Conversatorio a cuatro en etHALL el día 11 de marzo de 2023. Laia Estruch, Marc Vives, Alejandro Robles y Gemma Prunés se encuentran un sábado en una salita de etHALL, donde se inaugura La elección de las cosas. Efervescencia y coágulo en la Barcelona de los 90. Laia y Marc en su papel de organizadores y comisarios de la recién creada Escola de Veu, y Alejandro y Gemma como miembros. Escola de Veu es un proyecto de La Capella que aparece con la nueva dirección artística de David Armengol, y que quiere contextualizar la performance y, dentro de esta, la voz, en Barcelona.
Gemma: ¿Qué está pasando en La Capella, con quién se está colaborando?
Marc: Hay una parte del programa al que David (Armengol) le llama Concéntrico, y es justamente esto: colaborar con proyectos de la ciudad. Bar Project hizo una presentación, A*Desk hizo una pequeña expo, así como Homesession, Chiquita Room o Teatron, que es donde estamos publicando esta conversación.
Laia: De lo que tiene ganas David es de hacer contexto y que sea un centro de arte. La Capella es un espacio de hacer “caliu”, las máximas colaboraciones que se pueda si tienen sentido. Un espacio donde otros proyectos tengan la posibilidad de enseñar una patita.
Marc: Sí. La Capella ya era un espacio amable para el artista, la convocatoria de Barcelona Producció es una de las más deseadas. David acaba de sacar un libro que lleva por título ART EMERGENT: LA COLLITA I EL VIATGE, y ahí ya se ve la importancia que tiene para él esa cosa dúctil y escurridiza que llamamos “contexto” en Barcelona. Es un libro arriesgado, subjetivo porque no puede ser de otra manera, pero necesario a mi modo de ver porque hace un poco de escuela. Debería haber más miradas constructivas y no constitutivas en ese sentido.
Gemma: Antes, con la existencia única de la convocatoria, quizás se tenía que hacer de una manera más vertical, y ahora hay un poco de voluntad de horizontalizar.
Marc: Yo creo que la precariedad y la miseria lo uniformiza todo. Mis condiciones después de 15 años son mejores y, en algunas ocasiones, he aprendido a decir a qué sí y no. Y aun así sigo sin tener un panorama mínimamente estable. Me gustaría decir que las generaciones de ahora somos gente más guay pero, aunque sea un poco triste, sí pienso que la precariedad es implacable y que ha juntado líneas y generaciones que antes no se tocaban.
Alejandro: Y, ¿cómo vino lo de la escuela?
Laia: David ha querido hacer estas Escuelas de Contexto como un anexo, como el anexo de Concéntrico, para que La Capella no sea solo el premio Barcelona Producció.
Marc: David proyecta un centro de arte que debe contener Barcelona Producció y otros programas públicos. Él tenía un dibujo previo de líneas de investigación en el que nos ponía a Laia y a mí a trabajar con la voz; Jara con Dani trabajando líneas más institucionales y de género; Alexandra Laudo con un proyecto que tenía que ver con lo textual; y Enric Farrés en la parte de la librería. Esa era la propuesta y, después de varios meses de reuniones, decidimos que los programas públicos tuvieran la forma de escuelas. Fue un elemento muy importante para formalizar así la cuestión presupuestaria, que es sencillamente irrisoria, pero para todes era crucial reforzar esa idea de La Capella como lugar de encuentro para el contexto. Una casa.
Alejandro: ¿Es Escola de Veu un episodio piloto de estos programas públicos?
Marc: Escuela de Contexto, con sus diferentes versiones, es un piloto. Si hubiera más dinero haríamos un ciclo de performance, seminarios, visionados…
Gemma: ¿Os identificáis con el término escuela?
Marc: Hacer escuela es intentar cuidar una tradición. En Barcelona y Cataluña hay una tradición de formas de hacer. Lo que pasa es que no está escrita y no hay un traspaso, porque las generaciones de antes difícilmente se habían tocado. Cuando te presentas, normalmente no dices “Soy Marc Vives porque en realidad cojo lo de Francesc Ruiz, Julia Montilla y Carles Congost y me lo llevo a lo mío”, señalando a algunos nombres de la exposición de etHALL. En otros contextos, como el vasco, yo creo que sí pasa. Para mí es un modelo a seguir, con sus más y sus menos, pero un modelo de hacer cultura en un país. Cualquiera con 25 años ya sabe quién es la gente que está haciendo y que son más mayores, a la que siguen los pasos, y quiénes son sus compañeras de viaje.
