Entrevistamos a Semolina Tomic (Antigua Yugoslavia, 1966), un día después de estrenar Anarchy, de Societat Doctor Alonso, en el TNT, minutos después de conocer la noticia de la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE. Anarchy es una performance dirigida y coreografiada por Sofía Asencio, con dramaturgia de Tomàs Aragay, luces de cube.bz y espacio sonoro de Marc Navarro, en la que Semolina Tomic, más conocida actualmente por dirigir el Antic Teatre de Barcelona, vuelve a poner los pies en un escenario después de más de diez años. Teníamos mucha curiosidad por presenciar ese sorprendente retorno de la mano de los hiperactivos e infatigables Societat Doctor Alonso, pero Anarchy ha superado nuestras expectativas y se ha convertido para muchos en toda una revelación. En Anarchy, Semolina Tomic dispara todas sus balas apuntando con una precisión certera y desacostumbrada en un despliegue que, desde una inicial contención (un tercio de la pieza se la pasa en la posición que podéis ver en la fotografía que encabeza este artículo) y sin ninguna escenografía (más allá de la guitarra eléctrica y amplificador que cada persona encuentra en su asiento), acaba compartiendo con el público una apabullante energía blanca y limpia, sin rastros de residuos radiactivos. Anarchy va de anarquía y es un emocionante homenaje a la silenciada revolución anarquista del 36 en Catalunya, que tan bien contó George Orwell en su libro Homenaje a Catalunya, y a la escena punk a la que perteneció Semolina Tomic, batería de las Poppins.
¿De dónde sale la idea de colaborar con Societat Doctor Alonso para crear Anarchy? ¿Son ellos quienes vienen a buscarte?
Sí. En primavera me llama Sofía, que andaba por el bosque, allí en Pontós, en su tierra, y me dice que van a hacer una producción para el TNT, este año, que se llama Anarchy, y que han pensado quién de toda la gente que conocen está preparado para hacer Anarchy, quién tiene que ver mucho con la anarquía, de la gente que ellos conocen, quién es esta anarchist, y era yo. Y dijo que si quería hacer con ellos este espectáculo, que yo sería la única bailarina en el escenario. Y yo le dije, en aquel momento: Sofía, yo hace diez años que no estoy en eso. Ya ves, con toda la lucha por el teatro, reformas, licencias, con todo lo que me ha pasado, soy una gorda comparado con lo que era antes, no estoy en forma… Hostia, un poco flipante, ¿no? Y ella me dijo que le daba igual. Entonces a mí me vino a la cabeza la imagen de Hostiando a M, el espectáculo de Agnés Mateus. ¿Te acuerdas de aquella escena cuando la Mateus dice que yo le propuse hacer un espectáculo y que ella lo primero que pensó fue en decir que no? ¡Pues hay que decir que sí! Y, entonces, en ese momento, yo digo: ¡sí, vamos a hacerlo! Y empiezo a preocuparme mucho por mi forma física, porque la idea, en principio, era que yo bailase una hora, con esas guitarras, y a ver lo que pasa. Empecé a entrenarme un poco, tampoco demasiado pero sí, rollo plancha de abdominales, fondo físico…
Pero eso ¿antes de empezar a crear la pieza?
Sí, antes de empezar a crear porque no te pones a bailar y a crear un espectáculo de un día para otro, tú solo enmedio del escenario. Era el primer lunes del último fin de semana de agosto. Voy a Pontós y decido estar ahí un mes, vivir con ellos, compartir vida con ellos, trabajar con ellos. Ellos tienen un hijo, ahí hay toda una comunidad que es brutal.
Y los materiales para comenzar a trabajar, ¿parten de ellos, parten de ti..?
Al principio empezamos a trabajar con unas coreografías, movimientos, pero luego no nos gustaban mucho. Ellos tenían unas ideas y yo me ponía a improvisar. El material, al final, sí que salía de mí: los textos, los movimientos… Si me decían que hablase sobre la anarquía yo me ponía en un movimiento y ahí sacaba, pa-pa-pá.
¿Es verdad que, en Croacia, cuando eras estudiante en la antigua Yugoslavia, os hablaban de la revolución anarquista del 36 en Catalunya?
