A principios de diciembre de 2023 tuvimos la oportunidad de asistir a la performance de Katerina Andreou titulada Rave to Lament y a la obra Una Imagen Interior de El Conde de Torrefiel en dos teatros municipales de Valencia, La Mutant y El Musical. Ambas gozan de un recorrido internacional y se presentaron por primera vez en Valencia. Asistir a las dos presentaciones en tres días fue una oportunidad para contraponer las sensaciones, pensar en las distintas formas de generar ficción y, ahora, llegar a un lugar distinto¹.
El viernes asistimos a la primera propuesta, que se hacía en la calle, en una especie de pasillo muy ancho entre las naves que forman el complejo de edificios industriales donde se sitúa la sala de La Mutant. Allí vimos la maquinaria escénica caber en el interior de un coche. Luces, sonido y proyección salían desde un Volkswagen Golf, con la matrícula tapada con una cinta negra, para llevarnos hacia fuera y hacia lugares lejanos. El domingo, en la segunda propuesta, casi al contrario, vimos cómo encima del escenario del teatro El Musical entraban: la sala de un museo, el pasillo de un supermercado o parte de una cueva. Todos estos espacios, sin excluir el propio teatro, hacían resaltar un marco invisible que utilizaba la luz, el sonido y la proyección para guiar nuestra mirada en un viaje hacia dentro.
Ver, y también leer, es encontrarse junto a una serie de imágenes o de frases que se van componiendo mientras se intenta reunir los suficientes apoyos para adelantar o ralentizar lo que se percibe. Generalmente el propósito de un/a espectador/a y un/a lector/a es completar los huecos, rellenar lo que no se llega a ver o a leer. Katerina Andreou, por un lado, proporciona un imaginario sobre las Free Parties, lugares que no necesitan de mucha preparación o descripción y tampoco buscan la atención o el placer, pero que son espacios de acción directa y de ritmo trepidante. Por otro lado, El Conde de Torrefiel, desde el principio deja claro que el cerebro tiene la capacidad de emocionarse con algo que sabe de antemano que es falso y utiliza la proyección de frases sobre las imágenes creadas en escena para acompañarnos a practicar esta virtud.
Para el público se trata de la creación de unos entornos que a su vez están creando estas propuestas en una simultaneidad creativa que invita a lanzarse a la práctica y a disfrutar de la necesidad de ver. En el Ensayo sobre las técnicas en las sociedades pre-maquinistas de André Haudricourt se invita a pensar en las culturas pasadas no a partir de la tecnología que poseen sino, a partir de la fuerza motriz que mueve estas herramientas y que está directamente relacionada con su entorno. La hipótesis del ensayo es un intento de entender los momentos históricos, no por sus avances tecnológicos sino por las necesidades de las personas. En este contexto, Haudricourt cita a Herskovits, que dice: «todos los pueblos tienen necesidades que exceden su competencia tecnológica, lo que nos reconduce al aspecto dinámico de esta noción»². En nuestro caso, como espectadores vamos a arriesgarnos y parafrasear a Herskovits diciendo que «todos los públicos tienen necesidades que exceden su competencia perceptiva, lo que nos reconduce al aspecto dinámico de esta noción». Así que aquí se propone pensar en la competencia perceptiva, no desde las propuestas artísticas sino desde las necesidades de los/as espectadores/as.
Las dos propuestas producen un desplazamiento para llevarnos lejos tanto en el tiempo como también en el espacio. La coreógrafa griega nos propone viajar desde la música hacia un lugar y un tiempo que es imposible visitar. El tiempo concreto de las Free Parties ya no se puede repetir porque no surgen las mismas circunstancias, éstas quedan lejos en el tiempo, como también queda muy lejos un festival en Kambala en África al que aún vale la pena asistir, según leemos en la conversación que mantiene la autora con un productor de radio proyectada desde el techo del coche en los ladrillos del muro que enmarca la salida a la calle. En su práctica, Katerina parece sola, moviéndose por un lugar donde sí que hay más gente, pero no se les ve. La dramaturgia de la música multiplica el eco de sus movimientos y contamina la necesidad de bailar y de pedir más. Si recuerdo bien, una de las últimas frases proyectadas fue: «La fiesta más incontrolable es la que se hace por necesidad – por la necesidad de actuar». La persona que baila con ella no se ve, es un fantasma, está en los movimientos de ella y nos hace recordar o imaginar a una figura que la acompaña. Recordar e imaginar son formas de traer al presente lo que queremos y lo que necesitamos, son formas de invocar.