Laia: Aquí hay una escuela, pero no le hemos puesto nombre.
Marc: No está nombrada, y en la historia reciente de 30, 40 años atrás se ha dado una cosa mucho más individual en el trabajar.
Laia: Hacemos mucho trabajo, pero cuesta encontrar sitios donde comentar, compartir y hacernos un poco de familia con las artistas que trabajamos con la voz. Compartir cómo te encuentras tú, cómo entrenas, si tienes profe, cómo empiezas, las sensaciones con el proceso de trabajo, etcétera.
Marc: Y hay un momento en la uni o post uni en que haces un equipo. Creo que muchas hemos tenido esa sensación de equipo alguna vez, pero ese equipo es muy frágil. Ese lugar que algunas hemos tenido en un momento dado es óptimo y muy necesario, y debería haber estructuras que cuiden y traten de mantener esas calidades.
Gemma: Y, ¿cómo gestionáis la cuestión de organizaros el tiempo?
Marc: Bueno, Laia lleva unos años en que está trabajando a un nivel fuerte y de manera muy inteligente con el poco tiempo que tiene, porque le están pidiendo hacer muchas cosas.
Laia: He tenido mucho tiempo y quizás he sido igual de productiva que ahora. Ahora no puedo profundizar en cambios que quiero realizar en mi práctica, pero estoy entrenando otros. Estoy haciendo la investigación y adaptándola al tiempo que tengo. Me he creado una estructura para trabajar en directo, la estoy aprendiendo y todavía tengo cosas a investigar.
Marc: Te puede coger un boom. Siempre hay un año que haces algo que gusta y te pasan muchas cosas de golpe. Y ese año revientas y dices: lo dejo o sigo. Todo se aprieta, pero ni vives mejor, ni tienes más dinero, ni nada, es una atención muy efímera. Puede durar algo más, pero tienes que aguantar ahí de una forma inhumana.
Laia: Aparte, si el trabajo tiene más de un elemento siempre hay negociaciones. La performance todavía se entiende como una actuación más dentro de tu trabajo y el valor que se le da en las artes visuales muchas veces no es el mismo que en las artes escénicas. Pero la sensación es que vamos aprendiendo juntas.
Marc: Mil euros es el estándar de lo que vale hacer una perfo. No es lo que pagan, pero es un estándar en las artes en vivo como mínimo. En las artes visuales es cachondeo.
Laia: En las artes visuales nos estamos basando en los honorarios que proponen las artes escénicas, más razonables, y estamos poco a poco dando valor al trabajo que hay detrás y durante una performance. Si vas a las artes escénicas con algunos presupuestos que te ofrecen en las artes visuales, te suben el caché porque es demasiado bajo. Te dicen: ¿Tú no tienes un entreno, tú no tienes un tiempo que dedicas para entrenarte, tú no pagas un gimnasio, tú no estás yendo a clases de voz…?
Alejandro: ¿Pero no hay un convenio o algo así?
Marc: Sí, creo que los centros están aprendiendo que hay unas cuotas, pero luego ni así, después regatean.
Laia: Me han hecho varias entrevistas, como la PAAC o Hangar, para ir hablando sobre condiciones de trabajo y honorarios en performance dignas. Aquí es algo de mantenernos todas. Vas aprendiendo qué aceptar. Los presupuestos bajos en performance tienen que estar muy bien justificados dentro de tu carrera para no precarizar al sector, a las que hacemos performance. En cada encargo que nos hacen creo que nos planteamos qué tenemos que valorizar al alza en nuestro trabajo para ir fijando nosotras su valor económico. No es un simple añadido el hacer performance.
Marc: Cuando la institución llama a alguien de escénicas, este dice que ese es su caché, que cobra mil quini y por menos no trabaja, y diría que suele haber un acuerdo. Creo que simplemente hay que hacer lo que dice Laia y decir: “yo cobro esto, mínimo”.
Alejandro: Yo creo que por convenio se podría arreglar. ¿Con las administraciones?
