Como público que soy, me siento bastante autorizado, quizá no totalmente pero sí bastante autorizado para hablar del público. De los artistas ya es más complicado, de la velada pues también bastante autorizado. Soy parte de ella, soy parte fundamental, como cualquier otra vecina.
Y cuando esa mujer extranjera y anarquista que es el cabaret habla, tu función público, es vibrar y bailar con ella. ¿Sino de qué?
Mi expectativa vital era muy alta, es decir, la correcta. Yo vengo con las expectativas bien altas, bien nutridas y ejercitadas de casa. Que cada cual haga lo propio con las suyas y a partir de ahí armamos un Cabaret de puta madre.
No tengo ningún reparo en decir que el público estuvo fatal en la segunda noche del Cabaret. Si estamos en el Cabaret es para hacer lo que nos dé la gana. Nos lo recordó explícitamente la Terremoto de Alcorcón acompañada del brazo de la maravillosa Merche Mar que asentía con su impagable sonrisa ya en la apertura de la noche. Lo sabíamos ya desde el principio, no había excusa que valiera. Parece que el público de la primera noche sí captó la directriz y fue un público de Cabaret con mayúsculas. Pero la segunda noche fatal. Quien sí pareció captarlo y muy bien fueron las fuerzas de seguridad. Al minuto 1 ya nos habían mandado a alguien para decirnos cómo y dónde nos teníamos que sentar. Otra de seguridad te gritaba en la cola del baño. No sé qué decía, tengo problemas de comprensión con la seguridad… ¿Qué mal se puede hacer en los baños? Pues si estaba ahí para evitar que la gente se drogara lo hizo fatal porque la gente iba cada vez más puesta hasta las cejas. En fin, mucha decepción.
Luego está el plan de intoxicación masiva a la gente de Barcelona llevada a cabo por la empresa de cerveza Estrella Damm. Es un plan que vengo advirtiendo ya de hace años. Las cervezas Estrella Damm las carga el poder. Qué horror ese brebaje, que alguien las prohíba por favor. Para respaldar mi teoría conspiratoria solo voy a decir que en el MACBA venían regaladas.
Ahora voy a hablar con las muchas imprecisiones que me marca el recuerdo, Valerie Powles era una inglesa afincada en Barcelona desde principios de los 70 que murió en 2012 después de un cáncer muy avanzado que la pilló por sorpresa en medio de alguna de sus múltiples luchas activistas para recuperar la memoria del barrio del Poble Sec. Vivía en un ático de Nou de la Rambla en la parte que sube a la izquierda de El Molino.
A finales de los 90 después de haber rescatado el refugio antiaéreo Refugi 307, impulsó la plataforma “Salvem El Molino” que más tarde se llamó “Fem Girar El Molino” (Hagamos girar el molino) que se organizó para impedir la destrucción del teatro en manos del propietario. En 1998 una cincuentañera con retazos punki y con el cabello rapado hurgaba en los contenedores delante del teatro. No era una indigente, era Valerie rescatando cientos de documentos y números de Cabaret de El Molino que ‘alguien’ había tirado y que gracias a ella se pudieron archivar. Más tarde en la placa de la roca que sus amigos colocaron en Montjuic se leía una frase suya: “No se si no em fan cas per ser dona, estrangera o anarquista”. Valerie era puro cabaret.
Más tarde, hacia el 2000, Valerie me insistía con esos números de El Molino. Me trajo muchos a casa y me decía que tenía que hacer algo con ellos, pero no hice absolutamente nada , que es lo que haces cuando no tienes ni puta idea. De los documentos que me digné a leer, pude apreciar algunos números de revista, algunos bastante casposos y otros con cierta ternura canalla, la misma que me podía despertar Gilda Love, Tony Arroyo o la misma Merche Mar en el MACBA.
Valerie y los de la plataforma hicieron unos carteles rojos y los pegaron en las carteleras rectangulares que había en los laterales de la entrada al teatro. Yo tenía 20 o 22 años y miraba el cartel orgulloso porque debajo de la insignia “Fem girar el Molino” aparecía mi nombre escrito al lado de Merche Mar y Pavlovski. Iba a actuar esa noche delante de El Molino junto a todas esas figuras. Mi número iba a ser rapearme 4 temas. 4 series de 16 barras que tenía por ahí escritos, Dani y Roco iban a disparar las bases con un Technics y un mini disc, en fin, hip hop y cabaret. “Haz lo que te dé la gana”, me debió de decir Valerie.
“Haced lo que os de la gana” repite cada noche del Cabaret del MACBA la Terremoto de Alcorcón. A pesar de la irregularidad del público, que a veces igual se queda corto en el complejo tránsito que acontece entre lo semanal y lo bacanal, lo mágico en la propuesta comisariada por Pablo Martínez y José Luis Villalobos persiste “no matter what” gracias a ese valiente rescate de los archivos humanos que son ya estos cuerpos de artistas como Merche Mar, Gilda Love, Juan de la Cruz el Rosillo, Cristine Berna, y machambrarlos en un mismo espacio con artistas más presentes en la escena contemporánea como Rodrigo Cuevas, Antoni Hervàs, Jorge Dutor, Guillem Mont de Palol, Úrsula Martínez, Cuqui Jerez, Ivo Dimchev, Arantxa Martínez o Felix Kubin. Esos pareos improbables resguardados por las majestuosas paredes de piedra de la Capella y cocidos al fuego casi duracional de la velada de 4 horas, escenifican a la perfección el ritual pagano que es el Cabaret. Es justo en esas intersecciones donde fecundan nuevas fantasías cabareteras y se despiertan rincones de la memoria que se confunden y se confabulan con la noche barcelonesa de este convulso otoño de 2017.
Por otro lado, decirle al público del Cabaret que nos queda un viernes, así que vayamos afilando nuestras expectativas y ejecutemos como de nosotros se espera.