Cómo ser dos

El autocuidado como una acto político de resistencia. La frase es de Audre Lorde, la he encontrado y ha sido como magia, seguro que está mal traducida pero he decidido que me sirve así. Aquí el autocuidado es de gemelas.

Pensé en escribir todo esto tumbada en la cama, para ver si la variación de la forma hacía que se descolocasen los sentidos, si mi posición horizontal podía cambiar el modo de decir, de hacer. Pensaba en la habitación del pensamiento horizontal en PAF, colchones, cojines y mantas, todo lo que pudiera ablandar la realidad, ni un trozo de suelo. Cuando desayunamos y las cabezas y los cuerpos se tumbaron para pensar en formas de intercambiar y en el amor, o algo así. Al final no ha habido nada de escribir tumbada pero la horizontalidad ha llegado desde la amistad y la constatación de que nunca se trabaja sola, que siempre se convoca a muchas afinidades cómplices, que siempre te acompañan deseos inarticulados que se entretejen entre humanos y no-humanos.

Me gustó leer en voz alta junto a Laura, escribir en voz alta con Ainhoa. Recuerdo pasear juntas hacia el bosque, es difícil decir por el bosque porque para llegar a él tenías que caminar media hora; el bosque como emblema de la claridad en la reflexión, el pensamiento en soledad… para nosotras estaba lejos. Pero la discoteca estaba cerca, y ahí resistimos hasta el final.

El texto que salga de aquí ha de ser de acompañamiento, afectado –porque la producción de conocimiento es afectiva y afectada en todas sus formas– provisional, situado, un texto que sólo es operativo mientras se escribe. Sólo me sale escribir eso con ellas.

He pensado mucho en el texto que Mar Medina escribió también aquí en Mambo hace ya más de un año cuando estrenaron ¿Cómo se hace una performance? en el Antic Teatre de Barcelona. Hay acompañantes comunes y la reflexión de alguna forma es deudora tanto de ese texto como de haber compartido un intenso fin de semana de práctica, lectura y digestión con ella y el grupo de Movlab, donde dijimos que el placer puede llegar a organizar.

Recorriendo el texto de Mar creo que hay una cuestión que a las dos nos preocupa y que Paula Caspão pone en palabras en Invertir inclinaciones ¿Hay vida en el hacer teórico?:

Cuando leo o visito cualquier pieza teórica, no puedo evitar preguntarme cómo se ha ensamblado: con qué poéticas, con qué indagaciones, cartografías, excavaciones, técnicas de edición y pegado, aparatos de interpretación y representación, estilos de escritura, formatos de distribución. Esto indica, entre otras cosas, que también me preocupan los movimientos en sí, los gestos, posiciones, disposiciones y todo tipo de arreglos afectivos que deben cumplirse para que la TEORÍA cobre VIDA. Con respecto a este asunto, hay una cuestión que me pica en la garganta: ¿Qué tipo de poéticas de vida puede generar una pieza teórica? Tan pronto como empiezo a rascarme esta, la siguiente pregunta comienza a picar muy cerca: ¿podría una pieza teórica ser considerada como un documento provisional sobre las prácticas, gestos, posiciones, movimientos y trozos de vida cotidiana que hicieron que esa obra en particular llegase a existir, en lugar de ser valorada como una pieza autónoma de conocimiento?

Las Twins pueden, y eso es lo que me fascina. En ¿Cómo se hace una performance? vuelven sobre materiales de hace un año a una escena entendida como lugar de contacto, como tablero de juego donde las posiciones se negocian cuerpo a cuerpo. En octubre de 2016 presentaron en los IN_prescindibles de La Poderosa Conversación: habitación o morada, una pieza en proceso que luego ha pasado por el Living Room y Cuerpos, desórdenes y democracia en Madrid y que ahora va a cruzar el océano para el Spring Movement del Center for Performance Research de Nueva York. Así, en La Casa Encendida hacen de nuevo su primera pieza con un cuerpo que ya es de la segunda, haciendo un ejercicio de confianza entre ellas y en los materiales ya construidos.