Marc: Sí, existen, existen… pero que se apliquen… existe el manual de buenas prácticas, y la asociación de críticos tiene otro listado de precios. Pero todo tiene sus vericuetos. [Ruidos porque entra alguien en la sala]
Gemma: Algo que mola mucho de la Escola de Veu es que da la sensación de improvisación. El contenido es muy procesual y se va construyendo a medida que nos lo van contando.
Laia: Para mí, lo que ha pasado hasta ahora y por lo que pienso “qué bonito”, es esta entradilla a procesos de otras compañeras. Nos comparten su entrenamiento, o una pieza que con nosotros es diferente. Vivir en la investigación dentro de la cual hay la voz. Cuando empecé haciendo voz y le daba las grabaciones a mi hermano, me decía “no vamos bien, para de hacer esto, esto da mucha vergüenza”. Claro. Con este material, ¿qué?, ¿quién está cerca de ese material? Es importante que haya alguien escuchando un proceso que te estás cocinando sola. Creo que es por eso que estamos haciendo esta escuela, para que este momento no esté tanto.
Marc: Hay alguna gente en la ciudad que lleva bastante tiempo trabajando con la voz, y a esto hay que darle un espacio. Pues a juntarse y ver qué pasa.
Laia: Aunque sea como para hacer “¡eh, equipo!”. Y tener un sitio amable para mostrar procesos. De eso tenemos ganas. Esta cosa de que nos podemos llamar. Ahora ya nos conocemos, ahora nos podemos enviar un mensaje.
Gemma: Y, ¿cómo queréis que continúe?
Marc: Vamos a seguir con cuatro encuentros más durante los próximos meses. Vienen Estel Boada, Noela Covelo y Sofia Jernberg. Este piloto termina en junio, antes del verano, y la idea después es: ¿siguen las escuelas?, y si siguen, ¿cómo? La cuestión es que no parezca un grupo cerrado, sino un grupo estable y que entre otra. Lo que mola es que haya una gente que…
Laia: Que ha caminado junta. Somos una familia ahora, de alguna forma.
Marc: Toca siempre ir puliendo, atendiendo al grupo y hacer lo posible para que sea algo familiar, un lugar en el que estés tranqui, confiade, a gusto. Es muy sencillo decirlo, pero muy complicado llevarlo a cabo. Porque al final te pones a cantar, te pones a hacer burradas con el cuerpo en el suelo y hay vergüenzas, te expones al resto y haces y hablas de cosas muy íntimas.
Laia: Allá estamos todas dispuestas a compartir un momento en que quizás no estamos tan seguras. Ahora ya empezamos a ser un equipo que estamos acogiendo a personas que vienen una vez, como las invitadas que vienen y nosotros hemos de acoger.
Gemma: Para hablar un poco de la cuestión de la voz, ¿cómo describís vuestra voz a la persona que está leyendo esto?
Laia: Mi voz no la conozco del todo porque estoy dentro de la maquinaria. La grabación tampoco la demuestra porque te la comprime. Entonces dices que esta voz no es mía, es de un otro. Y está en otro cuerpo, que es el cuerpo del altavoz o el cuerpo de la sala. Sobre la deformidad y la forma, la voz es una gran desconocida. Existe el virtuosismo, algo que dentro de mi búsqueda no me interesa. Pero el otro día estuve viendo una ópera por la tele y dije, joder, ¿cómo que no me interesa? Lo que está haciendo esta persona me es muy desconocido. A Marc le llamaron “tenorito”.
Marc: [Ríe] Las perfos que yo hago son de alguien que no tiene ningún tipo de virtud. No tengo formación alguna ni herramientas. El trabajo que hago es muy errático. Sería más bien lo contrario, es la voz que no sale. Es la lástima de la voz. Después igual pego un grito. O si voy a unas clases de canto, que es lo que pasó con Laia, una persona te dice que pongas la voz ahí y te dice que tienes buena voz. Bueno, pero cuando se marcha yo no sé poner la voz allí. Yo encuentro esa voz particular en un momento presente y difícil de repetir. Porque al final es la voz que encuentro haciendo. Trabajo con esa voz que aparece.
Laia: Tenemos muchas voces.
Marc: Pero es suficiente, no tiene que ser buena. La voz que tengo es suficiente para hacer eso. Yo ya voy al karaoke, he ido mucho este año pasado y no soy capaz de dar una nota.
