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Despegamos desde Valencia

(CONFIDENCIAL)

Saludos!

En marzo volvemos a Valencia!

Pero esta vez Valencia será solo el inicio del viaje, nuestra plataforma de lanzamiento.

Nuestro destino final: la colonia minero espacial del planeta MARTE.

El lugar de despegue: El Centro Aeroespacial del Teatro Rialto.

Las fechas: Entre el 6 y el 9 de marzo.

La hora: 19:00

Butacas de viaje disponibles en: https://taquilla.ivc.gva.es/janto/main.php?Nivel=Evento&idEvento=CUERPOSCEL

(Memoriza, copia, pasa y destruye este mensaje. Es posible que Elon Musk te esté vigilando)

La performance es un acto de desaparición.

De Oscar Cornago, investigador del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid. Sobre Kae Tempest Mal de AzkonaToloza.

En la Cañada aquel domingo desapareció todo. Desapareció la gente, desapareció el bar, desapareció el Poble Sec, Barcelona, España, desapareció España también sí, por fin, aunque para entonces ya había desaparecido Cataluña, o estaba desapareciendo. Desapareció también Europa, el mundo y el cosmos. Desapareció todo. Por supuesto, desaparecieron la performance, la danza moderna y el site-specific. Desaparecieron también los problemas que nos quitan el sueño y hasta nuestro vecino de en frente y su insoportable máquina de ventilación del aire. Al menos esa fue la sensación en ese momento. Todo estaba desapareciendo. Quizá no todo llegó a desaparecer del todo, es posible que algo quedara. Pero la sensación fue de desaparición, pero no solo en el sentido de dejar de estar, sino de viaje, de traslado, de dejar de estar en un sitio para ir a otro que todavía no sabemos.

Si os pasáis por la Cañada, todavía se pueden ver las huellas de esas desapariciones. Hay quien dice que la performance nace con las sombras de los cuerpos carbonizados por las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. La performance de Txalo fue como otra bomba, pero en versión poética. Es difícil de contar, porque yo además llegué tarde. Pregunté varias veces qué había pasado, o qué estaba pasando, para encontrar el hilo, pero nadie me llegó a decir nada claro, que si todavía no había pasado nado, que Txalo había comenzado a leer textos de sus obras, pero le sonó el teléfono y dijo que ahora volvía. Otros decían que en realidad la performance en sí no había empezado todavía, pero esto a nadie parecía importarle, porque allí estaba todo el mundo encantado, medio en silencio, medio conversando, tomando cañas, fumando, pero en todo caso concentrados. Esa fue mi impresión. Dispersos pero atentos a todo lo que estaba pasando o podría estar pasando. Así que yo me puse a hacer lo mismo y pronto me di cuenta de que el juego iba de eso, de estar allí haciendo como que no pasa nada, pero viendo que en realidad estaba pasando todo. Era como un secreto compartido, una suerte de conspiración improvisada.

Tampoco podría decir con claridad cuándo acabó, aunque fue largo. Era ya de noche cuando nos fuimos los últimos, y para entonces todavía tenía la impresión de que algo seguía pasando o estaba a punto de pasar. De hecho, Txalo seguía sin aparecer. Y yo diciéndole a todo el mundo, va a volver y no va a haber nadie.

En una ocasión fui al servicio y lo vi saliendo del baño, le saludé rápido y me dijo que ahora hablábamos, que tenía que ver un foco que le estaba fallando. Un foco, dijo. Mientras miraba la elipse de mi chorrito amarillento cayendo al inodoro, pensé en varias posibilidades sobre la escueta contestación de Txalo: que el foco fuera una palabra en clave para nombrar otra cosa (en la obra obviamente no había focos), que se tratara de una ironía (refiriéndose a esas obras donde sí había focos y técnica que te traían siempre de cabeza), o que en realidad salía de meterse algo (seguramente era lo más probable), y esa había sido la forma de expresarlo: voy a ver un foco que me está fallando. Y que en esa expresión, ir a ver un foco que te está fallando, estuviera el sentido de la performance, en algo que está fallando, y que tienes que ver, pero que no consigues de ver del todo, porque no está, porque ha desaparecido, porque te está justamente fallando, o porque nunca llegó a estar porque al técnico se le olvidó traerlo.

