El arranque del Festival TNT propició una jornada memorable en la que pudimos asistir a las performances Ruido (Ça Marche), Algo de Amor (Las Huecas) y All Together (Michikazu Matsune).
El pasado jueves (28/9) se estrenó la última edición del Festival Terrassa Nuevas Tendencias (TNT), evento de cuatro días que acoge decenas de obras y artistas nacionales e internacionales, que apuestan por una escena singular, dando a ver una gran diversidad de formatos escénicos y temáticas. A continuación, compartimos un breve resumen de algunas de las apuestas que pudimos disfrutar en su primer día.
En Ruido, pieza presentada en el Teatro Principal de Terrassa, la compañía Ça Marche juega con un variado repertorio audiovisual para dar paso a la abstracción sonora y a una perspectiva cáustica en torno a las imágenes. En ese escenario, la relación entre lo que se ve y lo que se escucha es continuamente desafiada, evidenciando la artesanía del quehacer ficcional, mientras desacraliza nuestro vínculo con el medio cinematográfico. A través de efectos folley realizados en directo, la compañía desplaza la tradicional subordinación de los sonidos a las imágenes, mostrando cómo los ruidos nos atraviesan, nos enredan y nos constituyen. Al provocar la disyunción entre el plano visual y el sonoro, Ruido genera un corto circuito en el régimen de visibilidad a que nuestras percepciones están sometidas. Ver no siempre es creer: ahora la visión ha dejado de ser el modo privilegiado de conocer el mundo.
Así, aislando las escenas de sus contextos y mostrando los artificios de la espectacularidad fílmica, Ça Marche tritura nuestras memorias proyectadas en pantalla, generando otras narrativas, llenas de una intensa carga emocional. Aquí, Ruído parece indagar: ¿cómo es posible que nuestros sentimientos sean tan manipulables, a punto de emocionarnos con efectos tan simples y evidentes? O sea, si un sonido es un fenómeno físico, resultante de la propagación de ondas mecánicas que viajan por el espacio, ¿cómo puede ser que tales vibraciones puedan hacernos sonreír, llorar, sentir miedo o repulsa? El ruido no se propaga en el vacío, al parecer, tenemos una inagotable capacidad para atribuir sentido a los sonidos. En Ruido, Ça Marche nos hace recordar que el silencio como tal, no existe: por mucho que intentemos guardarlo, simplemente, no podemos. Al final, escuchar y distinguir el mundo sonoro que nos rodea surge por sustracción y nos reenvía al desafío de oír nuestras propias pulsaciones.
La amistad radical como forma de resistencia a la ofensiva neoliberal. O quizás: ¿cómo afrontar un escenario que neutraliza la potencia del sentido comunitario y empobrece la experiencia social? Ese es el punto de partida para Algo de Amor, conferencia performativa del colectivo Las Huecas presentado en el auditorio del Museo Nacional de la Ciencia y la Técnica de Cataluña (MNACTEC). De entrada, asistimos a una sesión de tatuaje colectiva en la que las performers, una tras otra, se estiran en una camilla para recibir los trazos definitivos de una tatuadora. Al lado y al mismo tiempo, la investigadora Marta Echaves lee su tratado en el micrófono. Un texto inspirador en el que dispara con sagacidad contra nuestras ficciones colectivas, denunciando al mercado de las subjetividades, al consumismo de las experiencias, a la dominación y aprisionamiento de los afectos y, sin una pizca de ingenuidad, no obvia que la amistad tampoco nos conduce a ninguna salvación mesiánica.
Y así, acompañamos a ese extraño y a la vez, ordinario ritual de un grabado en la piel, mientras oímos la voz de Marta articulando formas de rebeldía a través de la teatralización como modo de exponer la irrealidrad del realismo capitalista. Hasta que, surgen equivociones, equivococioones, equivacaciones y la ponencia, inesperadamente, se convierte en un delirio de palabras cambiadas, en un contenido, pero creciente, empuje hacía la ficción y sus mundos posibles. Aquí se abre una grieta y se suspenden las convenciones. Ahora, entre pelucas, risas y sangre, ya nada es como era. En fin, Algo de Amor es tan delicado como gamberro, tan profundo como vulgar, tan gracioso como enternecedor.
Llamar como acto de presentificación, nombrar como modo de traer al momento actual aquellos que de alguna forma nos han marcado. El espectáculo como una reserva de memorias, vínculos e historias. El teatro como lugar donde las ausencias son palpables. En All Together, pieza presentada en el Teatro Alegría, el coreógrafo Michikazu Matsune propone una distendida ceremonia de rememoración y evocación de una multitud de personas: familiares, amigos, amantes, desconocidos, gente que no sabemos por dónde andan y algunos que ya han dejado de vivir. Mediante un bienhumorado y sencillo engranaje dramatúrgico, Michikazu desdobla una escrita fina, donde explora el paso del tiempo y la cuestión compleja de expresar la multiplicidad del cuerpo como archivo de historias. Ser uno es ser muchos.
La obra nos brinda algunos momentos inolvidables, como el reenactment del solo inicial de Frans Poelstra, his dramaturge and Bach (2004), pieza de Frans Poelstra y Robert Steijn, en la que Frans baila desnudo, de espaldas al público, dando a ver partes íntimas de su cuerpo, como su ano, testículos, etc., y saludando al público de forma desprendida e hilarante. En otra situación, Michikazu se detiene a comer una hamburguesa, para en seguida moverse por el espacio, haciendo bailar en su interior los restos del bocadillo ya masticados. De forma sutil y metafórica, la escena me hizo pensar en la antropofagia practicada por algunos de los pueblos originarios de Brasil. En su sistema de creencias, ellos devoraban aquellos a que admiraban, creyendo que así asimilaban sus cualidades. A través del acto de devorar, incorporamos a los otros y les llevamos adónde vamos. Poco a poco, en All Together vemos como el escenario vacío se va poblando de gestos, anécdotas, bailes e historias, diseñando una cadena de relaciones intersubjetivas. Y así, a partir de la articulación de nuestras memorias afectivas, rastreamos aquellos que nos constituyen, aquellos que permanecen en nosotros. Durante la pieza, creo que no fui el único a preguntarme ¿Cómo se recordarán de nosotros aquellos que conocemos?
Puestas así en conjunto, las tres piezas, tan diferentes entre sí, provocan una tempestad de asociaciones y contrastes. Un diluvio de sensaciones efímeras e indelebles. Dicho de otro modo: imaginar es no olvidarse.
João Lima