Cena para Amador

la ultima cena

(…) Lo que hay aquí es una élite que está perdiendo el monopolio de la palabra y de la configuración de la realidad. Y sus discursos traducen una mezcla de disgusto y rabia hacia esos actores desconocidos que entran en escena y desbaratan lo que estaba atado y bien atado. Ay, qué cómodas eran las cosas cuando no había más que audiencias sometidas. Pero ahora los públicos se rebelan: hablan, escriben, se manifiestan, intervienen, abuchean, pitan, boicotean, silban. En la reunión se podía palpar el pánico: “nos están enfrentando con nuestro público, esto es muy grave”. Pero, ¿quién es ese “nos” que “nos enfrenta a nuestro público”? Misterio. ¿Seguro que el público no tiene ninguna razón verdadera para el cabreo? ¿No es esa una manera de seguir pensando al público como una masa de borregos teledirigida desde algún poder maléfico? ¿Y si el público percibe perfectamente el desprecio con el que se le concibe cuando se le trata como a un simple consumidor que sólo debe pagar y callar? (…)

La cena del miedo (mi reunión con la ministra González Sinde)

[Amador Fernández-Savater, coeditor de Acuarela Libros, fue invitado (por azar, por error o por alguna razón desconocida) a una reunión con la ministra de Cultura y otras figuras relevantes de la industria cultural española para hablar sobre la Ley Sinde, el tema de las descargas, etc. En este texto cuenta lo que vivió, lo que escuchó y lo que ha pensado desde entonces. Su conclusión es simple: es el miedo quien gobierna, el miedo conserva or a la crisis de los modelos dominantes, el miedo reactivo a la gente (sobre todo a la gente joven), el miedo a la rebelión de los públicos, a la Red y al futuro desconocido.]


Pues sí, qué miedo…
Ah, invitaron a Amador, por que se les acaban los amigos, sino acuérdense de Punset cuando se puso enfrente de la Sinde:


D.

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Una Respuesta a Cena para Amador

  1. vte.arlandis dijo:

    «Dado que existe Internet, un autor sabe que si realiza una obra ésta va aser clonada hasta el infinito. Si lo sabe, ¿para qué hace una obra? ¿Para quejarse luego? Es como el que se tira a una piscina y dice: está mojado. Claro. Pues que no se tire. Sé que esto es un ejemplo extremo, pero me interesa su planteamiento porque devuelve la responsabilidad de los actos a quien los realiza y puede permitir decirse a sí mismo: estoy en un universo infinitamente copiable ¿cómo puedo sacarle provecho? Lo expresó muy bien Nacho Vigalondo el pasado miércoles en la #Redada en el Medialab-Prado: necesitamos un cambio de modelo de pensamiento.» Javier de la cueva.
    Entrevista.
    http://www.elpais.com/edigitales/entrevista.html?encuentro=7560

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