Volví a ver Txalo varias veces más a lo largo de la performance, pero ya no me dijo nada del foco ni de los fallos, y yo tampoco, por discreción, quise hacer alusión a aquello. Me dijo, al contrario, que todo estaba saliendo bien, que estaba muy contento de que hubiera ido tanta gente. Se le veía bien, tranquilo, aunque mi sensación es que había algo que no acababa de contar, algo que estaba ocultando, quizá porque ni él mismo lo supiera.

Peggy Phelan en su libro de comienzos de los 90, un clásico de la teoría de la performance, lo explica muy bien: la performance no es una forma de hacer algo visible, sino de hacerlo invisible, por eso el título del libro unmarked. Aunque ya mucho antes alguien dijo que la primera performance eran aquellas huellas de los cuerpos desaparecidos por la bomba atómica.

Es una pena que la gente que estábamos allí aquel domingo no tengamos la suficiente credibilidad para decirle al mundo lo que realmente pasó y que el mundo nos crea. Porque realmente, lo que se dice realmente, es posible que no pasara nada, o que fuera más bien la nada, la propia nada, la que no dejó de pasar arrasándolo todo, y que el mundo, efectivamente ni se enterara, que solo nos enteráramos los que estábamos allí de que la performance ha terminado, como se acabó también la danza moderna y el arte conceptual, increíble, también el arte conceptual, o si no se acabado, estaban a punto a acabar, y de que también ha desaparecido, o estaba a punto de desaparecer, la Cañada, el Poble Nou y Barcelona, al menos tal cual lo habíamos conocido los que estábamos allí en ese momento, y que nosotros mismos, o nosotras, o nosotres, o como cada uno quiera decirlo, también habíamos desaparecido, o estábamos a punto de desaparecer, porque todo estaba desapareciendo, o mejor dicho, quedando en suspenso, no solo los géneros de las palabras y los cuerpos, sino también los propios cuerpos y las formas de relación. Estaban quedando en suspenso las calles y las conversaciones, la ciudad, la copa que tenía en la mano, y que no se acababa más, y el mundo. Todo suspendido de un hilo invisible. Eso fue la performance.

KATE TEMPEST MAL: La performance que convulsionó Barcelona en una noche de San Juan adelantada

PABLO CARUANA escribe sobre Kae Tempest Mal.

Barcelona lleva quieta demasiado tiempo. Sigue con las atribulaciones teatrales burguesas cada vez más desorientadas, con su teatro de calle y fiesta ya olvidado y con los nuevos conceptuales, siempre internacionalistas y siempre aburridos, que últimamente detentan festivales experimentales en la Condal, que no han sabido recoger la vida que es la que transforma la escena. Y eso, se nota. Barcelona está quieta. Pero las mareas son eso, fuerzas que si se van, vuelven.

Y el domingo 10 de noviembre, sin previo aviso, todo se llenó de electricidad esperanzadora. El lugar emblemático de la charla de barra escénica, La Cañada, se convirtió en plataforma de experimentación renovadora. Dejó de ser La Cañada el receptor del detritus de la frustración del espectador de teatros libres. Y en vez de recibir moles de mierda con la violencia de lo que se precipita cuesta abajo, emitió fuerzas de corrientes circulares ascendentes. Azkona Toloza presentó Kate Tempest Mal, una performance donde Gonzalo Javier Toloza, más conocido como Txalo en la escena independiente, iluminó el cielo de esta ciudad que hoy, lamentablemente, sigue con mucha frecuencia emitiendo la misma luz mortecina con la que la describieron Rodoreda o Laforet.

Pero el público de Barcelona no es tonto, las huele y ya una hora antes de la performance La Cañada bullía. Gente del mundillo de la escena, la moda y el audiovisual se dieron allí cita. Directores de cine como Isaki Lacuesta (el ripio de Los Planetas del párrafo anterior iba en su honor), diseñadores del autodidacta anime como Charlies Smits, viejas glorias como Angels Margerit, nuevas fuerzas como Las Huecas, imperecederos como Señor Serrano, imprescindibles como Las Santas, plumillas de TEATRON, del Playground, e incluso algún periodista de medio generalista un tanto desubicado… Todo el mundo estaba allí sin saber muy bien para qué ni porqué, pero presente.

