Futbol rebelde
Ahora sí, despegamos
CANTO MINERAL*
*Canto Mineral es una pieza escénica pivote que funciona como epílogo de la trilogía PACÍFICO o como capitulo piloto del proyecto FALLA.
*Canto Mineral is a pivotal stage piece that works as the epilogue for the PACIFICO trilogy or as the pilot chapter for the FALLA project
Luego de 6 años recorriendo diversos territorios de Abya Yala de la mano de la Trilogía Pacífico, en busca de las grietas dejadas por el colonialismo y la barbarie capitalista, la pregunta era evidente: Y ahora, ¿qué?, y ahora, ¿hacia dónde vamos? ¿Qué superficie debemos rastrear?
Y la respuesta, o al menos la primera pista para llegar a ella, se encontraba en el último verso de la última pieza de la trilogía, de Teatro Amazonas: “Ahora, lo que toca es frenar y escuchar”.
Porque la escucha será el punto de partida de este nuevo viaje que emprendemos. Un viaje atravesado por la investigación documental, la realidad especulativa y la ciencia ficción.
Porque luego de años escuchando voces y relatos humanos, ahora, necesitamos escuchar otras voces. Necesitamos escuchar, con atención, las voces de los elementos que a pesar de conformar el planeta, no son reconocidos como sujeto de derecho. Que están, pero no son.
Y llegados a este punto, entonces, ¿qué voces no humanas tocaría escuchar?
Joan Brossa dijo, l’ultima paraula la tindran els arbres; y pensando en eso cerrábamos la trilogía Pacífico. Pero, ¿y si no fuesen los árboles?, ¿si fueran las rocas? ¿las montañas? ¿los volcanes? ¿las fallas?.
Izena duen guztia, omen da, decían nuestros abuelos. Todo lo que tiene nombre es. Porque si algo aprendimos en Pacífico es que para muchos pueblos originarios, todo lo que nos rodea está vivo y como tal, ha de ser considerado sujeto y no objeto, con todo lo que eso conlleva.
Todo está vivo, incluso las piedras, nos enseño Fermina Pichumilla, en Fiske Menuco, Puelmapu, en el 2018. Una afirmación cuyo primer gesto consiste en apartarnos del centro de la escena para situar en él a las montañas, las piedras y a los volcanes. Para disolvernos después, en una multiplicación de relaciones porosas entre sus componentes minerales y los nuestros. Entre su sangre y nuestra lava.
Porque los sistemas de clasificación de la naturaleza son parte de un relato científico, de una cosmovisión válida, pero no única. Y en este relato lo mineral es situado en el extremo opuesto a lo humano y por ende, a lo vivo. Y como tal, es considerado libre de ser explotado hasta las últimas consecuencias. Porque su condición de materia inerte, de recurso, es también la primera excusa para ejercer la barbarie extractiva sobre ella. La explotación descontrolada y desregulada. La barbarie mineral.
CANTO MINERAL de AzkonaToloza
Dramaturgia: Laida Azkona Goñi y Txalo Toloza-Fernández con la colaboración de Raquel Cors
Puesta en escena: AzkonaToloza
Ayudante de dirección: Raquel Cors
Performers: João Lima, Rodrigo Rammsy, Laida Azkona y Txalo Toloza-Fernández
Voz en off: María Luisa Solà
Diseño de producción: Helena Febrés
Banda Sonora original y diseño sonoro: Rodrigo Rammsy
Construcción e investigación instrumental: Rodrigo Rammsy y Conrado Parodi
Dirección técnica: Conrado Parodi
Diseño de luces: Ana Rovira
Diseño audiovisual: MiPrimerDrop y Raquel Cors
Diseño espacial y escenografía: Xesca Salvà y MiPrimerDrop
Estilismo: Sara Espinosa
CANTO MINERAL es una producción de AzkonaToloza y Fundació Teatre Lliure con la colaboración de Théâtre Garonne y Antic Teatre.
CANTO MINERAL es un proyecto beneficiado por las Ayudas a la creación Carlota Soldevila del Teatre Lliure de Barcelona.
Lázaro Rodriguez piensa y escribe sobre documentales.
