos, los estereotipos son lo menos probable de encontrar en la vida real.
IMAGO- GO ha sido programada en centros y festivales como Festival Born to be a live, Scène Nationale de Reims; CC Ramonville / La Place de la Danse, CDCN Toulouse; Le Pôle Sud CDCN (Estrasburgo), Festival Salmon (Mercat dels Flors, Barcelona); Atelier de Paris / CDCN; Le Parvis, Scène Nationale de Tarbes, entre otros.
Después de realizar estudios de psicología en Madrid, su ciudad natal, Marta Izquierdo se interesa por otros lenguajes: ballet, jazz, danza contemporánea, flamenco, o clubing, antes de firmar sus primeras creaciones a partir de 2007 y de crear su compañía [lodudo] producción.
Siguiendo la estela y el interés de movimientos culturales como la movida madrileña, la Factory en New York o el underground del teatro angura en Tokyo, Marta Izquierdo explora la complejidad escondida detrás de los estereotipos producidos por la cultura popular. Poniendo de relieve todos los mecanismos de la parafernalia de la posmodernidad, esta se convierte en materia de burla e ironía.En su trabajo es difícil disociar lo cómico de lo trágico, y siempre de fondo hay un acercamiento más humanista que nihilista. En definitiva, una mezcla explosiva de registros. En 2008 escribía en Le Monde la crítica de danza Rossita Boisseau : «Marta Izquierdo Muñoz es una verdadera cómica que podría embarcarnos en una tragedia. Salvo que ella ha decidido salir por todo lo alto”.
Más información y entradas: https://www.condeduquemadrid.es/actividades/festival-supernova-marta-izquierdo-imago-go.
La Chachi, “Lâs alegrías” – 12 de diciembre
En el flamenco todos los palos están asociados a un determinado compás y estructura rítmica, pero también a una emoción, una teatralidad, un estado vital. Las alegrías son un ejemplo de esquema fijo y repetitivo, cuya codificación para el baile además siempre implica la misma secuencia (salida, llamada, escobilla con zapateado, silencio, final por bulerías de Cádiz). El tono es siempre brillante, luminoso; la manera de bailar está basada en el compás ternario de la jota (presente en casi todas las danzas preindustriales de la Península Ibérica) pero más pausado, más pegado a la tierra. Al mar, mejor dicho, al mar de la Bahía de Cádiz. Se trata de un vaivén que alterna la seducción amorosa con las bombas bélicas: por eso encontramos tantas letras de la Guerra de Independencia. Según uno de los muchos mitos que circulan en el flamenco, esto es debido a la presencia de soldados navarros. De ahí las referencias al Ebro, la jota, la Virgen del Pilar.
En Lâs alegrías, La Chachi explora este compás festero alterando su estructura tradicional de baile para tablao a partir de acciones aleatorias. Este trabajo pertenece a una serie de piezas de investigación sobre los palos flamencos. Con Taranto Aleatorio, el primero de la serie, la bailaora desgranó el ritmo que le daba título, entendiendo que podía aplicar una misma fórmula de improvisación y experimentación extrapolable a todos los compases. Huyendo de un flamenco esencialista, La Chachi abre un espacio propio donde el cuerpo entra en otro estado, a través de una alteración física de la cadencia musical, la sonoridad del cante y el orden de cualquier narrativa convencional.
Así, su flamenco camp, muy próximo a la parodia y a la ironía, deconstruye toda esa tradición para demostrar que el flamenco no es algo inmutable: se trata de un lenguaje en permanente transformación. Estas Alegrías aleatorias beben de la sutileza de La Niña de los Peines, la improvisación del tirititrán del cantaor Ignacio Espeleta (1871–1938), las macetas de la Plaza de las Flores, la olla en la Caleta; el tarratán tarratán tarratán de Niña Pastori, el temple de La Perla y, por supuesto, también el plumas sin abrochar de Rosalía, otra motomami como La Chachi, malagueña y ravera.
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María del Mar Suárez, La Chachi, comienza en 2008 a distorsionar el flamenco y el gesto en la búsqueda de un lenguaje propio. En febrero de 2017 estrena su primer largo en solitario: La gramática de los mamíferos. En 2019 su segundo trabajo, La Espera, forma parte de las Residencias de Investigación 2019 en los Teatros del Canal de Madrid.
En 2021 presenta Merdellona junto a Alberto Cortés como laboratorio de creación en Teatro Pradillo. Bajo la dirección de Fernando López y acompañada por Belén Maya presentan la pieza El Movimiento para Surge Madrid y El Último acto de fe para la programación 2021-22 del Teatro Central de Sevilla, capitaneada por Laura Morales.
Su tercera pieza, Los inescalables Alpes, buscando a Currito se estrena en el 39º Festival de Otoño de Madrid, recibiendo el Premio Godot a “Mejor espectáculo de danza 2022”, programado también en el Teatro Central de Sevilla.
