Tocando en ese no tocar, suspensión en suspensión

¿Escuchas a través de mí, a través de ese rozar animal, como un batería que sale a tocar, pero antes se sienta, observa, no hace nada y pasan esas cosas que vienen solas? ¿Dónde está tu oreja? ¿Cuando escuchas, dónde está tu tacto?

Con enorme alegría las invitamos a entrar en los vapores reflexivos del músico y performer Nilo Gallego, vapores emanados durante un paseo de esos de alejarse y volver sobre las políticas de la escucha, los afectos del oído, la amplitud y la proximidad del paisaje sonoro, la saturación actual y las estéticas apacibles que invitan a dormir a orejas voladoras.

Un paseo_conversación para inhalar consonantes e impregnarse del paisaje audiovisual de Dani Carretero. Buena y generosa inmersión en las prácticas artísticas de Nilo.

Comenzamos este recorrido con la transcipción de la conversación y a continuación el vídeo que expande la palabra.

 

Tocar en ese no tocar / Nilo Gallego

El martes 5 de octubre Dani y yo nos dirigimos a Chapinería, localidad situada a 50 kilómetros de Madrid, en la comarca de la Sierra Oeste, para reunirnos con Nilo Gallego, músico y performer, para hablar de sonidos y de su pieza Drum Ivocation (D.I)

Drum Invocation se presentó en el Festival Domingo, en La Casa Encendida en junio de 2021. Un concierto de tambor ejecutado por un cuerpo médium que invoca sonidos que oímos en nuestra imaginación y que casi podemos acariciar con los dedos.

En alguna callecita del pueblo, 11.30 de la mañana, sol.

Nilo: Cuando tenia 16 o 17 años, en Valladolid, hicimos una obra de Tennessee Williams llamada Háblame como la lluvia y déjame escuchar. Para entonces yo tenía mis tocatas punk los viernes por la noche y de resaca total, casi sin dormir, me iba el sábado por la mañana a los ensayos. En una de las escenas tenía que estar en una cama durmiendo y mi compañera actriz tenía que esperar en bata a que yo despertara para decir “¿qué hora es?”. En los ensayos yo me dormía de verdad un rato largo, despertaba y a partir de ahí lo hacía fatal porque soy muy mal actor y no me creía la situación en la que estaba. Al terminar  la escena parábamos y el director Juan Ignacio Miralles Licas, decía: “el principio fue genial, cuando dormías y no hacías nada”. Se me quedó muy dentro esa espera, esa contemplación de una escena donde no ocurre nada, donde algo está dormido, algo tiene que pasar pero no llega a ocurrir y cómo ese director, que tenía las cosas muy claras en sentido stanislavskiano, decía que el principio siempre era lo mejor. Así que me encanta llegar a un lugar donde algo tiene que pasar pero nunca pasa.

Cuando pensé parar de hacer música comencé a dirigir cosas más escénicas. En Montemor, Portugal, junto a varios colaboradores, creamos el proyecto Orquestina de Pigmeos, Pigmeus Do Mondego, un conjunto de acciones site-specific en el que se mezclaban las artes vivas, la música y el audiovisual. Yo estaba ensayando a ser director, así que cuando estábamos en el río, haciendo algunas acciones sobre pequeñas embarcaciones construidas por nosotros y los técnicos, una tocaba el trombón, otro fumaba y así se encadenaban apareciendo y desapareciendo. A mí me gustaba cuando aparecían estas pequeñas escenas, pero cuando comenzaban a hacer cosas ya no me gustaba tanto. Y la broma que teníamos es que yo siempre decía:  “estuvo muy bien cuando no hacías nada”. ¡Solo sabía decir eso! Dar a contemplar algo aparentemente insignificante era interesante, como contemplar ovejas pasar, como lo que hicimos en la acción sonora  Felipe regresa a casa, un concierto con ovejas donde dejamos que hicieran lo que quisieran. Como un batería que sale a tocar, pero antes se sienta, observa, no hace nada y pasan esas cosas que vienen solas.

Paulina: Esto me ha recordado lo que decía Eugenio Barba sobre la presencia del actor: decía que el actor tiene que estar en escena con la misma atención que un gato que está punto de saltar sobre su presa. Lo he recordado por esto que has dicho que pasa antes de hacer algo. No tocar parece una inacción, pero sí que hay, hay mucho tocar en ese no tocar. Esa tensión o presencia atenta es una de las intuiciones más bonitas de lo escénico. Y es algo que estoy entendiendo de D.I., eso de “no voy a ejecutar lo que se espera que ejecute, pero tampoco me voy a quedar quieto e inmóvil porque eso en escena no existe.”

Me gusta mucho la metáfora del gato, pero no me gusta tanto que el gato tenga que ir a cazar. Podría decir simplemente que es un gato que atraviesa, y el gato ya es muy juguetón. En el sentido en el que se considera la cuarta pared, me interesa más que no haya ninguna relación de control y que el gato esté jugando a su manera. Me apetece más entrar en un mundo, a que ese mundo se intente romper.

Estamos muy teatralizadas. Casi todo está sobreproducido y yo encuentro alivio sensorial cuando estoy frente a una acción que intenta ser menos teatral y se queda justo antes de crear tensión. Cuando hay menos representación puedo profundizar en mi propia escucha y manera de estar con eso que está pasando. En D.I. hay mucho espacio para eso.