Un día comprendió cómo sus brazos eran Solamente nubes
Luis Cernuda
He sido un entusiasta del documental durante muchos años, como espectador y hacedor, en el teatro he trabajado en sus fronteras desde 2006 con el grupo Lagartijas Tiradas al sol. También he escrito y hecho mucho por respaldar la potencia política del arte. Pero desde hace un tiempo siento un malestar, una inconformidad con mi trabajo y con cierto tipo de documentales, una serie de fricciones, roces y frustraciones que cada vez me son más difíciles de eludir.
Decido publicar estos pensamientos en este contexto porque considero que este espacio (la revista de uno de los festivales de documental más importantes del continente) es el natural para discutir lo que hacemos, para ponernos en duda y exponer nuestros desvelos.
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El campo del documental es muy amplio y soy consciente de que hago generalizaciones bruscas. Estoy claro de que me refiero sólo a cierto tipo de documentales, pero aun así me interesa ponerlos en foco, porque es precisamente ese tipo de documental el que se ha convertido en el hegemónico: el documental de denuncia.
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En 1830 se representó en el teatro «La Monnaie» de Bruselas, la ópera «La muda» que había sido prohibida por el rey Guillermo III. Se dice que a mitad de la ópera una arenga proveniente del escenario hizo que el público se levantara de sus asientos y saliera del teatro a expulsar a los holandeses dando paso al nacimiento del reino de Bélgica. Eso cuenta la leyenda.
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Una leyenda es una ficción que opera en el mundo como materia real y es por eso que «El dorado» aquel mítico lugar repleto de oro en este continente, tuvo consecuencias tangibles y rastreables en la realidad. Así mismo, son varias las leyendas que han construido la idea de que el arte es un instrumento eficaz para transformar la realidad política y social en un contexto dado.
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Históricamente una parte importante de la producción documental, está ligada a cierto linaje de artistas que trasladaron su compromiso político a las obras que realizaban. Prácticas artísticas que han intentado incidir en la realidad, transformarla. Aquel dicho de Brecht del arte no como espejo sino como martillo… etc.
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Hay una serie de frases hechas que se usan cotidianamente para justificar la existencia de los documentales: «son un espejo de la realidad», «son el lugar para contar nuestras historias», «son una forma de articular nuestra experiencia en el mundo», «representan la posibilidad de proponer otras narrativas». Hasta otras francamente desproporcionadas como: «un pueblo sin cine es un pueblo sin memoria».
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Pero más allá de conformarnos con estas consignas podríamos intentar responder: ¿Qué hace hoy el grueso de la producción documental? ¿Para qué hacemos documentales quienes hacemos documentales? ¿Qué queremos y qué conseguimos? y ¿Qué pretendemos que hagan quienes los ven con eso que intentamos o logramos generar?
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No pocos documentales buscan producir “indignación” en quien los mira y aquí radica un problema, a mi parecer, grave. Hay conceptos que tienen un signo político claro: la dignidad, por ejemplo, es un concepto cuya ampliación es un proceso eminentemente emancipador. Para cualquier persona en cualquier lugar, más dignidad es mejor que menos dignidad. La indignación, por el contrario, puede ser de derechas o de izquierdas, hoy están igual de indignadas las personas del movimiento #conmishijosnotemetas que muchas mujeres que marchan para denunciar los 11 feminicidios al día que hay en nuestro país. La indignación no es por sí sola un valor y contiene lo mismo un potencial coercitivo que uno libertario.
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De tanto abordarla, la indignación se convirtió en un género de consumo más. Así como las comedias románticas nos hacen sentir ciertas cosas que obedecen a cierta idea de mundo y las películas de acción nos hacen sentir otras, así los documentales que nos indignan funcionan igual, frente a ellos ya sabemos qué sentir y qué pensar. ¿Qué hacemos las personas que consumimos esos documentales con eso que nos producen? Pienso que muchos documentales están comenzando a funcionar como desactivadores de la transformación que pretenden instigar, domesticando el descontento y confinándolo a un catálogo de consumo donde hoy es un caso y mañana será otro.
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Cuando un caso tan terrible como el de Maricela Escobedo se vuelve parte del menú de derrota y olvido de las plataformas de streaming, podemos empezar a preguntarnos ¿Qué pretenden hacer los documentales y qué están haciendo realmente? ¿Qué es exactamente eso de abrir la conversación?
