De pie, muy cerca de la entrada a la sala y con una sonrisa en la cara, Jasna, da la bienvenida al público uno por uno. Lleva un traje muy formal de falda azul y tacones. Me recuerda a una azafata junto a la entrada del avión pero sin las capas de maquillaje obligatorias. Una vez estamos todos acomodados, presenta la situación de la pieza en catalán con la ayuda de su tableta electrónica. Según la propia artista la pieza forma parte del programa europeo Migrant bodies (cuerpos migratorios) pero, por falta de presupuesto del propio proyecto europeo, no ha podido contratar a nadie. La pieza se realizará con esa misma tablet que reconoce como coautora y un libro impreso a mano en Zagreb. Estos dos objetos sustituyen a los intérpretes que ella hubiera deseado tener en escena. SIn embargo en su discurso no hay ningún resto de nostalgia o pesar. La sustitución de la presencia humana parece algo muy normal. Y aceptamos que la historia continúe solo con un ser en relación a sus objetos. Estamos muy acostumbrados a ver individuos desarrollar relaciones satisfactorias con sus aparatos electrónicos. Una vez dadas todas las instrucciones en catalán para continuar con la pieza, entrega el libro impreso al público y se enfrasca en patrones de movimiento y ritmo con su tablet.
Nos pasamos un buen rato viendo cómo su tablet y ella consiguen coordinar toda una serie de patrones de movimiento y frases en diferentes direcciones. Se van sumando pequeñas complicaciones absurdas. Al cabo del rato se descifran frases de la canción Staying Alive de los Bee Gees. Escucho el estribillo life going nowhere… la vida yendo a ninguna parte. El internet lo traduce como la vida que no va a ninguna parte, pero me gusta más la traducción literal: yendo, porque es afirmativa, como si ninguna parte pudiera ser algo bueno. Un no lugar, sin acotaciones, sin aún nomenclaturas, un lugar sin gobernar. Si no la letra tendría que decir life ain´t going nowhere, los Bee Gees no parecen una banda melancólica. Parte del público ríe. La vida yendo a ninguna parte dentro de un patrón de movimiento coordinado y estructurado. Tantas reglas, órdenes, formularios, patrones, definiciones, acotaciones, obligaciones mientras la vida se está yendo a ninguna parte.
La demostración acaba. Jasna se coloca su tablet en la cabeza y de puntillas, poco a poco, se dirige al fondo. Se fuga , como queriendo ser imperceptible. Toca el fondo, pero de nuevo, a través de los límites del espacio vuelve hasta el público, su aliado. Creo que la mayoría estamos con ella. Hasta ahora ha sido muy amable y directa con nosotros. Nada provocadora, ni distante y se agradece porque fácilmente podría caer en el recurso de emplear la hostilidad o la agresividad tratándose de un tema sobre migración. Me he encontrado en otras ocasiones entre el público siendo falsamente tratada como masa manipulada. Hace años estuve en una pieza que trataba el tema de las migraciones, los actores nos gritaban, nos separaban y nos ponían en situaciones incómodas. Intentando vagamente hacernos sentir lo que los inmigrantes sentirían, pero quién se va a engañar, éramos espectadores privilegiados que estábamos ahí por que queríamos y en cualquier momento podíamos acabar con esa ilusión. Tanto empeño en que nos sintiéramos en esa piel del migrante pero en realidad solo afirmaba que eran las reglas de un juego consensuado por las dos partes. En el caso de las migraciones no hay consenso entre las dos partes. Solo hay represión de una parte sobre la otra. La otra no tiene opción dentro de esas reglas. El espectador, sin embargo, siempre tiene una o varias opciones aunque no las exprese.
Jasna no nos lleva por la estrategia de la represión. Decide el camino de lo absurdo. Ella es siempre muy dulce y amable con el público y quiere recuperar su libro, que ha estado circulando entre nosotros, pero también quiere asegurarse que todos lo hayamos visto. Así que nos espera paciente, paciente, paciente, paciente, manteniendo el equilibrio de la tablet sobre su cabeza. Sosteniendo el peso de ese aparatito que parece controlar sus acciones en el espacio.
Recupera su libro, el público le quiere facilitar las cosas. Aunque parece que la complicación seguirá. Se dirige a una pila de libros ocultos entre las cortinas, los recoge difícilmente, ya que aún sostiene la tablet sobre su cabeza y son muchos libros. Lleva la pila al centro y se sube de pie mantenido un equilibrio precario. Tiembla, bastante. Los textos que se mantienen ocultos entre esa pila de libros no parecen formar ningún tipo de base sólida sobre la cual sostenerse. Pero ella sigue ahí de pie con su tablet en la cabeza hasta que por fin abre su libro impreso a mano, Staying Alive. Arranca una página y comienza a leer: situación -determinación-constitución-obligación-orientación-cooperación-movilización-transformación- sistematización-modernización- integración. Se mete el papel en la boca, lo mastica. Mastica todas esas palabras. Supongo que la saliva mezclará sus significados. Vuelve a escupir el papel y lee: integración-colonización-neocolonización-demonización-globalización-neoliberalización-provocación. El papel está lleno de babas pero hay que seguir masticando, se lo mete en la boca y entonces Jasna pierde el equilibrio. Cae y se nos viene encima un completo oscuro. Solo queda la pantalla de la tablet encendida. Ella desaparece del campo de visión. Solo vemos ese aparatito electrónico emitiendo la música y letra de Staying Alive de los Bee Gees. Todo queda reducido a una pantalla en la oscuridad aunque la música sigue, yendo a ninguna parte. Staying Alive, manteniéndonos vivos en una pantalla plana.