Pedro G. Romero, La mesa que baila – Del 12 al 15 de diciembre
Poner a bailar el materialismo histórico con los fantasmas y espíritus que, paradójicamente, nacieron casi a la vez, en el mismo siglo. Algo de eso hay en esta “sobremesa a cuatro patas” propuesta por el artista y curador Pedro G. Romero, que parte de esta cita de El capital, de Karl Marx: «Se modifica la forma de la madera, por ejemplo, cuando con ella se hace una mesa. No obstante, la mesa sigue siendo madera, una cosa ordinaria, sensible. Pero no bien entra en escena como mercancía, se transmuta en cosa sensorialmente suprasensible. No sólo se mantiene tiesa apoyando sus patas en el suelo, sino que se pone de cabeza frente a todas las demás mercancías y de su testa de palo brotan quimeras mucho más caprichosas que si, por libre determinación, se lanzara a bailar.»
Algo parecido sucede en el flamenco. Pensemos en el tablao, la madera, el suelo del trabajo: las condiciones laborales extremas que precipitaron su nacimiento como acontecimiento teatral codificado en el s. XIX. En la cultura, el flamenco opera, por el contrario, desde palabras como “esencia”, “misterio”, “duende”, “arrebato”, “irracional”, etc. Siendo un arte terrenal, aéreo, se asocia rápidamente con el fuego fatuo, la chispa inexplicable. Nos olvidamos una y otra vez de que nació de otro fuego – los hornos de fundición-, la fábrica, el humo urbano.
Pedro G. Romero invita a cuatro artistas flamencos y ligados a las artes vivas a crear a partir de esa mesa que se pone a dos patas para generar nuevas quimeras, siguiendo la metáfora tan literal de Marx. Por eso, además de las cuatro piezas breves que veréis in situ en los espacios de Condeduque, esta propuesta está precedida de la grabación de cuatro vídeos con los mismos artistas participantes, cuidadosamente producidos en espacios de trabajo. Estos vídeos estarán disponibles también a partir de códigos QR expuestos en los pasillos de Conde Duque.
La cordobesa Úrsula López baila en una imprenta de Algeciras, su tierra de adopción (las imprentas, esos lugares de transcripción y difusión de la escritura revolucionaria, que también combinan, por qué no, esa parte del misticismo literario y el trabajo duro). Úrsula bailará en persona en torno a La mesa china, que precisamente nació de un diálogo con Pedro G. sobre una pequeña mesa de té, con volutas y adornos. Un pequeño fetiche que “casi le cabía en el bolso” y que era una ganga. La encontró por menos de 30 € en internet. Ahí la coreografía y el peso de lo real se tensiona: nos lleva también a la economía colonial del s. XVIII, cuando estos objetos empiezan a convertirse en mercancía, casi bibelot.
Antonio Molina, “El Choro”, elige la mesa de bar de una carbonería de la calle Parras, en Sevilla. Su pieza, La mesa que juega, apela a esa confusión, también constante en el flamenco, entre salario, juego, fiesta. Un lugar lleno de hollín, humo y carbón en el que particularmente también se celebran actos culturales. “El día que lo hicimos con el Choro fue muy temprano, quizá muy temprano para un flamenco. Peligraba el local”. Se busca en este juego el valor de la obra de arte, que no es tanto la mercancía como la cualidad de objeto vivo. Que no tiene una biología, pero sí una determinada biografía.
Leonor Leal se acerca en La mesa que trabaja a un vivero de Dos Hermanas, en su Sevilla natal. Zapatea sobre una mesa de mediados del s. XX, que termina destrozando. Metafóricamente, el vivero de plantas está relacionado con la ordenación de lo natural y la sistematización del crecimiento de eso que llamamos flora. Curiosa la comparación con lo que hace cualquier coreografía, que es de alguna manera violentar el orden natural (si es que existe tal cosa) del movimiento humano. La art- iculación del cuerpo, en su etimología original: arte, técnica, engranaje.
Un lenguaje corporal que, en el caso de Luz Arcas, es transcripción directa de los espíritus familiares. Literalmente: la mesa que ella eligió perteneció a su tío abuelo, que la utilizaba para hablar con su esposa fallecida. La mesa que habla se vincula también con el trabajo de Luz en cuanto a su relación con el pasado histórico y el contagio con otros códigos: lo preverbal, lo arcaico, lo que está fuera de nuestro mundo tangible. El vídeo que ella protagoniza tiene lugar en su Málaga natal, en el astillero de Caleta de Vélez. Justo ahí donde termina la tierra y empieza el agua. Atención a lo que ocurra en Conde Duque: cuando se programó en la fundación Kadist (París), la mesa terminó con los tornillos rotos.
Pedro G. Romero, La mesa que baila, (pieza, performances, vídeo), 2024:
con Luz Arcas, La mesa que habla
con Úrsula López, La mesa china que danza
con Antonio Molina El Choro, La mesa de bar que baila
con Leonor Leal, La mesa que trabaja
Más información y entradas: https://www.condeduquemadrid.es/actividades/festival-supernova-pedro-g-romero.
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