Después de varios días viendo trabajos de Mette Edvardsen me han dado ganas de escribir algo, aunque sea corto porque no tengo mucho tiempo, de su paso por Barcelona porque soy fan desde hace muchos años y me parece un regalo poder ver varios de sus trabajos en la ciudad donde vivo.
Esto hay que agradecérselo a Pablo Martínez y Soledad Gutierrez, comisarios de un nuevo ciclo de Idiorítmies en el MACBA. ¡Gracias! También se programó Black y No tittle hace unos años en la Secció Irregular, y en Madrid varios trabajos en In-Presentable y el CA2M. Gracias por eso. Y no doy las gracias por peloteo, es que no me imagino otras instituciones o espacios trayendo el trabajo de alguien que a mí me inspira desde los comienzos y que creo que puede hacer lo mismo con gente que esté empezando ahora mismo en esto.
En Idiorítmies había otras propuestas de las cuales solo he podido ver Jinete Último Reino de María Salgado y Fran Cabeza de Vaca, que disfruté mucho, me pareció emocionante y extraño y sorprendente y super potente… Creo que lo que escribe María Salgado se aloja en un lugar extraño del cerebro, te golpea en ese sitio del subconsciente que hace que se te salten las lágrimas casi sin saber por qué.
Pero me he propuesto hablar del trabajo de Mette y a eso voy:
Lo conocí en el Festival In-Presentable de Juan Domínguez, ese festival que tantas cosas buenas nos dio y que fue un oasis en medio del desierto árido que ha sido Madrid en artes en vivo en los dosmiles, que, aunque ahora parezca increíble porque la agenda en Madrid no puede estar más llena de cosas interesantes, pasamos muchos años de árida NADA exceptuando el festival.
Entre otras cosas, me interesa el trabajo de Mette porque me parece riguroso, super coherente y consecuente después de los años. Y todas las piezas que he podido ver tienen un halo de humildad y sencillez que a mí me pueden. Igual que la presencia de ella, sencilla, directa, creo que es de las creadoras más brillantes a la par que humildes que conozco. No es un ego andante de las escénicas. Y no será porque sus piezas no han sido coproducidas y se han podido ver en todos los grandes escenarios/espacios europeos y más allá.
Siempre que entro a ver algo suyo no puedo evitar comparar esos espacios vacíos, o casi, de sus piezas con mis frecuentes miles de cosas en escena… En mi caso tampoco es por falta de humildad, ¡espero!, (no es que mis escenografías reflejen oro y billetes de 500, son más bien cartones y mierdillas) creo que es más bien por mi obsesión por los objetos y mi tendencia a imaginar la escena como un taller o laboratorio de científico loco. O a lo mejor es porque “La que es fallera es fallera” como me dice Pablo Gisbert… No sé, pero Mette no lo necesita, no necesita mil objetos y escenografías porque en la mayoría de sus trabajos pone el foco en hacer visible lo invisible y en construir la obra dentro de la cabeza de cada espectadora. El escenario se llena y vacía a través de su descripción de lo que “está” o de lo que “no está”, de lo que puede o no estar, de las imágenes que nos va generando en la cabeza al mismo ritmo que si leyéramos un libro, de las infinitas posibilidades que pueden suceder en escena, o en cualquier sitio. En esto último pone el foco Oslo, su última pieza. Describe unas cuantas acciones sencillas (tipo “un hombre entra por una puerta”) de infinitas maneras y desde todas las perspectivas, juega con las posibilidades de forma cuántica, esa en la que todo lo que puede pasar pasa y a la vez, al menos hasta que se elige una de las posibilidades. Y cuando ella la elige, te la describe y ya la agarras en tu cabeza, la vuelve a modificar. Nos genera una película invisible en la cabeza que cambia a su antojo.