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Una abrumadora mayoría de los documentales están estructurados bajo los criterios dramáticos que describió Aristóteles en su «Poética»: fábula, personajes, unidad de acción, planteamiento-nudo-desenlace etc. Organizan la vida en los términos más tradicionales de la ficción y nos proponen leer la realidad bajo ese mismo esquema.
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El relato de ficción es una construcción intencionada, por lo que estamos acostumbradas a descifrar las ficciones en términos de causas y efectos, de medios y fines. Ya decía el Estagirita (siempre quise decirle así) que mientras en la Historia las cosas suceden unas después de las otras, en la ficción suceden unas en consecuencia de las otras. Pero al articular la «vida real» por medio de estructuras ficcionales típicas, surgen muchas fricciones éticas y conceptuales.
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Todas intuimos que para lograr un efecto dramático clásico hay que resaltar las características negativas en los villanos y disimularlas en las heroínas, intuimos que
demasiada complejidad impide leer la causalidad, presentimos que es mejor que el personaje tenga más obstáculos, que es mejor que le vaya peor y pierda un brazo o los dos. El tema es que en los documentales se trabaja con vidas de personas no con con personajes y si lo mejor para la película es lo peor para la persona, estamos frente algo así como un «conflicto de interés».
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Para decirlo simple: los términos dramáticos mediante los cuáles están estructurados muchos documentales son inmorales.
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El esquema de producción de buena parte de los documentales hacen que estos partan de una convicción, una opinión o una tesis; y que el rodaje sea el trámite para ilustrar esa certeza. Soy escéptico de que las obras de teatro y las películas deban ser vehículos para la difusión de convicciones políticas.
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Basta asomarse a las redes sociales o abrir cualquier periódico para corroborar que nuestras opiniones políticas son muy aburridas, son tan limitadas y genéricas que dan tristeza. Son repeticiones de repeticiones. Cansancios disfrazados de ardores.
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Así como hay juntas que pudieron ser un mail, hay tantos documentales que pudieron ser un tweet.
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Hay un lugar en el que el periodismo y el documental se tocan.
Tengo enorme respeto por el oficio de las periodistas, es bien sabido que quienes hacen periodismo en no pocas zonas del país se juegan la vida. Tal vez por eso me parece importante diferenciar los criterios del periodismo y los de la producción artística. Pienso que son esferas con distinto linaje, potencias, convenciones, procedimientos y valores.
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Hay que cuestionar una idea del documental que considera más importante leer el periódico que leer poemas.
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No considero que las prácticas documentales encuentren su terreno más fértil en intentar transformar el mundo a base de certezas, denuncias o convicciones.
Pero sí me parece que abordan de manera muy potente el territorio del dilema y de las distintas fuerzas que constituyen una tensión. Pero en un mundo que se nos presenta como dado o cerrado, los documentales tienen la capacidad de hacer manifiesto lo que no entendemos, lo que no sabemos. En recordarnos que comprendemos poco y que la vida es, sobre todo, una incógnita.
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En resumen, pienso que la potencia del documental está en desmantelar certezas y en abrir espacio al misterio.
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Excepciones aparte no considero que el teatro ni el cine sirvan para generar cambios concretos en la sociedad. Estadísticamente hablando si queremos transformar una realidad específica el hacer una obra artística no ha sido lo más eficaz.
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Ta vez haya que separar la práctica artística de la práctica activista. Porque el activismo funciona sobre convicciones y el arte no necesariamente. Cuando yo apoyo una causa como la despenalización del aborto, no me interesa hablar con los «provida», no quiero acercarme a su punto de vista porque no me interesa cambiar al mío. Tengo una convicción que busco defender.
Pero cuando me acerco al campo de lo artístico busco otras cosas: quiero descolocarme, intentar ver lo que no veía antes, busco cambiar.
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Pienso que dividir estos dos espacios, reconocer las potencias y limitaciones de cada campo haría más efectivas las luchas que realizamos por las causas que enarbolamos y también haría más rico el terreno de lo artístico que experimentamos, uno en el que podamos retomar las preguntas fundamentales, como aquella que se hace el poeta:
¿Oyen los muertos lo que los vivos dicen luego de ellos?
