Una fuerte contracción asfixió mi polla dentro de su vagina. Luego vinieron otras, y otras. Era la señal. Decidido y sin avisar, en el momento preciso, se la arrebaté injustamente. Cruel.
Durante un microsegundo, su cara fue de pánico, luego un fuerte y grueso chorro manó de su coño, alto, largo.
Cerró los ojos.
Yo, aún de rodillas, la polla dura, la miraba asombrado.
D.