Botanografías Callejeras propone un espacio sobre el tiempo vegetal y nuestra vida en inevitable inmersión atmosférica. En las temporalidades que el confinamiento ha intensificado, mi relación con el oxigeno se ha vuelto hiperpresente, esa consciencia de pulso, de flujo constante: respirar la acción que nos conecta con lo vivo, respirar la más grande de las artes vivas. Lo que inspiramos a cada momento no es más que el producto del metabolismo del mundo vegetal, sin este residuo de su existir, simplemente no estaríamos vivas. En este estado de inevitable inmersión en el oxigeno atmosférico, de inspiración en lo vegetal, la solidez de nuestras carnes y nuestras presencias suavizan sus contornos, estamos gaseosas, en intercambio constante, intersostenidas, somos gas, polvo cósmico, gas interestelar.
Botanografías Callejeras nació como parte del proyecto colectivo 21 Personae dentro de la exposición Al descubierto o a escondidas de Raqs Media Collective en el Macba, una investigación sobre formas de encuentro, sobre formas de estar y hacer juntxs en la ciudad, activando modos de detección de terrenos movedizos, sedimentos disposicionales y potentes escenarios de vida. Después de este proyecto, continuo trabajando en estas botanografías a partir de la pregunta ¿Pensamos más allá del mundo que el ser humano puede percibir? desarrollando una investigación performativa y de escritura en compañía de estas plantas y sus sabidurías. Ellas están muy vivas, se mueven, perciben, interactuan con el mundo a través de su cuerpo físico y nos recuerdan que el cerebro no es el único centro de producción de inteligencia.
Durante este quiebre temporal del confinamiento, el brote vegetal en las ciudades ha sido muy intenso y me ha animado a insistir en estas prácticas del encuentro con otras formas de lo vivo que muestran una perseverancia, una sencillez y un atrevimiento que emociona solo de verlo. Salir a pasear, encontrarse con las plantas y dedicar tiempo a las caligrafías ha supuesto una practica respirada que me da calma y me ayuda a recuperar sentidos de lo que significa estar viva. A través de estos paseos, fotografías y caligrafías voy contorneando una cartografía de la botánica inesperada en la ciudad. Seres vegetales que brotan rasgando el cemento, aprovechando rendijas despistadas se cuelan y encuentran las maneras de salir adelante, apareciendo donde menos se las espera, donde parece que hubiéramos eliminado toda posibilidad para otras vidas que no sean las humanas. Descaradas plantas asfalteras que nos regalan sus apariciones radicales cotidianas y sus supervivencias de inteligencias extraterrestres. Botanografías callejeras o una buena ocasión para preguntarnos por otras formas de estar vivas sobre la superficie terrestre.
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Este projecto forma parte de ARAR, propuestas de la mano de los cómplices de celebreació de los 25 años de La Caldera.