Un estudio descubre que la cooperación emerge
cuando los grupos son pequeños
y las memorias largas.
(ARTAS es una plataforma de artistas asociadas a La Poderosa que da espacio a prácticas experimentales, pensamientos y acciones subversivas que agitan la realidad más cercana. Reúne a un colectivo de artistas y funciona como un espacio de experimentación y co-aprendizaje donde compartir proyectos, prácticas y saberes. )
I.
Hubo un espacio en la calle de Riereta conocido por sus fiestas con karaoke y bailes hasta el amanecer. En ese espacio nos encontramos con Amaranta Velarde con una pintada en el brazo que decía Asturias o trabajas, presenciamos por primera vez un concierto de Poderío Vital, gracias al cual conocimos a El Engañador, y tomamos un taller con Carme Torrent en el que exploramos las espirales del cuerpo a un nivel cósmico. En ese lugar, gracias a las maniobras de Roger Adam, fuimos acogidas desde México y se generó un intercambio brillante: MEX DF > BCN, y alguna vez limpiamos juntas, escuchando a Mónica Muntaner decir lo mucho que le gustaban las huellas de las fiestas.
Ese espacio se llamaba: La Poderosa.
II.
Y también se llamó La Poderosa a otro espacio en la calle Sant Germá y en este local fuimos ARTAS. Llegamos aquí porque formamos parte de alguno de los In-Prescindibles, porque nos acogieron, una vez más, desde México, unos meses antes de venir a vivir a Barcelona y porque ya veníamos apoyando y acompañando lo que aquí sucedía y nos sentíamos parte de sus flujos. Solo que esta vez sugerimos generar otro tipo relación ante la necesidad de un espacio a largo plazo y sensible. Se dio a través de convocatoria o por invitación, después de una entrevista informal con Mónica y Bea, en la mesa de la cocina con un mantel mexicano muy colorido o gracias a una carta motivos que comenzaba así:
Os escribo para que me tengáis en cuenta como una posible compañera de aventura en ARTAS. La motivación me brota clara y abundante. Casi poseída os escribo, como si algo desde muy adentro me llevara al movimiento. Arrebatada. Solo así puedo acudir a la convocatoria. Convocada casi desde el más allá, desde pasados y futuros que se mezclan entre los cuerpos. Estar cerca de vosotras y de los espacios-tiempos que vais generando a vuestro alrededor es maravilla, potencia y militancia.
Y fue así que por tres, uno, dos años llevamos en nuestra mochila las llaves de un espacio fascinante, de trabajo y encuentro, en Barcelona; en el que en invierno hacía mucho frío y en verano mucho calor, desde donde espiamos la piscina comunal de los vecinos y fantaseamos con acceder a ella cuando el sudor se hacía presente, porque sudamos mucho, y no solo ensayando o compartiendo nuestros quehaceres no concluidos; sudamos siendo espectadoras, sudamos en esos encuentros maravillosos que se generaban con otras artistas que rondaban La Pode. Sudamos detrás de la barra; ese espacio informal dentro de otro espacio informal, en el que nos tocaba servir cerveza o algún gazpacho preparado por Bea Fernández, mientras escuchábamos conversaciones de otras sin que ellas se percataran, y sudamos más, el día en el que Juan Domínguez nos pagó con un billete de 50 euros y nos pusimos muy nerviosas porque no nos salían las cuentas. Sudamos, también, cobrando las entradas de algún encuentro, diciendo a la gente que no aceptábamos tarjeta o que su nombre no estaba en la lista de invitadas; o no sabiendo si era correcto cobrarle entrada a tal o a cual. Pero casi siempre fue un sudor refrescante, acompañado de microclimas, un sudor que podías atemperar deslizando un hielo por todo tu cuerpo, un sudor que ayudaba a que nuestras cuerpas se ablandaran y amasaran mejor con los masajes y movimientos por el suelo, propuestos en el taller de Azahara Ubera durante el Hacer Historia(s) vol.3 , o con Quim Bigas y sus diagonales en el programa de entrenamientos y prácticas artísticas, (P.E.P.A.). ¡Cómo bailamos! Un sudor que se nutría con nuestras comidas quincenales en las que la vitamina C de los pimientos rojos era indispensable. Comidas en las que cada una iba apareciendo, poco a poco, en la cocina, con algún ingrediente para sumar al menú del día, que como siempre, cerraría con una larga sobremesa con chocolates y cigarrillos, mientras que alguna fregaría los platos leyendo el cartel que recitaba: Be a washing machine.
Y nos hubiera gustado sudar más, implicándonos más con el espacio, sus propuestas y decisiones, pero como siempre los presupuestos se quedan cortos y las ocupaciones de todas son múltiples. Aún así sucedieron esos días en los que podíamos observar en silencio y con cariño el trabajo de alguna compañera, dándole tiempo a ese cuerpo moviéndose, buscándose y preguntándose por la forma, y a este cuerpo le seguía otro, esbelto, con una peluca rubia, declamando a Ilona Staller: Selvaggio animale in calore, il cazzo che mi spruzza nel cuore, un muscolo rosso d’amore, affonda lungo al mio cuore. Quedamos, esta vez, sin prisa, no teníamos que salir corriendo a ningún lado, la luz del día se iba transformando, las caligrafías-coreografías en tinta negra sobre un papel color durazno vibraban y la sesión cerraba con Britney Spears cantando la biografía de Virgine Despentes. En esas horas, Mónica, Bea y todas nosotras tomábamos notas para escuchar mejor, notas que se transformaban en pistas para nuestros procesos, mientras que Isabelle Stengers nos recordaba: Thinking is not cleverness, is not sophisticated.
