Los bebés se mueven, lloran, gritan, piden teta, se ríen, gatean, se hiperconcentran en un detalle durante un tiempo y no le prestan la más mínima atención al resto, se acercan curiosos a otros bebés, se suben a la espalda de un abuelo, se arrastran, muerden un programa de mano, se esconden debajo de cualquier cosa, les pesa la cabeza tanto que todos los golpes van ahí, trepan, hacen la croqueta, bailan, comprenden todo lo que ocurre, no prestan atención a lo que esperas, exploran, son ruidosos, son silenciosos, escuchan, absorben.
Cuando veo algo hecho para bebés me preocupa la posibilidad de que no se den dos condiciones: que el espacio y la propuesta les permita ser bebés, y que se les esté dando lo mejor de la cultura. La mente del bebé es una esponja y en sus primeros años de vida toman del ambiente el material con el que más adelante construirán su personalidad. Así que preparar un espacio específico para bebés debería ser un asunto sumamente delicado y cuidadoso en relación al material que les está ofreciendo, porque sí o sí, lo van a absorber. Para quien trabaja o convive con bebés, preguntarse qué material quiere ofrecer, sabiendo que será con el que cuenten a la hora de hacer sus construcciones psíquicas, es una gigantesca responsabilidad, y a veces puede llegar a paralizarte. Pero, una vez hecha la pregunta, los ejemplos de lo que no quieres ofrecer son tan claros, que la respuesta comienza a aparecer con cierta facilidad. En el día a día estamos tan expuestos a material de ínfima calidad que, en ocasiones especiales, como cuando nos juntamos para ir a un concierto, se agradece este intento de dar lo mejor.
Pía-Pía Piano, con las pianistas Patricia Arbolí y Mónica Sánchez, es un concierto pensado para bebés de hasta 18 meses, que se ha podido ver en el patio de La Casa Encendida los días 29 y 30 de Octubre. Antes de comenzar nos piden que dejemos los carritos a un lado, nos descalcemos y nos sentemos cómodos por el espacio de linóleo, y nos recuerdan que los protagonistas son los bebés y que estaría bien que les permitiéramos moverse en libertad, tocar y explorar. Nos ruegan que no les distraigamos con juguetes, comida o móviles durante el concierto. Así que sí, mi bebé va a poder seguir siendo bebé durante el concierto, y ese recordatorio sobre la importancia de no interrumpir, ya me parece una buena manera de situarnos a todos en un mismo espacio de respeto y presencia compartida. Nos cuentan que interpretarán piezas de grandes compositores de la historia a cuatro manos en un piano de cola, y yo respiro aliviada de que sea eso los que se ofrece y no una adaptación infantilizada. Y comienzan a tocar y ocurre de todo. Bebés que bailan, dan vueltas hasta caerse, se abrazan a sus madres, mueven la cabeza, se quedan quietos, se duermen, se esconden bajo el piano, se distraen, tiran de sus padres para levantarlos, buscan a otros bebés, disfrutan de la música y absorben todo del ambiente. Una propuesta sencilla que ofrece un material valioso y cuida los intereses y necesidades de familias y bebés.
Gracias por publicar sobre propuestas que incluyen a los niños/as y les acercan maravillas, sin «versiones infantilizadas» que a menudo ofrecen sub-realidades que terminan por reducir su capacidad de abstracción y coartan su mirada…
Muy a favor de crear para poder compartir con nuestras personas pequeñas desde lo que somos, haciéndoles partícipes de nuestros procesos y piezas llenas de fragilidad, suspensión, incertidumbre, prueba o euforia. Porqué creemos que en el fondo hay que respetarles más y pensar que mucha de la verdad ya está en ellos y ellas sin añadir mucho desde fuera… Aquí un vídeo que me nos hizo pensar mucho: https://www.youtube.com/watch?v=aP2onqkHVIc