En la obra que vimos el domingo, los dramaturgos valencianos, con un plástico gigante, luces led y ocho personas en escena, transforman el espacio en diferentes lugares reconocibles que se ven enmarcados dentro de un discurso superpuesto. Estos cambios parecen cerrarse en el momento en que los habitantes de una cueva pintan el mural que apareció al empezar la obra dentro de la sala de un museo. El texto proyectado parece ser la voz interior de cada espectador/a para apoyar la creación de su ficción. Tanya Beyeler, en una de sus entrevistas, apunta que «todo lo que se hace realidad primero ha sido imaginado». Hace muchos años me enteré de que el ojo humano realmente ve en color sólo el dos por ciento de la imagen que finalmente se traduce en lo que sería nuestra vista. Todo lo demás es una reconstrucción que se realiza al mismo tiempo para añadir información según lo que estamos acostumbrados, sabemos o imaginamos que sabemos. Meter un museo dentro del escenario entendiendo que, por lo menos para mí, no hay ninguna diferencia esencial entre un supermercado y un museo, es aquí una oportunidad para desenmascarar el funcionamiento que ejercen estos lugares sobre la imaginación. Con la ayuda de un espacio sonoro elaborado con mucha precisión la propuesta invita a practicar cómo se dirige la mirada y cómo potenciar la imaginación. Lo que no se ve es el presente, es lo que nos dicta cómo y dónde poner nuestra atención completando así lo que los ojos por su naturaleza no pueden captar en su totalidad.
Tengo la ventaja de escribir este texto desde la distancia, volver a pensar, recordar e incluso imaginar varias cosas y lo mismo puede hacer el/la lector/a, entrando, moviéndose entre las líneas e introduciendo su imaginación. Recomiendo recoger la información que resulte más atractiva, dejarse llevar por ella, construir una imagen, traerla al presente y aplicarla en lo que cada uno/a quiere o tiene entre manos en este momento. Practicar esta forma de leer sería escribir otra vez. Para Gibson³ el mundo a nuestro alrededor se está creando mientras nos movemos en él. Así la forma más indicada para seguir creando nuestro mundo no sería leer para luego pensar ni tampoco comparar para luego confirmar nuestra representación del entorno sino que sería abrir un nuevo camino aunque éste no sea el único. Las relaciones que puede generar la información que aparece en este texto son mucho más importantes que las características o el contenido de éste.
De lo contrario, tanto en un museo como en un teatro, hasta en un restaurante o un supermercado (aún no estoy seguro de si la música consigue diferenciarse), se proporciona un contexto interpretativo que responde a criterios altamente profesionales para calificar el objeto, la representación o la experiencia vivida. En esta tendencia se potencia el uso de conceptos ideados por artistas, críticos, historiadores, antropólogos o científicos que responden a unos objetivos preestablecidos. Pero existen momentos en los que el arte permite que las cosas sean ellas mismas.
En Una Imagen Interior, al mismo tiempo que la mirada está siendo guiada, se enseña cómo funciona este mismo proceso. Mientras el escenario se ha convertido en una cueva sale un espeleólogo que lleva una linterna de luz blanca tan potente que el público sólo mira a donde apunta la luz. Excepto en el momento en el que el actor gira la luz hacia las butacas el tiempo necesario para poder cambiar la escenografía. La luz hace imposible ver con los ojos pero enseña el truco de conducir la mirada.
En Rave to Lament, al levantar la mirada se ve una chaqueta cubriendo la parte superior de una farola. Su función es práctica y ayuda a leer mejor el texto proyectado en alto sobre la pared de enfrente. La chaqueta pertenece al técnico que acompaña a Katerina Andreou y se colocó por necesidad haciendo muy presente cómo se preparan estos lugares de Free Parties. En esta mezcla entre presente y pasado se contamina esta necesidad de activarse en cualquier lugar, de bailar con lo imposible, una necesidad de comunicar aquí y ahora, rápido y sin importar las formas, los errores o el qué.
El lugar que se abre aquí no se definiría por las cosas que tenemos en común sino por el hecho de comunar. Aquí caben todas nuestras necesidades mientras las propuestas nos proporcionan competencias perceptivas o tecnológicas para estar en el presente. Porque estas obras se han creado y se han presentado, este texto se ha escrito y también se ha leído, pero la vida continúa.
Aris Spentsas
¹ Aunque esta información no tiene nada que ver con las dos propuestas o el texto, el hecho de ver dos estrenos a la vez ya se capitaliza en nuestro sistema en el caso del simultáneo estreno en los cines de EEUU de las películas de Oppenheimer y de Barbie (2023) que generó un fenómeno cultural llamado Barbenheimer, el cual aprovechó el fuerte contraste entre las películas para lanzar memes y merchandising provocando a la gente para ir a ver las dos películas seguidas.
² André Haudricourt (París 1911-1996) es ingeniero agrónomo y también lingüista botánico, geógrafo y etnólogo. El ensayo aparece en el libro: El cultivo de los gestos. Entre plantas, animales y humanos (2019) Editorial Cactus, Buenos Aires.
³ James J. Gibson (1904-1979) es un psicólogo norteamericano que propone teorías como la percepción ecológica y autor del libro The Ecological Approach to Visual Perception (1979).
Gora Bildu.