Lo siento, no voy a hablar del talento virtuoso de Ivo Dimchev. Lo siento, no voy a hablar de lo afilada que tiene la mirada y el entendimiento y de cómo se mueve entre los espacios que hay en las frecuencias vibratorias de nuestro tiempo Ivo Dimchev, y lo siento pero tampoco voy a recrearme en lo que pasó después de que a la salida de la sala Hiroshima, alguien que tuvo la generosidad de presentármelo, iniciara para mí lo que acabó siendo toda una noche con Ivo Dimchev.
Me interesa más hablar de esta frase “….y de la participación se hizo espectáculo”, fue lo que oí articulado en variaciones sucesivas de las bocas de distintas personas a la salida de P Project de Ivo Dimchev, dentro de la serie Transaccions, el jueves pasado. Esto fue un día antes de pasar toda la noche con Ivo Dimchev.
En P Project, Ivo Dimchev entra en escena en una variación más drag de Lili Handel y se sienta al piano. De una caja muestra la parte de su caché que ha apartado para el público, 1000 euros a repartir según labores. En el transcurso de la performance va anunciando las ofertas de trabajo. Hay cuantías diferentes según la labor. 20 euros para cada poeta que le escriba poesía para sus canciones que él va cantando según se van escribiendo mediante un Ipad sincronizado a los ordenadores en lo que escriben los poetas. 40 euros para bailar, 60 para dos personas que se morreen, y así va subiendo, tampoco voy a hablar mucho de esto. El público va pasando, haciendo y cobrando. Él insiste en que quiere gente normal. Gente amateur. Poco a poco se va configurando un mapa laboral de trabajadores poco tecnificados, un escenario por otra parte más y más común, extendido, natural.
Pero volvamos, De ninguna de las maneras P Project es una performance participativa. No podría estar más en desacuerdo. No es ni participativa ni su siguiente escalón, esa sucesión de réplicas Borriaudianas a las que tanto nos complace asistir, tomar parte y de nuestra maravillosa experiencia fundar la misma obra de arte. La Revolución Francesa cortó las cabezas equivocadas, me temo.
El contrato que establece mediante pago con los que suben al escenario a desarrollar acciones concretas que pactan previo a hacerlas, prescribe/instaura de inmediato una situación laboral. Una de las grandes críticas que se le hace al teatro de participación es que promete la revolución, se yergue como espejismo de un cambio ontológico, cuando luego cada uno se va a su casa con una sonrisa en la cara y la musculatura blanda después de haber participado.
Pero si P Project es una situación laboral entre Ivo Dimchev y el público, entonces, ¿con qué ilusión de cambio, con qué sueño de Revolución sube el público al escenario, cuando en este caso no hace más que acudir a su lugar de trabajo?
Finalmente, Ivo Dimchev cita a dos personas del público para hacer de críticos de la pieza, uno hará la crítica positiva y la otra la crítica negativa. En la crítica negativa se dice que Ivo se aprovecha de las necesidades básicas del público (¿entiendo que económicas?), aprovechándose de lo que se genera en el contexto de una grave crisis financiera. Yo de hecho creo que esta crítica en realidad se refiere a otro tipo de cosa. Se refiere al arte participativo, aquél que hace uso de cuerpos de forma gratuita y que pone esos cuerpos a trabajar a coste cero. Yo creo que entonces sí estamos hablando de Arte Neoliberal. Arte Neoliberal es también la Estètica Relacional de Nicolas Borriaud. Co-fundador y Co-director durante 7 años del Palais de Tokyo. A los artistas que desafían el concepto de arte de participación como podría ser en este caso Ivo Dimchev, Nicolas Borriaud ni los menciona, porque simplemente no interesan en su conquista personal de un nuevo –ismo. Y creo que Hito Steyerl tiene razón cuando dice que en la industria del arte, la gráfica indica que cuanta más diferencia haya entre grandes sueldos y gente trabajando a coste cero, más se paga por las obras de arte. Esto significa que la industria no solo se beneficia cuando unos pocos ganan mucho, sino que también se beneficia cuando unos muchos ganan cero. Y esto también significa que incrementar el número de trabajadores del arte a coste cero incrementa el precio de las obras. Pero Ivo corta una parte de sus ingresos, 1000 euros, un dedo de su mano, cada dedo 1000 euros… ya nos vamos adentrando en FEST, la segunda noche de Ivo Dimchev en la Sala Hiroshima. La misma noche en la que pasé toda la noche con Ivo Dimchev.