Tiene que ver con la escucha. Es un poco como ese charquito donde puedes ver solo un charquito o a todo el mundo bullendo, incluso cómo va acabar tu vida. La saturación depende del plano de textura o desde dónde lo oigas. Porque a lo mejor el silencio, la propia textura del ruido blanco podría colocarse en un primer plano, que sería el noise, y también te saturaría. Si tuviéramos un volumen en la oreja que en el momento de máximo silencio del día lo pudieras subir a tope también te saturaría. Esto tiene que ver con esa puerta abierta a otro plano. Si ya te aburriste de ver a Nilo porque sabes que no va a tocar y comienzas a interesarte en el sonido de esas señoras que están bajando por las escaleras hablando, oyes sus tacones y te preguntas por lo que están diciendo, pero no llegas a entenderlo completamente, y en eso entra el sonido de un pájaro que no sabes si es real o grabado como parte de la pieza, o un sonido como si fuera un color. Así comienzas a abrir y abrir la escucha más allá de la propia pieza que estás viendo.

Esas pequeñas puertas que se van abriendo, a lo mejor, es una sola puerta grande que te puede llevar al abismo dentro de la escucha del silencio, y además agregar que, diciendo silencio podría decir fascismo, y eso siempre es peligroso. Me interesa la manera de proponer escucha y de proponer silencio. ¿Desde dónde?: siempre desde un lado antifascista. ¿A ver cómo se usan los afectos y cómo se utiliza la escucha?

Foto Dani Carretero

Lo político de la escucha y el habla radica en cómo las hacemos participar en la organización de lo social. En ese sentido vamos al rescate del silencio, no como el lugar donde nos auto-censuramos o donde se oculta la verdad, sino como un medio para conocer y relacionarnos con el mundo. Habitamos una constante interrelación de sonidos. El campo sonoro de nuestras existencias es de una riqueza tan amplia que es experiencia y aprendizaje de una forma de ser parte de algo a través de la oreja. Pero así también estamos llegando a un punto de saturación sonora en la que las personas están perdiendo audición, se están quedando sordas. Si analizas el fenómeno físicamente se ve claramente el problema social que lo produce. Lo que nos damos a oír y cómo, está por encima de los decibelios que tolera nuestro organismo y, sea como sea, estamos perdiendo la escucha ínfima. Durante D.I. pensaba que estábamos ante una invitación a practicar esa escucha ínfima y subordinada, no a escuchar grandes discursos sonoros, sino los márgenes de los sonidos, como el borde del tambor o el aire que pasa por la plumilla, sonidos que jamás oiríamos si no nos invitas a poner la oreja ahí. ¿Desacelerar e instalar otro tiempo para otras escuchas?

¿Cómo puedes escuchar a través de otra persona? Igual como tú, Paulina, ahora puedes tener la oreja colocada en el micrófono y también en la grabadora. Y tú, Dani, la tienes en tu micro y en la imagen. Ambos tenéis ese desdoblamiento de la escucha en este momento. Una oreja, aunque le guste lo ruidoso y lo sucio, tiene una conciencia. ¿Dónde se coloca la oreja? Ahí hay algo que me interesa mucho. ¿Qué estás escuchando? Ahora mismo, por ejemplo, como tú estás más arriba que yo quizás puedas escuchar el viento o Madrid que está a lo lejos. ¿Qué está escuchando tu micrófono? Si vemos una vaca, ¿cómo está escuchando esa vaca?, ¿cómo escucha un insecto? Entonces ¿cómo colocarte ahí? Te puedes transportar hacia un micrófono a partir de una relación directa y luego ir al ordenador, ver que te ha quedado mal la grabación y volverlo a intentar. Ahí es cuando tu oreja se ha colocado en otro lugar y está viajando, volando.

Cuando estás viendo a un músico mover las escobillas o soplar cerca del tambor, realmente ¿dónde está tu oreja?, ¿tu mirada?,  y ¿dónde está tu gusto y tu tacto? Quizás está ahí dónde mira el músico que está agazapado viendo el color verde del tambor; o está solo con las escobillas; o a un centímetro, casi tocando la madera. Pero como músico que ha practicado ese rozar el parche rugoso del tambor, siento ese sonido, lo paso y lo muevo. También estoy invitando a escuchar a través de mí,  pero ahí no sé si es a través de la oreja o el tacto. Me gusta esa percepción y me gustaría llevar a cabo la sensación de que las orejas vuelen por una nave mientras la gente se estuviera moviendo. Me gusta la oreja porque es un poco voladora. Pero una vez que te has metido ahí te puede abrumar tanta actividad. Tiene que ver con las maneras de nuestro organismo y su capacidad de adaptar su percepción. Quizás tiene que ver con el noise porque cuando hacía ruidismo, intentando que no haya ritmo o melodía, buscando crear un muro de sonido fuerte, creaba un noise donde también había silencio y, a lo mejor, simplemente tendríamos que poner el volumen de los oídos a 10.

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O puedes mirar el video que expande la conversación:


VAHO continua tras la subjetividad de los vapores envolventes que despiden las escenas vivas.

 

Vaho en Domingo ha sido financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, Convocatoria 2021, Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Chile.

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