Llegó Txalo cuesta arriba, ataviado de memoria. Calzado, como si una versión queer de La Ribot se tratase, con sus tacones fetiches, aquellos que vistió en el Festival Mapa de principios de siglo en aquella pieza de Sonia Gómez, Experiencias con un desconocido (2008). Esos tacones que también portaba en una pieza bien concomitante con este trabajo en el que Txalo ya recreaba meta teatro en escena de ficción imaginada, Todos los grandes tienen problemas de piel (2010). Ataviado de memoria porque, además de esos tacones, el peformer portaba un vestido de musgo, líquenes, hojas, un vestido vegetal que tenía chufla folk ante las veleidades rojipardas de la modernidad, pero que escondía la otra veta que cruza a este artista.

Si bien el vestido pudiera remitir al salmantino Béjar y sus hombres musgo, esa manera ancestral de rito precristiano recorre todo la Península: las libreas de Tenerife, el oso de Fuente Carreteros de Córdoba, los carochos de Zamora, la mascarada de Mecerreyes de Burgos o la Vijanera de Cantabria… Ritos de purificación que tienen su arraigue en la otra tierra trascendental de este artista, Navarra, en su Zanpantzar de Ituren y Zubieta. Es allí, en Navarra, donde este creador maltrecho en modernidades condales consiguió trazar una línea con su Atacama natal de Chile y donde creó la compañía que hoy gobierna junto con Laida Azkona. Una compañía que lleva años trazando líneas entre la poesía, el documental, la ficción y el teatro popular y político.

Pero esta pieza respira también por otras branquias. Está la poesía ficcionada de Canto Mineral (2022), pero también la poesía visual y solitaria de Trópico 2, de la possibilitat d’estar a tot arreu, de ese pasado de vj y activista 8bitero. Mientras Marti Sales, el poeta más escénico del llano litoral, pinchaba vinilos con gusto y guasa, Toloza fue levantando un muro de palabras transparente que concitaban a la ficción mancomunada. El público entró al juego y fue armando con el creador un dispositivo imaginado y por eso mismo real. Una prueba más de que el teatro, antes que representación, es fuerza colectiva donde se puede llegar a constatar que cuerpo, movimiento y luz son los códigos posibles de otro mundo.

El paroxismo llegó cuando sin nombrarlos se citó a los muertos y Joaquim Jordá llegó con semblante de vecino vespertino y se pidió una zarzaparrilla en la barra con cara de no haberse ido nunca. En definitiva, lo que parecía que iba a ser una cita más de moderneo con ínfulas se convirtió súbitamente en akelarre, en fundación antipoética en la que el respetable podía ver a como Nicanor Parra no dejaba de tomar copas junto a Corcobado al fondo del garito en una conversación acelerada. Una escena que el propio que escribe contempló medio alucinado junto a Roger Bernat a quien vi iluminado como hace mucho tiempo no lo hacía. Tras la pieza alguien decía, pero esto ya quizá sea mito, no pude comprobarlo, que fuera reía y fumaba Sideral.

Es increíble como la escena a quien más retrata es a quienes la vemos.  Dos pequeños ejemplos. En una mesa se sentaban, con cara de “no me lo pierdo”, pero sin enterarse de mucho ante tanto fantasma del pasado, a dos fuerzas vivas del candelabro de la avantgarde: Candela Capitán y Nina Emocional miraban todo con gestos de aquiescencia descontrolada.

Segundo ejemplo, nadie se fijó en un invitado espectral, padre de todo esto y hoy, en esta sociedad puritana y protestante, es decir yanki, relegado a la zona de los apestados. Al verlo decidí callar, no decir a nadie que allí estaba. Todo el mundo no paraba de señalar a unos nórdicos que aseguraban eran los nuevos programadores del Kunsten e incluso otros espectadores se atrevieron a pedir autógrafos a Gumersindo Puche, preguntándole una y otra vez dónde estaba Angélica. Pero nadie se fijo en ese hombre belga, pegado a un móvil, que de vez en cuando alzaba la mirada para ver qué acontecía. Vestido de negro geométrico, Jan Fabre levantaba la cabeza y levantaba dos milímetros la comisura de los labios en enigmática reacción ante lo que iba allí pasando.