Ivo Dimchev es frágil. Así lo dice de su propia boca al inicio de FEST, “soy frágil”. Y yo lo atestiguo en cada uno de sus movimientos, cada palabra y cada curvatura de su voz, cada mirada cada reflexión que sale de los maravillosos diálogos que se hilvanan en una estructura que él mismo describe aludiendo a sus detractores como inmadura, simplista o alguno de esos adjetivos de poder.
Ivo tiene el valor de trabajar con esa fragilidad, esos límites a veces difíciles de llevar, los cuerpos sudan desde las butacas mirando lo que se va desarrollando sobre el escenario.
Pero su fragilidad se sitúa en el epicentro de unas situaciones frías y descarnadas construidas a través de tensiones entre cuerpos lánguidos y tensos al mismo tiempo solapados a diálogos cortantes pronunciados por voces suaves y delicadamente hastiadas.
Fest es el Via Crucis de Ivo Dimchev en su relación con un Festival, un Festival que elige que sea en Dinamarca simplemente porque es el único país en Europa donde todavía no ha mostrado su trabajo. Desde la negociación, el encuentro con el equipo del Festival, el pase técnico de la pieza, en este caso el pase técnico de Some Faves, el trabajo que contrata el Festival, el asesinato de Ivo Dimchev tras la pieza y el after–talk (afterlife) final con entrevistadora y ante público.
Pero en este hilo de sucesos que se da en una negociación con un Festival y su posterior relación con ese dispositivo de muestras, a la que Ivo Dimchev alude citando a un crítico como inmadura y simplista, hay mucho más. Xavier Manubens tiene un párrafo, en concreto el primero de su artículo que es folleto a la entrada de las muestras de Ivo Dimchev, que es una descripción ajustada o ¿Cómo ajustar una descripción de un trabajo así?, quizás mejor dicho es una descripción evocativa de lo que se presenta en escena:
Existe un mundo en el que los diferentes planos de realidad se pueden ver al mismo tiempo, bajo un lenguaje democrático y con una estética lasciva. Un mundo en estado de alerta que atisba un cataclismo inminente. El paisaje de ese mundo se manifiesta dinámicamente y con una musicalidad extrañamente lírica.
Un ejemplo, ahora quizás sí, que se ajusta a este párrafo, sucede en la primera escena de Fest, la negociación con la programadora del festival. Una llamada tensa, fría e incómoda entre dos partes que no se conocen pero que tienen que relacionarse. En el minuto 5 de la pieza, en medio de la negociación para la participación de Some Faves en el Festival, discutiendo por el caché, sin saber ajustar un precio, Ivo Dimchev le pregunta a la programadora si puede introducirle un dedo en la vagina, ella se baja las bragas. Luego le pregunta si puede introducirle dos dedos, ella le dice que sí, Ivo prosigue. Luego tres. Luego le pregunta si puede introducir un cuarto, ella dice que es suficiente. Ivo se levanta y dándole la espalda le dice que entonces serán 3000 euros por la pieza.
La democracia, los diferentes planos de realidad de los que habla Xavier Manubens, se suceden en esta escena de giros inesperados e incómodos que en el público activan la risa pero me gustaría pensar que también activan las glándulas sudoríparas, especialmente las de sudor frío. Solo tuve oportunidad de constatarlo en mí, en algún momento creo que temblé de sudor.