Pero este espacio de la calle Sant Germá se empezó a quedar vacío, hasta que finalmente desapareció. Empacamos toda la cocina, vaso por vaso, jarrón por jarrón, utensilios organizados por tamaños, tipologías; todo en bolsas y cajas. Mientras hacíamos esto Xavier Manubens pensaba que envolver cosas, tapar sus formas originales y producir cambios en su apariencia era un ejercicio tremendamente travesti y continuó la exploración. Itxaso Corral se encargó del ritual de despedida, con un suelo, sin suelo, con las vigas levantadas, en una de las cuales se apoyaba una caligrafía que nos recordaba: y amarás el sistema nervioso del prójimo como a ti mismo. Aquí, Itxaso dio vida a una ópera radiante. En un día de mucho frío e incertidumbre, Ofelia con su vestido blanco de encaje, sin bragas, lanzaba un cerebro contra la pared, y pensaba ella, y pensábamos nosotras: Las artes vivas, sí, pero entonces, igual nos podríamos preguntar antes ¿qué es estar viva? ¿cómo queremos estar vivas?
Y fue así que nos despediríamos de ese espacio que tanto nos dio. Cris Celada después de trabajar, como siempre lo hacía, fue apagando las luces, cerrando puertas y ventanas, y se fue diciendo hasta mañana a un lugar al que nunca regresaríamos, pensando en esa cita de Emily Dickinson que tiene tatuada en el cerebro: Hallar descanso en lo inseguro está en el mismo ser de la alegría.
III.
En Sant Andreu, hay una fábrica de creación que se llama Fabra i Coats, y dentro de este espacio, desde el 2020, hay otro espacio que se llama La Poderosa. Aquí seguimos siendo ARTAS, pero otro tipo de ARTAS, ya que nuestras investigaciones para mirar la práctica Drag desde la perspectiva de las Artes Vivas, la Tesis Doctoral Paranormal, el Yoga y la Danza, y el deseo de pensar en relación con el agua para imaginar y teorizar el mundo de otras maneras, quedaron suspendidos en el tiempo/espacio, por la pandemia, durante varios meses.
Estos dos eventos; mudanza-pandemia, trastocaron las maneras de hacer-estar-compartir de todas. Nuestros planes, deseos, posibilidades, energías, ánimos, ganas se revolvieron, la tan anhelada tentacularidad se disipó. Los espacios de cruce espontáneos y el tiempo juntas en la cocina fueron cosa del pasado y dejamos de respirar juntas, sin prisa, sin protocolos y sin medidas de seguridad.
A pesar de eso los cruces se fueron dando, nos inventamos nuevas maneras de coincidir, aparecieron inesperadas conexiones y sintonizaciones, y nuestra mayor contaminación se generó en torno a los cuidados; éstos se convirtieron en el punto de partida para trabajar el resto de cosas: cómo cuidarnos, cómo cuidar lo que nos rodea, cómo escuchar, cómo entrelazarnos, cómo intersostenernos. Estamos habitadas por multitudes, la microbiota, y además somos unas metidas en las otras, respirándonos, colándonos por los poros y además tentaculándonos continuamente, y en vibración y emitiendo luz y calor. Imagínate los increíbles movimientos que se suceden. ¿Escuchas todo lo que se está moviendo?
Con el paso de los meses pudimos acudir a la Fabra y aprovechar sus salas espectaculares para trabajar. Los cruces físicos fueron sucediendo. Entonces pudimos emocionarnos con el trabajo de otras residentes de La Pode como Adriana Reyes y su investigación en torno a algunas hierbas, que al día de hoy, recordamos con mucho placer. Pudimos ir a comer sushi con Helena Martos y Esther Rodríguez antes de que nos compartieran sus procesos en los que el cuerpo, la palabra y las invocaciones se sacudieran al ritmo de Locomía, y vimos como los espacios de la Fabra se transformaban gracias a los In-Prescindibles en su versión Site-Specific. Y una hermosa tarde de verano, presenciamos un Cruzados entre Azhara Ubera y Aimar Pérez Galí, entre La Bailarina y La Danza.
Finalmente como ARTAS pudimos hacer un cierre de nuestro ciclo, y compartir esos lugares, aún frágiles, a los que habíamos logrado llegar a pesar de las circunstancias. Cierre que sucedió después de una comida de tupers en algún lugar con sol cerca de este nuevo espacio que La Poderosa, poco a poco, con la ayuda de sus plantas, va llenando de vida.
A día de hoy, marzo 2021, La Poderosa sigue en la Fabra y somos nosotras, las que esta vez, nos hemos mudado, y por circunstancias cíclicas/temporales/convencionales, hemos dejamos de ser ARTAS.
Nota:
Mi palabra en este texto simplemente sirve para introducir las palabras de otras. Este escrito está conformado por las voces de quienes tuve el placer de conocer gracias a ARTAS y a quienes he accedido, en esta ocasión, a través de una entrevista.
Se leen y resuenan las voces de Cristina Celada, Itxaso Corral Arrieta y Xavier Manubens.
Me era imposible hablar de una colectividad en primera persona.
Anabella Pareja Robinson