Me acordé viéndola de un cuento que me gusta mucho de Quim Monzó, Fregando platos que aparece en el libro El mejor de los mundos. En él empieza a describir una situación y cuando la tiene planteada la cambia, tipo:
“era una casa de campo y los azulejos de la cocina eran blancos. no, no… los azulejos de la cocina no eran blancos, eran paredes de cemento pulido y no era una casa de campo en la montaña, era un chalet de diseño ultramoderno en primera línea de playa…”
Este cuento lo usamos Cuqui Jerez y yo (a veces uno se inspira en las cosas más inesperadas o chorras, bueno, a mí me pasa) cuando estábamos trabajando en The Croquis Reloaded, pieza que va sobre la simultaneidad, entre otras cosas, y nos interesaba el cuento por las diferentes versiones que construye de una situación y porque también trabajábamos describiendo imágenes que se completaban en la cabeza del espectador/a.
En el cuento aparece el recurso del narrador del que no te puedes fiar, cosa que amo en series y películas como Sospechosos Habituales, El club de la lucha, Cómo conocí a vuestra madre o Memento…
Mette, en Oslo, también es una narradora de la que no te puedes fiar, ella va a generar imágenes y situaciones en nuestra cabeza al ritmo que quiera, dándonos información en diferentes planos, retando a nuestra atención con información simultanea, con información cantada bellamente por un coro, superponiendo imágenes invisibles a través de información leída en pantalla a la vez que cantada y hablada… Te crea una sinestesia rara que hace que te explote la cabeza.
Me alucina también cómo después empieza a mover las palabras o frases por el espacio: a través de unas pantallas led una frase escrita (las propias palabras) se convierte en un hombre entrando por una puerta y saliendo por otra y después en tren entrando o saliendo de una estación… En otro momento las palabras se transforman en la luz que la ilumina en escena, me recordó a esto maravilloso de Playdramaturgia:
Si hubiera una forma de trasladar al cuerpo esta imagen con todo su significado y que siguiera funcionando en la piel me haría un tatuaje con ella.
En fin, Oslo me parece que reúne muchos de los elementos que lleva Mette investigando en sus anteriores trabajos, llevándolos más lejos. La disfruté muchísimo, y eso que la sala estaba tan llena que mi visión era muy reducida.
Aún así me alegra que Idiorítmies se haya llenado hasta la bandera, que mucha gente haya disfrutado estos trabajos.
Me gustó mucho también poder ver la mítica Private Collection de 2002, había visto videos, fotos, me la habían contado tanto que es como si la hubiese visto. En esta pieza pudimos ver su relación tan personal con los objetos (aquí si hay objetos, pero algo mínimo) y el espacio. En este trabajo también juega con las posibilidades, esta vez del espacio y la perspectiva, y utiliza los efectos ópticos de forma super sutil, dejándote una vez más que participes del trabajo completando líneas y planos.
En este y en todos los trabajos que he visto, esta relación con el público, proponiéndole entrar en el juego, completando, “trabajando” en la pieza, crea una complicidad y esta complicidad también un humor que me interesa mucho.
También destacaría de su trabajo la elección de la escena para contar a través de lenguajes que pueden ser más propios otras disciplinas como la escritura, o la instalación. A veces su trabajo en escena es casi solo leer, llevándote a mil lugares con la herramienta más simple. Para mí, por eso su trabajo es necesariamente escénico (esto tendría que desarrollarlo más porque no se si me explico….será en otro momento, en otra vida, yo qué sé…)
Creo que Mette hace exactamente lo que quiere en escena. Sigue su investigación cual científica, además haciendo solos a contracorriente de lo que se supone que le impondría el mercado después de tantos años trabajando. (Hace bastante tiempo una programadora me explicó que un artista “emergente” tiene que empezar haciendo uno o dos solos, después una colaboración o dúo, un trío y después, cuando te consolidas, ya piezas con mucha gente en escena, todo cada vez más grande, con crecimiento exponencial. Me lo decía totalmente en serio. Aún recuerdo el asquillo que me dio descubrir aquello, el capitalismo salvaje con su crecimiento metido en el arte. Viva el decrecimiento y viva Mette Edvardsen.)
Mette me dijo que está trabajando en algo nuevo muy diferente a sus anteriores trabajos. Ojalá lo podamos ver también aquí.
Maravilla. Lo haces todo fácil. Un gusto leerte.
cronicaza
en este momento de renuncia me viene divina!
gracias cris!
b