Invocación. El cine de Kenneth Anger
Sesión Xcèntric del domingo 24 de marzo de 2024 en el auditorio del CCCB
No sé muy bien (ni me he esforzado mucho en saberlo) de qué trata Inauguration of the Pleasure Dome, ni de qué trata Scorpio Rising, ni siquiera de qué trata una película tan aparentemente sencilla como Fireworks (de toda la filmografía de Kenneth Anger, la película favorita de Jonas Mekas). Cuando veo una película de Kenneth Anger (uno de los cineastas más importantes de los años sesenta, según Mekas), el de qué trata que me transmite su trabajo lo encuentro en la forma, el movimiento, el color, las dimensiones, el ritmo (y en lo que produce en mí, cómo me toca, qué parte de mí toca, hasta dónde llega), y nada de eso se puede describir ni explicar. Si una película funciona sólo en niveles literarios, o sólo en niveles de significado, de ideas, y no funciona en ninguno de los demás que acabo de mencionar, entonces la película no me interesa. No es que condene los significados o las ideas, lo que quiero decir es que, aunque estas películas de Kenneth Anger son ricas en significados de ideas y símbolos (que no acabo de entender), siguen siendo más ricas en significados estéticos, que es lo que realmente importa en el arte. Eso es lo que pasa con Invocation of My Demon Brother y con Lucifer Rising y con el resto de películas que vimos el pasado domingo en un auditorio del CCCB lleno a rebosar, unas películas que no perderán nunca por más veces que se vean, unas películas que seguirán generando una energía misteriosa como solo lo hacen las grandes obras de arte. Kenneth Anger fue un verdadero (e intrépido) explorador cósmico. Y, como decía John Cage, el sentido de la aventura es algo crucial para la creación.
El párrafo anterior es un robo (que Lucifer me perdone), casi una copia literal (con algunas modificaciones y añadidos de cosecha propia) de un texto escrito por Jonas Mekas que aparecía en el programa de mano de la sesión de Xcèntric en la que se proyectaron todas esas películas mencionadas en ese párrafo. Pero es que no lo hubiese podido decir mejor, así que he decidido invocar una vez más a san Jonas Mekas aprovechando que la sesión iba de invocaciones. ¿Por qué de invocaciones? La sesión se presentaba como una invocación doble porque invocaba a Kenneth Anger, fallecido el año pasado, pero también la primera sesión de la historia de Xcèntric en 2001, en la que se proyectó exactamente el mismo programa y con las mismas copias, unas copias en 16 mm., procedentes de Cinédoc Paris Films Coop, que probablemente será la última vez que se vean porque ya no se van a hacer más copias de estas películas (las copias, con numerosos empalmes, aguantaron admirablemente bien, todo hay que decirlo).
Es curioso eso que dice Jonas Mekas sobre lo de no funcionar sólo en niveles literarios. Es curioso porque en toda la sesión no escuchamos ni una palabra dicha desde la pantalla. Ni dicha ni escrita. En esas cinco películas ni se oye ni se lee nada más allá del título de la película, el nombre de su autor y el del autor de la música (no hay ni títulos de crédito donde poder contrastar que sí, esa mujer de cincuenta años que aparece de vez en cuando haciendo de diosa fenicia en Inauguration of the Pleasure Dome es Anaïs Nin, o que Marianne Faithfull es la que hace de Lilith en Lucifer Rising). La música de Mick Jagger sí se anuncia y suena en Invocation of My Demon Brother pero curiosamente no es para nada lo que se esperaría de una música compuesta por Mick Jagger: un drone realizado con la ayuda de un sintetizador Moog. En esa película también aparece Bobby Beausoleil haciendo de Lucifer (y Mick Jagger brevemente), que es también el autor de la música de Lucifer Rising, una música que grabó detrás de las rejas mientras cumplía cadena perpetua por un asesinato relacionado con La Familia Mason (los acólitos de Charles Mason), que él siempre negó.
Sí, lo de Lucifer y el mal, así como el sexo (en especial el sexo homosexual, aún prohibido en los Estados Unidos de los años sesenta), está muy presente en la filmografía de Anger. Pero es que Lucifer (el portador de luz), el ángel caído, era el favorito de Dios, bello y rebelde al mismo tiempo. Y así lo quiere ver Anger en Lucifer Rising, yéndose a filmar esas imágenes más allá de la psicodelia a lugares sagrados para los adoradores del sol en Egipto, Alemania, Islandia, India y Gran Bretaña. Según Anger, la fotografía no es más que un intento descarado de robar el alma y por tanto las películas son malvadas por naturaleza porque tratan de controlar a las personas a través del robo de su imagen. Así que él casi que se exculpaba a sí mismo confesando que lo que hacía no era más que crear el mal en un medio absolutamente malvado.
Demos gracias a Lucifer entonces por la invención del cine y a Xcèntric por acompañarnos todos estos años sirviendo al mal mientras caminábamos sin darnos cuenta hasta las puertas de la era de Acuario, donde se supone que todo cambiará (y esperemos que no todo a peor). Mientras tanto, a partir del 18 de abril nos esperan nuevas y excitantes sesiones Xcèntric en el CCCB servidas a un precio apto para todos los bolsillos (entre 2,40€ y 4€ por sesión).
Rubén Ramos Nogueira