Mi primera vez

Mi primera vez en vivo.

Bragas nuevas.

Mucho tiempo esperando esta primera vez.

Todo lo que sabía sobre como sería mi primera vez salió de fotocopias clandestinas,  pliegos de teatro, Youtube, Vimeo, ese profesor, puestas de otros, batallitas de otros y de cenizas escogidas.

Para mí era una noche especial.

Era mi primera vez.

Era mi primera vez con él.

Mi primera vez con Rodrigo García.

La primera vez genera expectativas.

Eso lo sabía por anteriores primeras veces.

 

El pasado sábado 27 de enero se estrenó en España, “Evel Knievel contra Macbeth na terra do finado Humberto”, última pieza de Rodrigo García. El Teatre El Musical, TEM, sala del Ajuntament de València, acogió este evento. Este lugar está ofreciendo a los valencianos la posibilidad de ver cosas impensables hasta hace muy poco.  Trece años sin pasar por aquí.  En esos trece años han pasado desde James Bond hasta el Papa Benedicto XVI escoltado por cuatro Harley Davidson compradas a propósito y que ahora cogen polvo en un garaje. Pero en trece años ni rastro de Rodrigo, ni de muchos otros. Esto podría explicar que la sala no estuviera llena, estos trece años han hecho mucho daño al concepto de lo “público”.

“Evel Knievel contra Macbeth na terra do finado Humberto” cuenta una fábula surrealista actual que sucede en Salvador de Bahía. Allí héroes de ficción luchan contra verdaderos villanos.  Los oradores, Lisias y Demóstenes,  reflexionan acerca de su presente construido por hechos libremente inspirados en la tragedia Macbeth. Al final, parece que la historia del mundo la escribió el tal William. Lisias y Demóstenes exponen ideas sobre un contexto frívolo y corrupto, tan absurdo que es verdad. Aquí,  en Valencia, sabemos bastante de las exquisiteces de algunos. En general, vivimos en un mundo bastante absurdo.

Hablaré de mis expectativas.

Esperaba calor. Esperaba sonrojarme, sofocarme. Esperaba que mi hermana se sonrojara conmigo. La invité buscando la opinión de la pureza, ella no tiene ninguna información, y por provocar, esto es algo que nos gusta a los hermanos mayores.  Encontramos frío. Las imágenes transmitían frío, el público estaba frío y la sala también. La suciedad esperada era blanco brillante y aséptico. En lugar de desnudez, chándal, armadura y disfraz. Sexo, dentro de casa. Sangre y vísceras sustituidas por pintura. Momentos de desenfreno que romperían el ritmo de la pieza y encontré un pulso constante. Letanía, esa sería la palabra.

El texto sí. El texto, para mí, sí. La aparición de referencias a San Agustín me divierte.  El texto proyectado me generó un agradable efecto de hipnosis. En general, los momentos de vídeo junto con el espacio sonoro me hipnotizaron. Este estado fue interrumpido para la risa, en lugares como la incursión en directo en la versión cinematográfica de Macbeth de Orson Wells.

Hubo algo, no sabría explicar, que me hizo pensar en la escenografía como otra cosa. Eso es importante para mí  y necesario. Gracias a quien corresponda.

Que no cumpliera mis expectativas no quiere decir nada. Fue una noche especial en la que pude hacer algo que esperaba hacía tiempo. Mi hermana se rió mucho y dijo cosas muy interesantes a la salida. Eso fue bonito. Creo que cuando vas a una fiesta está bien llevar amigos. Igual es una buena estrategia para que esto no se convierta  en una fiesta privada.

Luego estuve de vinos por el Cabanyal y acabé bailando en “los alemanes”.

Así fue mi primera vez.

Al día siguiente pensé en los falsos mitos y en los héroes. A lo mejor la solución está más cerca, entre dos puestos de comida callejera en Salvador de Bahia. Igual no hay nada que hacer y solo nos queda reírnos. Reírnos aunque sea del dolor.

Y después de esta primera vez me gustaría volverle a ver.

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