Lázaro Gabino Rodríguez
Manifiesto. Hablo por mi diferencia. Pedro Lemebel.
No soy Pasolini pidiendo explicaciones
No soy Ginsberg expulsado de Cuba
No soy un marica disfrazado de poeta
No necesito disfraz
Aquí está mi cara
Hablo por mi diferencia
Defiendo lo que soy
Y no soy tan raro
Me apesta la injusticia
Y sospecho de esta cueca democrática
Pero no me hable del proletariado
Porque ser pobre y maricón es peor
Hay que ser ácido para soportarlo
Es darle un rodeo a los machitos de la esquina
Es un padre que te odia
Porque al hijo se le dobla la patita
Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro
Envejecidas de limpieza
Acunándote de enfermo
Por malas costumbres
Por mala suerte
Como la dictadura
Peor que la dictadura
Porque la dictadura pasa
Y viene la democracia
Y detrasito el socialismo
¿Y entonces?
¿Qué harán con nosotros compañero?
¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos
con destino a un sidario cubano?
Nos meterán en algún tren de ninguna parte
Como en el barco del general Ibáñez
Donde aprendimos a nadar
Pero ninguno llegó a la costa
Por eso Valparaíso apagó sus luces rojas
Por eso las casas de caramba
Le brindaron una lágrima negra
A los colizas comidos por las jaibas
Ese año que la Comisión de Derechos Humanos
no recuerda
Por eso compañero le pregunto
¿Existe aún el tren siberiano
de la propaganda reaccionaria?
Ese tren que pasa por sus pupilas
Cuando mi voz se pone demasiado dulce
¿Y usted?
¿Qué hará con ese recuerdo de niños
Pajeándonos y otras cosas
En las vacaciones de Cartagena?
¿El futuro será en blanco y negro?
¿El tiempo en noche y día laboral
sin ambigüedades?
¿No habrá un maricón en alguna esquina
desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?
¿Van a dejarnos bordar de pájaros
las banderas de la patria libre?
El fusil se lo dejo a usted
Que tiene la sangre fría
Y no es miedo
El miedo se me fue pasando
De atajar cuchillos
En los sótanos sexuales donde anduve
Y no se sienta agredido
Si le hablo de estas cosas
Y le miro el bulto
No soy hipócrita
¿Acaso las tetas de una mujer
no lo hacen bajar la vista?
¿No cree usted
que solos en la sierra
algo se nos iba a ocurrir?
Aunque después me odie
Por corromper su moral revolucionaria
¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?
Y no hablo de meterlo y sacarlo
Y sacarlo y meterlo solamente
Hablo de ternura compañero
Usted no sabe
Cómo cuesta encontrar el amor
En estas condiciones
Usted no sabe
Qué es cargar con esta lepra
La gente guarda las distancias
La gente comprende y dice:
Es marica pero escribe bien
Es marica pero es buen amigo
Súper-buena-onda
Yo no soy buena onda
Yo acepto al mundo
Sin pedirle esa buena onda
Pero igual se ríen
Tengo cicatrices de risas en la espalda
Usted cree que pienso con el poto
Y que al primer parrillazo de la CNI
Lo iba a soltar todo
No sabe que la hombría
Nunca la aprendí en los cuarteles
Mi hombría me la enseñó la noche
Detrás de un poste
Esa hombría de la que usted se jacta
Se la metieron en el regimiento
Un milico asesino
De esos que aún están en el poder
Mi hombría no la recibí del partido
Porque me rechazaron con risitas
Muchas veces
Mi hombría la aprendí participando
En la dura de esos años
Y se rieron de mi voz amariconada
Gritando: Y va a caer, y va a caer
Y aunque usted grita como hombre
No ha conseguido que se vaya
Mi hombría fue la mordaza
No fue ir al estadio
Y agarrarme a combos por el Colo Colo
El fútbol es otra homosexualidad tapada
Como el box, la política y el vino
Mi hombría fue morderme las burlas
Comer rabia para no matar a todo el mundo
Mi hombría es aceptarme diferente
Ser cobarde es mucho más duro
Yo no pongo la otra mejilla
Pongo el culo compañero
Y ésa es mi venganza
Mi hombría espera paciente
Que los machos se hagan viejos
Porque a esta altura del partido
La izquierda tranza su culo lacio
En el parlamento
Mi hombría fue difícil
Por eso a este tren no me subo
Sin saber dónde va
Yo no voy a cambiar por el marxismo
Que me rechazó tantas veces
No necesito cambiar
Soy más subversivo que usted
No voy a cambiar solamente
Porque los pobres y los ricos
A otro perro con ese hueso
Tampoco porque el capitalismo es injusto
En Nueva York los maricas se besan en la calle
Pero esa parte se la dejo a usted
Que tanto le interesa
Que la revolución no se pudra del todo
A usted le doy este mensaje
Y no es por mí
Yo estoy viejo
Y su utopía es para las generaciones futuras
Hay tantos niños que van a nacer
Con una alita rota
Y yo quiero que vuelen compañero
Que su revolución
Les dé un pedazo de cielo rojo
Para que puedan volar.