Me interesa pensar qué moviliza la imagen de la gemela, cómo buscan un espacio de interpelación donde se copian los gestos, intentan ir juntas y sus cuerpos se continúan, porque una recoge siempre los movimientos de la otra y los asume como propios. Cómo diluyen las identidades para poder ser dos y sostenerse en la resistencia, en el roce, en la vulnerabilidad de estar editando materiales en directo, cómo juntas se atreven a hacer.

De pronto me sale anudarlo todo al texto de Valentina Desideri y Stefano Harney A Conspiracy Without a Plot, donde hablan de la complicidad como un modo de vida que nos pone en peligro al llevarnos a deshacernos con otros y del amor cómplice que nos hace estar seguros y disponibles para ponernos en peligro. Laura y Ainhoa apuestan por permanecer abiertas, no definitivas, seguir siendo peligrosas, entre ellas y para el resto.

En el trabajo de las Twins veo la evidencia constante –a veces explícita y palpable, otras más incorporada– de todo lo que hay detrás sosteniendo, de aquello que traen con ellas. Los gestos, los objetos, las canciones, las múltiples referencias, todo lo que desean juntar tiene agencia en la pieza. Al convocar a sus acompañantes comparten su código fuente, están expuestas al contagio, abiertas a una alianza parecida a la que han formulado sus cuerpos con coreografías de Paz Rojo, Aleksandra Lemm junto a Emma Daniel, Bea Fernández y otras muchas. Durante la pieza encuerpan gestos recordados, pasados por sus cuerpos; esto es, por su gesto y por lo que saben hacer. Indagando sobre el lenguaje corporal que propone cada uno de los materiales que componen, dejan que salgan todos los cuerpos de un cuerpo. Trabajan desde la memoria, con lo que llevan con ellas, siendo conscientes de que al actualizar transforman.

Todo esto es también un intento de articular exterior e interior. Otra vez la figura de la gemela como una cómplice que se relaciona telepáticamente para que la potencia del pensamiento se comparta en una horizontalidad deseable. Porque esa telepatía es una lectura de cuerpos y pone el acento en algo más que la expresión certera de los deseos para que siempre confluyan. Se conforma como una estructura afectiva de apoyo para el cuerpo, las ideas, las fatigas e inquietudes. Pienso en la amistad como condición y meta, en los afectos como maneras de conectar con procesos más amplios que nosotros mismos, afectos viscerales, afectos colectivos que nos llevan a otras formas de estar juntos.

A veces estar demasiado cerca* se vuelve críptico pero la conspiración sobre esas otras lógicas ha de ser críptica. La cercanía conlleva intimidad y responsabilidad, funciona a través de la lógica de la pertenencia y el dejarse afectar y contagiar desde un lugar fluido, donde las cosas se encuentran y pasan de unas a otras.

En la pertenencia hace falta una ética del cuidado que ablande las formas de manera radical y Ainhoa y Laura la practican continuamente como si hicieran un ensayo micro de una ecología de producción diferente. Este ensayo de otro modo de hacer es un ensayo que nunca se acaba. Porque si algo saco en claro de todo esto es que para ser cómplices tenemos que entrenarnos en la práctica, tenemos que insistir, formular rituales, tocar, desplazar, usar materiales afectados, situados, posicionados, practicados y vividos. Ainhoa y Laura ya los tienen en el cuerpo.

*Ese estar demasiado cerca surge de la lectura de Céline Condorelli, «Too Close to See: Notes on Friendship, a Conversation with Johan Frederik Hartle », en Self-Organised, Stine Hebert y Anne Szefer Karlsen (eds.), Londres, Open editions, 2013.

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Otros acompañantes:

_Paula Caspão, «Invertir inclinaciones. ¿Hay vida en el hacer teórico?» en Ejercicios de ocupación. Afectos vida y trabajo, Ixiar Rozas y Quim Pujol (eds.), Barcelona, Ediciones Polígrafa, 2015.

_Valentina Desideri y Stefano Harney, «A Conspiracy Without a Plot» en The Swedish Dance History, vol. 4, Mårten Spångberg (ed.), Estocolmo, 2012.

 

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