Durante largos minutos La Cañada fue un barco ebrio, un Sargento Sánchez abigarrado de figuras que parecían iconos de una jarana de otro tiempo. Toloza oficiaba, pero el timón ya no era de nadie y todos manejaban su propia quimera alucinada, una sucesión de invenciones contiguas, de disimulos propios, que se empujaban unos en otros en dirección ascendente.

Fue una noche memorable. Una noche de San Juan adelantada. Una hoguera, un reclamo, un recuerdo. El final de la velada fue de risas y abrazos, de la risa inconfundible de Ana Rovira, tan elegante como sus luces, tan sonora como su fuerza. Durante unos instantes La Cañada fue epicentro de la nada. No se puede pedir más.

 

Pablo Caruana Húder

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Musgo Toloza y Mala Tempest en el Plantropoceno

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

AzkonaToloza llegaron a Marte con su última propuesta escénica. No satisfecho con ello, el creador escénico y videoartista Txalo Toloza –en adelante, Musgo Toloza– realizó una performance para invocar el plantropoceno.

El domingo pasado, en un bar del Poble-sec, se presentó recubierto de un espeso manto vegetal para hacer efectiva su última metamorfosis. Así ataviado, procedió a la lectura de textos: la mayoría pertenecían a espectáculos estrenados; otros correspondían a descartes. A medida que leía, el performer iba entrando en trance e invitaba a los concurrentes a unirse a la ceremonia. Se formó así una procesión de árboles humanos –sin hojas, pero con mucho empeño– en torno al artista camuflado.

Ana Rovira, al mando de las luces, ofició el ritual de descolonización. Terminado el acto, el grupo de amigos se dispersó entre bendiciones. Todos se marcharon, excepto el chamán recubierto de musgo. Si pasáis por La Cañada, rendidle culto.

Ana Prieto Nadal

11 noviembre de 2024

 

Kae Tempest Mal, una performance de barra de bar

Bienvenido y gracias por venir. Serán 2 o 3 preguntas.

¿Me puedes contar algunos detalles de lo que haréis en La Cañada?

Claro, ¿qué quieres saber?

Para empezar, ¿de qué estamos hablando?

Mira, de entrada Kate Tempest Mal es un proyecto de estar por casa de AzkonaToloza en compañía de La Cañada. Un proyecto planteado entre amigos, por pura amistad, sin coproductores, becas, ni subvenciones.

Hablamos de una lectura performativa compuesta de una selección de textos de AzkonaToloza, la mayoría de ellos pertenecientes a algunas piezas ya estrenadas y algunos descartes de las mismas piezas.

Hablamos de reunirnos en torno a la barra de un bar para compartir historias, desarreglar el mundo e inventarnos otros futuros, lo mismo que llevamos siglos haciendo entre vermuts, olivas y patatas

Hablamos de una invitación a ficcionar nuestro domingo y pasar a la historia sin haber hecho nada realmente relevante. Y a brindar por ello

Entonces, ¿es una especie de grandes éxitos?

Exacto. Pero sin éxitos, ni tan grandes.

¿Cuánto dura?

Básicamente comienza el domingo 10 de noviembre a las 12:30, en La Cañada de Poblesec y dura toda la vida.

¿No es un poco exagerado?

Exagerado,…. no lo creo, yo diría que es duracional. Que está más de moda. Y sí, es bastante exagerado

¿Llevarás tacones?

Claro, si no es como si estuviese desnudo. Y no me querrás ver desnudo. Pierdo mucho. Por cierto ¿conoces los hombres musgo de Bejar?

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Un proyecto de AzkonaToloza.

Performer: Gonzalo Javier Toloza Fernández y un elenco por descifrar.

Música: Rodrigo Rammsy y Adriano Galante.

Movimiento: Sònia Gómez.

Selector: Martí Sales.

Diseño escenográfico: Xesca Salvà.

Diseño de luces: Ana Rovira.

Diseño audiovisual: MiPrimerDrop

Regidor: Roger Bernat.

Fotografía: Mila Ercoli.

Produce: La Cañada.

Futbol rebelde

Fans de Raja Casablanca cantando apoyo para el pueblo palestino!
La FIFA prohibió los mensajes pro-palestinos de Raja Casablanca en la Copa Mundial de Clubes de 2014. Durante el campeonato, el hijo de un director de club marroquí llegó a ser arrestado cuando entraba al estadio usando camisetas con un apoyo a la frase Palestina.

