En el siglo XXI un tipo que toca música clásica al piano llena el CCCB y La Casa Encendida a las pocas horas de ponerse a la venta las entradas de un festival que sucede en dos centros de cultura contemporánea.
¿Qué está pasando?
De acuerdo, James Rhodes no es un pianista clásico convencional. Además, ha escrito un libro muy poco convencional en el que habla en primera persona de cómo le violaron repetidamente cuando era un niño, de cómo eso le condujo a un infierno de drogas y psiquiátricos, pero sobre todo de cómo la mal llamada música clásica le salvó y de cómo podría salvar a mucha más gente si ese tipo de música no estuviese secuestrada por los guardianes elitistas que mantienen a la también llamada música culta aislada del mundo real, en formol. Ese libro lleno de tacos, Instrumental, es el fenómeno editorial del año en España y, seguramente, va a hacer más por aumentar la afición a la música clásica que cualquier intento de crear público que emprendan las instituciones públicas que dicen dedicarse a eso. Los directores de ese festival tan poco convencional como James Rhodes, el Primera Persona, con una mirada siempre puesta en el mundo anglosajón, se fijan en él inmediatamente y lo invitan a su festival antes de que corra la voz.
¿Por qué?
Porque el Primera Persona va de protagonistas de historias que tiran de su propia experiencia para convertirla en literatura, cómics, canciones, películas o monólogos, da igual. Gente que parte de vivencias íntimas como material de sus creaciones, por exorcismo o para que quede constancia de unas caras y voces que si no nadie conocería. Así lo cuentan Kiko Amat y Miqui Otero, los dos directores del Primera Persona, dos tipos que tampoco son fáciles de catalogar, que publican novelas, escriben sobre música pop y otras hierbas, prologan la reedición de El día del Watusi, el increíble novelón del injustamente poco conocido Francisco Casavella (a quien rendimos homenaje aquí, en Mambo), e incluso han participado en sellos discográficos (Miqui Otero codirigió Doble Vida Discos) o han escrito para un espectáculo de Sergi Fäustino (Kiko Amat escribió el texto de C60, estrenada en el Radicals Lliure) en el que tocaba una banda capitaneada por El Guincho (antes de hacerse famoso).
¿Qué es lo que une al pianista clásico James Rhodes, el novelista Juan Marsé, el poeta punk Dr. John Cooper Clarke, Isabel Fernández Reviriego (ARIES), Renata Adler, ensayista norteamericana y crítica de cine en The New Yorker, Stephin Merritt de los Magnetic Fields o el grupo indie The June Brides para que estén juntos en un festival?
Es absolutamente lógico que puedan compartir escenario, ¡y se agradece tanto!, pero eso nunca pasaría si el criterio para programarlos fuese únicamente la disciplina a la que se dedican, como pasa en ciertos templos de la cultura.
No tengo más preguntas, señoría.
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Ayer en el Primera Persona nos enteramos de que James Rhodes estará en el próximo Sonar. Bach, música avanzada. Mola.