Festival, paseo y orgía

EL FESTIVAL

(o lo que hay)

  1. ‘The Lieder’ de Javier Cuevas y Sara Serrano, se presentó en el TNT de Terrassa el pasado 30 de septiembre. Un grupo de espectadores bastante numeroso marchamos durante 45 minutos por una plaza pública, recorriendo en loop el perímetro de la misma. Luego volvemos al teatro para cuestionar y resignificar esos 45 minutos de marcha.
  1. ‘El disparador’ de Ernesto Collado, se presentó en el TNT de Terrassa el pasado 30 de septiembre. Un grupo de espectadores bastante numeroso marchamos durante 45 minutos por el espacio público, recorriendo varios paisajes y leyendo los mensajes que Ernesto Collado ha escrito previamente en trozos de cartones más o menos grandes.

EL PASEO

(o lo que veo)

  1. Cosas que veo mientras ‘The Lieder’ acontece:

– Un grupo de espectadores que anda.

– Un grupo de espectadores que anda durante 45 minutos.

– Un grupo de espectadores se miran entre si.

– Una espectadora que lee el folleto del espectáculo mientras anda.

– Un espectador que adelanta a otro espectador.

– Un espectador que anda tan lento que frena el ritmo de la marcha de los espectadores que le siguen.

– Una espectadora que decide sentarse en el banco de la plaza para hacer de espectadora de los espectadores.

– Una espectadora con el pelo rojo que me mira.

– Un espectador que mira esta lista de reojo.

– Un espectador que hace sonar los restos de una botella rota al pisarlos.

– Un espectador que está muy serio.

– Varios espectadores que llevan sandalias y que seguramente maldicen el momento en que eligieron ese calzado.

– Un espectador que se esconde detrás de una columna de un soportal para descansar, sin saber que una cámara de seguridad le está grabando por atrás.

– Un espectador que se detiene a hacer estiramientos.

– Un espectador que se va.

– Dos espectadoras que no han pagado su entrada pero que deciden sumarse a la marcha.

– Una espectadora que piensa que no somos nosotras, sino la plaza la que se mueve.

– Un grupo de espectadores que vuelven sobre sus pasos y llegan al teatro.

– Un grupo de espectadores que entran en una sala.

– Un grupo de espectadores que ven en una pantalla un video del 2009 en el que aparece un grupo de numeroso estudiantes japoneses que andan en perfecta sincronización.

– Un grupo de espectadores invitados a cantar el himno de Cataluña pero con la palabra farigola.

– Un espectador que, en el fade-out lumínico que marca el final del espectáculo, grita con energía: ‘Independència!!!’. 

  1. Cosas que veo mientras ‘El Disparador’ acontece:

-Un grupo de espectadores que esperan en el espacio público.

-Un grupo de espectadores que se confunden entre la multitud.

-Un grupo de espectadores que generan teatros urbanos.

-Un grupo de espectadores que activan escenarios urbanos en potencia.

-Un grupo de espectadores que son actores sin saberlo.

-Un grupo de espectadores que leen textos.

-Un grupo de espectadores que leen: ‘Ahora no tengo tiempo‘.

-Un grupo de espectadores que leen: ‘Estamos‘.

-Un grupo de espectadores que leen: ‘Algún día escribiré un libro sobre aquello que pasa entre un gran acontecimiento y otro gran acontecimiento‘.

-Un grupo de espectadores que sujetan textos.

-Un grupo de espectadores que se manifiestan.

-Un grupo de espectadores que afirman su presencia en el espacio público a modo de manifestación.

-Un grupo de espectadores que dejan rastros.

-Un grupo de espectadores que ahora se conocen un poco más.

-Un grupo de espectadores que saben comportarse.

-Un grupo de espectadores que miran a un performer.

-Un grupo de espectadores que representan a un grupo de espectadores.

LA ORGÍA

(o lo que recuerdo)

  1. Durante el régimen del Terror de Maximillien Robespierre en la Francia de finales del XVIII ocurría algo asombroso. El gobierno autocrático duró de 1793 a 1794, pero desde la caída del Rey Luís XVI en la guillotina hasta la declaración del Imperio y fin de la República, las ejecuciones públicas se convertirían en una exhibición popular cercana a la idea de ‘circo romano’ (quienes por cierto, idearon el spectaculum). Imagino que fruto de esa histeria colectiva cimentada en la desconfianza y la traición, durante un breve período, Robespierre ordenó una serie de celebraciones nacionales que ocupaban toda una jornada y que se hacían llamar ‘Fiestas Revolucionarias’. Estas fiestas eran auténticos reenactments que obligaban a las masas a representar los grandes triunfos de la Revolución. El 14 de julio se representaba la toma de la Bastilla de forma multitudinaria. El pueblo se vestía para la ocasión para dar credibilidad al simulacro y juntos fingir que el espíritu revolucionario no había muerto. Estas fiestas de carácter totalitario y fascista que, en suma, eran coreografías masivas de la manipulación, no tenían otro fin que actualizar el cuerpo del pueblo. Si ellos, la masa, no sabían muy bien porque estaban en la calle, Robespierre y su régimen del terror se ocupaban de recordárselo. Jacques Louis David se encargaba de la escenografía y la ambientación.
  1. Mi fiesta favorita y sin lugar a dudas de toda la historia de la humanidad es el carnaval. En la Edad Media, el carnaval era una auténtica orgía de los placeres y una firme vagancia de las normas. François Rabelais en una de sus crónicas comenta que en una ocasión se hizo un concurso público para saber cual era la mejor manera de limpiarse el culo después de defecar. Ganó la oca como materia ideal para la limpieza anal. Lo que más me fascina de esta celebración es el gran poder de convocatoria popular y su hiper-movilización. Se dejaban a un lado las tareas habituales para salir a la calle. Era una fiesta masiva, con los cuerpos como protagonistas. El pueblo ocupaba, tomaba y se apropiaba del espacio público para dejar paso a la autodestrucción, la histeria y el éxtasis. La colectividad bailaba, bebía, cantaba, fornicaba, comía, defecaba, orinaba, gritaba, moría en la calle. Esta masa desenfrenada e irracional podría haber sido una buena materia prima para empezar una auténtica revolución contra la aristocracia, la monarquía y el poder eclesiástico. Esos mismos cuerpos del pueblo que salían a invertir el orden establecido por los poderes no sabían que esos mismos poderes, los querían allí, desahogándose.
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