Gemma: ¿Y si vamos con la Escola de Veu?
Laia: Pues vamos al karaoke con la Escola de Veu. Yo ahora también detecto cuando alguien no está sacando la voz, y estaba viendo que yo tengo algo aquí cerradito.
Gemma: La voz es muy sincera.
Laia: Sobre todo cuando te pones a hablar. Otra cosa es estar trabajando, haciendo búsqueda. Tú te has predispuesto. Si tú haces la voz de lástima, tú ya tienes un camino para ir a buscarla. O tienes bastantes voces de la lástima. O tienes un registro, ¿no? Tienes una forma de entrar. Mi voz en la performance es animal. Yo he ido a buscar voces para encontrarme de nuevas. Todo el rato estoy resistiendo a hacerme daño, entrando a lugares de peligro para la voz. Es muy desconocido, se debe ir con cuidado.
Gemma: ¿Y qué encuentras en lo animal?
Laia: Algo deforme. No hay una regla, hay un aguantar. Un entender alguien que no está educado, que está por descubrir. Tiene que ver con la supervivencia y el aguantar. Rescatar todas estas cosas que no están en nuestro día reglado. Estamos más cuidaditas, no hay muchos lugares de riesgo. O están todo el rato pero los queremos evitar. La respiración te marea, pierdes aire… hay trances.
Marc: De hecho, cuando hago la perfo intento entrar en cierto trance.
Laia: Sí, engancharte a algo que te ayude. Necesitas algo para decir “esto ha cuajado”. Cómo buscar que la mayonesa cuaje. Lo que me está pasando es que la gente llora. En Madrid me han presentado personas que han conectado con mi performance con voz abstracta. Lloran con todos estos sonidos. Es muy raro. Son sonidos o escenificaciones de cosas que les apelan de una manera que no saben explicar. ¿Qué está pasando que no lo controlo? Atraviesa, toca en sitios y despierta cosas. Y me estoy dando cuenta ahora, no me había pasado con una escultura. Es algo del directo, la gente se va tocada o pensativa. No es que me haya ido bien porque ha gustado. No controlo nada de las perfos con la gente.
Gemma: Sí, aunque la voz es un lugar muy común, cómo se conforma como material para esculpir es desconocido. Y tal vez por eso también nace la Escola de Veu, ¿no?
Marc: Hay algo díver de las escuelas que en realidad es una síntesis de esto. Queremos combinar a gente profesional de la voz con otras que son artistas que también lo son a su manera. Invitar a las Tarta Relena, gente que son profesionales de la voz, que vienen de conservatorio. O Miguel Manzo, que es un entrenador vocal y tiene su técnica establecida. Es clave que una vez al mes te encuentras con gente también a nivel de energía. A veces estás gris, estás triste, estás con tus mierdas, no ves a nadie o sí. Y si como mínimo una vez al mes haces algo de voz, te encuentras con gente, hablas de cosas… A veces pasa, ¿no? Vas a ver a algo y dices “ah, ahora tengo ganas de hacer”. Lo que me gusta es que venga Ixiar Rozas y trabajemos sobre el susurro, y que desde la práctica te comparta su método que es completamente personal. Porque cada cual al final construye sus propias herramientas y meterse en esos mundos es alucinante. Por ejemplo, cuando vino Alejandra Pombo trabajamos el grito y, para calentar, nos propuso unos ejercicios que no eran exactamente de yoga.
Laia: Vino con su máquina, nos hizo relajación y su práctica.
Marc: Y hay gente en el grupo que sabe mucho de yoga y que, en lugar de corregirla, se mete a tope en la movida.
Laia: Claro, y esto es bonito porque estás viendo la performance de esta persona, la está compartiendo con nosotras. Libertad absoluta.
Marc: En ninguna parte más que no sea en el arte pasan estas cosas. Todo está en crisis. Todo se cocina.
Laia: Tienes que hacerte una cocina propia.
Gemma: Es la idea de escuela para realmente pensar juntos. No crear como una organización en la que reconocemos posiciones.
Laia: Esto me ocurre muchas veces: que no sabes las posibilidades que hay si todas nos traspasamos informaciones. Y es lo que tiene esto de las escuelas libres.
Alejandro Robles y Gemma Prunés