La cultura es referencial.
Sólo cada buen montón de años se generan verdaderas imágenes nuevas, puras, que con el tiempo (o en la actualidad, a la velocidad de la red) pasan a poblar nuestros sueños, pasan a ser paradójicamente familiares. Nuestra mente no crea, sino que añade, y sobre todo: borra (pero ese, es otro tema).
Fabulosamente, el siglo actual se inició con una de esas poderosas imágenes completamente nuevas. Las torres gemelas siendo mancilladas por aviones de pasajeros, estallaban, ardían y se derrumbaban catastróficamente. Nunca visto. Por ello, millones de personas se quedaron boquiabiertas delante de los televisores. Aquello, que vomitaban los canales de noticias, era material de primera calidad para nuestros sueños.
Asistíamos entonces, a la mayor creación de la cultura visual de nuestra época. De nuevo, la cuchilla de afeitar de Buñuel (otra imagen jamás antes mostrada por nadie) cortaba nuestro ojo como los aviones rasgaban y reventaban el WTC.
Al mismo tiempo, una magnifica serie de ficción, El Ala Oeste de la Casa Blanca, jugaba a la referencialidad con anticipación. Marcando los pasos de un país, que se miró en ella, en los momentos que su propio presidente, George Bush, no parecía real. La paradoja fue máxima, cuando tras haber masacrado el país, la economía mundial y destruido miles de vidas por el mundo, los americanos empezaron a clamar por el presidente de ficción (Bartlet) para huir de esa pesadilla de terror que vivieron y que les sacó lo peor de si mismos. Para acabar por encumbrar a un presidente que nacería directamente de las tesis expuestas en la serie: Obama es Bartlet. La referencia se ha cruzado, así como algunos actores o miembros de la serie han acabado participando en el equipo de gobierno de la Casa Blanca de la vida real.
La serie nos sólo coincide ideológicamente con el actual líder mundial, sino que en algunos casos adelanta los hechos reales y consumados que se mezclan como otros soñados por los guionistas: la remontada de popularidad del presidente al recuperar su pundonor tras padecer el juego sucio de la derecha tontuna y el bobochorras de Trump…
Devolviéndo nuestras cabezas al seguro mundo referencial, donde ninguna imagen nueva tendría por qué alterar nuestros dulces sueños.
D.