Interior noche
Serrucho – 25 y 26 de noviembre en la Sala Mirador
Transformar la urgencia en contemplación y lo utilitario en absurdo. Viva el mundo cambiante, viva el mundo al revés, que le decía Gloria Fuertes a los niños y niñas hace medio siglo. Cómo pasa el tiempo, dios mío. Clama al cielo que tengamos que extremar la mirada sobre lo cotidiano para darnos cuenta de hasta qué punto nos hemos entregado al consumismo. Eso que llamamos ocio es cada vez más autogestión del tiempo de consumo y sentarse en una hamaca, en la playa, en una piscina, en un camping, en un parque, sin más, sin hacer nada, parece pecado. ¡Es perder el tiempo! El colectivo Serrucho, después de la fantástica Archivo, pieza inmersiva y experiencia emocional inolvidable que presentó en el Festival de Otoño en 2019, vuelve con una obra de teatro de objeto que utiliza el tiempo como material de trabajo y juega con la superposición de fragmentos espacio-temporales imposibles.
“¿Qué significa perder el tiempo? ¿Por qué pedimos unos minutitos más? ¿Si tenemos todo el tiempo por delante, qué hemos dejado atrás exactamente?” -se preguntan desde la compañía. “Desde nuestra desconexión del tiempo astronómico los días pasan más rápidos y nuestras horas se miden en dinero. Las convenciones temporales basadas en los ciclos de la naturaleza se han visto sustituidas por una híper acelerada visión mercantil. ¿Qué supone eso para nuestras vidas? ¿Y para el mismo tejido espaciotemporal?” Todas estas preguntas responden a un concepto social del tiempo, pero también está el tiempo material o la materialidad que intentamos darle al tiempo en física para comprenderlo. Y luego está el tiempo escénico, que entra en tensión con el tiempo de la vida, una tensión no siempre comprendida por un espectador cada vez más acostumbrado a un manejo del tiempo audiovisual mediatizado por una pantalla. La dimensión temporal del teatro está condicionada por la presencialidad, por un tiempo y un espacio compartidos y a la vez subjetivos. El tiempo en el teatro actúa distinto en el actor, en el personaje y en el espectador. Desde ahí es desde donde Serrucho quiere investigar la figura del tiempo-teatro como agente dramático.
¿Y cómo lo hace? Una larga escena de camping nocturno. Un laboratorio con sillas plegables, sombrillas y tiendas de campaña. El espectador, ayudado de un frontal, irá descubriendo en esa noche de verano un collage de objetos y memoria. El haz de luz que se proyecta desde su cabeza pone en escena su mirada junto a la del resto del público, delatando temporalidades y decisiones individuales que condicionan la representación.
El camping como paradigma del tiempo libre. Una colección de objetos efímeros, diseñados para que cunda el tiempo. Ingeniería 2 Seconds (ya saben, lo de montar la tienda de campaña en un pis pas, con un solo gesto, made in esa franquicia francesa con la que todo el mundo hace deporte) que nos impone una gestión del ocio entendido como producto de consumo. Se trata, en definitiva, de “un espectáculo basado en la experiencia y en la observación fenomenológica. Eventos que serán percibidos como aparentemente desincronizados e inconexos porque atienden a distintos órdenes narrativos y marcos de referencia, a través de los que el propio transcurrir del tiempo provocará un proceso de transformación sobre el espectador”, según palabras de sus responsables. O para decirlo en términos mitológicos, un combate más, sobre el escenario, entre Cronos y Kairós. ¿Tú con quién vas?
Más información y entradas: https://www.madrid.org/fo/2022/interior.html.