Sí, en Historia nos hablaban de eso. También hablo en Anarchy de las Brigadas Internacionales. Tito, el presidente de Yugoslavia, estaba dentro del comité responsable de llevar gente del Este a España. Incluso hubo un barco que se hundió con 600 personas y le acusaron a él porque él decidía quién se iba a España. Porque todo esto estaba supercontrolado. La Primera Internacional, los comunistas, todo estaba superorganizado. Ya sabéis las aniquilaciones, persecuciones, despariciones, matanzas…
¿Pero qué versión contaban? Porque en el espectáculo hablas desde el punto de vista de George Orwell cuando llega a Barcelona. Orwell no quiso participar en las Brigadas Internacionales por su vinculación con Stalin y se afilió al POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), con los trotskistas.
A nosotros nos hablaban de que en Catalunya hubo una revolución anarquista en la Guerra Civil Española, con la colectivización, y (yo lo digo en el espectáculo y lo pienso realmente) que fue la mayor de toda la historia de nuestro planeta. (Se ríe)
Y luego nos hablas del punk.
Porque a mí Sofía, en un momento, me propone que hable de alguien, de amigos, gentes, cosas que me vengan a la cabeza. Y, claro, como vengo del movimiento punk y lo que más tiene que ver con la anarquía, en la actualidad, digamos en los últimos años, es el punk… En el punk, cada tres canciones sale la palabra anarquía. No hay otro movimiento que piense tan así, tan antifascista.
Porque tú tuviste un grupo.
Sí, yo vengo del movimiento punk de Barcelona y tuve un grupo punk-hardcore. El Boliche, el mejor batería de hardcore de España, era mi marido, durante 7 u 8 años.
¿Fue él quien te enseñó a tocar la batería?
Sí, yo aprendí a tocar la batería con la batería del Boliche.
Y en Anarchy hablas precisamente de muchos compañeros muertos de esa época.
Claro, es que para mí… Esto que ahora hemos hecho no sé de dónde ha salido. Había como una constelación, nosotros tres, solos, ahí trabajando, horas y horas, en una sala de un ayuntamiento, de un pueblo… Después yo flipaba y pensaba: Catalunya está llena de pueblos con salas en las que no pasa nada. No hay un dinero para programar en estas salas. ¿Pasa algo en esos pueblos, culturalmente? Pues no. Nosotros estábamos ensayando en Bàscara, que actualmente tiene un alcalde de la CUP y les dejó este espacio para ensayar. Hicimos una presentación en Bàscara a la que vinieron un montón de niños, ¿sabes? Era como una cosa para el pueblo, las primeras veces que hicimos Anarchy. Todo el trabajo, todo lo que ha pasado, yo pienso que para ellos, como para mí, ha sido una sorpresa: el material que ha salido, lo potente que es… Y, para mí, trabajr con ellos es como un regalo porque ellos son brutales, como personas, como directores… ¡Y cómo sacamos material los tres juntos! ¿Sabes aquello que uno dice y el otro sigue…? Ha sido muy guay.
Hay un contraste muy fuerte entre el tema, la anarquía, y una coreografía perfectamente pautada. Tú dices un texto larguísimo que está dicho al milímetro. Y lo sabemos porque hemos visto un pase con subtítulos en inglés y encajaba perfectamente. Hay una improvisación pautada, me imagino, pero está todo perfectamente coreografiado.
Sí, esta todo pensado. Yo iba sacando material, textos, y después íbamos encajando el movimiento con este texto. Claro que después yo tengo la libertad porque esto es pura energía. Tienes que entrar en un estado y yo utilizo los primeros movimentos, cuando comienzo, como un calentamiento para entrar ahí, porque eso tiene que ser real. Si no es verdadero no te sale decir un texto así. Tienes que estar a tope.
Y luego están las guitarras que tiene el público. Cada uno tiene una guitarra y había como 40, ¿no?
Sí, 40 guitarras.
E intervienen cuando les da la gana porque no reciben ninguna indicación. En los pases que habéis hecho, ¿cuáles son las reacciones del público ante eso?
Cada pase es totalmente diferente. Por ejemplo, en el último pase, por la tarde, Sofía y Tomàs fliparon. A veces hay una sintonía entre mis movimientos y esa gente que está tocando la guitarra ahí en el público y consigues silencio cuando hay que conseguirlo, hay caña cuando tiene que haberla… Ese pase funcióno superbién. Dicen ellos que fue mucho mejor que el primer pase, que era a las 12:30. Que, para mí, el primero fue estupendo pero hay esta cosa con el público. El público es superimportante: lo que toca, lo que interpreta… Por ejemplo, me acuerdo del primer pase que hicimos en Girona, en la Mercè, en una residencia. Vinieron dos tíos que no pararon de hacer ese rollo glong-glong-glong-glong. Y era agobiante pero eso es lo que hay.
