*Este texto está escrito de atrás hacia delante, comienza en el final y acaba en el principio,
también puedes leerlo en ambas direcciones, incluso puedes entrar en él en cualquier
momento, exacto, de su duración.
Sueño…
Adaline desborda la mejilla.
Entre la piel, los ojos y la rejilla.
La mejilla, que imagino templada.
La rejilla.
La rejilla, la mejilla.
Cierro los ojos.
Beso la pequeñita mano de este ser, de esta vibración recién nacida.
Respira calmado.
Cierra los ojos.
Suena el flujo en su garganta. Come.
Las líneas blancas deshaciéndose en leche.
Igual que Adaline desbordando la rejilla.
Como la rejilla blanda.
Blanca. Leche.
Un pecho alimenta, el otro gotea.
Me meto en la cama.
Precisa.
Desbordada, con todo detalle.
Suave, con todo detalle y precisión.
Bella.
Espumosa.
Como si Adaline siguiera cortando el contorno de mi cuerpo.
Como si Adaline siguiera acariciándome.
El pulso suave.
Vuelvo de La caldera con los ojos enternecidos.
Siento que tengo que justificar ese bonito…
Pero es que es muy bonito.
Emocionante agrietarnos, romper nuestras cáscaras y evaporarnos.
Qué conmovedor cómo volaba la porción de cuadrícula.
Qué conmovedor cómo sonaba esa cinta despegándose del suelo.
Qué bonito, Adaline, qué bonito.
Tantos contornos, tantas superficies pieles afectándose las unas a las otras.
Buceadas en úteros de tiempo expandido, torneadas.
El agujero negro donde perder toda perspectiva y encontrarnos buceando.
Acabamos juntas, sumergidas en la densidad del espacio.
Acabamos con ese horizonte a negro, ese sumergirnos en lo oscuro.
Ese truco de magia que trasluce el pulso bello de quien mueve los focos.
Alargadas, deformadas, elásticas, la cuadrícula descompuesta, vamos haciendo un fade out.
La partitura se acelera, la cinta adhesiva se desgarra.
Aparición, anunciación y evaporación.
Y ahora se evapora en polvo, en partículas de luz.
(Recuerdo a Adaline en otro tiempo, decía, camina la distancia de un metro durante 10 minutos)
(Recuerdo a Adaline en otro tiempo, decía, ¿qué te hace lo que estás haciendo?)
Hielo cremoso sobre nuestra piel. Ungüento, bálsamo, cataplasma…
Estábamos durando de muchas formas. Hielo.
Había un secreto.
Ahora desnudas otra vez.
Precisas, afiladas como el cutter.
Aquí estamos, durando, eternizando, tranquilamente, sin un pelo de tontas.
Durar.
Adaline es duración.
Y permanecemos.
Pasamos de una cosa a la otra como si nada.
La cuadricula se ablanda, gira, nos giramos, nos perdemos, mareadas.
Adaline hace saltar todo por los aires. Sutil, precisa, implacable.
Adaline nos acaricia.
Adaline corta el contorno de nuestros cuerpos.
Y entonces te pasa hasta la Antigua Grecia.
Como si no pasara nada, casi nada. Solo pasa lo que está pasando.
Adaline continua, no va a parar, pulsa la partitura.
Despegar, ajustar, pegar. Coreografía y sinfonía de dedos estando en el hacer.
Una cinta adhesiva suena como un reloj.
Cada detalle, cada elección: sensorialidades, sensorialidades, sensorialidades.
Qué lila, qué violeta: mi pupila se ensancha, salivo, pequeños temblores de piel.
Mono de trabajo lila en su interior.
Del desnudo a la ropa caparazón, ropa cáscara.
Llevándonos de lo intocable de la Historia del Arte al taller, a las manos en la masa.
Una imagen respirando que se activa, que empieza a hacernos.
Qué fuerte, todo en escena está respirando, todo está respirado.
Y su espalda. La espalda que nunca podrá ser contemplada del todo pues es inmensa y palpita.
Toda la maquinaria de la perspectiva, todas las cuadriculas y las geometrías, invocadas.
Allí está la rejilla, allí está Adaline, desnuda respirando.
Adaline nos comienza.
Entramos.
Estoy en La Caldera, Barcelona.
Esto debe de ser una señal.
La mejilla.
Pero donde dice rejilla leo mejilla.
Leo su texto: Entre la piel, los ojos y la rejilla.
Escritura escultura, con cuerpo y masa, de corte y confección, de bordado, de calado.
Las habrá cortado con un cutter cuidadosamente y las habrá tejido.
Sé que habrá tomado tiempo en seleccionar esas palabras.
Leo el texto que presenta la pieza de Adaline.
Ha sido un microdormir de esos que no sabes siquiera si han pasado.
(no creo que nadie me haya visto, ni siquiera se me ha caído la cabeza a un lado).
Sueño…
Itxaso Corral Arrieta
«See that my grave is kept clean» de Adaline Anobile se presentó en La Caldera dentro del ciclo Corpografías.