Ahora sí, despegamos

CANTO MINERAL*

*Canto Mineral es una pieza escénica pivote que funciona como epílogo de la trilogía PACÍFICO o como capitulo piloto del proyecto FALLA.

*Canto Mineral is a pivotal stage piece that works as the epilogue for the PACIFICO trilogy or as the pilot chapter for the FALLA project

Luego de 6 años recorriendo diversos territorios de Abya Yala de la mano de la Trilogía Pacífico, en busca de las grietas dejadas por el colonialismo y la barbarie capitalista, la pregunta era evidente: Y ahora, ¿qué?, y ahora, ¿hacia dónde vamos? ¿Qué superficie debemos rastrear?

Y la respuesta, o al menos la primera pista para llegar a ella, se encontraba en el último verso de la última pieza de la trilogía, de Teatro Amazonas: “Ahora, lo que toca es frenar y escuchar”.

Porque la escucha será el punto de partida de este nuevo viaje que emprendemos. Un viaje atravesado por la investigación documental, la realidad especulativa y la ciencia ficción.

Porque luego de años escuchando voces y relatos humanos, ahora, necesitamos escuchar otras voces. Necesitamos escuchar, con atención, las voces de los elementos que a pesar de conformar el planeta, no son reconocidos como sujeto de derecho. Que están, pero no son.

Y llegados a este punto, entonces, ¿qué voces no humanas tocaría escuchar?

Joan Brossa dijo, l’ultima paraula la tindran els arbres; y pensando en eso cerrábamos la trilogía Pacífico. Pero, ¿y si no fuesen los árboles?, ¿si fueran las rocas? ¿las montañas? ¿los volcanes? ¿las fallas?.

Izena duen guztia, omen da, decían nuestros abuelos. Todo lo que tiene nombre es. Porque si algo aprendimos en Pacífico es que para muchos pueblos originarios, todo lo que nos rodea está vivo y como tal, ha de ser considerado sujeto y no objeto, con todo lo que eso conlleva.

Todo está vivo, incluso las piedras, nos enseño Fermina Pichumilla, en Fiske Menuco, Puelmapu, en el 2018. Una afirmación cuyo primer gesto consiste en apartarnos del centro de la escena para situar en él a las montañas, las piedras y a los volcanes. Para disolvernos después, en una multiplicación de relaciones porosas entre sus componentes minerales y los nuestros. Entre su sangre y nuestra lava.

Porque los sistemas de clasificación de la naturaleza son parte de un relato científico, de una cosmovisión válida, pero no única.  Y en este relato lo mineral es situado en el extremo opuesto a lo humano y por ende, a lo vivo. Y como tal, es considerado libre de ser explotado hasta las últimas consecuencias. Porque su condición de materia inerte, de recurso, es también la primera excusa para ejercer la barbarie extractiva sobre ella. La explotación descontrolada y desregulada. La barbarie mineral.

Informes financieros de Industrias El volcán, años 60.

CANTO MINERAL de AzkonaToloza

Dramaturgia: Laida Azkona Goñi y Txalo Toloza-Fernández con la colaboración de Raquel Cors

Puesta en escena: AzkonaToloza

Ayudante de dirección: Raquel Cors

Performers: João Lima, Rodrigo Rammsy, Laida Azkona y Txalo Toloza-Fernández

Voz en off: María Luisa Solà

Diseño de producción: Helena Febrés

Banda Sonora original y diseño sonoro: Rodrigo Rammsy

Construcción e investigación instrumental: Rodrigo Rammsy y Conrado Parodi

Dirección técnica: Conrado Parodi

Diseño de luces: Ana Rovira

Diseño audiovisual: MiPrimerDrop y Raquel Cors

Diseño espacial y escenografía: Xesca Salvà y MiPrimerDrop

Estilismo: Sara Espinosa

CANTO MINERAL es una producción de AzkonaToloza y Fundació Teatre Lliure con la colaboración de Théâtre Garonne y Antic Teatre.

CANTO MINERAL es un proyecto beneficiado por las Ayudas a la creación Carlota Soldevila del Teatre Lliure de Barcelona.