«Una breve incursión -por la puerta trasera- en el saqueo de comercios con coartada política
“Cuando un desconocido te regala un salchichón, eso es Yomango”. Este inspirado eslogan acompañaba a la imagen de la famosa cleptómana Winona Ryder en la portada del Libro Rojo de Yomango, un manual para mangar en las tiendas que publicó hace una década el grupúsculo subversivo SCCPP (Sabotaje Contra el Capital Pasándoselo Pipa). Al Libro Rojo siguió el Libro Morado. Se distribuyeron 40.000 copias de ambos títulos (cuya edición, por cierto, pagó el Ayuntamiento de Madrid sin saberlo) que muchos aún atesoran como un incunable.
Yomango creó escuela. Surgieron capítulos locales en la periferia, como Yomango Tango en Barcelona, pero no fueron los primeros en esquilmar las grandes superficies bajo una coartada política. Una década antes, también en Madrid, tuvo vida efímera el grupo Tendero Luminoso que se ensañó con El Corte Inglés casi tanto comoSánchez Gordillo con Mercadona, su objetivo y el de su alegre pandilla de saqueadores.
Tendero Luminoso
Su nombre era un homenaje a la guerrilla izquierdista Sendero Luminoso que aún colea en Perú. La idea partió del recordado Daniel Wagman, activista estadounidense afincado en Madrid desde los años 70, que trajo a España un feroz anticapitalismo barnizado de un componente lúdico-festivo.
El objetivo de Tendero Luminoso era entrar en El Corte Inglés y arramblar con todo por el método de la avalancha, según cuenta Carmen Baroja, una de las participantes en su acto más notable: el asalto de El Corte Inglés de Sol, en 1993. Baroja, sobrina-nieta de Pío Baroja, no fue el único apellido ilustre involucrado en Tendero Luminoso. También estaba por ahí el escritor Pedro Molina Temboury, y Juan Pablo Wert, hermano del actual ministro de Cultura y profesor de arte en la Universidad de Castilla La Mancha.
Ataviado con un frac, Temboury fue el encargado de repartir en la estación de Sol afiches supuestamente emitidos por los grandes almacenes con el siguiente mensaje:“Ha llegado la hora del saqueo de El Corte Inglés. Te regalamos a la una todo lo que te puedas llevar puesto”. Entre los espontáneos que se apuntaron a la oferta y los más de 20 miembros del comando Tendero Luminoso lograron hacerse con un botín de varios bolsos, frascos de perfume y cremas diversas (lo que se vende en la planta baja de El Corte Inglés), que luego repartieron entre los transeúntes. Lo más importante, sin embargo, fue un intangible: una noticia breve en El País que narraba la ‘gesta’, quebrando el férreo control del —todavía entonces— gran anunciante de la prensa española: “El Corte Inglés ha conseguido intimidar a los medios evitando cualquier noticia negativa relacionada con el grupo, pero aquella se le escapó”, recuerda divertida Carmen Baroja.
Tendero Luminoso no tuvo continuidad, pero su legado quedó de algún modo flotando en el contaminado aire de la capital, hasta que el testigo lo recogió…
Yomango
Si el nombre de Tendero Luminoso era bueno, Yomango es ya un doble mortal con tirabuzón porque empieza su andadura saqueadora afanando el nombre y el logo de una famosa cadena española de ropa: Mango. David Rodríguez, diseñador, artista y martillo de concejos, fue uno de sus ideólogos. ¿Qué opina Yomango de las apropiaciones de los acólitos de Sánchez Gordillo en Mercadona?“Completamente a favor. Es el único que ha tenido arrestos de pasar de la retórica anticapitalista de cierta izquierda a la acción real”.
Vayamos con Yomango. El Libro Rojo y el Libro Morado de Yomango son dos desopilantes manuales para mangar en las tiendas o, más concretamente, en grandes superficies, esas que tienen sistemas antirrobo (‘pitas’) y guardias jurados (‘monos’). Los 20.000 ejemplares de cada uno fueron sufragados por el Ayuntamiento de Madrid gracias a la artería de una popular activista cultural de pelo oxigenado.
Los libros corrieron de mano en mano entre okupas, marujas y publicitarios que veían aquello como algo extremadamente ‘cool’. Pero es que, además, sus recomendaciones técnicas eran acertadas: “Hasta la propia cadena Mango formaba a sus empleados en técnicas de hurto con los libros de Yomango”, apunta entre risas David Rodríguez.
Pero Yomango no se quedaba en la teoría. Si los libros Rojo y Morado fueron su ‘El Capital’, la toma del Palacio de Invierno fue el asalto (simulado) al Carrefour de Aluche en la víspera de Navidad de 2004.
“Por aquel entonces habíamos descubierto cómo activar y desactivar los pitas a voluntad. Fuimos al Carrefour de Aluche no para robar (eso ya lo hacíamos en el Champion de Lavapiés), sino para sabotear el centro en el día que más facturaba: el 24 de diciembre. El Carrefour tiene cuarenta y tantas cajas, así que entramos más de cincuenta con pitas desactivados escondidos en la ropa. Yo iba vestido de traje y compré una botella de sidra de un euro. Cuando pasé por la caja empecé a sonar. Minutos después empezaron a sonar las alarmas del resto de las cajas, para desconcierto del personal de seguridad. El resultado fue que se montaron unas colas gigantescas porque ninguna caja podía funcionar. Viendo la que se les venía encima, el Carrefour hizo lo más sensato: desconectar las alarmas y dejar salir a todo el mundo, momento que aprovechó el ‘comando jamón’ para salir con dos perniles de pata negra bajo sus gabardinas. Mientras íbamos camino del metro hacia la degustación del jamón, escuchamos las sirenas de la policía llegando al Carrefour”.
Este ‘sabotaje contra el capital’ (pasándoselo pipa) fue el golpe más espectacular, pero no el único que dio Yomango durante la pasada década. David se refocila recordando otras acciones de ‘incautación’, como aquella vez que establecieron un ‘pasillo humanitario’ en la FNAC de Callao para atender las necesidades de los heavies:
“En una reunión en el Laboratorio*, un grupo de heavies se quejó del precio de los discos, así que decidimos montar un pasillo humanitario para que pudieran sacarlos gratis. Normalmente utilizábamos un señuelo —el que tenía más pinta de yonki— para distraer a los guardias, pero en esta ocasión utilizamos a un bebé, el hijo de Jordi [el Trosky del SCCPP, para entendernos]. Metimos un pita en el pañal del niño y cuando se disparó la alarma, los heavies salieron cargados de discos. El pobre mono se volvía loco, porque no era el carro ni el padre, ¡sino el propio bebé el que sonaba!”.
Hoy las huestes de Sánchez Gordillo asaltan Mercadonas aunque con mucha menos gracia que Yomango o Tendero Luminoso. Resulta curioso cómo el ‘enemigo’ ha pasado de ser el grupo más poderoso en los noventa —El Corte Inglés— al hipermercado francés en los dos mil; y ahora, en esta atribulada, conflictiva y preapocalíptica década, el pujante grupo de distribución español.
* Renombrada casa okupa que trasegó por al menos cinco sedes en Lavapiés y cuya herencia recoge hoy —más o menos— la Tabacalera.
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Este artículo fue publicado en el número de noviembre de Yorokobu »
De Iñaki Berazaluce y pégale un meneo.
D.
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