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18.11.2023 – 14.04.2024 en La Virreina
Chantal Akerman descubrió las posibilidades del trabajo con instalaciones cuando concebimos D’Est, au bord de la fiction, en 1994, unos cuantos meses después de terminar la edición del film D’Est. Explorar este nuevo territorio resultó emocionante, porque la dimensión temporal que caracteriza el montaje de las películas se veía ampliada con una dimensión espacial. Ya no operábamos únicamente con las relaciones de los planos colocados uno detrás de otro, sino también sus relaciones al mostrarse uno junto al otro, en varios monitores, mientras buscábamos interacciones, vínculos, resonancias en el espacio.
Juntas concebimos unas 20 instalaciones. Algunas las hicimos a partir de películas existentes, otras dieron lugar a nuevos rodajes o nuevas investigaciones. Cada una tuvo un punto de vista diferente: un deseo, una visión, una obsesión, una intuición, una imagen, un título, un sonido…
A Chantal le gustaba especialmente trabajar en las instalaciones porque le aportaban una sensación de gran libertad. Le gustaba que lo hiciéramos todo «en casa», como artesanas, sin tener que explicarle a nadie adónde queríamos ir a parar. Decía que una instalación, incluso más que una película, no puede ser descrita de antemano, sino que nace poco a poco, a través de la propia obra.
Montando los films D’Est, Sud y De l’autre côté (2002) ya nos habíamos liberado de la linealidad del relato, pero con las instalaciones lo hicimos todavía más. Estábamos en contacto directo con los materiales mientras los amasábamos y los transformábamos. Trabajábamos la fragmentación, jugábamos con repeticiones, con oposiciones y con desajustes, sin caer en la sistematización. Al emanciparnos de la necesidad del sentido inmediato, al otorgarle una especial importancia a cuestiones relacionadas con el ritmo, el espacio, la presencia o el silencio, buscábamos que surgiera lo previo a cualquier conceptualización, para alcanzar la esencia misma del misterio de la vida.
Esta exposición es un reflejo de nuestro trabajo juntas. No es temática, sino que propone un recorrido abierto que conecta las distintas piezas, que invita a los espectadores a encontrarse con ellas, a encararlas, a dejarse impregnar por su presencia, a explorar el espacio a su ritmo, a crear sus propios caminos. No hay un hilo conductor, salvo aquel que teja cada cual con las imágenes y los sonidos. Las instalaciones de Chantal no dictan nada, nos atraviesan y nos llegan a lo más íntimo. Nos interpelan, nos espolean, nos ponen en movimiento y despiertan nuestro pensamiento.
Es probable que, por todo ello, la obra de Chantal sea profundamente política.
Claire Atherton, comisaria
Más información: https://ajuntament.barcelona.cat/lavirreina/es/exposiciones/encarar-la-imagen/665.