Eso es la anarquía.
Eso es lo que hay. No puedes decirle a ese tío: cállate.
Ellos tienen la responsabilidad.
Claro. (Se ríe) Claro.
¿Vamos a ver Anarchy en algún sitio más, próximamente?
En el Festival Salmon, en el Mercat de les Flors, y después estaremos tres semanas en Antic Teatre, porque como es para pocas personas… Y lo que te quería decir: este espectáculo está dedicado a todos los amigos, muertos y vivos, realmente anarquistas y punks, de hace cien años y de hoy en día. Estoy muy contenta porque nadie pensaba que nos iba a salir esto así. Yo vuelvo después de diez años de no pisar un escenario y se ha creado una expectativa: hostia, vuelve la Semo. Y yo le decía a Sofía: ¿qué piensan que voy a hacer, que voy a volar? ¡Oh, que vengo! ¿Qué voy a hacer, sabes? Y que nos haya salido así, que nosotros estemos tan contentos es un puntazo.
¿Qué papel crees que juega la anarquía en este momento que estamos viviendo, en el que, como dices, en Anarchy, nos han borrado la memoria que conecta con aquel pasado de hace 80 años en Barcelona, que fue tan importante y tan avanzado a su tiempo?
Sí, pero eso no solo pasó en España. Por ejemplo, si miras el anarquismo del siglo XIX en Estados Unidos, no era algo prohibido, ¿sabes? Antes no había internet pero hacían conferencias, fanzines, libros, presentaciones, strike, la huelga… Donde hay el fuego de una huelga, ahí vamos a trabajar. La acción directa era ir a matar al empresario. Esto pasaba en el siglo XIX en Estados Unidos. Claro que había una represión policial pero el anarquismo estaba permitido. A Emma Goldman, y a mucha gente, después de la Primera Guerra mundial, les deportan, son enemigos número uno. Es cuando el comunismo empieza a ser… Si tienes pelo largo, eres comunista, acabas en la cárcel en Estados Unidos y te matan. Y eso hoy en día, igual. Esa libertad que había en el siglo XIX, después de la Primera Guerra Mundial, cuando pasa la revolución en Rusia y empiezan a tener un miedo brutal al comunismo, y a todo esto, radicalmente lo prohiben. Represión y muerte. No solo en España sino en Estados Unidos y casi en el mundo entero. Y por esto, ahora, nosotros no vamos a un bar anarquista. ¿Sabes lo que te quiero decir? Ni leemos textos anarquistas ni tenemos esas discusiones filosóficas que para ellos eran el pan de cada día. ¿Qué significado tiene todo esto? Hoy en día, pienso que nosotros, la gente, muchos artistas, aunque no lo piensen así, a su manera, son anarquistas, por cómo hablamos de la libertad, de todo lo que nos rodea. Existe pero de una manera más inconsciente. Y realmente no sé cómo se va a desarrollar esto porque, en la actualidad, con el avance del fascismo, ya ves cómo estamos en Europa con el tema de la emigración… Nosotros vivimos en un campo de concentración. Tenemos vallas alrededor nuestro pensando que aquí dentro somos libres. ¿Cómo se va a desarrollar esto? Cada vez va peor. Cómo está subiendo la derecha en Alemania, en Austria hay de nuevo elecciones, en Hungría… En Croacia, en mi país, están los nazis en el poder. Los mismos a los que Tito hizo la guerra y aniquiló, pues están ahí de nuevo, como setas. Quieren juntar, imagínate, la facultad de Filosofía con la de Teología. En este momento hay una lucha en la universidad de Zagreb. Estamos en estos niveles. Pues claro que la anarquía tiene que salir por algún lado. Aquí, en España, ¿cuántos meses llevamos sin gobierno?
¿Un año?
¡Y estamos bien sin gobierno!
Acaba de dimitir Pedro Sánchez.
¡Hostia, flipante! Yo espero que el PSOE no se levante nunca más. Si la gente no lo tenía claro, ahora sí tendremos cuatro años más del PP. Pues, ¡a la mierda! ¡Preferimos estar sin gobierno! Nos ha ido bien, ¿no?, no tener leyes. Vamos a ver cómo va. (Y se ríe)
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