Parte 0. Prólogo.
Una mujer, un sin-papeles, un asalariado, un indígena, una lesbiana, un transexual, una puta, un endeudado o un insolvente. ¿Hablamos de personas? Por supuesto que no. Hablamos de categorías: conjuntos de rasgos supuestamente consustanciales a lo designado, que lo determinan como tal. ¿Para qué nos sirve categorizar? Pues como en todo, dividiendo, compartimentando, todo se hace más más fácil de manipular.Pero también para algo mucho más perverso, crear valores y en consecuencia, jerarquías. Es así como una mujer blanca siempre podrá imponerse sobre un hombre indio. Un hombre indio siempre saldrá impune de violentar a un transexual y así, podríamos ensayar ecuaciones durante largo rato. Cómo, si no, separar a ellos de nosotros, cómo señalar al «otro», portador de un reclamo de dignidad que no merece atención.
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