El 20 aniversario de Teatro Ensalle fue un parque de atracciones. Y no sólo porque hubiese mucha gente, mucho alboroto, muchos artefactos, algunos de ellos luminosos, música, comida rica y abundante. No sólo por eso, sino también porque Ensalle consigue configurar un sistema de atracción(es) (“fuerza o capacidad para atraer”) capaz de seducir y cohesionar una colectividad en torno suyo. Un campo magnético. Una pista de juego. Un salón de baile.
Nos invitaron a estar presentes y mezclarnos con muchxs otrxs amigxs de la sala durante unos días para celebrar estos 20 años, personas que hemos mantenido y conservamos un estrecho vínculo con el equipo y con el proyecto. La invitación traía consigo una pregunta: ¿Qué significa realmente celebrar 20 años de Ensalle? ¿Hay algo que celebrar?
Además de lo emotivo del acontecimiento, la invitación era muy seductora puesto que muchxs de nosotrxs no nos conocíamos personalmente; a veces habíamos visto algo de nuestros trabajamos, en ocasiones no, aunque de alguna manera nos rondábamos hace tiempo. Ensalle nos enlazaba a través de pistas, rumores y posiblemente alguna que otra mentira piadosa. Una conspiración tierna movía los hilos y nos dejamos arremolinar.
Algunos encuentros virtuales previos generaron listas con ideas, textos y propuestas más o menos concretas. Algunas de estas propuestas incluían a todxs lxs que quisiéramos participar; otras eran ofrendas amorosas que algunx de lxs invitadxs quería compartir con el resto.
Llegado el día, ciertamente en el aire se respiraban aires de celebración. Ponernos cara y voz como el primer día de colegio. Empezar a mezclarse en torno al café y a los cigarros de la mañana, que nunca eran uno ni dos. Ni tres. Curiosxs y disponibles. Dos días para dar cuerpo juntxs a algo que se compartiría con el público y amigxs el sábado 19 y el domingo 20 de agosto.
“Parece el Cluedo” dijo Eva, porque allí estábamos todxs lxs invitadxs pero ni rastro de lxs anfitrionxs, que se encontraban atendiendo una de las varias entrevistas que les hicieron aquellos días. Y sí que lo parecía; al fin y al cabo atravesar la puerta de Ensalle es atravesar un portal. Es como un scape room: sabes cuándo entras pero el momento de salir depende de lo que pase allí dentro, de cuánto te entretengas por el camino y de cuánto te metas en el juego.
Y pasó lo que tenía que pasar: grupitos aquí y allá entretenidos en conversaciones, alguien descolgado atendiendo otros asuntos, gente entrando y saliendo… Todo se volvió elástico e informe, una masa rica que trae consigo tanto riesgo como gusto. Surfear este espacio compartido junto con un par de reuniones para organizarnos y tomar decisiones hicieron aparecer un cuerpo que poco a poco se fue revelando. No siendo el resultado escénico de este encuentro algo que preocupara en exceso (o eso creo, quizá me equivoque, puesto que se trataba de una celebración, del tipo que fuese, y no de un espectáculo), sí que había un compromiso con abrir las puertas al público a un acontecimiento que hiciera justicia a la naturaleza del encuentro.
Quienes tuvimos el privilegio de estar allí nos montamos en todas esas atracciones de feria y nos pegamos un viaje. Alrededor de cuatro horas de pasearse por esas pequeñas piezas, acciones, diálogos, gestos, lecturas. Eva, Diego, Jaume, Cristina, Xacobo, Gabi, María, Begoña, Gonzalo, Coti, Sergi, Borja, Julio, Antonio, Antón, Pedro, Julio, Sandra, Raquel, Laura, Juan, Fran, Macarena, Gonzalo, Lina, Montse, Javier, Artús, Jorge, Antonio, Carlos, David, José Luis, Elena, Javier… Todxs estuvimos allí y derramamos algo de nosotrxs. Había mucha más gente, de cuerpo presente pero también espectral, como ese sonido del que habló Diego, que se cuela en los espectáculos desde que tengo memoria, que siempre estuvo, y está, que se filtra y se revela sin que, durante muchos años, muchxs de nosotrxs supiésemos de dónde provenía. No desvelaré el misterio para preservar el enigma. Lo fantasmal también hizo aparición en la memoria de todos los cuerpos que pasaron por la sala durante todos esos años. Todo lo vivido y también lo secreto.
No puedo describir todo lo que allí pasó, no sabría cómo hacerlo y de cualquier manera tampoco me apetece diseccionar ese cadáver. Pasó. Pasó y reconforta, una vez más, celebrar el encuentro en unos términos y bajo unas leyes que son otras. Pequeñas piezas-regalo desparramadas por todos los espacios de la sala, en un formato ensanchado donde cupieron muchos universos distintos. Abriré una grieta para contaros algo que no olvidaré: el estar agazapado, pegado a los cuerpos de Raquel y Artús, contra una columna de la Lera, una de las salas del teatro, estremecido al ver los cuerpos conmovidos de Macarena, David y Elena. No sé si hay algo más bello que el cuerpo de unx músicx mientras toca.
Sospecho y sé que todo lo que allí pasó fue una manera de agradecer a Raquel, Pedro, Artús, Jorge y María la compañía, el cariño y el apoyo de todos estos años. Para quien no conozca Vigo le avanzo que no es el lugar más chisporroteante si quieres dedicarte a las artes vivas (lo mismo como espectadorx). Para quienes nos criamos y crecimos en Vigo es justo decir que Ensalle no fueron lxs únicxs pero sí fundamentales para aquellxs que quisimos seguir ese camino. Muchxs de nosotrxs bailamos porque ellxs nos invitaron a pasar. Y nos siguen sosteniendo.
Para acabar la velada, una verbena: una playlist final que Sergi elaboró con músicas aportadas por todxs. No podía acabar esto de otra forma sino bailando. Si no se trataba de una celebración, se le parecía mucho, todo y por entero. Volviendo a la pregunta que se nos lanzó en la propia invitación a participar, no sé si lo que celebramos fueron los 20 años de Ensalle; quizá fue algo más secreto, más escurridizo, pero desde luego muy real.
Todo este contagio, todos estos cuerpos, dejaron como rastro y testigo las paredes mojadas. Empapadas. Las camisetas, empapadas también. Como follar en un coche y empañar los cristales. Como el espejo del baño después de la ducha. Como todo lo que envuelve cuerpo y placer. Calor y cuerpos. Yo me fui para casa y allí lxs dejé, bailando. Allí siguen. Empapadxs.
Fran Martínez
Imágenes de Laura Iturralde
Qué bonito Fran!