Era domingo y Las Nenas estrenaban “Torcidxs” al terminar el día. El viento soplaba fuerte en Iruñerria (Pamplona y alrededores). Salí de casa con un pañuelo en la cabeza estilo Hollywood y nada más abrir la puerta del portal, la bofetada de viento que pegaba me lo devolvió al cuello. Una pena para el dresscode que nos pedía Cris en stories, pero mi novia me estaba esperando y no podía retrasarme más. Estaba claro que la tarde anunciaba cierta intensidad.
El vendaval nos acompañó hasta llegar al teatro, después de vernos a todxs expectantes haciendo fila, al entrar en la sala de butacas la obra prometía ser igual de intensa. En el escenario ya estaban sucediendo cosas: el micro encendido y algunas de las actrices ya en sus puestos, dirigiéndose al público, moviéndose de un lado a otro, Ane dando instrucciones, saludando y abrazando a las que íbamos llegando, la escenografía casi al descubierto, y yo mientras tanto, buscando en nuestra entrada numerada la fila y el sitio donde sentarnos. La maquinaria escénica pretendía incidir de una forma u otra en nuestro estado emocional.
Con toda esta información comenzaba “Torcidxs”, en un auditorio de Villava a rebosar, aludiendo desde un principio al hacer y a las vidas torcidas, a la imposibilidad de ajustarse a una perfección o corrección predeterminadas. Las Nenas saben propiciar las condiciones para que esto ocurra, y algo me dice que las que allí nos encontrábamos, lo agradecemos profundamente. Hablando de condiciones, aunque en este caso materiales, quienes formamos parte del contexto cultural navarro, sabemos que además de ayudas para investigar y crear, necesitamos contextos en los que compartir lo que hacemos, porque saber que lo que haces importa no puede estar reservado para quienes sobreviven en ciudades más centrales. Por eso es importante decir que Las Nenas estrenaron en Villava y que la producción de “Torcidxs” se ha hecho posible gracias a los apoyos que principalmente han ido consiguiendo en Navarra. Sin embargo, diré también que ojalá esta pieza no sea la excepción y quienes vivimos en la no-centralidad podamos seguir reivindicándola como una realidad posible para dedicarnos al teatro, al arte o al trabajo cultural en general.
De hecho, es esa realidad la que me sale valorar cuando pienso en “Torcidxs”. A lo largo de la obra, la forma se convierte en el mensaje y los límites entre humor, reflexión y crítica nos interpelan directamente como espectadorxs, porque sabemos que estar ahí, siendo partícipes de todo ello, tampoco nos deja escapar ya de esa realidad. Las distintas escenas que componen la obra van perfilando un mundo donde por un lado, tenemos la necesidad de separarnos de una realidad que no va con nosotrxs y por otro, sentimos un cierto deseo de encajar para seguir existiendo, para seguir haciendo teatro, danza o cualquier otro arte. Una vivencia compartida por muchxs que se convierte en motor de acción para la obra. Lxs intérpretes están disociadxs y exhaustxs de una normatividad de la que se ríen y que a la vez, viven con angustia. En palabras de lxs personajes, una realidad que les lleva a querer ser “una copia barata de otra persona” para sobrellevar como pueden sus vidas de actrices precarias de provincias, su vacío existencial o su incapacidad de encontrar una identidad propia en un contexto de competitividad y (auto)exigencia tóxica, que fácilmente reconocemos porque nos pasa a todxs.
Las performers activan distintas escenas en las que nuestra atención se desplaza a veces gustosamente, a veces no tanto, entre estímulos que mezclan ficción y realidad. Es el lenguaje con el que nos seducen Las Nenas, que saben vendernos realidad (‘serving realness’) como si pelearan por la categoría ‘Realness’ en una ballroom de vogue. No solo porque los personajes buscan ser ellxs mismxs, sino porque se dejan atrapar por la ilusión de ser otrxs, por la presión y necesidad de validación constante. Y es ahí donde “Torcidxs” nos vuelve a interpelar y su enfoque metateatral se hace más evidente.
Una obra, en este caso de teatro, no es hasta que no se recibe por el otrx, hasta que no se va a ver, hasta que no se significa después en un bar o en un texto o se comparte en redes. Esta percepción del otrx completa la obra, y esta idea gana especial relevancia en nuestra generación. La autorrepresentación en internet en general, y en concreto la del proceso de creación de “Torcidxs”, supone que la obra se construye desde la mirada disociada, porque sus creadorxs se exponen con frecuencia a depender de una mirada del otrx. En el plano físico, lxs cuatro intérpretes sobre el escenario corporeizan ese deseo de ser otrx, creando una atmósfera de distorsión que juega con la percepción del público. Lo fascinante es cómo la obra no solo se desarrolla en el plano narrativo, sino que invita a la audiencia a formar parte activa del espectáculo. A través de este juego, lxs espectadorxs no solo somos testigos, sino también jueces y críticxs de lo que está ocurriendo en el escenario, borrando las fronteras entre lxs performers y su público.
La obra se presenta como un cuerpo «torcidx» en el que los cables, hierros y entrañas del propio teatro son visibles, mostrando las tripas de la creación, las tensiones del proceso artístico y también la dificultad por parte de todxs lxs que la estamos presenciando de mantenernos al margen, porque el ruido de fondo que todo esto genera se nos hace demasiado molesto como para seguir alienadxs, haciendo como si nada. Esta idea me hace pensar que quizás lo que están invocando Las Nenas se trate de una suerte de disociación colectiva, una que al manifestarse así, en una sala de teatro y no solo a través de las pantallas, pueda salvarnos al menos un rato, porque nos obliga a no conformarnos, a levantarnos y tal vez también pueda animarnos a imaginar, juntxs, otra realidad.
Las personas queer tenemos esa experiencia porque sabemos que sin el deseo de un mundo diferente, nuestro lugar para poder existir no sería posible. Habitar el mundo desde lo queer es habitar un mundo desde la torcedura. Como señala Sara Ahmed, la (des)orientación es un momento vital que todxs atravesamos y que para algunxs, puede convertirse en una forma de vida. El universo en el que se mueven Ane, Cris, Maddi y Jon en “Torcidxs” oscila en esa misma experiencia torcida, entre lo absurdo y lo crítico, encarnan su propia desorientación interpretando una sátira de sus propias vidas. Así son Las Nenas, rompiendo expectativas desde que las conozco y sobre todo, celebrando lo inestable o torcido de cada situación, haciéndolo suyo, porque como dicen ellas, estar “brotadas” puede ser una forma válida y poderosa de ser. No sé vosotrxs, pero yo pienso que necesitamos más que nunca el viento fresco que soplaba aquella tarde.
Lara Molina
Fotografías de Jose Delou
Creadoras: Las Nenas (Ane Sagüés, Cristina Tomás)
Intérpretes: Ane Sagüés, Cristina Tomás, Maddi Muñoz, Jon Muñoz
Dramaturgia y dirección: Alessandra García, Las Nenas