Soy la guerra. Daniela Catrileo.
Canto a su amor desaparecido. Raúl Zurita.
La ciudad. Poema 48. Gonzalo Millán.
“Poema nº 48”, de Gonzalo Millán.
El río invierte el curso de su corriente.
El agua de las cascadas sube.
La gente empieza a caminar retrocediendo.
Los caballos caminan hacia atrás.
Los militares deshacen lo desfilado.
Las balas salen de las carnes.
Las balas entran en los cañones.
Los oficiales enfundan sus pistolas.
La corriente penetra por los enchufes.
Los torturados dejan de agitarse.
Los torturados cierran sus bocas.
Los campos de concentración se vacían.
Aparecen los desaparecidos.
Los muertos salen de sus tumbas.
Los aviones vuelan hacia atrás
Los “rockets” suben hacia los aviones.
Allende dispara.
Las llamas se apagan.
Se saca el casco.
La Moneda se reconstituye íntegra.
Su cráneo se recompone.
Sale a un balcón.
Allende retrocede hasta Tomás Moro.
Los detenidos salen de espalda de los estadios.
11 de Septiembre.
Regresan aviones con refugiados.
Chile es un país democrático.
Las fuerzas armadas respetan la constitución.
Los militares vuelven a sus cuarteles.
Renace Neruda.
Vuelve en una ambulancia a Isla Negra.
Le duele la próstata. Escribe.
Víctor Jara toca la guitarra.
Canta
Los discursos entran en las bocas.
El tirano abraza a Prat.
Desaparece.
Prat revive.
Los cesantes son recontratados.
Los obreros desfilan cantando
¡Venceremos!
Carta a Bolsonaro – Madrid amazónico
Amazonas, 2 de enero de 2019.
Señor Presidente,
Ya hemos sido diezmados, tutelados y hemos sido víctimas de la política integracionista de los gobiernos y del Estado Nacional Brasileño. Y por eso, venimos en público, a afirmar que no aceptamos más políticas de integración o más políticas de tutela. Este país llamado Brasil nos debe una deuda impagable, señor presidente, por todo lo que ya se ha hecho en contra de nuestros pueblos.
Nuestro modo de vida es diferente. Y no estamos en contra de quien opte por un modelo económico occidental, capitalista. Pero nosotros tenemos nuestra forma propia de vivir y organizarnos en nuestras tierras y tenemos nuestra propia forma de sostenibilidad. Por eso, no aceptamos ni el desarrollo, ni un modelo económico hecho de manera excluyente, que apenas beneficia nuestros territorios.
No estamos en zoológicos, señor Presidente, estamos en nuestras tierras, en nuestras casas, como tú. Somos personas, seres humanos, tenemos sangre como tú. Nacemos, crecemos, procreamos y después morimos en nuestra tierra sagrada, como cualquier ser humano sobre esta tierra.
Por lo tanto, señor Presidente de la República Jair Mesias Bolsonaro, considerando la política de diálogo de su gobierno en la democracia, los líderes indígenas estamos listos para el diálogo, pero también estamos, preparados para defendernos.
Marcos Apurinã, Bonifacio Jose y André Baniwa.
Líderes indígenas del Río Purús y del Alto Río Negro.