Requiem
Romeo Castellucci – Del 17 al 26 de febrero en el Liceu
Envuelta en una aureola de misterio, la enigmática y extraordinaria Misa de Réquiem no es solo la culminación de una etapa en la obra tardía de Wolfgang Amadeus Mozart, dedicada a la música religiosa, sino la cumbre de la historia de la música.
Truncada por la prematura muerte del compositor durante su proceso de creación, y verdadero documento autobiográfico, esta obra va más allá del tratamiento de la muerte y del Juicio Divino. Mozart genera una acción dramática capaz de renovar el género sacro, donde la expresión vocal sobresale para iluminar una experiencia desbordante.
Su discípulo Franz Xaver Süssmayr, que ya le había asistido en obras coetáneas como La flauta mágica o La clemenza di Tito, completó una partitura alrededor de la cual persisten numerosos interrogantes: Mozart planteó la cuestión de la muerte, pero su pregunta quedó sin respuesta. Mozart supo expresar, a través de este texto de la liturgia cristiana, todos los estados de ánimo: desde el miedo del Juicio (Dies irae) a la esperanza de la clemencia de Dios (Kyrie), de la angustia del sufrimiento inútil (Recordare) a la certeza de un más allá lleno de luz (Luceat eis).
Un llanto fúnebre, pero sobre todo, una plegaria extrema, implorando la misericordia divina.
Pocas veces una música ha estado tan marcada por el genio, la expresión, la fe y el sufrimiento de un ser humano.
“Como la muerte es el verdadero objetivo de nuestra existencia, he conocido tan bien este verdadero y mejor amigo de la humanidad en los últimos años que la imagen de la muerte ya no me da miedo, sino que es mucho más tranquilizadora y consoladora”. – Wolfgang Amadeus Mozart.
Estas palabras de Mozart sobre la vida y la muerte han sido el punto de partida para la interpretación de Romeo Castellucci, protagonista absoluto del teatro vanguardista europeo, del emblemático e inacabado réquiem del compositor. Como expresión del temor existencial de la humanidad ante la mortalidad, esta misa de réquiem nos confronta con la fragilidad de la naturaleza y la cultura, de la humanidad y del individuo. “Tendríamos que entender y celebrar el final como si fuera una fiesta, donde el baile continúa.
Esta Misa pro defunctis se transpone y su significado cambia”. Gracias a la visión teatral de Castellucci, complementada con otras piezas religiosas de Mozart, este “Réquiem” se convierte en la celebración definitiva de la vida, donde superamos los tópicos de la fugacidad de la vida. Coproducción con origen en el Festival de Aix-en-Provence, y primera propuesta de Castellucci en el Gran Teatre del Liceu, tiene una orientación próxima a un canto a la vida de extraordinaria belleza plástica e irresistible fuerza teatral.
Este “Réquiem” se opone a lo que cabría esperar de una misa de difuntos; no es un espacio de lamentación, sino que aborda temas como la cuestión fundamental del tiempo, de la esperanza de renacer; explora el origen y el fin, pero también el fin como origen mismo, permitiendo celebrar la vida en su propia fragilidad. Un final que quiere soñar en la vida, imponiéndose la circularidad y la renovación.
Giovanni Antonini, fundador de Il Giardino Armonico y uno de los directores musicales más respetados del panorama, será el abogado de esta propuesta bellísima e imprescindible.